Es noticia
Kiko Matamoros: "No tengo tan claro que Belén Esteban haya leído 'Patria'"
  1. Cultura
entrevista

Kiko Matamoros: "No tengo tan claro que Belén Esteban haya leído 'Patria'"

Sus recomendaciones literarias en 'Sálvame' tienen más tirón que cualquier reseña. El tertuliano televisivo se ha convertido en divulgador de autores desconocidos por el gran público

Foto: Kiko Matamoros (Telecinco)
Kiko Matamoros (Telecinco)

Lo primero que sorprende de Kiko Matamoros (Madrid, 1956) es que habla muy bajito. Fuera del circo catódico, su voz es un susurro de tonos graves, que no sabes si registrará bien la grabadora. Nos cita en una terraza de Somosaguas, cerca de su casa. Se muestra sorprendido del interés que despierta su faceta de prescriptor literario. Escucharle confirma su amor por la lectura: suena agotado cada vez que responde sobre televisión y le brillan los ojitos cuando habla de sus libros preferidos.

En los primeros minutos, se declara partidario de la autoficción como generadora de lazos emocionales: “Ahora hay muchas voces que critican ese enfoque. Es una forma de contar una vida, abrirte a los sentimientos de otra persona. Los lectores saben distinguir cuando alguien se está pavoneando y cuándo cuenta la verdad. En mi caso, es un registro que me despierta sensaciones solidarias con el autor. Me ha pasado con el libro de Clara Usón, ‘El asesino tímido’, que cuenta el episodio de la muerte de Sandra Mozarovski, una actriz del destape de las setenta, que formaba parte de la pandilla de mis amigos. Mozarovski se quedó embarazada -se supone que del rey Juan Carlos I- y luego fue asesinada. Pero solo es el punto de partida de la historia. Lo que te engancha del libro no es esa trama, sino la historia de una hija que descubre que su madre la quería justo cuando la madre muere”, explica. A algunos les costará creerlo, pero Matamoros es un amante de los debates pausados, hasta el punto de que horas después de la entrevista decidió abandonar la red social Twitter. Parece que muchos lectores han encontrado en él una voz cercana, fiable y que no les mira por encima del hombro.

PREGUNTA. ¿Cómo se le ocurrió recomendar novelas en 'Sálvame'?

placeholder Portada de 'Ordesa'
Portada de 'Ordesa'

RESPUESTA. No he sido el primero: Jorge Javier (Vázquez) lo ha hecho en alguna ocasión. Recomendé ‘Ordesa’ de Manuel Vilas porque venía a cuento en relación a una pregunta que me hicieron sobre la relación con mi familia. No fue nada premeditado. El caso es que esa noche se dispararon las ventas en Amazon, según me dijeron. En el mismo programa recomendé ‘La república luminosa’ de Andrés Pérez Barba. Conté la fábula de las tres ranas que hay en el texto. El libro de Vilas me ayudó a entender conflictos que tuve con mi padre. La novela explica el paso de los años sesenta a los setenta en España. Muchas cosas que hoy nos parecen brutales eran el pan nuestro de cada día. Es normal que de ese ambiente salieran personas con mucha rigidez. Vilas hace un recuerdo sostenido y emocionado de la figura de su padre que me conmovió. Algunas conversaciones son muy parecidas a las que mantuve con el mío. Me hizo pensar que ciertos comentarios que hice en público sobre mi padre fueron gratuitos, innecesarios e injustos. No sé… recomendar libros me sale de forma natural. Ahora es un granito de arena que pongo….

P. Bueno, más que un granito de arena, parece una tendencia. La crítica literaria tradicional ha perdido influencia y estrellas de televisión como Oprah Winfrey son capaces de convertir a Bolaño en superventas.

