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Jean-Claude Arnault, el electricista que engañó a las élites suecas durante 50 años
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PIDEN TRES AÑOS DE CÁRCEL

Jean-Claude Arnault, el electricista que engañó a las élites suecas durante 50 años

El hombre que se ha cargado el Premio Nobel de Literatura está siendo juzgado en Estocolmo acusado de violación. Llego a la cima tras hacerse pasar por fotógrafo y dramaturgo

Foto: Jean-Claude Arnault, acusado de violación, se hizo pasar por fotógrafo y dramaturgo cuando no tenía más formación que la de electricista (Reuters)
Jean-Claude Arnault, acusado de violación, se hizo pasar por fotógrafo y dramaturgo cuando no tenía más formación que la de electricista (Reuters)

En la monumental 'La Comedia Humana', Honoré de Balzac alumbró a un tipo de personaje pequeño burgués, que se movía bien en los círculos aristócratas financieros y donde estaba la crème de la crème. Siempre un romántico, un tanto exagerado, que sabía adaptar su propia realidad –la única que él se creía– a los tiempos que le tocaba vivir. Un listillo, un bon vivant con muy poco de bon y mucho de vivant. Balzac creó un arquetipo que sigue apareciendo de vez en cuando. El último: el francés Jean-Claude Arnault, el hombre que, tras ser acusado de abusos y violación por varias mujeres, convulsionó a la Academia Sueca y a las élites culturales del país nórdico. Hasta tal punto que el premio Nobel de Literatura, que debería entregarse a primeros de octubre, fue cancelado hasta 2019.

Arnault acaba de ser procesado en Estocolmo por las acusaciones de violación - al final ha llegado a juicio el testimonio de una sola mujer cuya identidad no ha sido revelada- y el juez ha determinado la prisión preventiva por su riesgo de fuga mientras se espera el dictamen. La fiscalía le pide ya tres años de prisión. Pero quizá lo que más dolor de cabeza le cause es que con este proceso judicial toda su comedia se ha venido abajo. Porque no es sólo, y ya es demasiado, que sea un supuesto agresor sexual, tampoco porque su caso acabara con la dimisión de su esposa, Katerina Frostenton, como miembro de la Academia tras conocerse que Arnault estaba detrás también detrás de la filtración de varios nombres ganadores antes de tiempo, sino porque, como han informado estos días varios medios europeos, nada de lo que afirmó ser durante más de cincuenta años era verdad.

Un bon vivant entre intelectuales de izquierdas

Cuando saltó el escándalo, el 21 de noviembre de 2017, gracias a un reportaje del periódico sueco Dagens Nyheter en el que 17 mujeres acusaban de abusos y acoso sexual a un importante miembro de la intelectualidad sueca, todos los medios buscaron al culpable. Su identidad se supo poco después y por aquel entonces todos se refirieron a él como “dramaturgo y fotógrafo” de la escena sueca. Se informó también de su matrimonio con la poeta y académica Frostenton y de su dirección del Forum, un importante club de lectura situado en uno de los barrios cool de Estocolmo, donde acudían los intelectuales de izquierdas a disertar sobre Joyce y Proust con la omnipresente copa de vino –francés– en la mano y donde nunca faltaba la presencia femenina. Se conoció que tenía un apartamento en el exclusivo distrito VII de París (donde pudo llevar a cabo sus agresiones). Se supo que se movía como pez en el agua en este ambiente de escritores, pintores, diseñadores y demás artistas arropados siempre por las instituciones que tan bien suministraba el socialdemócrata estado sueco. De hecho, le habían condecorado en 2015 como Caballero de la Orden Real de la Estrella Polar, una prestigiosa distinción que ofrece el Ministerio de Cultura por los méritos de los extranjeros con intereses del reino.

placeholder Arnault llega a la última jornada de su juicio por violación en el Tribunal del distrito de Estocolmo el 24 de septiembre (EFE)
Arnault llega a la última jornada de su juicio por violación en el Tribunal del distrito de Estocolmo el 24 de septiembre (EFE)

