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Luces, cámara, ¿acción? Sin liderazgo en el cine español
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Luces, cámara, ¿acción? Sin liderazgo en el cine español

¿Dónde está el problema de nuestra industria? En la debilidad de las asociaciones profesionales y en el desinterés del Gobierno y de los partidos políticos

Foto: Rodaje de la película 'El guardian invisible'. (EFE)
Rodaje de la película 'El guardian invisible'. (EFE)

Dice la leyenda urbana que el cine español es un parásito del Estado. Esto es un bulo (falsedad propalada con intención) que, sin embargo, ha conseguido calar entre muchos de nuestros compatriotas. Es una gran patraña porque desde hace muchos años nuestro cine es rentable para el erario público.

Para empezar a hablar, la industria cinematográfica española soporta aún ese intolerable IVA (ya solo el cine dentro de la cultura) del 21 por ciento. Por enésima vez acaban de proclamar su bajada, sin advertir que se producirá cuando se aprueben los Presupuestos Generales del Estado, esto es, cuando se pongan de acuerdo partidos políticos ahora a la greña. Casi seis años de castigo, casi seis años lastrando la asistencia de espectadores a las salas de cine. Incomprensible en Europa, que grava con un impuesto tres veces menor.

Foto: Paco León y Fernando Colomo en el rodaje de 'La tribu'. (Fox/ José Haro)

Para seguir hablando, y teniendo muy presente la afición gubernamental por compararnos con los países de nuestro “entorno”, sepan ustedes que el ministerio español de Cultura dedica a la producción de largometrajes españoles apenas 30 millones de euros. ¿Francia?, 700, para producir 300 largometrajes con presupuesto medio de 4.9 millones de euros. ¿Italia?, 400. ¿Alemania?, 300. El Reino Unido acaba de insuflar 212 millones de dólares para hacer crecer la inversión en audiovisual de 2.800 millones en 2017 a 5.700 en 2025.

Si lo nuestro suena ridículo es porque lo es. Y eso que esa mezquina “inversión” de 30 kilos tiene un impacto en nuestra economía de unos 550 millones de euros y permite al Estado recaudar en torno a 144 millones en concepto de IVA, IRPF y Seguridad Social, solamente teniendo en cuenta la producción española.

Consideremos, además, que este mundo del cine en España da trabajo a muchos miles de personas. Que incorpora a jóvenes con decidida vocación cinematográfica y cultural. Que compite con una producción extranjera que nos roba el idioma y se comercializa en nuestro país sin condicionamiento alguno. Y que es, en fin, la más visible de nuestras industrias culturales.

¿Dónde está el problema? Pues hay que buscarlo en la debilidad de las asociaciones profesionales y en el desinterés del Gobierno y de los partidos políticos. Como parece inútil contar con estos últimos, y ya les hemos dedicado unos cuantos Furtivos, toca remangarse a quienes nos dedicamos al cine, veteranos y noveles, para luchar por el reconocimiento de nuestra profesión.

Así de claro. Nos falta el liderazgo colectivo que llegamos a tener in illo témpore para hablar con una sola voz, defender nuestras reivindicaciones, potenciar la industria y, desde luego, proteger las condiciones de trabajo de quienes se dedican a un mundo en el que, insistimos, nadie existe sin el concurso de todos.

Antes de seguir con el cine, que es lo que nos ocupa y preocupa a los Furtivos, permítasenos hacer una breve digresión sobre el liderazgo. El historiador británico Archie Brown, uno de esos 'professors' eméritos de Oxford, ha dedicado media vida a estudiar cómo han funcionado, y funcionan, los grandes del mundo.

El mito del líder

En su libro 'El mito del líder' -cuya traducción al castellano pronto aparecerá en España-, el sesudo investigador pone a los dirigentes mundiales en su contexto histórico; los distingue entre reformistas, transformadores, revolucionarios o totalitarios, y se pregunta, en fin, quiénes son los mejores.

Qué curioso. Los buenos, según Brown, no suelen ser aquellos que se perciben como ‘líderes fuertes’, sino “los que tienden a colaborar, a delegar, a negociar… y a reconocer que una sola persona ni puede, ni debe tener todas las respuestas”.

