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Hernán Cortés, pintor de presidentes y reyes: "Rajoy tiene una cabeza para pintarla"
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gran exposición en madrid desde el 13 de julio

Hernán Cortés, pintor de presidentes y reyes: "Rajoy tiene una cabeza para pintarla"

Por sus pinceles han pasado Felipe González, José María Aznar, Juan Carlos I o Felipe VI; sus retratos respiran poder y ahora pueden admirarse 130 de ellos en la Fundación Telefónica

Foto: Exposición del artista Hernán Cortés en Fundación Telefónica
Exposición del artista Hernán Cortés en Fundación Telefónica

Se reconoce como “el pintor de la Transición” y no hay duda de que Hernán Cortés (Cádiz, 1953) es uno de los retratistas más importantes de la sociedad española de los últimos cuarenta años. Por sus pinceles han pasado presidentes del Gobierno como Felipe González, José María Aznar, los reyes Juan Carlos I y Felipe VI, pero también banqueros como Francisco González y miembros de la aristocracia política como Gregorio Marañón. Sus cuadros respiran poder. Ahora se pueden ver casi 130 de sus retratos, la muestra más grande sobre su obra hasta la fecha, en la Fundación Telefónica, dentro de la exposición 'Cortés. Retrato y estructura', comisariada por Lola Jiménez-Blanco, y en la que también tienen cabida sus paisajes de la bahía de Cádiz. Con él paseamos entre algunos de sus retratados.

PREGUNTA: ¿Qué relación establece con los retratados?

RESPUESTA: La relación del pintor con el retratado normalmente tiene un camino de ida y vuelta. Para retratar conviene distanciarse. El retratista no debe enfrentarse al modelo planteándose si le cae bien o mal. Pero, a su vez, en el proceso pictórico vas descubriendo complicidades con el retratado que al final lo convierten en un amigo. Pero los comienzos deben ser desde la distancia.

P: ¿Qué es lo más difícil de aprehender de un retratado?

R: Difícil es todo. Las personas somos complejas, contradictorias y las soluciones son variadas. Es muy bueno de entrada captar cómo se mueve el modelo que vas a pintar. Cómo entra en escena, porque eso dice mucho de lo que somos. No entra en escena de la misma manera un poeta que un filósofo que un político, incluso un político de un signo o de otro, que un banquero, o que un cantante. La relación con el espacio ha determinado mi pintura.

placeholder Hernán Cortés muestra el cuadro en el que retrató a Feipe González en la exposición que la Fundación Telefónica organiza en torno a su obra en Madrid. (EFE)
Hernán Cortés muestra el cuadro en el que retrató a Feipe González en la exposición que la Fundación Telefónica organiza en torno a su obra en Madrid. (EFE)

P: Y para captar esta entrada en escena, ¿quién le ha resultado más complicado?

R: Lo que es más difícil es pintar bien una figura humana. La psicología está en el cuadro, pero eso aparece casi sin darse cuenta.

P: Sí, pero vemos retratos como los de Felipe González o Francisco González, el presidente del BBVA. Ambos están de perfil y transmiten distancia y poder. Son hombres poderosos y así se refleja.

R: Las personas públicas están muy acostumbradas a que las retraten y en ese sentido dan menos problemas que otras personas. No digo que sean personas más fáciles, pero para posar sí.

P: Así que Felipe González no le dio ningún problema.

R: No, no, ninguno. En general no he tenido problemas casi nunca. Otra cosa es que haya retratados que por circunstancias te han costado más que otros. La gracia de una pintura y del arte es que empiezas el cuadro y no sabes cómo va a acabar. Es algo que se va haciendo sobre el terreno.

P: ¿A quién le gustaría retratar y se le está escapando?

R: Tampoco es fácil responder eso, porque a lo mejor me viene alguna imagen ahora a la cabeza. El pintor de retratos no se plantea pintar a fulano o mengano, funciona más bien al contratio. Para mí viene un ser humano y me dice, quiero que me hagas mi retrato. Y entonces tienes que estudiar esa cara y responder con un buen cuadro.

placeholder Hernán Cortés junto al hispanista Jonh Elliot, protagonista del cuadro que aparece en la imagen, en Madrid. EFE  Támara Rozas
Hernán Cortés junto al hispanista Jonh Elliot, protagonista del cuadro que aparece en la imagen, en Madrid. EFE Támara Rozas

P: A Rajoy no le ha pintado.

R: Rajoy tiene una cabeza estupenda para pintarla. Y sí, sí, me gustaría pintarlo. Es el único presidente que no he pintado todavía.

P: Por eso se lo comentaba.

