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Bob Pop y eso alucinante que pasa cuando un día lees los periódicos en serio
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ENTREVISTA

Bob Pop y eso alucinante que pasa cuando un día lees los periódicos en serio

El televisivo Roberto Enríquez, subdirector del 'Late Motiv' de Andreu Buenafuente, publica un ensayo sobre los medios de comunicación, 'Un miécoles de enero'

Foto: Bob Pop (Roberto Enríquez) analiza la prensa en papel en su ensayo (Imagen: 'Late Motiv')
Bob Pop (Roberto Enríquez) analiza la prensa en papel en su ensayo (Imagen: 'Late Motiv')

El miércoles 10 de enero de 2018, el periodista y escritor Bob Pop –que también se hace llamar Roberto Enríquez- salió a la calle y decidió hacer una cosa muy rara en estos tiempos: comprar la prensa generalista, económica, deportiva y del corazón que hubiera aquel día en el quiosco. Después comenzó una ardua tarea para analizar titulares, el tipo de contenido, las imágenes y protagonistas de las noticias. Y sacó conclusiones que hoy resultan llamativas. Este enero, el PSOE estaba casi desahuciado y Pedro Sánchez abocado a la inanidad. Ciudadanos y Albert Rivera tenían el mejor coche de carreras. Enríquez, que también es subdirector del programa 'Late Motiv' de Andreu Buenafuente, se sorprende, como casi todos nosotros, de que su ensayo 'Un miércoles de enero' (Turner) nos hable de casi otro país. Y sólo han pasado seis meses.

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PREGUNTA: ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de todos estos titulares?

RESPUESTA: La proporción entre hombres y mujeres en los diarios. Es acojonante. Además, los hombres aparecen como individuos mientras que las mujeres aparecéis en grupo. O bien de negro en los Globos de Oro, o bien como las intelectuales francesas en contra del metoo o bien como un grupo de trabajadoras… es decir, salís como comunidad, mientras que los hombres salen como individuos. También me llamó la atención esta cosa de hombre blanco heterosexual rico… que no haya un modelo de otra clase de sociedad o poder me parece inquietante.

P: Otra de las cuestiones que comentas en el libro es la poca presencia de la izquierda. Incluyes al PSOE, “por ser un poco laxo”, según escribes. Y, tal y como muestran los titulares que destacas en el libro, la crítica hacia este partido fue constante. Al menos a principios de este 2018 era así.

R: El tratamiento que ha tenido Pedro Sánchez ha sido brutal. Además, era una época en la que Rajoy tampoco estaba en sus mejores horas, sin embargo iba a una conferencia, contaba que España iba a ir muy bien y aquello se reproducía sin ningún matiz crítico. Eso es muy sorprendente. Por otro lado, era un momento en el que Ciudadanos lo estaba petando. Leído ahora es que me da hasta pena. Con lo bien que le estaba yendo…

P: Desde luego al leerlo ahora el salto mortal de la figura Pedro Sánchez mediáticamente, y sobre todo, para la opinión pública en las redes sociales es enorme y alucinante. De estar defenestrado a conseguir un aplauso casi mayoritario.

R: Sí, sí, es alucinante porque todo el mundo se reía de él. Es muy llamativo cómo le ha dado la vuelta a todo. También debería hacernos reflexionar sobre el concepto de líder que tenemos.

P: Con todo lo que ha pasado en estos últimos meses, que ya ni nos acordamos casi de quién era Cristina Cifuentes, ¿cómo definirías estos tiempos?

R: A mí me parece que a España, aparentemente, le han dado la vuelta, pero lo único que creo es que Pedro Sánchez se ha hecho un Rivera. Es decir, es lo que Rivera tenía planteado hacer pero que no supo porque se le fue un poco la mano con el patriotismo patriotero que daba un poco de yuyu. Y Pedro, que estaba ahí agazapado, al final es que ha puesto a las ministras y planteado una coalición con la izquierda. Creo que Pedro Sánchez ha leído muy bien lo que estaba pasando en España y lo que estaba necesitando, y es que, más allá de la ideología, hacía falta un giro. De todas formas, nos conformamos con muy poco. Ya con que no nos ofendan nos conformamos.

P: Pero, aunque digas que se ha hecho un Rivera, Pedro Sánchez ha sido muy aplaudido por la izquierda. Los diputados de Podemos llegaron a gritar aquello de ‘sí, se puede’ en el congreso cuando ganó la moción. Otra cosa pueden ser los intereses partidistas, pero por lo que se lee y percibe en las redes, hay una cierta ilusión en la izquierda.

