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Sergio Ramírez dedica el Premio Cervantes a "los asesinados en Nicaragua"
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máximo galardón de las letras española

Sergio Ramírez dedica el Premio Cervantes a "los asesinados en Nicaragua"

El escritor recibe de manos de los Reyes el premio con un discurso a la sombra del autor del 'Quijote' y de Rubén Darío en el que se distancia de su juvenil compromiso político

Foto: Sergio Ramírez, premio Cervantes durante la lectura de su discurso en la Universidad de Alcalá
Sergio Ramírez, premio Cervantes durante la lectura de su discurso en la Universidad de Alcalá

Recordaba Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) en los compases finales de su discurso de recogida del premio Cervantes de mano de los Reyes cómo, en su juventud, y al igual que el autor del 'Quijote', "tuve otras cosas de las que ocuparme, dejé la pluma y las comedias". Se refería el escritor a su aventura política en la guerrilla sandinista que acabaría derrocando a la dictadura de Somoza y que le llevaría a él a la vicepresidencia de su país junto a Daniel Ortega, el mismo que estos días, nuevamente presidente, reprime a sangre y fuego las protestas contra una ya retirada reforma de las pensiones. Rámirez, hoy muy crítico con Ortega, ha comenzado recordando a "los nicaragüenses asesinados en los últimos días por pedir justicia y democracia" y ha mostrado con sus palabras un distanciamiento de pasadas veleidades revolucionarias: "A través de los siglos, la historia se ha escrito siempre en contra de alguien o a favor de alguien. La novela, en cambio, no toma partido, o si lo hace, arruina su cometido".

Foto: Sergio Ramírez, premio Cervantes. (EFE)

El discurso de Ramírez en la ceremonia celebrada en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares ha rendido tributo a sus dos progenitores literarios, Cervantes, por supuesto, pero también al nicaragüense Rubén Darío, poeta y maestro, quien "devolvió a a la península una lengua que entonces resultó extraña porque venía nutrida de desafíos y atrevimientos, una lengua que era una mezcla de voces revueltas a la lumbre del Caribe". El ministro de Educación y Cultura Íñigo Méndez de Vigo ha hecho las veces de anfitrión de un acto en el que el morbo político lo han protagonizado el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y Cristina Cifuentes, presidenta de la comunidad de Madrid en busca de un máster, ambos justos pero no revueltos. Méndez de Vigo ha recitado versos de Darío, rimas de Sabina, ha recordado "las horas difíciles que vive Nicaragua" y ha asegurado que Sergio Ramírez "ha dotado a la cultura en lengua española de porvenir, al cargarse a la espalda a la generación posterior al boom, para desmentir que la grandeza de las letras latinoamericanas fuera flor de un día".

Foto: Chimo Bayo, firmando libros en Barcelona en el pasado Sant Jordi. (EFE) Opinión
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En el cóctel posterior a la entrega del premio, Cristina Cifuentes y Mariano Rajoy han hablado apenas tres minutos con extrema frialdad. La presidenta de la Comunidad de Madrid, a preguntas de los periodistas sobre la polémica de su máster, ha asegurado que ya "sólo espero que hablen los tribunales porque yo ya lo he dicho todo. No tengo ningún problema con la moción de censura, es un mecanismo democrático que estoy dispuesta a afrontar".

Sergio Ramírez dedica el Cervantes ''a la memoria de los nicaragüenses asesinados en las calles''

Titulado 'Viaje de ida y vuelta', el discurso de Ramírez ha tejido el traje habitual del género: homenaje a sus precursores, Cervantes y Rubén Darío, vindicación de la lengua española -rejuvenecida y revitalizada en la orilla americana- breve exégesis biográfica y levemente autocrítica, y agradecimientos. "Vengo de un pequeño país que erige su cordillera de volcanes a mitad del ardiente paisaje latinoamericano, al que Neruda llamó en una de las estancias del 'Canto General' 'la dulce cintura de América'". El prosista se ha declarado sin embargo poeta, en el sentido de buscar palabras "que van más allá de sus propios límites expresivos". Y es que la poesía es, para el autor de 'Margarita está linda la mar', "la sustancia inevitable de la prosa".

La parte más esperada del texto leído por Ramírez ha llegado al final, cuando ha recordado su experiencia guerrillera en el Frente Sandinista: "Y si un día me aparté de la literatura para entrar en la vorágine de una revolución que derrocó a una dictadura, es porque seguía siendo el niño que se imagina de rodillas en el suelo de la venta presenciando la función de títeres del retablo de Maese Pedro, ansioso de coger un mandoble para ayudar a don Quijote a descabezar malvados". El escritor ha denunciado antes, en clara alusión a su antiguo amigo y camarada de armas Daniel Ortega, a los "caudillos enlutados antes, caudillos de feria hoy, disfrazados de libertadores, que ofrecen remedio para todos los males".

Recordaba Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) en los compases finales de su discurso de recogida del premio Cervantes de mano de los Reyes cómo, en su juventud, y al igual que el autor del 'Quijote', "tuve otras cosas de las que ocuparme, dejé la pluma y las comedias". Se refería el escritor a su aventura política en la guerrilla sandinista que acabaría derrocando a la dictadura de Somoza y que le llevaría a él a la vicepresidencia de su país junto a Daniel Ortega, el mismo que estos días, nuevamente presidente, reprime a sangre y fuego las protestas contra una ya retirada reforma de las pensiones. Rámirez, hoy muy crítico con Ortega, ha comenzado recordando a "los nicaragüenses asesinados en los últimos días por pedir justicia y democracia" y ha mostrado con sus palabras un distanciamiento de pasadas veleidades revolucionarias: "A través de los siglos, la historia se ha escrito siempre en contra de alguien o a favor de alguien. La novela, en cambio, no toma partido, o si lo hace, arruina su cometido".

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