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Juan Ramón Lucas: "En el feminismo veo demasiada gente que antes no estaba"
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ENTREVISTA

Juan Ramón Lucas: "En el feminismo veo demasiada gente que antes no estaba"

Hablamos con el periodista radiofónico sobre su novela 'La maldición de la casa grande', la revolución feminista, su futuro en Onda Cero o el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez

Foto: Juan Ramón Lucas presenta su novela 'La maldición de la casa grande'.
Juan Ramón Lucas presenta su novela 'La maldición de la casa grande'.

“No soy escritor, eso son palabras mayores, yo soy un periodista que ha escrito una novela”, se define prudente el radiofónico Juan Ramón Lucas (Madrid, 1958). Y aunque su obra ya ocupa las librerías, le da pudor hablar de “literatura” cuando se refiere a su novela. ‘La maldición de la casa grande’ es su primer relato después de varios años queriendo escribir uno, de romper todo lo que comenzaba a esbozar hasta que dio con la historia de Miguel Zapata, conocido como Tío Lobo. La obra del veterano periodista es una reconstrucción de la España de finales del siglo XIX, de sus crueles patronos mineros que colmaban El Dorado y de la desesperación, la miseria y la pasión dolorida de sus personajes.

placeholder 'La maldición de la casa grande'
'La maldición de la casa grande'

Aunque ‘La maldición de la casa grande’ se basa en hechos reales históricos, insiste en que se trata de pura ficción. Si bien ha sido riguroso con los caracteres de los personajes que existieron, no lo ha sido con los hechos. Ha reproducido la atmósfera, la realidad de la mina, la sociedad y “hasta los olores”, pero, subraya, la historia de amor que se alarga durante generaciones, así como ciertos lugares, descansan en la ficción. Una renuncia al valor histórico a cambio de poner de relieve la personalidad de los personajes. “La literatura retrata mejor la condición humana que la propia historia”.

La vida de Lucas sigue más allá del mundo literario. Para la próxima temporada en Onda Cero, cambiará su rutina diaria y abandonará 'Más de uno' para entregarse a las tardes de 'La brújula' después de casi tres años mano a mano con Carlos Alsina.

PREGUNTA: Una curiosidad, ¿por qué los presentadores de radio o televisión llegan a un punto en el que empiezan a escribir novelas? ¿Cuál es el misterio?

RESPUESTA: Porque somos unos vanidosos (risas). ¿Por qué escribes? ¿Por qué quieres contar la historia? Porque quiero que se sepa. ¿Y por qué quieres contarlo de una manera más literaria? Pues porque creo que puedo hacerlo y porque a lo mejor a alguien le interesa y le conmuevo. ¿Y por qué crees que puedes hacerlo? Porque soy capaz. ¿Y por qué crees que eres capaz? Pues porque soy un vanidoso. Es la única explicación que se me ocurre.

Los periodistas de radio y televisión escribimos novelas porque somos unos vanidosos

P: ¿Qué vio en la figura de Lobo, un tirano cruel, para querer contarnos su historia?

R: Vi el retrato de una época y de una España desconocida más allá de su figura. Me pareció que el personaje era literario por lo intensa que fue su vida y porque la época que retrata es desconocida. Quería averiguar qué había pasado. Estos cuatro años que he estado con altibajos y buscando documentación para la novela me he metido mucho en aquel mundo. ¿Qué me interesó de Lobo? Que era un tipo particularmente duro, como todos en aquella época, ambicioso, muy inteligente, un emprendedor muy hábil -ahora se le llamaría así- y que tuvo mala suerte: lo controló todo y cambió la forma de extraer el mineral, pero se murieron sus hijos y su mujer antes que él, se quedó solo y amargado al final de su vida y con una enfermedad de la piel que ahora ya no es muy común, el fuego pénfigo. Esa enfermedad es curiosamente un mal que actúa de manera contraria a la que actuaba él con la montaña: él entra en ella, la abre, la explota, le saca todo lo que hay y, a base de sangre y sudor de gente que no es él, se hace rico. Su enfermedad fue lo contrario: algo le sale desde dentro y le va destrozando.

P: ¿Y por qué era la voz de una mujer la que tenía que contar la historia de Lobo?

