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300 cajas en casa y 200 partidas al año: así es dedicar tu vida a los juegos de mesa
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LAS EDITORIALES LE HAN ENVIADO CASI LA MITAD

300 cajas en casa y 200 partidas al año: así es dedicar tu vida a los juegos de mesa

Jens de Fries ha acumulado cientos de juegos diferentes y partidas que se alargan durante horas; mientras, miles de personas siguen sus movimientos en Instagram

Foto: Jens de Fries ha acumulado tantos juegos de mesa que ya no le caben en casa (Adrián López)
Jens de Fries ha acumulado tantos juegos de mesa que ya no le caben en casa (Adrián López)

La estantería rebosa cajas hasta el techo, ensambladas como en una partida de Tetris profesional. No hay hueco que Jens de Fries, de 27 años, no aproveche para guardar sus cientos de juegos de mesa en forma de bloque que se alarga hasta el techo. Al otro lado del estudio tiene una estantería más pequeña que también ha rellenado con cajas de varios tamaños. No se trata de decoración, sino de juegos de mesa. “Unos 300”, calcula. A veces se los lleva a Valencia, de donde es, porque en su piso de Madrid ya no le caben.

“La gente cuando viene suele flipar un poco, no sé si para bien o para mal”, ríe. “Pero luego se motivan y quieren jugar. Es el punto de reunión y vienen a probarlos.” Algunos juegos tienen el tamaño de un libro de bolsillo, “de esos puedes acumular un montón”, pero otros reposan en enormes cajas. “Es un hobby que ocupa mucho espacio”, apunta De Fries. Y mientras llena espacio, vacía bolsillos: no es raro que algunos juegos de mesa lleguen a las tres cifras. La de De Fries puede ser la estantería más valiosa de Madrid.

placeholder Muchos juegos de mesa pueden llegar a alcanzar los cien euros (Adrián López)
Muchos juegos de mesa pueden llegar a alcanzar los cien euros (Adrián López)

Arriba del todo tiene unas cuantas cajas apiladas a las que se refiere con menos orgullo. “Es mi pila de la vergüenza”, dice. Así se llama en el mundo de los juegos de mesa esa pequeña montaña de títulos que el agobiado comprador aún no ha podido ni probar. La ‘Pile Of Shame’ de De Fries llega a la veintena. “Te gusta comprar libros, pero luego a veces no te da tiempo a leerlos. Esto es un poco igual”.

En un intento de ponerse al día, De Fries se lanzó a un reto: probar 182 juegos en un año, o lo que es lo mismo, un juego nuevo por cada dos días. “Así me obligo a conocer muchos más, porque me quiero dedicar a esto. Igual que quienes quieren ser directores tienen que verse muchísimas películas”, explica. Pero luego ríe y admite que no ha conseguido su objetivo. “Me he quedado en 142, que no está nada mal”. Algunos de los títulos que ha descubierto este año son ‘Altiplano’, ‘Pulsar 2849’, ‘Parade’, ‘Bunny Kingdom’, ‘Alta tensión’... Y así hasta 142.

Su afición traspasa las paredes de su casa y se sumerge en las redes sociales. En Instagram, en una de sus cuentas, acumula más de 190.000 seguidores. Otra la dedica en exclusividad al universo de los juegos de mesa, publica reseñas de aquellos que va probando y -para los curiosos- documentó su ‘Reto 182’. Su propia afición ha contribuido a que sus estanterías se llenen con más rapidez: “Muchas editoriales se interesan y me envían juegos a cambio de que haga reseñas”, explica. Hace ya cuatro años que a su casa van llegando nuevos envíos que conforman “una tercera parte o la mitad” de todos sus juegos.

A medida que la afición de De Fries ha crecido, le ha ido absorbiendo hacia el mundo laboral. Las mismas editoriales que llegan a su salón le contratan como demostrador en algunas convenciones de juegos de mesa. “Exponen los juegos que quieren vender y dar a conocer y necesitan gente que lo explique”. Esta misma semana ha comenzado a trabajar en la editorial Gen X Games y publicará su propio juego el próximo mes de septiembre, ‘Pug You!’, con carlinos de protagonistas.

¿Echamos una partida de año y medio?

placeholder Muchas editoriales envían sus juegos a Jens de Fries a cambio de reseñas en su Instagram (Adrián López)
Muchas editoriales envían sus juegos a Jens de Fries a cambio de reseñas en su Instagram (Adrián López)

Entre 20 y 30 horas semanales suele dedicar De Fries a su afición. Y ahora que trabaja de ello, todavía más. Preguntado por la partida más larga en la que ha podido participar, responde de forma casual que un día puede estar jugando durante seis horas sin problemas, aunque las jornadas mastodónticas se dan con los juegos de rol. “No son juegos de mesa como tal, se juegan con fichas de personajes y dados y las partidas se pueden alargar durante años”, explica. “Es como encarnar un personaje y crear la historia, no tiene más esfuerzo que hablar y tirar el dado”. Su partida más extensa llegó al año y medio, pero se quita mérito. “Hay gente con campañas de cinco o seis años”.

Si algunas partidas se alargan durante horas o días, hay otras que no llegan a los dos minutos. De hecho esos son los juegos favoritos de De Fries, como el ‘Time’s Up’. “Son mecánicas para fiestas, cortos y rápidos, donde pueden participar jugadores casuales que nunca lo hayan probado”.

En una época en la que la tecnología se ha comido lo tradicional, De Fries ensalza los juegos de mesa. “Son maravillosos porque hacen que la gente piense y que lo haga de muchas maneras diferentes. Además, fusionan dos aspectos de creatividad que me fascinan: el diseño de mecánicas de juego y el diseño gráfico. Un buen juego es uno en el que el arte visual y el arte mecánico hacen sinergia.” Lo que los convierte en algo atractivo para el público, opina De Fries, es la estética. “Hay juegos que se venden porque son muy fotografiables”.

“No todo son juegos de rol súper densos”, insiste. Las miles de temáticas que ofrecen rompen el cliché de partidas eternas y mecánicas complicadas. “Si no te gustan los juegos de mesa, es que no te han propuesto el adecuado”.

La estantería rebosa cajas hasta el techo, ensambladas como en una partida de Tetris profesional. No hay hueco que Jens de Fries, de 27 años, no aproveche para guardar sus cientos de juegos de mesa en forma de bloque que se alarga hasta el techo. Al otro lado del estudio tiene una estantería más pequeña que también ha rellenado con cajas de varios tamaños. No se trata de decoración, sino de juegos de mesa. “Unos 300”, calcula. A veces se los lleva a Valencia, de donde es, porque en su piso de Madrid ya no le caben.

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