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Vuelve José Luis Cuerda: parados del mundo, ¡uníos!
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66 edición del festival de san sebastián

Vuelve José Luis Cuerda: parados del mundo, ¡uníos!

El cineasta manchego presenta en San Sebastián su última película, 'Tiempo después', digna heredera de las marcianas 'Amanece, que no es poco' y 'Así en el cielo como en la tierra'

Foto: José Luis Cuerda se pone al frente de la revolución de 9177 en 'Tiempo después'. (EOne)
José Luis Cuerda se pone al frente de la revolución de 9177 en 'Tiempo después'. (EOne)

Usted, querido lector o lectora, ¿es más de Hegel o de Ortega y Gasset? O de Ángel Luis, uno de los jóvenes lánguidos y apáticos que en 'Tiempo después' debate sobre "el desmoronamiento lógico de las doctrinas compactas". Y aunque usted no sea ni de Hegel ni de Ortega ni de Ángel Luis, es difícil que al menos un poco, un mucho o un mediopensionista sí sea de José Luis Cuerda, horticultor de personas y celuloide, director de médula albaceteña, más necesario que contingente, y ahora, en su última película, revolucionario surrealista. Porque 'Tiempo después' hereda el espíritu de 'Amanece que no es poco' (1989) y 'Así en el cielo como en la tierra' (1995) y suma una revolución contra el 'establishment' en la que reparte metralla contra la monarquía, el capitalismo salvaje ("que tan salvajemente nos tiene aherrojados"), el clero y hasta la propia revolución, cuando se deja comprar a cambio de migajas.

placeholder Cartel de 'Tiempo después'
Cartel de 'Tiempo después'

Esta comedia política y ontológica, siempre irreverente a la vez que incendiaria, es la muestra de que Cuerda, edades aparte, sigue conservando el 'punch': la mordacidad y el absurdo llevados a la excelencia. Y aunque se acaba de presentar fuera de concurso en el Festival de Cine de San Sebastián, hasta el 28 de diciembre (¿podría haber una fecha más apropiada que el Día de los Inocentes?) no llegará a las salas de cine.

El tiempo es el año 9177, "año arriba o año abajo, que no queremos pillarnos los dedos", y el después son las consecuencias de un cataclismo gubernamental que ha dejado el planeta asalvajado y dividido entre un Edificio Representativo (al estilo hormigonado de las Torres Blancas de Madrid) en el que viven las fuerzas vivas y una afueras donde vive el resto de la población, de profesión parada y desheredada.

placeholder Roberto Álamo encabeza a los desheredados en 'Tiempo después'. (EOne)
Roberto Álamo encabeza a los desheredados en 'Tiempo después'. (EOne)

Con esta premisa distópica y a través del punto de vista de la última pareja de guardiaciviles sobre la faz de la Tierra, uno yanqui (Daniel Pérez Prada) y otro "repolludo" (Miguel Rellán), y de un parado con ínfulas mercantiles (Roberto Álamo) que decide trabajar vendiendo limonada entre los moradores del Edificio Representativo, el director albaceteño disecciona con mucho humor (de ese de carcajada) y trazo caricaturesco los estamentos que han marcado la historia de esta España nuestra.

La última pareja de guardiaciviles sobre la faz de la Tierra patrullan el Edificio Representativo, donde un parado emprendedor quiere vender limonada

"Parados de todo el mundo, ¡uníos! Uníos y venid a vivir aquí", invita luna voz engolada desde un altavoz en medio del campamento chabolista donde vive el populacho. "¿Dónde vais a estar mejor? Aquí, todos juntos, podéis echaros una mano siempre que la necesitéis. Aquí, todos juntos, podéis hablar en el lenguaje plebeyo que os es común. Aquí, todos juntos, podéis vestir sin vergüenza los andrajos que os son propios. Aquí, todos juntos, podéis establecer relaciones amistosas y amorosas entre vosotros, sin tener que molestar para ello a gente de clase superior y de más estudios. Aquí, todos juntos, estáis en la gloria, mamoncetes"

placeholder Arturo Valls, barbero vocacional y temperamental. (EOne)
Arturo Valls, barbero vocacional y temperamental. (EOne)