R: Cuando empecé a recopilar información no había mucha sobre Miguel Zapata, pero sí sobre aquella época de manera parcial, muy atomizada. Contarlo de manera periodísticamente rigurosa podía estar bien, pero me faltaba el componente anímico, que es tan importante a la hora de retratar a este personaje: cómo es, por qué actúa así, cómo eran los sometidos a su tiranía. ¿Por qué una mujer? Porque yo quería una voz que no fuera la de Zapata y que no fuera protagonista directamente de la historia, sino una mirada diferente. La mujer del minero, en la escala social o sentimental de aquella época, es el último paso. Además de ser la que sufre al minero, su alcoholismo y su desesperación, tiene la ansiedad de no saber si va a volver de la mina y, si él muere, ella se queda en la miseria y tiene que dedicarse a la prostitución. El esfuerzo que suponía tratar de entender la personalidad de Lobo, los rasgos de carácter de la gente de aquella época, cómo era aquel colectivo tan singular en esa zona de España me llevó a decir: “complícate un poco más la vida y piensa en una mujer para contarlo desde el lado más débil del eslabón”.

Sería saludable que quienes defienden a La manada se pusieran en el lugar de una mujer

Cuando elijo al personaje de una mujer no sé lo que le va a pasar, eso se va construyendo. Es la mirada de una mujer a un mundo básicamente machista y cruel, salvaje y feroz. Creo que si tiene algo de positivo la construcción de la novela es el haber sido capaz de traspasar esa frontera y contarlo, y creo que para el lector no deja de ser insólito que una mujer tan mujer esté escrita por un hombre. A lo mejor tengo un lado femenino que desconozco. Resulta que al final me sale una historia mucho más femenina de lo que yo creía. No haré spoiler pero hay mucho abuso sexual, hay un intento de violación, y te das cuenta de que hay comportamientos que en el fondo no han cambiado. Yo terminé la novela coincidiendo con el caso de La manada y cuando veía a gente en redes sociales ponerse de su parte, pensé lo saludable que sería que esta gente hiciera el ejercicio de ponerse por un instante en el lugar de una mujer. Puede irse con quien quiera, puede hacer lo que quiera y puede no tener que aceptar un abuso aunque se haya ido con un tío.

P: De hecho hay una reflexión que hace María en un momento en el que intentan violarla que suena tan actual que da miedo: “maldije haber nacido hembra y condenada a ser sometida”.

R: A eso me refiero. Cuando escribo la novela estoy pensando en una mujer del siglo XIX. Me permito una licencia, porque una mujer de aquella zona en ese siglo es incapaz de escribir o de pensar así. Cuando yo escribo eso estoy pensando en una mujer universal y eterna. Creo que eso es algo de las mujeres que sigue vivo y a eso me refería cuando ves todo lo de La manada y dices “coño, si es que esto es igual”. En aquella época, las mujeres están condenadas a ser sometidas y ella es consciente, como lo es Visitación.

P: Visitación es la más cercana a ser sufragista.

R: Sí, Visitación es uno de los personajes reales. María también es un personaje real pero su epopeya no. Ella existió, cuidó a Zapata en los últimos años y fue su amante cuando él enviudó, pero todo lo demás es inventado. De Visitación, que era la hija de Miguel Zapata, se sabe poco de ella, pero por lo que yo he hablado y lo que he podido leer al respecto, siempre tuve la impresión de que si Maestre, su marido, se inició con éxito en la gestión de la minería cuando era médico, fue gracias al apoyo de Visitación. Por eso recreé a Visitación como una mujer adelantada a su tiempo pero disciplinada. No termina de asumir del todo su papel, pero no le queda más remedio que aceptarlo, y lo acepta con alegría. La educan para ser una buena esposa, pero ella lee, reflexiona y mantiene una relación con su marido bastante igualitaria. El personaje de Visitación es esa mujer que no es que sea sufragista, es que ella cree que la mujer podría tener los mismos derechos y sabe desde pequeña que podría gestionar la empresa igual, pero como le ha tocado vivir ese tiempo y en esa sociedad, lo ve con alegría y lo vive lo mejor posible. Su marido le permite vivir en esa especie de limbo que no es el paraíso para una mujer, pero para el que quizá tampoco ha llegado el momento.

P: ¿Es el feminismo el gran olvidado del movimiento obrero?