R. Bueno, te escuchan tres millones de personas y es bonito que una pequeña parte se anime a disfrutar de los libros que te han emocionado. La distancia con Winfrey es muy grande, también la de España con EEUU. No entiendo la sensación de superioridad cultural que tienen algunos con respecto a los norteamericanos. Allí haces un buen libro y tienes la vida resuelta, aquí lo habitual es que te apañe la factura de la luz. Es cierto que publicamos más, pero no somos más cultos que en EE.UU. Creo que la realidad está incluso por debajo de esas cifras deprimentes que dicen que los españoles leemos un libro al año. Muchos encuestados dicen “un libro al año” por decir algo que no les haga quedar demasiado mal. Casi nadie está dispuesto a reconocer que no lee nada. El otro día me explicaba un amigo escritor que los índices de lectura actuales son mucho menores que a comienzos del siglo XX. La generación del 98 tuvo reconocimiento social porque la gente tenía sus libros en casa. Los porcentajes de analfabetismo eran brutales, pero las personas que habían pasado por el colegio leían más que ahora. Vamos para atrás. Seguramente influye que entonces no hubiera televisión, ni móviles. Hoy es rarísimo entrar a una librería y encontrar clientes menores de 35 años. Soy consciente de que también se pueden comprar libros por Internet, pero me parece significativo.

P.¿Cómo se produce ese retroceso cultural?

Casi nadie está dispuesto a reconocer que no lee nada

R. Para empezar, los planes educativos son un desastre. Pedir a chavales de quince años, sin formación humanística, que entiendan el Siglo de Oro me parece mala estrategia. También yo lo sufrí en mi época escolar. Me salvó que mi madre era muy lectora. A la hora de la comida nos leía cosas como ‘Kazán perro lobo’ (James Oliver Curwood), que es una historia preciosa de un perro que se comporta de manera más humana que las personas. Otro día nos leía versiones juveniles de ‘Los Hermanos Karamazov’. Tuve mucha suerte, sin ella hubiera aborrecido la literatura. No me estimulaba hacer comentarios de texto sobre Góngora, ni el empeño que tenían los curas con que leyéramos a los místicos, que supongo que era lo único que se la ponía dura. En los años de colegio estaría bien optar por literatura más accesible. Para reírte con Cervantes siempre estás a tiempo. Ahora que recuerdo, también tuve un tío abuelo escritor, exiliado en México, Eloy Ripoll del Río.

P. ¿Seguirá recomendando libros en ’Sálvame’?

R. Siempre que venga al caso y me dejen. Lo digo porque está ahí el problema de que son productos comerciales. El último que recomendé fue ‘Palos de ciego’, de David Torres. Creo que es lo mejor que ha escrito. Hasta hace poco no había conflictos en el mundillo, pero ahora sí. Cuando un autor va a un programa de Mediaset a promocionar su obra, la editorial pasa por caja. Te hablo de casos como el de Pilar Eyre, que publica en Planeta . Si le hacen una entrevista se cobra, aunque no sé el precio. “Es el mercado, amigo”, que decía Rodrigo Rato. La diferencia es que yo recomiendo otro tipo de autores.

P. Circula mucho el tópico de que las cadenas privadas pueden hacer lo que quieran con la programación porque invierten su dinero. En realidad, también tiene obligaciones públicas y específicamente culturales.

R. Claro, además son obligaciones que cumplen muy bien. Pienso en el caso de las inversiones en cine. Han financiado películas con sentido y ayudan mucho a hacer industria.

P. ¿Aceptaría dirigir un programa sobre libros?

La última vez que decidí dejar la tele dije que si algún coche me venía a recoger a la puerta sería el camión de la basura. Hacer televisión supone un desgaste horroroso

R. Eso no va a pasar. Ni siquiera se lo ofrecieron a Mercedes Milá, sino que fue iniciativa suya. En mi caso estoy demasiado encasillado. La última vez que decidí dejar la tele dije que si algún coche me venía a recoger a la puerta sería el camión de la basura. Hacer televisión supone un desgaste horroroso, más si participas en un formato tan contestado como 'Sálvame'. Sí han llegado ofrecimientos para escribir, pero le tengo demasiado respeto a los libros y a los autores. El derecho a escribir es algo que se gana con mucho esfuerzo y yo sería un jugador de ventaja. Las editoriales han mostrado interés en mis memorias televisivas, pero no lo haré. No estoy dispuesto a decir la verdad sobre mí, así que mucho menos sobre los demás. Tengo claro que vendería cien mil ejemplares, pero no me parece bien. Me gusta escribir, pero escribo para mí. Publiqué un relato en la revista 'The Citizen' por una apuesta y cuando lo releí pensé que no estaba suficientemente trabajado. Debí esmerarme más.

