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La loca burbuja del trap: "Los cachés se han multiplicado por seis en tres meses"
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La loca burbuja del trap: "Los cachés se han multiplicado por seis en tres meses"

El género de moda quiere hacer dinero rápido

Foto: Festival sÓnar en barcelona
Festival sÓnar en barcelona

Cuando menos te lo esperas, llega una noticia estimulante. “El trap está pegando muy fuerte. Y no solo entre los veinteañeros. Todo tipo de gente se acerca a la cabina para pedir a C. Tangana y Bad Gyal”, me explica un promotor. La creciente popularidad del género ha tenido consecuencias económicas. “Sus cachés se han multiplicado por seis en tres meses. Por lo menos, el de los nombres más conocidos. El pasado abril, Bad Gyal pactaba conciertos por 400 euros, en octubre rechacé contratarla por 1.000 más gastos y ahora me estoy planteando pagarle eso solo por una sesión de discjockey. Si la quiero en concierto, ya me piden ocho mil, pero para un festival pediría diez mil”, revela. Otros dos promotores del sector nos han confirmado que las cifras son verosímiles. ¿Se les ha ido la olla a las estrellas traperas?

Foto: C. Tangana en una imagen promocional tomada por el fotógrafo Javier Ruiz.

Todos los agentes con los que hablamos para este reportaje insisten en el off the record. No quieren problemas con artistas ni representantes. La dificultad del momento no está solo en los precios, sino también en la formalidad. “He cerrado tratos con mánagers que luego el grupo ha echado atrás porque habían cambiado de opinión y querían más dinero”, lamenta un dueño de sala. Se llega al acuerdo de contratar un show por 1.500 euros y, al ver que el promotor acepta, el grupo rompe la baraja y pide 2.000. Ahora mismo, los 1.500 euros se han convertido en el precio estándar por un grupo conocido. Por ejemplo, artistas de segundo nivel como los valencianos Mueveloreina cobraban 500 euros en otoño y ahora reclaman poner sobre la mesa esos 1.500 para empezar a hablar.

Mimados por los medios

¿Cómo se justifica el subidón? “Si hablamos de Bad Gyal, te dirán que está empezando a hacerse conocida en Estados Unidos, donde páginas cool como Pitchfork ya la están comparando con Rihanna”, apunta el promotor. Desde el pasado verano, se ha elevado el perfil mediático de muchos traperos, gracias al apoyo del Sónar, radiofórmulas como Los 40 y a la celebración del Tag Music Fest, que agotó las entradas del formato pequeño del Palacio de los Deportes de Madrid. La mayor historia de éxito es la de C.Tangana, con fans como el publicista Risto Mejide, que le entrevistó para su programa Chester. El trap se ha convertido también en combustible de las revistas de moda y tendencias, siempre necesitadas de nuevas estéticas para renovar sus contenidos.

Doble rasero

El combativo rapero Nega, la mitad de Los Chicos del Maíz, advierte desde hace meses que estamos ante un fenómeno tirando a artificial: “Todo lo relacionado con el trap tiende a exagerarse, distorsionarse, parece que toda la juventud de este país escuche a Kinder Malo. Luego quien mete diez mil personas en pabellones son artistas como La Raíz y Kase.O, que no reciben una cuarta parte de la atención mediática que el trap. En realidad, el trap es un género que engancha a revistas como Vice, con redactores que peinan canas y se sienten fascinados con las historias de barrios chungos. Podríamos llamarlo la mirada del zoológico”, lamenta.

"A los medios cool les resulta más atractivo hablar de la juventud alienada y con los mismos valores que Daniel Lacalle”, remata Nega

Se repite la misma historia de La Movida, escena de los ochenta favorita de los medios, que recibió mucha más atención que los grupos de rock urbano, la rumba de barrio o el Rock Radical Vasco, tan populares o más que los poperos de Madrid. Algo similar volvió a suceder en los años noventa con la entronización mediática del indie. El trap vuelve a repetir el patrón. “La gente que llena pabellones para ver a La Raíz, Kase-O y La M.O.D.A no son puretas de cuarenta años de clase alta, sino chavales con cierta conciencia, preocupada por lo social, la ecología, las agresiones a la mujer y -aunque suene algo ingenuo- la poesía. A los medios cool les resulta más atractivo hablar siempre de la juventud enajenada, alienada y con los mismos valores que Daniel Lacalle”, remata Nega.