R: Es una buena pregunta para la que no tengo respuesta. Pero, ya que lo dices, voy a a decir algo que igual algún historiador me rebate: yo creo que el movimiento obrero le dio la espalda al feminismo, no es que se le olvidara. Ni siquiera los obreros más avanzados o progresistas eran capaces de asumir que las mujeres podían tener los mismos derechos que los hombres. Insisto, esto es solo una especulación, pero quizá sí, quizá hasta eso se deja entrever en algún momento en la novela: no hay mujeres en el movimiento obrero de principios del siglo XX finales del XIX. Hay muy pocas mujeres, y eso que una de las personas que mejor ha relatado la gran revuelta obrera de 1920 en Huelva es Concha Espina, pero no deja de ser una mujer burguesa. Y las grandes feministas de principios del siglo XX son mujeres bien educadas de clase social media o media alta.

placeholder 'La maldición de la casa grande' retrata el lugar más opresivo y violento de la España del siglo XIX.
'La maldición de la casa grande' retrata el lugar más opresivo y violento de la España del siglo XIX.

P: En la novela se plasma esa vida del minero miserable sin ninguna protección social, en condiciones pésimas. ¿Quién sería el minero en la actualidad?

R: En la dedicatoria le dedico el libro a mi pareja y luego a los mineros y a las personas explotadas por los poderosos, especialmente las mujeres. Yo creo que los mineros actuales serían los emigrantes, los refugiados y, en ese colectivo de refugiados y emigrantes, las mujeres.

P: Me viene a la cabeza el caso de las mujeres trabajadoras de los campos de fresas de Huelva, que han denunciado explotación laboral y abuso sexual.

R: Sí, ahora sigue habiendo minería, trabajos penosos. Pero sin concretar demasiado en colectivos, yo creo que la gente más miserable y olvidada son los refugiados y los inmigrantes y particularmente las mujeres. Desde luego, yo ubicaría en ese colectivo a la gente explotada en el sur de España, en Italia, en EEUU, esos inmigrantes que se van a buscar la vida, que los tienen de forma ilegal y les explotan.

P: ¿Cómo ha vivido personalmente el movimiento #MeToo y la ola feminista? ¿Más aliado o preocupado por el “puritanismo”?

R: Lo he vivido con cierto escepticismo. A mí las mareas me producen náuseas, “náusea” como imagen. Yo en un barco me mareo. A eso me refiero. Cuando viene una marea de estas en la que se produce algo que es importante y que puede cambiar las cosas socialmente, veo demasiada gente que antes no estaba. Eso es lo que me molesta. Eso es lo que me marea de un movimiento así. El movimiento me parece fantástico, sobre todo creo que nos lo parece a los que llevamos mucho tiempo en esta pelea y además ejerciendo desde hace muchos años. No me quiero poner ninguna medalla, no quiero ser vanidoso, ya lo soy escribiendo, pero hace muchos años que estoy en movilizaciones femeninas y feministas, no se me caen los anillos. Y ahora veo mucha gente que antes no la veía en las manifestaciones o que no la veía comprometerse.

P: ¿Se refiere a alguien en concreto?

R: No, en general, que ahora todo el mundo es feminista y todo el mundo está en contra de los abusos y sin embargo todo el mundo conocía abusos del productor (Harvey Weinstein) y de mucha otra gente y nadie denunció. Ahora muchos ven abusos donde quizá no los haya. Quizá nos puede haber llevado al otro extremo una especie de puritanismo excesivo, por eso digo que en todas estas mareas hay gente que se apunta y que antes no estaba y que no sé lo que van a durar. En todo caso, sí tienen algo positivo y es que son avances. Son, en cierta forma, revoluciones. Luego ya se irá recortando lo que sobra, desaparecerán, volverán a su sitio, y a lo mejor hemos conseguido avanzar unos cuantos metros y el abuso ya no se tolerará como se toleraba, y que cinco tíos se metan con una chica en un portal será considerado violación. Eso es verdad que termina cambiando la sociedad y, aun aceptándolo y aplaudiéndolo, me preocupa que haya tantos que se apuntan que antes no estaban.

P: Vamos a Onda Cero. ¿Cómo plantea su futuro en 'La brújula'?

