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Las leyes del Serengeti: el secreto de la vida al fin desvelado
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Las leyes del Serengeti: el secreto de la vida al fin desvelado

Sean B. Carroll, una de las eminencias de la biología mundial, describe en su último ensayo cómo el conocimiento de las razones últimas de la naturaleza puede salvar el planeta

Foto: León en el Serengeti, Tanzania. (EFE)
León en el Serengeti, Tanzania. (EFE)

Hay una legitimidad superior a todas las constituciones existentes, un corpus de derecho que determina desde los más microscópicos detalles del funcionamiento del cuerpo humano a las muchedumbres animales que viven y mueren al sol de la sabana africana, unas leyes que permiten encajar las partes en el todo vital del planeta y que advierten acerca de la catástrofe que desencadena la desaparición de cualquiera de esas partes, por muy imperceptible que parezca. Son 'Las leyes del Serengeti', bautizadas así por el científico estadounidense Sean B. Carroll, en su último libro publicado por Debate, uno de los ensayos, no sólo científicos, más embriagadores de los últimos tiempos. Carroll es uno de los grandes de la biología actual, profesor de biología molecular y genética en la Universidad de Wisconsin, vicepresidente del departamento de educación científica del Howard Hughes Medical Institute, finalista del National Book Award y uno de los cinco biólogos señalados al inicio de la fabulosa parodia a ritmo de 'Despacito' de 'Acapella Science' (no se la pierdan).

Desde la célebre 'hipótesis de Gaia', propuesta por James Lovelock en 1969, la idea de que nuestro planeta es un sistema vivo y autorregulado ha sido una constante en las ciencias naturales, si bien en una forma más evocadora y alegórica que eminentemente científica. Lo que hace Carroll en su libro es deducir, tras años de investigaciones sobre el terreno y de conversaciones con los más reputados científicos en todo tipo de campos, las seis leyes concretas y reales que rigen el funcionamiento de ese supraorganismo global que pueden agruparse en dos afirmaciones fundamentales: "Primero: "igual que existen leyes que determinan la cantidad de moléculas que ha de haber en nuestro cuerpo, existen otras leyes que determinan la cantidad de animales y plantas que deben de existir sobre la Tierra; y segunda: las leyes que regulan la vida a escala humana son las mismas que regulan la vida a escala planetaria".

placeholder 'Las leyes del Serengeti'. (Debate)
'Las leyes del Serengeti'. (Debate)

La odisea a la búsqueda de las leyes del Serengeti lleva a Carroll a lo largo de estas páginas desde las inmensas llanuras de Tanzania que dan título al libro -un ecosistema alucinante en el que tiene lugar la mayor migración animal del planeta con hasta un millón de ñúes, 200.000 cebras y decenas de miles de otros animales- hasta los páramos helados de Groenlandia, pasando por ríos, lagos, costas y montañas de todo el planeta en los que la vida se despliega en un equilibrio tan estable como frágil. Pero también hace paradas en la historia del científico Walter Cannon, que en la Primera Guerra Mundial salvó la vida de muchos soldados al entender que el desequilibrio químico que les amenazaba se solucionaba con la simple administración de bicarbonato, o en los laboratorios más punteros que, entendiendo el cuerpo humano también como un todo autorregulado, avanzan cada vez más en el combate a cara de perro contra las principales enfermedades que nos acechan.

Las leyes del Serengeti son seis. A saber:

1ª Ley del Serengeti.

"No todas las especies son iguales, algunas tienen una importancia clave que determina su influencia en el funcionamiento de un ecosistema dado". El zoólogo Robert Payne demostró en los años 60 que, allá donde había muchas estrellas de mar, aumentaban las especies que, sin ser depredadoras, eran capaces de erradicar dichas estrellas.

2ª Ley del Serengeti.

"Algunas especies actúan como transmisoras de fuertes efectos indirectos a través de las cascadas tróficas". Las nutrias ejercen un "efecto cascada" descendente sobre múltiples niveles tróficos situados debajo suyo. Su presencia fortalece, por ejemplo, la vegetación de los bosques.

3ª Ley del Serengeti.

"Algunas especies compiten por recursos comunes". Los célebres ñúes del Serengeti provocan un efecto abrumador al competir por el pasto con otros herbívoros de manera que, cuando se decidió luchar contra la peste bovina que les aquejaba, mejoraron todas las poblaciones, de las jirafas a los leones.

4ª Ley del Serengeti.

"El tamaño corporal afecta a la forma de regulación". Sí, el más grande se come al chico pero el más chico determina a su vez, con su abundancia o escasez, la existencia del más grande.

5ª Ley del Serengeti.

"La regulación de algunas especies depende de su densidad". La dispersión de poblaciones es una estrategia esencial de supervivencia para superar los límites impuestos por la regulación de la Naturaleza.

6ª Ley del Serengeti.

"La migración incrementa el número de animales". La dispersión de poblaciones incrementa además el número de animales al aumentar el alimento disponible y reducir la vulnerabilidad ante los depredadores.

Y como colofón, un recordatorio para el ser humano: todas estas leyes son aplicables a su vez al ser humano y a sus efectos directos, y también dramáticos, en la degradación del planeta. Carroll es optimista: si logramos acuerdos sociales colectivos que deduzcan las inevitables conclusiones de la interrelación del hombre con el resto de los seres vivos del planeta, tal vez tengamos una oportunidad de futuro para los 7.000 millones de seres humanos que habitan ya -en la inolvidable definición de Carl Sagan, este "punto azul pálido".

Hay una legitimidad superior a todas las constituciones existentes, un corpus de derecho que determina desde los más microscópicos detalles del funcionamiento del cuerpo humano a las muchedumbres animales que viven y mueren al sol de la sabana africana, unas leyes que permiten encajar las partes en el todo vital del planeta y que advierten acerca de la catástrofe que desencadena la desaparición de cualquiera de esas partes, por muy imperceptible que parezca. Son 'Las leyes del Serengeti', bautizadas así por el científico estadounidense Sean B. Carroll, en su último libro publicado por Debate, uno de los ensayos, no sólo científicos, más embriagadores de los últimos tiempos. Carroll es uno de los grandes de la biología actual, profesor de biología molecular y genética en la Universidad de Wisconsin, vicepresidente del departamento de educación científica del Howard Hughes Medical Institute, finalista del National Book Award y uno de los cinco biólogos señalados al inicio de la fabulosa parodia a ritmo de 'Despacito' de 'Acapella Science' (no se la pierdan).

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