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"Un Estado no debe financiar totalmente al cine, salvo que sea estalinista"
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entrevista a Jacques doillon

"Un Estado no debe financiar totalmente al cine, salvo que sea estalinista"

El cineasta francés presenta 'Rodin', un biopic sobre el escultor protagonizado por Vincent Landon con el que se adentra en la obra y la vida personal del creador de 'El beso'

Foto: Jacques Doillon a su paso por Cannes en 2017. (Reuters)
Jacques Doillon a su paso por Cannes en 2017. (Reuters)

Jacques Doillon es de ese tipo de cineastas cuya casa uno se imagina exuberante en su barroquismo, a caballo entre una librería de manuscritos y primeras ediciones y un gabinete de curiosidades. Habla largo, despacio y en espiral. Intelectual, amante del arte y, ¡cómo no!, francés, muy francés. Lleva medio siglo dirigiendo películas y su nombre, para las revistas, siempre quedará ligado al de Jane Birkin, de quien fue pareja durante toda la década de los ochenta: hay vida más allá de Gainsbourg. Con setenta y cuatro años vive en el campo, en Normandía, y desde la provincia' sigue batallando por hacer cine. Aunque "cada vez cuesta más", y no por falta de forma, sino por falta de medios. Su último trabajo, 'Rodin', sobre uno de los pocos escultores cuya fama trascendió a una disciplina con poco 'sex-appeal' para los profanos, se estrena este fin de semana en España. Como Auguste: Vincent Lindon. Como Camille Claudel: Izïa Higelin.

Doillon, además, es un cineasta que no ve cine —¿para bien o para mal?—: "No siento la necesidad de ver cine, pero sí de leer. Pero tengo una docena de títulos que amo por encima de todo y que puedo volver a ver cada año. Bergman, Bresson, Renoir, Jacques Becker, Cassavetes… y me quedo ahí. La verdad es que cada vez necesito ver menos imágenes. Aunque me gustaría ver más imágenes mías y hacer más películas".

En 'Rodin' el francés ha decidido centrarse en los años del Balzac, es decir, entre 1892 y 1897. "Es una de las obras que más amo", explica sentado en su butacón en el recibidor de un hotel del centro de Madrid. Al otro lado de la ventana, la Plaza de España, torrefacta. "Era un chico que había vivido en la miseria hasta los 30 años y que no fue salió de un entorno burgués, ni mucho menos, pero que acabó conquistando el mundo, aunque fuese un trocito, a través de su obra. Y este chico, que nunca consiguió entrar en ninguna escuela, que a los 35 años era un simple ayudante sin futuro, diez años después tenía obra de norte a sur de Francia: con Rodin vivo ya había obras suyas por toda Europa".

placeholder Un fotograma de 'Rodin', con Vincent Lindon. (Caramel Films)
Un fotograma de 'Rodin', con Vincent Lindon. (Caramel Films)

Al igual que Fernando Trueba en su magnífica 'El artista y la modelo' (2012), Doillon intenta captar la materialidad de una disciplina a la que el cine nunca ha prestado atención por, quizás, un problema puramente cinético, como su propio nombre implica. Y ¿por qué Rodin? "Hasta 1890 Rodin fue un escultor de la época, pero a partir de ahí fue más que un precursor: anunció lo que iba a ser el siglo XX", justifica. "No fue un teórico, pero sí alguien muy intuitivo, con un cerebro muy reflexivo. El Museo de Arte Moderno más grande del mundo, el MoMa, se consagró a este tipo de arte a partir del siglo XX [su inauguración fue, exactamente, en 1929], y nada más entrar en él, lo primero que se veía era el Balzac de Rodin, que se había esculpido en 1897, más de treinta años antes. El Balzac era tan moderno que la mayoría de los críticos y de la gente lo odió: sólo un grupo muy reducido de artistas inteligentes —músicos, pintores— entendieron la importancia de esa estatua. Monet, por ejemplo, supo que iba a ser la obra más importante de Rodin. Brancusi, que en los últimos años de vida de Rodin fue su ayudante, supo que el Balzac anunciaba toda la escultura venidera del siglo XX".