O sea que si trasladamos su apreciación a nuestro cine, aquí no necesitamos 'Espartacos', 'Bravehearts', 'Gladiators', o 'Master and Commanders', sino, en todo caso, 'Los Tres Mosqueteros'. Sí, parece una broma pero pensemos que los tres en realidad fueron cuatro, que la unión hace la fuerza, y que “uno para todos y todos para uno”...

Este es, en definitiva, el impulso y el talante que deben tener los líderes que necesitamos en nuestra industria cinematográfica para exigir, colaborar y negociar, con el Gobierno, las televisiones públicas y privadas, las novedosas Netflix, Amazon y demás OTT, las entidades de crédito oficiales y con aquellas otras instancias que requieran su intervención.

Decíamos más arriba que, como otras industrias cinematográficas desarrolladas, la española siempre ha estado liderada por una serie de productores, directores y actores que, mediante asociaciones, sindicatos y otras uniones profesionales, presentaban sus reivindicaciones. Eran demandas que tenían gran eco en los medios gracias a la visibilidad que da el mundo del cine. Eran reclamos que movilizaban al sector, llegaban a la opinión pública y, desde luego, al Gobierno de turno.

Así ha sido, y así lo recordamos, durante muchas décadas. Incluso en aquellos tiempos lejanos en que el activismo político pretendía mejorar las condiciones de producción y comercialización de nuestro cine. Oigan bien: casi parece que hasta al 'Generalísimo' le importaban más las películas de su tiempo que a nuestros gobernantes las de hoy, aunque fuera para censurarlas.

Y es que causa sonrojo, cuando no alipori (esto es, vergüenza ajena), observar cómo esta fauna política de hogaño solo muestra interés en el 'photocall' de la ceremonia de los Goyas.

Talento a la calle

Necesitamos más gente de nuestra industria que, al estilo de Isabel Coixet y Álex de la Iglesia, dos de los pocos ejemplos que podemos señalar, salgan a los medios a expresar ideas, formular propuestas profesionales y defender derechos con su claro sentido de compromiso social. No, es que no queda otra. Quienes tienen talento en nuestro oficio han de salir a la calle, que ya es hora --como decía el poeta--, para decirle al gran público, ese que se sienta ante la gran pantalla, que a nuestra clase política le importa medio carajo el cine español.

Así que miremos para dentro. Reconozcamos que los productores independientes han sido sustituidos por los ejecutivos de las cadenas televisivas. En un plan muy bien diseñado por UTECA, su agrupación patronal, los grandes conglomerados de la televisión se han hecho con el control del cine.

Ellos son los que impiden que el talento, tanto el probado como el que aún ha de aflorar, pueda hacer películas que tengan interés artístico, marque tendencias y presente obras de calidad a los grandes festivales con el favor de crítica y público.

Una de las muchas pruebas que demuestran la insignificancia creativa a la que nos arrastran los "motores" del cine español actual es que entre 2005 y 2017 no solo no hemos ganado Oscar alguno a la mejor película extranjera, sino que ni siquiera hemos sido nominados.

En los trece años anteriores ganamos el Oscar con 'Belle Époque', 'Todo sobre mi madre' y 'Mar adentro'. Y fuimos nominados por 'Secretos del corazón' y 'El Abuelo'.

Tenemos luces, cámaras, y falta la acción. Queremos que productores, directores y actores se levanten para plantar cara a los poderes, sean públicos o privados. Los Furtivos tocamos a rebato para que florezca con fuerza una nueva Asociación de productores independientes que represente a todos aquellos que hacemos cine. Porque son los productores los que, en primera y última instancia, hacen cine. Sin su empuje, su organización y su capacidad para levantar recursos, el resto de la profesión se queda clavada.

Aquí dejamos nuestra iniciativa. Pero solo somos un grupo de furtivos en medio del extraordinario talento que hay ahí fuera. Tenéis la voz y la palabra.

(Continuará...)

Dice la leyenda urbana que el cine español es un parásito del Estado. Esto es un bulo (falsedad propalada con intención) que, sin embargo, ha conseguido calar entre muchos de nuestros compatriotas. Es una gran patraña porque desde hace muchos años nuestro cine es rentable para el erario público.

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