Si los nacidos para parados (a los que les está prohibido trabajar no vaya a ser que sufran una crisis de identidad) viven en unas afueras agrestes y deprimidas, el Edificio Representativo alberga un monarca absoluto con pocos escrúpulos (Gabino Diego) como regente absoluto, un alcalde sumiso (Manolo Solo) como títere de una falsa democracia, un cura fascista (Antonio de la Torre) y una jefa de Gabinete (Blanca Suárez) cuya madre le enseñó que "el mantenimiento de la cifra de parados en una variable prefijada" es indispensable para "el fortalecimiento del sistema". Y esto sólo es el principio.

Cuerda escribió el guión en 1997. Luego lo convirtió en un libro editado en 2015 por Pepitas de Calabaza. En 2017, por fin, rodó la película

Ya no están, lamentablemente, José Sazatornil ni Manuel Alexandre ni Luis Ciges, tótems de la profesión de comediante, pero Cuerda ha entregado el relevo a unos discípulos con nombre propio y mayúsculo, herederos del 'albateceñismo', como los chanantes Joaquín Reyes, Raúl Cimas y Carlos Areces. Algunos nombres de un reparto infinito de caras conocidas que, a las órdenes del manchego, disparan diálogos tan agudos como esdrújulos que Cuerda escribió en 1997 para un guión que se convirtió en un libro (al no levantar la producción Cuerda lo editó como novela para Pepitas de Calabaza en 2015) y de nuevo en un guión que por fin se rodó el año pasado entre Toledo, Guadalajara y Madrid.

placeholder Roberto Álamo y Carlos Areces en 'Tiempo después'. (EOne)
Roberto Álamo y Carlos Areces en 'Tiempo después'. (EOne)

Cuerda ha dirigido otra marcianada de precisión, otra colección de situaciones extravagantes y disparatadas glosadas con seriedad de catedrático. Con barberos que se disputan la clientela a base de poemas y navajazos, pastores que pastorean ovejas en ascensores y puertas que se atraviesan al grito de "kikirikí". Sorprende que la película más libre, ideológica, ocurrente y desprejuiciada del último cine patrio haya salido de un director veterano que lleva detrás de una cámara más de cuarenta años.

Entre poemas machadianos, cantares revolucionarios y aplausos al grito de "¡Taxidermia!", Cuerda ha firmado una película a la altura de las expectativas de cualquier 'amanecista' a la vez que se ha despachado a gusto y ha jugado con las contradicciones de la naturaleza humana y los constructos políticos con la sana capacidad de reírse de uno mismo y de todo. Porque la enjundia si ingeniosa, dos veces enjundia.

Usted, querido lector o lectora, ¿es más de Hegel o de Ortega y Gasset? O de Ángel Luis, uno de los jóvenes lánguidos y apáticos que en 'Tiempo después' debate sobre "el desmoronamiento lógico de las doctrinas compactas". Y aunque usted no sea ni de Hegel ni de Ortega ni de Ángel Luis, es difícil que al menos un poco, un mucho o un mediopensionista sí sea de José Luis Cuerda, horticultor de personas y celuloide, director de médula albaceteña, más necesario que contingente, y ahora, en su última película, revolucionario surrealista. Porque 'Tiempo después' hereda el espíritu de 'Amanece que no es poco' (1989) y 'Así en el cielo como en la tierra' (1995) y suma una revolución contra el 'establishment' en la que reparte metralla contra la monarquía, el capitalismo salvaje ("que tan salvajemente nos tiene aherrojados"), el clero y hasta la propia revolución, cuando se deja comprar a cambio de migajas.

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