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"Embusteras", "deficientes" y "peligrosas": De Burgos contra el intelectual machista
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la biblia del feminismo español

"Embusteras", "deficientes" y "peligrosas": De Burgos contra el intelectual machista

La escritora y ensayista andaluza, referente del feminismo español de principios del siglo XX, refutó en 'La mujer moderna y sus derechos' las teorías antifeministas populares en la época

Foto: Una imagen de Carmen de Burgos, también conocida como 'Colombine', una de las principales feministas españolas.
Una imagen de Carmen de Burgos, también conocida como 'Colombine', una de las principales feministas españolas.

A Schopenhauer (1788-1860) las mujeres, caerle bien bien, no le caían. Las describía como "ese sexo de anchas caderas, cabellos largos e ideas cortas, que en lugar de llamarse bello sería más justo llamarle antiestético". "La dama europea es un monstruo", sentenció en otra ocasión, "el producto de la bestialidad humana, máquina de gastar dinero. La naturaleza que le ha negado la fuerza le ha dado, para proteger su debilidad, la ruindad y el disimulo".

Para su compatriota Paul Moebius (1853-1907), el médico y psiquiatra alemán autor del ensayo 'La deficiencia mental fisiológica de la mujer', consideraba el sexo femenino como "altamente peligroso" y que "la moral que se deriva del raciocinio les es inaccesible". "La astucia no es en la mujer indicio de altas dotes mentales. Se ve constreñida a disimular sus necesidades sensuales y ejercita el disimulo instintivamente, porque el disimulo, o sea el embuste, es el arma indispensable y natural de la mujer". Y cuanto más edad tenga, peor: "Un hombre viejo no es más que viejo; una mujer es, además, asquerosa y ridícula".

El sociólogo francés Gustave Le Bon (1841-1931) afirmó que "la mujer tiene sólo sentimientos y carece de ideas; presenta las formas inferiores de la evolución humana y en vigor mental se lleva poco con los negros [¡doble combo!]. No razona ni se deja convencer por el raciocinio, pero es fácil de sugestionar, lo que la hace políticamente peligrosa".

"Insensibles", "mansas" —"si es menos criminal es porque es menos fuerte"—, sin sentido del humor, "miopes intelectuales" y amorales son una pequeña pero elocuente muestra de los adjetivos que algunos intelectuales decimonónicos les dedicaron a sus conciudadanas y que la escritora, periodista, ensayista y corresponsal de guerra —y mucho más— Carmen de Burgos (1867-1932) recogió en 1927 en su ensayo 'La mujer moderna y sus derechos', la biblia del feminismo español reeditada ahora por la editorial Huso y la doctora en Filosofía Mercedes Gómez Blesa.

Fue la propia De Burgos quien en 1905 tradujo al castellano el polémico libro de Moebius —también hizo lo propio con obras de Tolstoi, Ruskin, Renan y Salgari— un año antes de publicar su primer ensayo feminista, 'La mujer en España' —al que siguieron las reivindicaciones de 'La misión social de la mujer' (1911) y el título que nos ocupa—, lo que demuestra el verdadero interés de la intelectual almeriense en conocer y reflexionar sobre los roles y prejuicios de género normalizados y estandarizados en su época, aquellos que justificaban la inferioridad social de la mujer en teorías científicas y biológicas.

Foto: Fotografía de María Zambrano.

Para De Burgos, el principal reto del feminismo a principios del siglo XX pasaba por la necesidad de que "la libertad conquistada en las costumbres esté garantizada por las leyes". Ya en 1903, De Burgos se manifestó a favor del sufragio femenino y armó un gran revuelo en la opinión pública por su alegato en defensa del divorcio y un año después y publicó 'El divorcio en España'. Más allá de que su experiencia personal como mujer separada de un marido maltratador y alcohólico —el también periodista y escritor Arturo Álvarez Bustos— De Burgos reflexionaba sobre la fragilidad de la igualdad conseguida en otros momentos de la historia al encomendarse exclusivamente a los usos y costumbres, sin quedar oficializada.

Sorprende del libro de De Burgos reconocer en el debate sobre feminismo de hace 90 años las mismas argumentaciones enquistadas en la actualidad. La paradoja, por ejemplo, del 'feminismo de Schrödinger', "una cosa terrible capaz de disolver la sociedad" y "una cosa ridícula y risible" que no merece "ser tomada en serio". "Frente al feminismo se agudizó el antiquísimo antifeminismo", apunta. "Representan este los hombres injustos y celosos de su hegemonía y las mujeres egoístas que temen perder una situación de privilegio". Porque para la escritora, "el descrédito que sólo merecía la costumbre de algunas mujeres que no entendieron su significación y las campañas de hombres y de mujeres que ridiculizaron a las que luchaban por la liberación de una parte de la humanidad".

Nueve décadas antes de que la controversia del feminismo desclasado tomase peso, De Burgos ya propuso en 'La situación de la mujer en España' que la situación femenina viene determinada por "la clase social a la que se pertenece" y "la región en la que se vive", como factores análogos y no extrínsecos a las demandas feministas. De Burgos no esquiva jardines: en 'La mujer moderna y sus derechos' escribe sobre los orígenes del movimiento —curioso que la palabra se le atribuya al misógino Alejandro Dumas hijo—, sobre los genitales y la sexualidad femenina, la bisexualidad, el adulterio, las diferencias psicológicas entre ambos sexos, la moralidad, el acceso a la cultura, la influencia de la religión en el rol social de la mujer y la legislación concerniente a la propiedad, el trabajo y el matrimonio.

De Burgos planteó que la situación femenina viene determinada por "la clase social a la que se pertenece" y "la región en la que se vive"


La reedición de esta obra invita a reflexionar sobre el anquilosamiento del discurso antifeminista y los avances en materia de igualdad conseguidos en este último siglo, pero también es la reivindicación de la figura de una intelectual que todavía hoy soporta el apellido de 'pareja de Ramón Gómez de la Serna' —con quien, por cierto, rompió después de que el escritor madrileño tuviese una aventura fugaz con María, la hija única de De Burgos—, a pesar de haber sido una de las primeras corresponsales de guerra —en Marruecos, en 1909—, una de las primeras mujeres con una columna fija en un periódico de tirada nacional —'Diario Universal'—, fue cronista en la Primera Guerra Mundial, fundó la 'Revista Crítica' —donde colaboraron firmas como Juan Ramón Jiménez, Cansinos Assens, Zamacois y Gómez de la Serna— y fue presidenta de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Iberoamericanas, junto a la mexicana Elena Arizmendi Mejía, y se consagró al activismo feminista hasta su muerte. Que, por cierto, ocurrió apenas un año después de instaurarse la Segunda República. 'Colombine' —el seudónimo con el que firmaba— falleció el 8 de octubre de 1932 en un acto del Círculo Radical Socialista sobre educación sexual, y los testigos contaron que falleció pronunciando estas palabras: "Muero contenta porque muero republicana. ¡Viva la República!".

A Schopenhauer (1788-1860) las mujeres, caerle bien bien, no le caían. Las describía como "ese sexo de anchas caderas, cabellos largos e ideas cortas, que en lugar de llamarse bello sería más justo llamarle antiestético". "La dama europea es un monstruo", sentenció en otra ocasión, "el producto de la bestialidad humana, máquina de gastar dinero. La naturaleza que le ha negado la fuerza le ha dado, para proteger su debilidad, la ruindad y el disimulo".

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