R: Bien, yo sigo haciendo radio, que es lo que más me gusta, aunque ahora le ha salido un competidor porque le he cogido gusto a escribir. Pero me lo planteo como me he planteado siempre las cosas: en presente, haciendo cada día el mejor programa que pueda y tratando de hacer lo que estoy haciendo ahora, que es dar voz a los oyentes y acercar lo que de verdad creo que nos interesa. En un momento determinado puede ser la diversión, el humor o el contenido ligero y en otro puede ser la información, la explicación, siempre la opinión y siempre la cercanía.

P: ¿Quién echará más de menos a quién? ¿Alsina a usted o viceversa?

R: Nos vamos a echar mucho de menos los dos, uno a otro (risas).

P: ¿La estrella de la radio sigue viva?

R: Nada mata a la estrella de la radio. Estrellas de radio no sé si hay ahora, la gente tiene referentes, que está muy bien, pero es verdad que el vídeo no mata a la estrella de la radio, ni internet, ni cualquier progreso tecnológico, porque la radio es el medio que mejor aprovecha los avances tecnológicos. No hay robots que valgan. Nada va a suplir el calor de la voz humana directa y sí, sin embargo, se va a aprovechar mejor la capacidad de expansión que va permitiendo la tecnología: que esto (señala al móvil) sea un aparato de radio y un emisor de radio, que simplemente con esto hagas radio y llegues a todo el mundo a través de internet. Esto no va a matar a la estrella de la radio, sino que la va a alimentar cada vez más.

Ahora la derecha más recalcitrante lo tiene complicado para criticar a los ministros


P: Acabo con una de Pedro Sánchez. ¿A usted también le ha cautivado con sus ministros?

R: Lo he dicho en Twitter y he de reconocerlo. Lo más inteligente de las personas que somos conscientes de ser limitadas es rodearnos de gente que tiene capacidades que tú no tienes. Yo me considero un tipo muy limitado en muchas cosas, incluso en la creación literaria, y al principio y al final tienes gente en la que te apoyas aunque el proceso interior creativo sea tuyo. Yo siempre he probado a hacer los equipos con gente que sabe más que yo y, por primera vez, he visto en la política española alguien que tiene esa idea clarísima. Se ha rodeado de los que cree que son los mejores en cada territorio y los que probablemente todos pensamos que puedan ser los mejores. A mí me parece que la ministra de Justicia, Dolores Delgado, va a ser una ministra magnífica, conoce muy bien el ámbito judicial; que la ministra de Economía va a ser una gran ministra de Economía… En fin, que ha hecho un gabinete de altísima cualificación. Otra cosa es que sepan gestionar, pero hemos visto ya que él tiene claro que hay que gobernar con los mejores, no con los más afines. Marta García Aller decía en Twitter que como el PSOE dejó tan solo a Pedro Sánchez en los malos momentos, él no le debe favores a nadie y ha puesto a los que le ha dado la gana.

P: Parece que todo el mundo está encantado con Pedro Duque.

R: Sí, ahora la derecha más recalcitrante lo tiene complicado para criticar a los ministros. A mí me parece una muy buena entrada. Ahora, del mismo modo que hay que dejar cien días para ver si alguien es solvente, sabemos que estos son solventes en lo suyo, pero hay que ver lo que son capaces de hacer en la gestión de Gobierno. Por ejemplo, yo en radio no me defiendo mal desde hace unos cuantos años, pero jamás sería Secretario de Estado de Comunicación porque a lo mejor sería un desastre. Pero si se lo ofreces y ellos aceptan, siendo gente inteligente, es que se creen con esa capacidad y, seguramente, podamos disfrutar de ello.

“No soy escritor, eso son palabras mayores, yo soy un periodista que ha escrito una novela”, se define prudente el radiofónico Juan Ramón Lucas (Madrid, 1958). Y aunque su obra ya ocupa las librerías, le da pudor hablar de “literatura” cuando se refiere a su novela. ‘La maldición de la casa grande’ es su primer relato después de varios años queriendo escribir uno, de romper todo lo que comenzaba a esbozar hasta que dio con la historia de Miguel Zapata, conocido como Tío Lobo. La obra del veterano periodista es una reconstrucción de la España de finales del siglo XIX, de sus crueles patronos mineros que colmaban El Dorado y de la desesperación, la miseria y la pasión dolorida de sus personajes.

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