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Romeo Santos en Madrid, elogio del macho alfa
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Romeo Santos en Madrid, elogio del macho alfa

Después de llenar el Palau Sant Jordi de Barcelona el gran monstruo internacional de la bachata revienta también el Palacio de los Deportes de Madrid

Foto: Romeo Santos en concierto. (EFE)
Romeo Santos en concierto. (EFE)

El dominicano Romeo Santos triunfó a los grande en Madrid antes de pisar el escenario. No solo por colgar el cartel de “no hay entradas” en el Palacio de los Deportes, sino por la sensación de que el mítico recinto ya se le ha quedado pequeño. Con el primer saludo, antes de empezar a cantar, recibió una sentida ovación de más de un minuto. El motivo de tanto cariño es que un par de generaciones han ligado al ritmo de sus melodramas pop, han escogido sus bachatas como banda sonora para la cama y se han sentido reconfortados con sus letras de desamor. Pero, sin duda, las piezas más populares de Santos son las que tratan sobre infidelidad.

Observar a un estadio de baloncesto a reventar coreando con euforia rimas sobre novios insatisfactorios es una estampa que debería hacernos reflexionar (o bien muchos no damos la talla o los rituales de emparejamiento del capitalismo tardío son manifiestamente mejorables). En el plano sonoro, hay que decir que el concierto fue profesional, que Santos despliega una voz en plena forma y que su banda con una docena de músicos está engrasada. Por eso resulta deprimente que un sonido difuso, pastoso y con poco brillo restase mucha pegada al conjunto. El día anterior, las crónicas del Palau Sant Jordi señalaban el mismo defecto.

Foto: Concierto de Maluma en Santiago. (EFE)

Repertorio mayúsuculo

El pop de estadio tiene un defecto recurrente: la irregularidad de los repertorios. Por ejemplo, en el último recital de Depeche Mode -en este mismo recinto- muchos de sus entregados fieles terminaron quejándose de que el grupo británico había tocado demasiadas canciones de la segunda parte de su carrera y muy pocas de la primera (donde, sin duda, se concentran sus mejores logros artísticos). Este es un problema que no tiene Romeo Santos, artista de un cancionero más que sólido, con temazos de sobra para tocar dos horas y cuarto sin que se detecte una sola pieza mediocre. Su anterior grupo, los superventas Aventura, son recordados en veinticinco minutos, pero son las piezas de su carrera en solitario las que incendian el show.

Por supuesto, el punto de máxima intensidad es 'Propuesta indecente', un himno con más de mil trescientos millones de escuchas en Youtube (sumen las de radio, discos y Spotify). No hablamos de un éxito tipo 'Gangnam Style', que se oye mucho un año y luego decae. Esta incitación al adulterio lleva ya un lustro sonando cada fin de semana en miles de bares, afters y chiringuitos de todo el planeta. Además no ha perdido un ápice de frescura. Las canciones actuales no desmerecen el material clásico, desde la intensidad sexual de 'Imitadora' a la juguetona 'Eres mía', pasando por la pletórica 'Sobredosis', que sirve de gran final para el show. Este repertorio de cinco estrellas deslumbra gracias a una de las mejores voces de la historia del pop, al mismo tiempo rotunda, melosa y desafiante. Nada que envidiar a gigantes como Marvin Gaye, Héctor Lavoe y Marc Anthony.

Ellas escuchan mejor

Durante todo el concierto, no dejo de pensar en un teoría pop brillantemente sintetizada por Patricia Godes, la mejor periodista musical de nuestro país. El enunciado es sencillo: las chicas saben mucho más de música popular que los hombres, tienen más criterio y más olfato. Aprecian a los vocalistas competentes, se aburren con los temas de relleno y disfrutan la música de manera más completa, ya que no les da vergüenza bailar. Fueron ellas las primeras en enloquecer con los Beatles, los Rolling Stones, Frank Sinatra, Camilo Sesto y Carlos Gardel, por citar cinco gigantes incuestionables. Es divertido, por ejemplo, recordar cómo los críticos masculinos menospreciaban el comienzo del fenómeno Alejandro Sanz para luego tener que admitir que aquellas adolescentes con carpetas forradas tenían mejor oído que ellos.

Es ridículo el empeño del feminismo más obtuso -y musicalmente paleto- de estigmatizar los discursos de Maluma, Luis Fonsi, Daddy Yankee...

Fueron las mujeres quienes se dieron cuenta de que la música disco era mucho más disfrutable que el plúmbeo rock progresivo y también quienes detectaron que el reguetón era el mejor antídoto contra la decadencia del pop rock-anglosajón. Lo mismo podemos decir de la copla, tesoro de nuestra música al que ellas se aferraron cuando tantos pedantes de izquierda la despreciaban por franquista. Por supuesto, ha sido el público femenino quien han llevado a Romeo Santos al estatus de superventas global. Por eso, precisamente por eso, resulta ridículo el empeño del feminismo más obtuso -y musicalmente paleto- de estigmatizar los discursos de Maluma, Luis Fonsi, Daddy Yankee y similares. Puede ser que, aisladas de su contexto, algunas letras (muy pocas) puedan sonar cuestionables, pero no hay que descartar la posibilidad de que las miles de chicas reunidas ayer en el Palacio de los Deportes sean capaces de comprender que Romeo Santos es un personaje pop y no un modelo de conducta sexual.

Enfoque distinto

Por supuesto, estamos ante un macho alfa. Pero, por suerte, la cadencia cariñosa de la bachata amortigua cualquier exceso de testosterona en las letras (que, por lo general, también incluyen estrofas dulces y mimosas). Sorprendentemente, uno de los aspectos más comentados del show son sus diferencias con otras estrellas masculinas latinas. Por ejemplo, Santos no incluye bailarinas y la única corista está medio escondida entre los músicos. Como muchos de sus compañeros, sube a una chica al escenario para flirtear, pero este cameo es mucho más fugaz que el de Carlos y Jorge, dos voluntarios que hacen el papel de Daddy Yankee y Nicky Jam en el ‘éxito “Bella y sensual”. El rollo macho dominante, que tanto cultiva en sus letras, queda muy diluido en directo. “En el show de Maluma me sentí algo acosada, en este más bien me sentí ignorada”, decía una fan veinteañera mientras abandonaba el recinto. Romeo Santos no es el ‘fucker’ que liga a dos centímetros de tus labios, sino más bien el amigo que te habla claro y con total confianza de cómo son los hombres en las relaciones sentimentales. En todo caso, uno de los artistas pop esenciales del siglo XXI.

El dominicano Romeo Santos triunfó a los grande en Madrid antes de pisar el escenario. No solo por colgar el cartel de “no hay entradas” en el Palacio de los Deportes, sino por la sensación de que el mítico recinto ya se le ha quedado pequeño. Con el primer saludo, antes de empezar a cantar, recibió una sentida ovación de más de un minuto. El motivo de tanto cariño es que un par de generaciones han ligado al ritmo de sus melodramas pop, han escogido sus bachatas como banda sonora para la cama y se han sentido reconfortados con sus letras de desamor. Pero, sin duda, las piezas más populares de Santos son las que tratan sobre infidelidad.

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