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Bronca centenaria por un "templo porno" a las puertas de la Gran Mezquita de Bruselas
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Bronca centenaria por un "templo porno" a las puertas de la Gran Mezquita de Bruselas

Historia secreta del Templo de las Pasiones Humanas, clausurado tres días después de su inauguración

Foto: Detalle del relieve del interior del pabellón. (Sam Donvil/Wikipedia)
Detalle del relieve del interior del pabellón. (Sam Donvil/Wikipedia)

En una esquina del Parque del Cincuentenario, esa brecha de verdor en pleno barrio europeo que se regaló Bélgica a sí misma por su 50 cumpleaños, se alza la Gran Mezquita de Bruselas. Las constantes polémicas que tienen a su minarete como epicentro eclipsan al pequeño pabellón aledaño que, sin embargo, es una verdadera caja de Pandora.

Durante años, solo los grafiteros han mostrado un moderado interés por el 'tempietto' olvidado. Quizá porque se desconocía que un joven Victor Horta ya había dejado su firma sobre esos muros de la que fue su primera obra pública. Y que, además, ninguna de las líneas que forman este pabellón neoclásico son realmente rectas. Una impresionante ilusión óptica.

placeholder El Templo de las Pasiones Humanas, hace unos años. (Rogergoos/Wikipedia)
El Templo de las Pasiones Humanas, hace unos años. (Rogergoos/Wikipedia)

Sobre el dintel, una inscripción a modo de aviso: 'Las Pasiones Humanas'. Pero incluso el reclamo pasa hoy desapercibido. Nadie se acuerda de que aquel título fue premonitorio, vistas las reacciones que provocó su inauguración en 1899. Y pocos conocen a su autor, al que no le importó golpear tanto la piedra como al puritanismo de sus contemporáneos: Jef Lambeaux.

El odio de Horta y el escultor Lambeaux

Con sus 'pasiones', Lambeaux logró superarse, granjearse la enemistad de Horta e iniciar una serie de broncas que han durado un siglo. Literalmente. El bajorrelieve fue concebido para la Exposición Universal que se celebró en Bruselas en 1897. Pero Lambeaux, enfrentado con Horta, no lo terminó a tiempo. Tardó dos años más en presentarse en sociedad y 100 en ser accesible al público.

Horta acabó tan desesperado que en sus memorias comparó a Lambeaux con un simio

Todo lo que ha rodeado la obra ha sido complejo. Horta acabó tan desesperado que en sus memorias comparó a Lambeaux con un simio. El tozudo escultor quería que su monumental obra —para la que empleó 17 bloques de mármol de Carrara— solo tuviera iluminación cenital, no frontal, pese a que el arquitecto había diseñado un edificio abierto, a modo de templo griego. Al final, decidió el pueblo: 'las pasiones' causaron tal escándalo que tres días después de su inauguración se clausuró el pabellón.


Lambeaux no vivió para verlo, pero le ganó la partida a su rival: entre 1909 y 1910 construyó una fachada frontal. Horta se desentendió de la obra y la instalación de las robustas puertas de bronce supuso una sentencia. El templo fue abandonado. Con el tiempo, los agrios debates públicos dejaron paso a leyendas urbanas sobre el contenido sexual del relieve, que cayó en desgracia.

Una leyenda negra (y erótica)

“Era un niño cuando la vi por primera vez. Tal era la leyenda negra que rodeaba al relieve que mi padre nos dejó a mi madre y a mí fuera, para entrar él primero y ver si era cierto que era pornográfico”, relata el conservador Werner Adriaenssens. Ríe al rememorarlo: estos ojos que hoy tenemos acostumbrados a YouPorn, el 'twerking' y las distopías de 'Black Mirror' ni siquiera pestañean ante las 'Pasiones Humanas'.

Sí, hay un conato de orgía. Sí, una pareja de amantes se besa con más delicadeza que pasión. Sí, hay suficientes tetas y culos como para hacer las delicias de un párvulo. Pero la obra no es 'pornográfica', como la opinión pública llegó firmemente a creer. Donde Lambeaux realmente se recreó más es en la mitad del enorme bajorrelieve —12 por ocho metros— que representa los tormentos a los que conducen las 'pasiones'.

La Bélgica que un día quiso emparedar las 'pasiones' de Lambeaux se rebeló, décadas después, contra su destrucción en el nombre de Alá

Por si aún se duda del tono moralizante del asunto, un crucificado nos recuerda las penurias con las que el género humano hace cargar a Cristo. Y una muerte alada, presidiendo, apunta hacia nuestro destino común. Pero el relieve era demasiado explícito como para que hace un siglo no se considerara una provocación. Y a Lambeaux le precedía su reputación.


El escultor se dio a conocer en 1881 en el Salón de París con una casta escultura titulada 'Le Baiser', una palabra que quiere decir 'beso' o, en una acepción tan vulgar como popular, 'follar'. Algo le debía andar ya rondando en la cabeza al belga, que un año después esculpió 'El éxtasis': un elegante y explícito 'cunnilingus', que aún hoy provocaría algún 'oh la la'.

En manos saudíes

Tal fue el olvido en que cayó el conjunto Horta-Lambeaux que no fue hasta 1976 cuando fue clasificado como Patrimonio, 60 años después de su construcción. Paradójicamente, tres años después estuvo cerca de desaparecer. Al rey Baduino, conocido en España por ser el marido de la reina Fabiola, se le ocurrió regalar el pabellón, junto al edificio adyacente, al rey Khalid de Arabia Saudí para erigir una mezquita y un centro de cultura islámica.

No es difícil imaginar lo que pensaron los saudíes cuando abrieron los portones de bronce y se encontraron con 'Las Pasiones Humanas'. El relieve comenzó a ser desmontado a principios de los ochenta, hasta que la operación llegó a oídos de los conservadores, que pusieron el grito en el cielo y movieron los engranajes necesarios para paralizar el proyecto.

La Bélgica que un día quiso emparedar las 'pasiones' de Lambeaux se rebeló, décadas después, contra su destrucción en el nombre de Alá. Una nueva y lenta pugna acabó por devolver la propiedad del templete al Estado belga. Un siglo después de su inauguración, el templete vuelve a estar abierto al público. Eso sí, con cita previa, no sea que tras tantos años de soledad, Pandora se vaya ahora a revolucionar.

En una esquina del Parque del Cincuentenario, esa brecha de verdor en pleno barrio europeo que se regaló Bélgica a sí misma por su 50 cumpleaños, se alza la Gran Mezquita de Bruselas. Las constantes polémicas que tienen a su minarete como epicentro eclipsan al pequeño pabellón aledaño que, sin embargo, es una verdadera caja de Pandora.

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