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¿Quién es más facha: Batman o Superman?
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Un ensayo analiza los valores políticos de los superhéroes

¿Quién es más facha: Batman o Superman?

Las historietas tienen apariencia neutral, pero son portadoras de valores morales que abarcan todo el espectro político

Foto: Exposición sobre superhéroes en Londres (EFE)
Exposición sobre superhéroes en Londres (EFE)

Una de las novedades editoriales más curiosas de la primavera es ‘Con capa y antifaz. La ideología de los superhéroes’ (Catarata), de Julio Embid. Aunque pueda parecer lo contrario, muy pocos autores se animan o se atreven a investigar las implicaciones morales de los grandes mitos de la cultura popular global. Además, el autor es un político en ejercicio, director general de Relaciones Institucionales y Desarrollo Estatutario en el gobierno de Aragón. El texto que firma Embid es ágil y entretenido, saltando entre el periodismo, la política y la semiótica. “En las últimas décadas, casi coincidiendo con el auge del neoliberalismo, se ha producido un aumento de las películas y los tebeos que se centran en el lado oscuro de Supermán, Spiderman, Batman y otros superheroes”, señala en el prólogo José Andrés Torres Mora, diputado socialista por Málaga.

Imperialismo pop

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El ensayo destaca por su capacidad para señalar verdades evidentes que muchas veces se nos escapan. Por ejemplo, esta observación sobre la importancia de la cultura popular: “Se dice que el siglo XXI será el siglo de China. Lo dudo: la expansión hegemónica no puede ser solamente económica (o militar), sino también ideológica y cultural”. Embid pone también el ejemplo de Alemania, indiscutible líder de Europa, un país del que la mayoría apenas podemos citar unas cuantas películas emblemáticas y un solo grupo de música (“Scorpions, que encima cantan en inglés”). Mucho peor es el mencionado caso de China, “cuyas expresiones culturales actuales resultan desgraciadamente desconocidas para mí, a pesar de usar a diario tecnología y productos hechos allí”, señala el autor. Por supuesto, en las antípodas están el caso de Estados Unidos y su elenco de superhéroes de cómic. ¿Recuerdan expresiones como ‘poder blando’ o ‘imperialismo cultural’? Parece que tienen más vigencia de la que podríamos suponer.

Superman nació en Soria

Los superhéroes, no es ningún secreto, son estupendos transmisores de ideología política. No es casualidad que, entre 1943 y 1944, el ejercito de Estados Unidos distribuyese entre sus tropas 100.000 cómics mensuales. Los objetivos eran entretener, levantar la moral y confirmar a los soldados que estaban del lado del bien. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la creación más potente de Marvel fue el Capitán América. Hoy muchos le perciben como un icono derechista, pero en realidad se trata del mayor símbolo pop del antifascismo, ya que fue diseñado para oponerse a Adolf Hitler. Sus autores, Joe Simon y Jack Kirby, “recibieron muchas amenazas por parte de simpatizantes del nazismo”.

Daredevil es católico, de izquierdas, depresivo, universitario, blanco y sufridor

Embid tiene una habilidad especial para describir con gracia a los grandes superhéroes. En el texto, Supermán es “un soriano que triunfa en Madrid, representante de “la América vacía”, que no sale sale en las películas y solo aparece en los telediarios cuando pasa un huracán”. Obviamente, cuando dice “soriano”, se refiere a que esta provincia es el equivalente español de Kansas, estado rural y despoblado.

Guerras culturales

Vayamos al mambo. ¿Cuál es la mayor guerra cultural que ha desatado un superhéroe? Seguramente el quilombo que se montó en octubre 2016 cuando la ONU nombró a Wonder Woman “embajadora honoraria de buena voluntad para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en el mundo”. En aquel momento, parecía una buena idea, hasta el punto de que se organizó una fiesta conmemorativa con invitados como el secretario general Ban Ki-moon y las actrices Lynda Carter y Tal Gadot. Pocos después, se registraba una petición de protesta internacional de varios trabajadores del organismo internacional. ¿Su reproche? No les parecía tan buena idea simbolizar el empoderamiento de la mujer global con un icono tan ‘yanqui’ y explícito. “Es alarmante que la ONU haya considerado utilizar un personaje cuya imagen es tan abiertamente sexual en una época en la que los principales titulares de la prensa en EE.UU y el mundo tratan acerca de la objetificación de las mujeres y las niñas. Además, su vestuario, compuesto por unos relucientes leotardos que dejan ver los muslos, adornados con la bandera de EE.UU y con botas hasta las rodillas, son una muestra de insensibilidad por parte de la ONU acerca de las diferentes culturas del mundo”. Como era de esperar, el título honorífico de Wonder Woman fue retirado inmediatamente, tan solo dos meses después de recibirlo.

Símbolos de nuestro tiempo

Iron Man es un halcón que cree que la política norteamericana debe intervenir en el exterior para garantizar la seguridad

Por su parte, Iron Man representa perfectamente los valores del Partido Republicano estadounidense. “Es un halcón que cree que la política norteamericana debe intervenir en el exterior para garantizar la seguridad y los valores de las personas que viven en el interior del país”, señala. Por su parte, Batman encarna al millonario emprendedor, siempre dispuesto a adquirir conocimientos, ya sea cursar Derecho en Harvard, aprender artes marciales de un ninja japonés o recibir clases de armas de fuego de un asesino profesional.

Por supuesto, no todos los personajes de Marvel y DC son multimillonarios hipermotivados o superhombres nieztscheanos. El superhéroe favorito del autor es Daredevil, que le causa simpatía por su mezcla de ceguera, bajos ingresos y la inclinación por los valores igualitarios. “Es católico, de izquierdas, depresivo, universitario, blanco y sufridor”, destaca.

En esta categoría de “superhéroe perdedor” podría entrar también Spiderman, de quien se recuerda que Peter Parker (su identidad secreta) suele ser víctima de acoso escolar. De hecho, puede reivindicarse la figura de Spiderman como difusor del mandamientos moral más recordado por los adictos a los tebeos de todo el planeta: “a todo gran poder corresponde una gran responsabilidad”. Sin duda un lema que debería colgarse en las oficinas de todos los autores y editoriales de cómics del planeta.

Una de las novedades editoriales más curiosas de la primavera es ‘Con capa y antifaz. La ideología de los superhéroes’ (Catarata), de Julio Embid. Aunque pueda parecer lo contrario, muy pocos autores se animan o se atreven a investigar las implicaciones morales de los grandes mitos de la cultura popular global. Además, el autor es un político en ejercicio, director general de Relaciones Institucionales y Desarrollo Estatutario en el gobierno de Aragón. El texto que firma Embid es ágil y entretenido, saltando entre el periodismo, la política y la semiótica. “En las últimas décadas, casi coincidiendo con el auge del neoliberalismo, se ha producido un aumento de las películas y los tebeos que se centran en el lado oscuro de Supermán, Spiderman, Batman y otros superheroes”, señala en el prólogo José Andrés Torres Mora, diputado socialista por Málaga.

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