R: Sí, de una forma incomprensible para mí. Yo creo que se le ha dado un voto de confianza. Es conformarse con un mal menor. A mí la sensación que me provoca todo esto de Pedro Sánchez es como cuando tienes una caries y estás a punto de ir al dentista, que es como estaba España, y el día antes te tomas un antiinflamatorio, se te pasa el dolor y ya no vas. No te cura la caries, pero ya no sientes dolor y te relajas. Así que a lo mejor tendríamos que haber ido al dentista en vez de tomarnos esta medicación Sánchez.

Pedro Sánchez ha leído muy bien lo que estaba pasando en España y lo que estaba necesitando

P: Volviendo a los titulares sobre Sánchez… ¿cómo podrías llamar a lo que ha sucedido en parte de la prensa?

R: Profundo ejercicio de cinismo. Ahora se le ha recibido con alharacas, alegría… También ha coincidido con el cambio de director de El País, que tampoco se veía venir. Yo creo que al final la prensa en papel de este país está mirando a ver qué sol calienta porque las cosas no están fáciles. Hubo un momento en el que apoyar a Ciudadanos era sexy. Y venía muy bien para todos los medios, tanto para los de derechas como de extrema derecha, que es como veo la prensa en papel, porque parecía que todos estaban pidiendo una regeneración, aunque cada uno estaba leyendo los cambios de formas distintas.

P: Antes comentabas el patrioterismo de Ciudadanos… ¿Marta Sánchez fue la que les jodió el Perú?

R: Sí, claramente. Creo que aquello fue un grandísimo error. A ver, cuando Marta Sánchez canta el himno motu propio en el Teatro Real, tanto Rivera como Rajoy se vuelven locos en Twitter a celebrarlo y ahí lo que no ve Rivera ni sus partidarios, y creo que es un error grave de lectura de redes sociales, es que ese aplauso contenía también mucho de mofa. Por tanto, al incorporar eso a su gran fiesta de la españolidad se equivocan y no entienden lo que está pasando.

P: Precisamente, y como recoges en el libro con el tema de la escasa presencia de mujeres en los titulares, a Ciudadanos ya se la había criticado que no leyera bien el 8M.

R: No lo leyó, o lo leyó muy mal y también se le fue un poquito la mano. Lo leyó como un movimiento de extrema izquierda, como un movimiento antisistema y ahí se equivocó. Yo creo que Ciudadanos lee las cosas mal. Leyó mal el feminismo, leyó mal el movimiento LGTBI cuando se dedica a promocionar la maternidad subrogada, comprar niños, vamos. Lo que pasa es que hubo un momento en el que la prensa española era más de Ciudadanos que el propio Ciudadanos. La verdad es que lo tenían que hacer muy mal para que aquello no saliera bien. Y lo hicieron muy mal.

P: ¿Dónde te pilló la moción de censura y cómo fue tu reacción?

R: En mi casa y flipando. Mi reacción fue de incredulidad. Además, como se fueron produciendo todo tipo de acontecimientos… Rajoy que se va al bar y sale a las tantas… Veías que PNV iba a apoyar… No lo podía creer. Y luego lo de los bancos de Podemos gritando ‘sí, se puede’. No sé, como venimos de la oscuridad medieval vamos a ver qué pasa. Igual son solo gestos, pero si son buenos gestos y algo hacen, mejor que sea así.

placeholder Bob Pop durante una intervención en 'Late Motiv'
Bob Pop durante una intervención en 'Late Motiv'

P: Has citado a Rajoy y su tarde en el restaurante. ¿Uno de los grandes gags humorísticos del año? También humaniza al personaje, ¿no?

R: Es un gag enorme. Y si a eso le sumamos que Cristina Cifuentes colgó una foto en Instagram con dos amigas delante de la barra de ese bar unas semanas después, eso me parece mitiquísimo.

P: Todo tiene conexión.

R: Todo, todo, todo. Aquí nadie da puntada sin hilo.

P: En el libro afirmas: “la prensa española es de derechas”. ¿Y es España de derechas?

R: También. Yo creo que es de derechas. No es de ultraderecha, pero es de centro moderado de derechas.

P: Por suerte no nos ha salido ningún Le Pen.

R: Porque somos unos conservadores disfrutones. Luego a veces nos liamos la manta a la cabeza en lo que son hábitos más o menos morales, y en eso sí que creo que España ha avanzado un montón, pero aquí la gente se plantea hacer la revolución con mucha pereza. Le va fatal y seguro que ha quedado para hacer algo.

La prensa en papel está mirando a ver qué sol calienta; hubo un momento en el que apoyar a Ciudadanos era sexy

P: Pero como analizas en el libro, donde se ve el plumero realmente conservador es en la prensa del corazón. De un conservadurismo casi franquista.