Rimas neoliberales

Quizá suene exagerada la equiparación de trap y neoliberalismo. Varias pistas nos indican que no. Por ejemplo, jóvenes políticos de derecha como Andrea Levy han hecho publica su inclinación por este género, cuyas letras reflejan la aspiración a una vida de sexo, drogas y dinero fácil. Los economistas Silvia Charro y Simón Pérez, despedidos por su eufórico vídeo sobre hipotecas fijas, concedieron una entrevista a Vice donde daban detalles de su buena sintonía con la escena trapera. Afirman que han mantenido contactos personales con artistas como Cecilio G. y Los Zvfiros, además de otros menos conocidos. Pérez opina que estamos ante un género muy neoliberal, aunque no tenga plena conciencia de ello. “Lo saben, pero no saben las palabras. Nosotros les queremos enseñar el camino que hay que seguir”, señala. “En cuanto hablas con ellos te das cuenta de que al final viven de acuerdo a una ideología pero que no se reconocen en ella, lo hacen sin saberlo. Saben y piensan que la competencia es buena, que persiguen el dinero, dicen que el paro a la mierda, que los impuestos a la mierda... “, añade Charro.

Ambos economistas se mostraban preocupados porque la bonanza del género fuese una simple burbuja. “Lo que tratamos de decirles es que curren. Que no piensen que porque se graben con un distorsionador de voz y una máquina que les haga entonar van a forrarse. No funciona así. Tendrán que hacer giras, hacer conciertos... currar, en definitiva”, afirma Charro. Por su parte, Pérez cerraba la charla con un comentario para situar socialmente el género: “El trap, estos chavales que hablan de ostentar, de hacer dinero, responden a un momento social. Después de la depresión económica toca consumir, toca gastar. Yo soy el primero que dice que dentro de treinta años el sistema habrá petado por todos lados, por mí el primero y por todos mis compañeros, pero hasta entonces no vale estar lamentándose todo el rato como los quinceemeros”.

Juventud enjaulada

En favor de los artistas de trap, hay que señalar que cada vez trabajan más sus conciertos. Por ejemplo, Yung Beef triunfó recientemente en el Apolo de Barcelona con un show donde rapeaba subido a una jaula en el centro de la sala, creando un efecto espectacular. “Están muy atentos a las novedades escénicas y saben lo que funciona y lo que no en una fiesta”, explica un jefe de prensa. Al final, el tiempo dirá si el género es una burbuja o un sonido crucial en la música popular del siglo XXI. “Pasará como siempre, desde el indie hasta Operación Triunfo, la mayoría serán olvidados y quedarán en pie los tres mejores, los que realmente conecten con la gente”, remata el promotor.

Cuando menos te lo esperas, llega una noticia estimulante. “El trap está pegando muy fuerte. Y no solo entre los veinteañeros. Todo tipo de gente se acerca a la cabina para pedir a C. Tangana y Bad Gyal”, me explica un promotor. La creciente popularidad del género ha tenido consecuencias económicas. “Sus cachés se han multiplicado por seis en tres meses. Por lo menos, el de los nombres más conocidos. El pasado abril, Bad Gyal pactaba conciertos por 400 euros, en octubre rechacé contratarla por 1.000 más gastos y ahora me estoy planteando pagarle eso solo por una sesión de discjockey. Si la quiero en concierto, ya me piden ocho mil, pero para un festival pediría diez mil”, revela. Otros dos promotores del sector nos han confirmado que las cifras son verosímiles. ¿Se les ha ido la olla a las estrellas traperas?

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