P. Creo que el éxito de sus recomendaciones tiene que ver con la pérdida de prestigio de la prensa cultural.

placeholder 'El asesino tímido'
'El asesino tímido'

R. Seguramente. Yo tampoco me fío de los críticos literarios. Conozco demasiado bien cómo funciona ese mundo. Hay mucha batallita personal y mucho prejuicio. Rafael Sánchez Ferlosio, por ejemplo, dijo hace poco que Vargas Llosa escribe muy mal. Por supuesto, está en su derecho, porque las aportaciones que ha hecho Ferlosio le sitúan por encima del bien y del mal. Lo que me sorprende es que los críticos que han saludado con banderitas las últimas novelas de Vargas Llosa no tengan cojones de salir a decir que Ferlosio se equivoca y que ‘La fiesta del chivo’ está considerada en todo el mundo como un clásico de la literatura universal. Da vergüenza defender a Vargas Llosa por una serie de factores extraliterarios, que van desde su posición política hasta su nueva novia. Los críticos se callan y se meten debajo de la mesa. Vamos a ver…hablamos de un novelista como la copa de un pino, un gigante del siglo XX. Algo parecido pasa con Javier Marías, que parece que fuera indigno defenderle porque no es de izquierda y anima al Real Madrid. Y, bueno, luego están los intereses por llevarse bien con tal o cual editorial, que lo mismo solo han invitado al crítico a una cena y este ya se siente en deuda.

P. ¿Atiende al periodismo cultural?

R. Veo 'Página 2', que tendrán como mucho un tres por ciento de audiencia, pero que carece de influencia real porque son espacios para iniciados. Yo soy feliz apuntándome en el móvil que entrevistan a Agustín Fernández Mallo, pero cuando le sacan ya me he comprado y leído su ‘Trilogía de la guerra’. Creo que los cien mil espectadores del programa saben la mayoría de lo que les van a contar y lo ven por los detalles. Tiene más impacto que un futbolista diga que ha leído ‘Patria’ que sacar a Aramburu en un programa cultural o en un suplemento especializado.

Foto: Belén Esteban, lectora de 'Patria', de Aramburu Opinión

P. La lectora más mediática de ‘Patria’ fue Belén Esteban.

R. No tengo tan claro que lo haya leído. Hay una anécdota muy buena de Pilar Eyre sobre esto. Eyre llamó al programa para hablar de alguna exclusiva y cuando termina Esteban hace un inciso para decirle que le agradece mucho que cuando ella estuvo ‘malita’ fue muy importante para su recuperación leer novelas de Eyre como ‘Mi color preferido es verte’ y ‘Nomeolvides’. El problema es que Esteban estuvo ‘malita’ en 2013 y esos libros salieron en 2014 y 2015. Supongo que leyó las galeradas. (Risas). A Pilar le vendría muy bien la promoción, pero era mentira lo que dijo Belén. Por eso tengo mis dudas de que haya leído ‘Patria’.

P. Presumir de haber leído un libro que hemos picoteado es algo muy típico de nuestra época.

Parece que fuera indigno defender a Javier Marías porque no es de izquierda y anima al Real Madrid

R. Les pasa a los críticos también. El otro día me fijé en una reseña, que intentaba ser devastadora, sobre ‘La trampa de la diversidad’, el ensayo de Daniel Bernabé contra las ‘políticas de la identidad’. Mi impresión, muy clara, fue que quien la firmaba solo se había leído la solapa. Jugaba justo con los cuatro conceptos que aparecían en la sinopsis. ¿Cómo se puede ser tan sinvergüenza, tan descarado y tan inútil? Eso es un fraude y los lectores se dan cuenta. Por cierto, estoy bastante de acuerdo con la tesis de Bernabé, hasta el punto de que he pedido el libro en El Corte Inglés.