Arnault era una figura clave en el epicentro de los círculos culturales con poder. Sus amigos –o las personas con las que se movía– decían de él que era un gran director de ópera –algo que él se encargaba de contar– y un gran fotógrafo pese a que nunca nadie había visto una exposición suya. Las únicas fotografías que se han visto son las que aparecieron en un libro de poemas de su mujer. Él mismo alardeaba de partes de su biografía que tenía engatusados a los suecos, ya que afirmaba haber participado en las barricadas de París en el Mayo del 68. Todo el mundo creía que en Francia era un hombre muy conocido que también que había estudiado en la École Normale Supérieure, donde estudiaron Derrida, Foucault, Pierre Bordieu o políticos como el conservador Alain Juppé o el socialista Laurent Fabius. Todo lo que oliera a posmodernismo francés era un perfume embriagador para la sociedad progresista sueca en la que Arnault se movía desde los años ochenta y noventa.

Su matrimonio en 1978 también le había colocado en una inmejorable posición. Se codeaba con los académicos que dan el premio más importante de la literatura en todo el mundo. Por eso, cuando saltó la polémica empezó el tufo sobre la Academia. Lo que rodeaba a Arnault empezaba a ser nauseabundo.

Pero ahora huele todavía peor para él: toda su vida en Suecia, más de cinco décadas, partía de una gran mentira.

Electricista e hijo de un comerciante de madera

Este hombre de melena canosa, fulares y gafas de pasta había llegado a Suecia en 1969. Fue en ese momento cuando comenzó la gran construcción de su personaje. Porque su biografía real nada tiene que ver con el mayo del 68, ni con el posmodernismo ni mucho menos con el dinero ni la popularidad, tal y como ha revelado Le Monde. A Arnault en su país de origen no le conoce nadie.

placeholder Arnault y su esposa Katarina Frostenson crearon en 1989 el Forum, club de lectura y agujero negro de subvenciones (EFE)
Arnault y su esposa Katarina Frostenson crearon en 1989 el Forum, club de lectura y agujero negro de subvenciones (EFE)

Nacido un 15 de agosto de 1946 en Marsella, era hijo de una relación ilegítima. Nunca vivió con su madre sino con su padre, comerciante de madera. Sus únicos estudios fueron los de electricista y a los 17 años se marchó de casa. Llegó a Suecia porque su padre le hizo un encargo para comprar leña. Nunca regresaría a Francia.

A su llegada al país nórdico, con melena y una chaqueta de cuero, que vestía mucho en ambientes progresistas a comienzos de los setenta, se matriculó en una escuela de fotografía. Simplemente eso le sirvió para contar el cuento de fotógrafo profesional. Después merodearía por el Instituto Dramático de Estocolmo. Conocería a Frostenton y empezaría su carrera por introducirse en las camarillas con poder. Su esposa sí ganaría premios prestigiosos por sus libros, lo cual también le abriría muchas puertas. Tantas que en 1989 crearon el Forum, club de lectura y agujero negro de subvenciones que ha funcionado durante treinta años.

En 2017 terminó la farsa. Llegaron las graves acusaciones de abuso y violación. Llegó la dimisión de su mujer, aunque siempre le defendió. Se corrió el telón y se vio a Arnault en cueros. Ahora puede acabar en la cárcel. El personaje balzaquiano ya no daba para más. Pero mantuvo engañada a toda la sociedad cultural sueca durante cincuenta años. O entre copas de vino, disertaciones posmodernas y comidas pagadas por el estafador no lo quisieron ver o fue un actor –francés– muy bueno.

En la monumental 'La Comedia Humana', Honoré de Balzac alumbró a un tipo de personaje pequeño burgués, que se movía bien en los círculos aristócratas financieros y donde estaba la crème de la crème. Siempre un romántico, un tanto exagerado, que sabía adaptar su propia realidad –la única que él se creía– a los tiempos que le tocaba vivir. Un listillo, un bon vivant con muy poco de bon y mucho de vivant. Balzac creó un arquetipo que sigue apareciendo de vez en cuando. El último: el francés Jean-Claude Arnault, el hombre que, tras ser acusado de abusos y violación por varias mujeres, convulsionó a la Academia Sueca y a las élites culturales del país nórdico. Hasta tal punto que el premio Nobel de Literatura, que debería entregarse a primeros de octubre, fue cancelado hasta 2019.