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Mad Cool Desastre: todo lo que está mal en la música moderna
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cierre del festival en valdebebas

Mad Cool Desastre: todo lo que está mal en la música moderna

Los rockeros Queen Of The Stone Age se rebelan contra los espacios VIP

Foto: La noria del recinto de Valdebebas que acogió la tercera edición del Mad Cool. (EFE)
La noria del recinto de Valdebebas que acogió la tercera edición del Mad Cool. (EFE)

Se acabó el primer Mad Cool en Valdebebas. Desde el peligroso arranque, incluso antes, se palpaba el modelo de festival que proponía la poderosa empresa global Live Nation: maximización de beneficios y sometimiento de cualquier consideración artística. Pero no estamos ante el reflejo musical del capitalismo contemporáneo, ya que Mad Cool es algo más triste y caduco: un Coachella de tercera división, la idea que un “nuevo rico” tendría de un ‘festival molón’.

Para ser moderno, le falta diversidad: en el cartel apenas hay mujeres, ni músicos latinos, ni tampoco afroamericanos en la franja ‘prime time’. En realidad, parece un festival diseñado con la mentalidad reaccionaria de Donald Trump. Solo faltan setecientos mexicanos construyendo un muro alrededor del recinto y que lo pague Bad Bunny, el artista puertorriqueño que actuaba en el Palacio de los Deportes mientras el ‘sarao’ de Live Nation celebraba su última jornada. Disculpen el chascarrillo, pero el enfoque de la organización es así de reaccionario.

Rebelión contra las zonas VIP

¿La mejor noticia de la noche? La rebelión de los rockeros Queens of The Stone Age contra las zonas delimitadas para VIPs, al menos la pegada a su escenario. Se negaron a continuar su concierto hasta que se permitiera pasar a todo el mundo en primera fila. Pocas cosas más humillantes para un festival como que te lea la cartilla uno de tus grupos destacados. En todo caso, el problema también son las zonas vip más alejadas, por ejemplo el armatoste en forma de ameba psicodélica que tapa la visión del escenario Madrid Te Abraza, donde actuaron Depeche Mode. Quizá debieran rebautizarse el espacio como Madrid Te Abraza Pero Solamente Te Reserva Un Sitio Chulo Si Vas Realmente Bien de Pasta.

El cantante y guitarrista de la banda estadounidense 'Queens of the Stone Age', Josh Homme. (EFE)El cantante de la banda británica de múisca electrónica 'Depeche Mode', Dave Gahan. (EFE)

Por lo demás, Queens Of The Stone Age ofrecieron un concierto gris basado en los tópicos del rock setentero, a años luz de sus discos de arranque de siglo, cuando sonaban frescos, engrasados y amenazantes. Los superventas Depeche Mode repasaron sus éxitos en formato rockero, recibiendo las máximas ovaciones con el cierre popero a ritmo de 'I Just Can’t Get Enough'. Seguramente sea la mejor canción de su larga carrera.

La nada artística

A los diez minutos de arrancar el concierto de los estadounidenses Nine Inch Nails, un cincuentón comentaba lo siguiente: “Aquí la brecha está entre quienes hemos visto a todos estos grupos en salas de unos pocos miles de personas y la gente joven que les escucha en directo por primera vez. Los jóvenes no tienen referentes para comparar, nosotros notamos lo blanditos e inofensivos que suenan en este mamotreto de sitio comparados con sus mejores épocas, cuando les podías escuchar a cinco, diez o quince metros”.

“Aquí la brecha está entre quienes hemos visto a todos estos grupos en salas y la gente joven que les escucha en directo por primera vez"

El grupo de Trent Reznor ha perdido casi por completo la coraza del sonido industrial, pero aún así ofrecieron el sonido más afilado del fin de semana, lo cual no es buena noticia. Mucho más sosos resultaron Black Rebel Motorcycle Club, longevos imitadores del sonido rock oscuro de The Jesus & Mary Chain, pero incapaces de acercarse a la intensidad de sus maestros. Como dice del crítico británico Simon Reynolds, vivimos tiempos de retromanía y reciclaje.

Un Corte Inglés de la música

Lo mejor de la noche fue el concierto de Kase.O, lo más parecido que tenemos en España a un dios del hip-hop, tanto por su carrera en solitario como por sus álbumes junto al legendario grupo zaragozano Los Violadores del Verso. “La música de ahora es la peor de la historia/ es fácil para mí brillar entre la escoria”, explica en su canción inicial. Sin duda, es una hipérbole, pero algo de razón lleva. Su 'flow' extremo, sus letras alérgicas a la pedantería y el cierre a ritmo de cumbia le pusieron muy por encima del rockismo rancio que dominó los tres días de Mad Cool.

Hubiera comprado merchandising si alguien en la puerta me hubiera ofrecido una camiseta pirata con: "Yo sobreviví al tostón de Mad Cool 2018"

Vivimos una industria musical que no mima su producto, ni sus tradiciones, sino que solo intenta exprimir a sus clientes hasta el último céntimo de euro. Talentos como Aviici, Amy Winehouse y tantos otros fueron en gran parte víctimas de esta inercia. La llegada de los criterios financieros ha impuesto unos macro festivales donde no parecen estar del todo a gusto ni los grupos, ni el público ni la prensa. Mad Cool, Rock in Rio, Tomorrowland y otros hipermercados del sonido parecen diseñados exclusivamente para satisfacer a sus contables. Debe de hacer dos décadas que no compro merchandising, pero lo hubiera hecho si alguien en la puerta de salida me hubiera ofrecido una camiseta pirata con el eslogan "Yo sobreviví al tostón de Mad Cool 2018".

Se acabó el primer Mad Cool en Valdebebas. Desde el peligroso arranque, incluso antes, se palpaba el modelo de festival que proponía la poderosa empresa global Live Nation: maximización de beneficios y sometimiento de cualquier consideración artística. Pero no estamos ante el reflejo musical del capitalismo contemporáneo, ya que Mad Cool es algo más triste y caduco: un Coachella de tercera división, la idea que un “nuevo rico” tendría de un ‘festival molón’.

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