¿Qué me importan a mí los derechos de los monos si no me aseguran mi pensión?

Es algo que pienso cada vez que veo los cientos de miles de votantes que tiene el Pacma. Me imagino a los prebostes de los bancos y del Ibex35 descojonados de risa ante la fragmentación de quienes cuestionan el sistema. Y no tengo ningún problema con los derechos de los animales, pero al final lo que estamos haciendo es descompactar la bomba. Los ricos dirán “a estos imbéciles solo hay que darle una idea diferente y un poquito de protagonismo”. Hablemos claro: ¿qué me importan a mí los derechos de los monos si no me aseguran mi pensión? Te lo dice alguien que está en contra del uso de animales en el circo, por ejemplo. La tesis que defiende Bernabé es algo que vengo pensando desde la aparición de los partidos verdes. Me prometí que nunca les votaría porque también hay verdes de extrema derecha y me niego a meterme en el mismo contenedor que ellos. Hitler amaba a los perros, pero yo no estoy dispuesto a votar lo mismo que él.

P. La pregunta que más interés tenía en hacerle es si le parece posible hacer una televisión cultural digna en 2018.

placeholder 'República luminosa'
'República luminosa'

R. Claro que sí. Hay una frase genial de Joaquín Leguina, que explicaba que la legislación antitabaco es la forma que tuvo el ministerio de Sanidad de seguir existiendo después de transferir sus competencias a las comunidades autónomas. Quería decir que son las propias instituciones quienes tienen que dar sentido y contenido a sus existencia. Con la Cultura es igual: a algo tendrán que dedicarse después de la ley de mecenazgo. El ministerio podría hacer por la literatura lo mismo que ha hecho por el cine, que es obligar a los agentes del mercado que tienen más dinero a reinvertir. Además creo que los grandes directivos que manejan las cadenas de televisión lo aceptarían de buen grado. A ellos les conviene tener una serie de programas culturales que compensen de alguna manera los espacios por los que tanto se les critica. Hablamos de profesionales que saben cómo hacer que cualquier formato tenga una buena audiencia. ¿Por qué no va a triunfar una versión de ‘MasterChef’ donde en vez de competir con platos se compita con relatos? Eso puede atrapar incluso a un público al que no gusta la literatura pero sí disfruta viendo como se enfrentan media docena de personas en un show televisivo.

P. Me alegra escuchar que hay esperanza.

R. El ‘cultureta’ se tiene que bajar del podio. Habría que preguntar a esos iniciados si realmente les interesa que la cultura llegue a todo el mundo o si son como los malos de ‘El nombre de la rosa’ (Umberto Eco), que conspiraban para que el conocimiento solo llegara a cuatro. Hay mucho imbécil que se siente agredido por el hecho de que cualquiera pueda conocer a un autor que él considera suyo. Parece que popularizar los libros fuera como pisarles un callo. Estoy convencido de que las grandes cadenas aceptarían programas de divulgación cultural. Puedo imaginarme perfectamente una nueva versión de ‘La clave’ de José Luis Balbín o de “A fondo”, el programa de entrevistas de Joaquín Soler Serrano. Ahora enciendes la tele después del 'prime time' y no hay nada estimulante. Se podría empezar probando en esa franja.

Lo primero que sorprende de Kiko Matamoros (Madrid, 1956) es que habla muy bajito. Fuera del circo catódico, su voz es un susurro de tonos graves, que no sabes si registrará bien la grabadora. Nos cita en una terraza de Somosaguas, cerca de su casa. Se muestra sorprendido del interés que despierta su faceta de prescriptor literario. Escucharle confirma su amor por la lectura: suena agotado cada vez que responde sobre televisión y le brillan los ojitos cuando habla de sus libros preferidos.

Libros
El redactor recomienda