Es noticia
'La cara oculta del Mundial': hipercapitalismo, explotación y sueños rotos
  1. Cultura
atlàntida film fest

'La cara oculta del Mundial': hipercapitalismo, explotación y sueños rotos

El realizador británico Adam Sobel, quien ha vivido en Qatar durante cinco años, descubre la realidad paralela en la que viven quienes construyen las infraestructuras para Qatar 2022

Foto: Umesh, uno de los protagonista de 'La cara oculta del mundial'. (Filmin)
Umesh, uno de los protagonista de 'La cara oculta del mundial'. (Filmin)

Banderillas y banderas. Cañas con los amigos. Oé, oé, oé. Juega la selección. Espectáculo. Todos con la roja. O la azul o la que a cada uno le convenga. El Mundial de fútbol, evento festivo donde los haya, un kit-kat en la rutina y la oportunidad de disfrutar del deporte rey al máximo nivel. Pero aparte de entretenimiento, un mundial de fútbol es un jugosísimo negocio para muchos: beneficios para la industria del turismo, una gran campaña de 'marketing' del país retransmitida en todo el mundo y la oportunidad de las constructoras —locales e internacionales— de dar el pelotazo. Llámelo mundial, llámelo olimpiada: es cuestión de magnitudes. Urbanismo de usar y tirar —sólo hay que recordar las imágenes de las instalaciones ruinosas y las cifras de las deudas millonarias de anteriores citas— levantado por trabajadores de usar y tirar, como muestra el documental 'La cara oculta del mundial', de Adam Sobel, que llega a España de la mano del Atlàntida Film Fest, que se celebra en Palma de Mallorca del 25 de junio al 1 de julio y cuyo programa puede verse 'online' en Filmin hasta el 25 de julio.

Después de Rusia 2018 vendrá Qatar 2022. Un emirato absolutista con serias deficiencias democráticas al que la FIFA ha elegido como sede del próximo mundial de fútbol. Un país al que Amnistía Internacional le ha criticado la legislación en materia de derechos de los trabajadores —y de la mujer y restricciones de la libertad de expresión y casos de torturas...—: los operarios inmigrantes no pueden salir del país ni buscar otro empleo ni abandonar los campos de trabajo donde pernoctan sin el permiso de la empresa que los ha contratado. La empresa rige la vida de sus trabajadores dentro y fuera del horario laboral.

En Qatar un trabajador inmigrante no puede abandonar el país o buscar otro trabajo sin el permiso de la empresa

Samuel Ago Alabi jugó de portero en los combinados sub-18 de su país de origen, Ghana, e incluso en la primera división del país africano. Pero el dinero no le daba ni para comer, así que cuando le ofrecieron la posibilidad de ir a Qatar no se lo pensó dos veces: a su padre le dijo que iba a jugar al fútbol, pero en realidad el contrato era de albañil, por un sueldo de bastante menos de 400 dólares (343 euros) al mes. Jornadas de más de 12 horas, muchas veces los siete días de la semana, porque aunque la ley obliga a guardar un día de descanso, no se pueden retrasar las obras, hay que cumplir el calendario para el mundial.

placeholder Un fotograma del documental 'La cara oculta del mundial'. (Filmin)
Un fotograma del documental 'La cara oculta del mundial'. (Filmin)

'La cara oculta del mundial' comienza cuando una de los principales organismos implicados en la organización de Qatar 2020 decide convocar un torneo de fútbol de trabajadores —entre los que está Alabi— para fomentar el corporativismo y subir la moral de su plantilla. El documental construye un puzle general sobre los negocios que rodean al fútbol y la situación de los trabajadores inmigrantes en Qatar a través de las historias individuales de cada uno de ellos. Con el seguimiento de la platilla de la empresa Gulf Contracting Co en el torneo —en su mayoría inmigrantes africanos, asiáticos y de otros países árabes—, Sobel critica —no demasiado vehemente— una cara del capitalismo que utiliza las nuevas técnicas de 'marketing' empresarial para maquillar una realidad más propia de un sistema feudal. Un contexto del que la FIFA, los jugadores y los organismos deportivos son plenamente conscientes pero que prefieren obviar en pos del espectáculo y los ingentes beneficios económicos para una clase privilegiada.

Qatar sólo da permiso de residencia a las mujeres de trabajadores que cobren más de 2.750 dólares al mes

Muchos de los protagonistas tienen familia, mujer e hijos en su país de origen —Qatar sólo da permiso de residencia a las mujeres de trabajadores que cobren más de 2.750 dólares al mes— a los que hace años que no ven y cuyo único y frágil vínculo tiene lugar a través de conversaciones telefónicas. Los más jóvenes ni siquiera tienen la oportunidad de tratar con mujeres. Todos ellos tienen vetado pisar los centros comerciales que construyen con sus propias manos: "A la gente como yo se nos prohibe la entrada. Estamos llenos de polvo de trabajar y a veces olemos mal. No queremos causarles molestias ni asquearles", dice Umesh, procedente de India.

placeholder Los inmigrantes viven en campos de trabajo. (Filmin)
Los inmigrantes viven en campos de trabajo. (Filmin)

El torneo de fútbol es la única vía de escape emocional para estos inmigrantes, pero a la vez la zanahoria que les hace vivir una ficción imposible. En el terreno de juego se sienten estrellas de fútbol, fuera de él viven una realidad amarga que, a su vez, es la alternativa a una vida de pura supervivencia en sus países de origen. "Estos no son trabajadores, estos son administrativos, tienen la barriga llena" o "¿cómo os imagináis vosotros la libertad?" son reflexiones que condensan años de hambre y miseria. "Sé que estoy desperdiciando mi vida pero lo hago por el bien de mis hijos", admite Umesh.

Mientras tanto, la FIFA publicita iniciativas como Football for Hope, para "defender los derechos de los niños y adolescentes, para transmitir un mensaje de paz, o para combatir la discriminación y para salvaguardar la buena salud", como explican en su página oficial. 'La cara oculta del mundial' no busca que a los hinchas se les atraganten las banderillas, pero sí arrojar luz sobre un negocio que dice ensalzar ciertos valores y virtudes pero cuya grandeza está sostenida sobre los hombros y los sueños de miles de desahuciados.

Banderillas y banderas. Cañas con los amigos. Oé, oé, oé. Juega la selección. Espectáculo. Todos con la roja. O la azul o la que a cada uno le convenga. El Mundial de fútbol, evento festivo donde los haya, un kit-kat en la rutina y la oportunidad de disfrutar del deporte rey al máximo nivel. Pero aparte de entretenimiento, un mundial de fútbol es un jugosísimo negocio para muchos: beneficios para la industria del turismo, una gran campaña de 'marketing' del país retransmitida en todo el mundo y la oportunidad de las constructoras —locales e internacionales— de dar el pelotazo. Llámelo mundial, llámelo olimpiada: es cuestión de magnitudes. Urbanismo de usar y tirar —sólo hay que recordar las imágenes de las instalaciones ruinosas y las cifras de las deudas millonarias de anteriores citas— levantado por trabajadores de usar y tirar, como muestra el documental 'La cara oculta del mundial', de Adam Sobel, que llega a España de la mano del Atlàntida Film Fest, que se celebra en Palma de Mallorca del 25 de junio al 1 de julio y cuyo programa puede verse 'online' en Filmin hasta el 25 de julio.

Documental
El redactor recomienda