El Balzac era tan moderno que la mayoría de los críticos y de la gente lo odió

Uno de los episodios ineludibles de la vida de Rodin fue, obviamente, su relación con Camille Claudel. Sus artes se retroalimentaron y crecieron en cierta simbiosis, mientras en su vida privada la montaña rusa acabó descarrilando: Claudel pasó los últimos treinta años de su vida encerrada en una institución psiquiátrica y aislada de cualquier contacto con su círculo más cercano. "Camille Claudel supuso mucho en la vida de Rodin. ¿Sabes la película que se hizo en Francia hace treinta años [‘La pasión de Camille Claudel’, de 1988, protagonizada por Isabel Adjani]? Pues yo creo que la relación entre Rodin y Claudel fue todo lo contrario a lo que cuenta esa película. Por eso escogí a la actriz, Izïa Higelin".

"Yo creo que si Camille Claudel no hubiese sido una persona fantasiosa, a Rodin no le habría interesado", defiende Doillon. "No fue porque fuese guapa, aunque lo era, ni porque fuese una escultora excelente, que lo era; Rodin se definió a sí mismo como un hombre sombrío, ‘poco alegre’, en palabras textuales suyas. Así que la única persona que le podía iluminar, que le podía traer la luz, era alguien más joven y más alegre. Claudel era joven, guapa y muy dotada, sí, pero al mismo tiempo era alguien con mucha imaginación. Y ese no era el punto fuerte de Rodin, no en la obra, sino en su vida privada. Camille le despertó, lo subyugó y Rodin se volvió loco por ella. Yo no me puedo imaginar a una Camille Claudel solo patética, sufridora y trágica, atacada por la enfermedad mental que padecía".

Rodin no consiguió el éxito joven y tampoco gracias a las administraciones, que aunque ahora salpiquen los parques y museos de todo el país de obras del parisino, en su momento no le agració con demasiados encargos institucionales. "El Estado francés no le hizo muchos pedidos a Rodin hasta tarde, y las veces en las que Rodin participó en concursos, a pesar de ser ya muy famoso, consiguió muy pocos pedidos frente a otros compañeros suyos que sí habían ido a la escuela de arte y tenían una formación más académica".

Su obra, en opinión de Doillon, no era lo suficientemente compromentida con el ideario republicano. "El Estado, recién salido del Segundo Imperio —la República es muy reciente—, en la época promocionaba a través de sus pedidos de arte a grandes hombres, a revolucionarios. Napoleón III acababa de caer en 1870 y en el Congreso de los diputados había una fuerte oposición tanto por parte de los monárquicos como de los bonapartistas. Y la República necesitaba símbolos. Por lo tanto, el arte les sirvió como forma de educación política; todavía en Francia hay muchas estatuas de ese tipo".

Entonces, ¿piensa que la financiación del arte por parte del Estado supone un arma de control? ¿El cine incluido? "El Estado no debe hacerse cargo exclusivamente de la financiación del cine, salvo que seas un Estado estalinista. El cine funciona dentro de un sistema capitalista y aquí se trata de hacer dinero en taquilla. ¿Por qué la televisión es tan mala en todo el mundo? Porque la televisión se financia con publicidad y para que la publicidad valga hay que tener público y para tener público los responsables creen que lo mejor es apostar por las películas comerciales y populares. Y populares lo digo en el mal sentido de la palabra; popular ahora se está volviendo un adjetivo espantoso".

Jacques Doillon es de ese tipo de cineastas cuya casa uno se imagina exuberante en su barroquismo, a caballo entre una librería de manuscritos y primeras ediciones y un gabinete de curiosidades. Habla largo, despacio y en espiral. Intelectual, amante del arte y, ¡cómo no!, francés, muy francés. Lleva medio siglo dirigiendo películas y su nombre, para las revistas, siempre quedará ligado al de Jane Birkin, de quien fue pareja durante toda la década de los ochenta: hay vida más allá de Gainsbourg. Con setenta y cuatro años vive en el campo, en Normandía, y desde la provincia' sigue batallando por hacer cine. Aunque "cada vez cuesta más", y no por falta de forma, sino por falta de medios. Su último trabajo, 'Rodin', sobre uno de los pocos escultores cuya fama trascendió a una disciplina con poco 'sex-appeal' para los profanos, se estrena este fin de semana en España. Como Auguste: Vincent Lindon. Como Camille Claudel: Izïa Higelin.

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