R: Es una prensa decimonónica. Se nos vende como sólo entretenimiento pero no lo es, y cuando algo se te vende como entretenimiento, échate a temblar. Hay tanta ideología chunga detrás… Las revistas del corazón contienen mucha ideología reaccionaria. De hecho, trabaja con elementos que deberían estar superados como algo noticiable a estas alturas del siglo. Cosas que son de las novelas por entregas del XIX.

P: Destacas la conexión Franco-Borbones. Dos familias que siguen protagonizando las portadas de revistas como ¡Hola!

R: Eso me encanta. Por un lado, unos enterrando a la hijita del dictador y por otro la Pascua militar con los Reyes actuales. Unos están en el Palacio Real y otros en la cripta de la Almudena, a muy pocos metros, en realidad. Creo que salvo excepciones como Semana y Lecturas, que tienen un punto más socialdemócrata, el resto sigue viendo a los Franco como una dinastía de poder. Les sigue poniendo muy cachondos. Carmencita [Carmen Martínez-Bordiu] les parece un espíritu libre y eso es para hacérselo mirar. Que la nieta del dictador les parezca un ejemplo de libertad…

P: ¿Ese tufillo es el mismo que se observa con la reina Letizia?

R: Claro, porque no es una de ellos. Ellos le perdonan más a la nieta de Franco que a Letizia. Y eso dice mucho en su contra. A ellos les gustan mucho las señoras bien porque tiene pedigrí.

Alguna prensa del corazón sigue viendo a los Franco como una dinastía de poder

P: Las revistas del corazón también muestran el país que somos.

R: Además, hay una cosa muy interesante. Mucha gente dice, bueno, son revistas de cotilleo, cuidado, porque el cotilleo, del cual yo soy acérrimo defensor en privado, tiene un gran componente de crítica social. Pero las revistas del corazón lo único que hacen es contar las cosas sin nada de crítica. Por ejemplo, un reportaje con dos tenistas españoles con sus respectivas novias, uno en Qatar y el otro en Dubai. Son dos países que no respetan los derechos humanos, pero de eso ni se habla en esa prensa. Lo único que hacen es escribir con mucho epíteto barroco las vacaciones, pero sin un ápice de crítica.

P: Si hicieras este análisis mañana, ¿sería muy diferente a este diez de enero?

R: Habría dos cosas que serían muy distintas. Por un lado, El País está dirigido por una mujer. Y por otro, es más probable que alguna ministra diga algo y aparezca en portada, porque ahora hay más ministras que en la época del PP. Pero por lo demás me temo que sería todo muy parecido.

P: Por cierto, ¿por qué sólo te has centrado en la prensa en papel y has dejado fuera los digitales?

R: Porque me apetecía trabajar el papel. Era más manejable. Y porque creo que es otra cosa. La prensa digital la respeto y consulto constantemente. Pero un periódico en papel tiene todavía esa cosa de la estructura, los nombres. A la hora de analizarlo lo puedes hacer de una forma mucho más rápida. Por otro lado, de lo que me di cuenta es de que las redes sociales no nos dejan ver la profundidad de la prensa. El click bait y los titulares locos… Hay muchos textos excelentes, pero luego a las redes llega otra cosa. Por otro lado tengo una nostalgia del papel, que creo que sigue vivo pero al que no prestamos una atención suficiente. Y, finalmente, son los padres de todo esto por lo que me interesaba saber en qué punto estaban.

P: ¿Y cuál es el punto?

R: Como digo en el libro, los periódicos no son de quien los compra sino de quien los paga. Hay muchos periodistas fabulosos, pero creo que las direcciones de la mayoría de los diarios están más preocupadas por los consejos de administración, los inversores y los accionistas que por los lectores. Y eso sí es un problema.

El miércoles 10 de enero de 2018, el periodista y escritor Bob Pop –que también se hace llamar Roberto Enríquez- salió a la calle y decidió hacer una cosa muy rara en estos tiempos: comprar la prensa generalista, económica, deportiva y del corazón que hubiera aquel día en el quiosco. Después comenzó una ardua tarea para analizar titulares, el tipo de contenido, las imágenes y protagonistas de las noticias. Y sacó conclusiones que hoy resultan llamativas. Este enero, el PSOE estaba casi desahuciado y Pedro Sánchez abocado a la inanidad. Ciudadanos y Albert Rivera tenían el mejor coche de carreras. Enríquez, que también es subdirector del programa 'Late Motiv' de Andreu Buenafuente, se sorprende, como casi todos nosotros, de que su ensayo 'Un miércoles de enero' (Turner) nos hable de casi otro país. Y sólo han pasado seis meses.

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