R: Todo el mundo tiene su retrato, desde la persona que supuestamente tiene un físico que encaja más con unos cánones clásicos a otro que no los tiene.

P: ¿A alguien no retrataría nunca aunque se lo pidiese?

R: Hombreee, no me he puesto en la situación. Muchas veces me han preguntado, ¿y si alguien le cae gordo? Y siempre respondo: a mí no me cae gordo alguien que quiere que lo pinte. De entrada ya no me cae gordo. Me cae bien.

A mí no me cae gordo alguien que quiere que lo pinte. De entrada ya me cae bien

P: Usted retrató a Rodrigo Rato en una época en la que era presidente del FMI. Después han cambiado mucho las cosas para él. ¿Ahora cambiaría ese retrato?

R: Cambiaría en el caso en el que su físico haya cambiado. Mi obligación sería olvidarme de todo eso, y pintar al ser humano que hay detrás. Ahora, si él ha cambiado físicamente por las vicisitudes que ha tenido… En cualquier caso el pintor nunca debe prejuzgar al retratado. Nunca debe pensar, este es malo y lo pinto como malo, o este es bueno, y lo pinto como bueno. Eso no es de retratista. El retratista lo que ve es un ser humano lleno de contradicciones y eso es lo que yo quiero pintar. Hay que olvidarse de si es el presidente del Gobierno o si es el señor de la tienda de periódicos de la esquina. No siempre se consigue pero hay que intentarlo e ir al ser humano con sus peculiaridades y contradicciones.

P: Vayamos con políticos actuales: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. ¿Cómo los retrataría? En el caso de Sánchez tiene buena planta…

R: Sí, pero eso no lo dice todo en un retrato. Yo observaría a la persona, la haría moverse, intentaría conocerla y después me dejaría llevar por esas impresiones.

P: Y de lo que ya ha visto, porque lo hemos visto todos en múltiples fotos últimamente, ¿qué impresiones tiene?

R: Buenas. Y físicamente funciona bien para el retrato. Pero yo me imagino que son las nuevas generaciones de retratistas también los que tendrán que lanzarse. Yo creo que tiene que haber nuevas generaciones de retratistas. Una de las cosas que pretende mostrar esta exposición es que el retrato está muy vivo.

placeholder Hernán Cortés - 'Retrato de Felipe VI'
Hernán Cortés - 'Retrato de Felipe VI'

P: Estamos en una época en la que la imagen está muy presente. ¿Cómo sobrevive la pintura en un mundo de selfies?

R: Como siempre. Mientras haya pintores que quieran hacerlo sobrevivirá. Es una cosa distinta frente a la imagen digitalizada. Es otra cosa. Más manual, más artesana. En la pintura vemos la mano del hombre. Más imperfecta, pero más humana. Eso es pintar. Y en el caso del retrato es un ser humano pintado por otro ser humano. Y hecho con sus manos.

P: Sí, pero es que ahora todos nos hacemos autorretratos con los móviles, lo cual también dice mucho de nuestro propio narcisismo.

R: Pero no es lo mismo una imagen fugaz que se hace en un segundo, que una imagen que ha costado años hacerla. Todo ese proceso de tiempo en el que se ha ido levantando una imagen con las manos eso lleva a que esa imagen sea más atemporal qye la otra,. Y lo atemporal es más duradero.

P: ¿Qué diferencia hay para usted entre la fotografía y la pintura?

R: Hay muchas diferencias. Hay puntos comunes y a su vez en la pintura rastreamos la mano del autor. En este cuadro [de Ricardo Gómez-Acebo] hay una silla de rejilla y cuando empecé a pintar la rejilla no me salía. Hasta que cogí una rejilla y cogí papel milimetrado y estudié como se hacía esa rejilla. Es increíble la complejidad que tiene una rejilla. Cuando supe cómo se había hecho pude dar las pinceladas en la dirección adecuada. Para pintar una cosa hay que saber cómo está hecha. Hay que conocer las cosas manualmente. Es una manera de entender cómo están hechas las cosas. Para fotografiarlo eso no es necesario, pero para pintarlo es imprescindible. Para pintar una cara tienes que saber qué huesos están debajo.

Las sociedades cambian mucho. Yo no me siento pintor de cámara

P: En España hemos tenido pintores de cámara como Velázquez o Goya. Usted, que ha retratado a la clase política, económica y cultural española de los últimos años, ¿se ve así?

R: Las sociedades cambian mucho. Yo no me siento pintor de cámara. Lo que me siento es que soy un pintor que ha representado a la clase social española de todo tipo, desde los intelectuales hasta otro tipo de profesión, de los años de la Transición. ¿Pero de cámara?

P: También ha pintado a los reyes, Juan Carlos I y Felipe VI.

R: Sí, pero durante muchos años lo que más pinté fueron poetas. Y por supuesto también a los reyes.

P: ¿Qué diferencias hay entre Felipe VI y Juan Carlos I?+

R: No le sabría decir, Pueden tener distintas constituciones anatómicas. No olvide las diferencias entre una persona con edad avanzada y otra más joven.

P: Pero, ¿cuál le resultó más complicado?

R: No especialmente… Cuando empecé a pintar al rey juan carlos yo era más joven y posiblemente me pareció más complicado porque yo estaba más verde. Ahora tengo ya un par de tiros dados. Normalmente que un rey te pose te impone, pero a su vez, los reyes, por la experiencia que tienen, son las personas que saben crear un ambiente cómodo para el pintor. En ese sentido, hubo cordialidad, obviamente con la distancia que se establece con el retratado.

Los reyes, por la experiencia que tienen, son las personas que saben crear un ambiente cómodo para el pintor

P: ¿Qué España representa todos estos retratos que usted ha hecho?

R: La Transición. Es la España de la Transición. Yo creo que si tuviera que definir… He intentado pintar en las personas particulares la sociedad española de estos últimos cuarenta años.

P: ¿Y qué España le parece?

R: Es que le he dicho que un pintor de retratos lo primero que debe hacer es no juzgar. Juzgando no se retrata. Hay que ver las cosas analíticamente.

P: ¿Y alguien le ha dicho que su retrato no le había gustado?

R: Dicho así, no. Normalmente cuando se termina un retrato hace falta un proceso lento para que la persona se vaya adaptando a esa imagen, y yo entiendo que no debe ser fácil adaptarse. Pero decirme eso de que esto no me ha gustado… Normalmente el retrato suele tener un escrupuloso respeto por el pintor. Se piensa que la pintura de retratos coarta la libertad del artista, pero nada más lejos de la realidad. ¡Nadie dice ni pío! Y además para decirlo tendríamos que tener una idea clara de quiénes somos nosotros mismos y eso no lo tenemos nadie.

P: Sí, hasta qué punto un pintor no embellece un retrato…

R: Eso se hace con el photoshop pero no con la pintura. Hoy el realismo de verdad está en la pintura. Un ser humano levantando acta de otro ser humano yo lo veo más viable que un retoque fotográfico. No, no se crea. Un pintor tiene una concepción estética del mundo, y adaptar lo que está haciendo a ella, y nadie quiere que un cuadro sea feo, pero el pintor no se plantea si estás adulando o no. Al menos yo no.

P: Muchas veces se ha dicho que sus retratos son caros. ¿Vale realmente un retrato más de 60.000 euros?

R: Hombre, la pintura de retrato es complejísima y necesita para su realización un alto grado de especialización, por lo tanto, eso siempre es caro.

P: De usted dicen al menos que es más rápido que Antonio López.

R: ¡Eso nunca se sabe! Unos cuadros tardan más y otros menos. Si lo dicen…

P: Por cierto, ¿qué cuadro destacaría de toda esta exposición?

R: Un solo cuadro es muy difícil. El de Dámaso Alonso es uno de mis retratos fundacionales. Y el de Jorge Guillén también. Quizá son los más emblemáticos de la exposición porque son sobre los que levanté todo el edificio.

P: ¿Y a quién está pintando ahora?

Ahora a nadie porque con esta exposición no tengo tiempo y estoy desesperado.

P: ¿Pero qué encargo tiene?

R: Siempre tengo muchos encargos. Y para muchos años y voy intentando resolver uno y otro.

P: Pero no me va a decir quién es el próximo.

R: Es que… Hablar de un cuadro antes de pintarlo trae mala suerte.

Se reconoce como “el pintor de la Transición” y no hay duda de que Hernán Cortés (Cádiz, 1953) es uno de los retratistas más importantes de la sociedad española de los últimos cuarenta años. Por sus pinceles han pasado presidentes del Gobierno como Felipe González, José María Aznar, los reyes Juan Carlos I y Felipe VI, pero también banqueros como Francisco González y miembros de la aristocracia política como Gregorio Marañón. Sus cuadros respiran poder. Ahora se pueden ver casi 130 de sus retratos, la muestra más grande sobre su obra hasta la fecha, en la Fundación Telefónica, dentro de la exposición 'Cortés. Retrato y estructura', comisariada por Lola Jiménez-Blanco, y en la que también tienen cabida sus paisajes de la bahía de Cádiz. Con él paseamos entre algunos de sus retratados.

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