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Feria del Zócalo en México: una llama de luz desde las profundidades de la Tierra
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esperanza después del terremoto

Feria del Zócalo en México: una llama de luz desde las profundidades de la Tierra

Un millón de personas se han acercado este año a una de las citas con los libros más importantes del mundo

Foto: Feria Internacional del Libro en el Zócalo de México
Feria Internacional del Libro en el Zócalo de México

La Plaza, que alberga todos los años la Feria del Zócalo, acumulaba estragos por digerir estas últimas semanas. Desde Madrid, no se veía claro. ¿Cómo imaginar que la ciudad se levantaría tan rápido? Qué poco les conocemos… La XVII Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México (FIL Zócalo) 2017 arrancó como lo que es, una manifestación cultural de la vida pública de la gran metrópoli, con más de 1.400 actividades en 10 días que incluyen conciertos, presentaciones, talleres, un festival de cine y un elenco internacional de participantes bastante menos oxidados que los que al otro lado del charco, este lado, pueblan los escaparates en la zona roja del endogámico circo de Francfort, que solapa la cobertura internacional de este evento. El tunecino Ahmed Galai, representante de la Liga tunecina por los Derechos Humanos, galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2015, Mme Nielsen, escritora y músico danesa con obras traducidas a doce idiomas, Zaina Erhaim, periodista siria que dejó la BBC para regresar a Alepo en 2013 e informar sobre la situación allí… y desde allí llegó.

En el año de Chile, con sus debidos honores a Bolaño y Violeta Parra, el Premio Estrella de la Feria, el Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska de la Ciudad de México fue para el joven chileno Andrés Montero, por la novela 'Tony Ninguno' (La Pollera ediciones), donde el protagonista da vida a los personajes de las 'Mil y una noches' en un circo. Entre la oferta local, de todo un poco, un político de la oposición como Andrés Manuel López Obrador abarrota su carpa para hablar de historia, de historia de México, la periodista Carmen Aristegui mencionaba el tsunami que serían las próximas elecciones y homenajeaba al periodista de El Debate, Javier Valdez Cárdenas, asesinado esta primavera como tantos otros, el irreverente Carlos Martínez Rentería presentaba sus novedades editoriales en torno al sexo y las drogas bajo esa bandera de contracultura que quizá ya no lo sea tanto.

Foto: Ilustración de Jean-Francois Martin para 'Drogadictos'

En esta Feria de la calle, las casetas de libros, bien asistidas por las de comidas y refrescos, están ocupadas por los editores independientes mexicanos con estructuras muy precarias y, lamento decir esto, muy subsidiarias del gobierno, el 90% de lo que publican está subvencionado, mal que bien, sobreviven, pero si un día aceleran su crecimiento, nada tiene que ver con la fortaleza de su estructura ni con su acierto sino porque, ese año del Señor, las disparatadas ayudas a la edición les han permitido triplicar su producción, para el año siguiente volver a lo de antes, sin otro recurso que echarse a la espalda. Es una pena.

Los reyes dorados

Los reyes dorados son los de siempre: los pabellones de Penguin Random y de FCE, esta última, poderosísimo entramado editorial, un monstruo internacional, monopoliza prácticamente la riqueza cultural de los estados federados, de todo el país (también la llegada de Madrid y sus libros como ciudad invitada a la FIL de Guadalajara de este año, un auténtico hito que deberíamos aprovechar para darle continuidad, pero somos más bien de los que gastan todo en la boda ¿o esta vez no va a ser así? Por favor, decidme que no).

Un millón de personas han pasado este año por la Feria de Zócalo. Impresionante para tan reducido espacio, pero sucede cada año. Como feriante es un honor. Y eso que este año íbamos de comparsa, ni ciudad invitada ni glamour, ¡a la calle, niño, a trabajar! Como debe ser. Ojalá todas las ferias fueran así, sin tanta jaula de oro. La caseta que albergaba al reducido grupo de editores de Madrid que trabajó día a día, formado por David Gámez (Traficantes de sueños), Silvia (Nórdica), Chema (Amargord), Hugo (Brumaria) y este otro David de Demipage, con propuestas editoriales tan aparentemente distintas como las etnias que habitan nuestro planeta, fue un ancla fiable en puerto desconocido. Chapeau!

Sí, los organizadores de esta manifestación cultural insisten en querer propiciar el diálogo, la reflexión y el encuentro de la palabra hablada y escrita. Y en esta ocasión, con la ciudad aún devastada por el sismo (¿puedo decir terremoto?), -devastada quiere decir que todavía no se sabe qué edificios van a seguir cayéndose, que las personas han perdido sus casas, que se han muerto sus familiares, que todo ser vivo está deseando contarte cómo fue y dónde se encontraba pues no ha tenido tiempo de hacerlo aún, eso quiere decir devastada, por poner un ejemplo- los temas que identifican a esta decimoséptima edición son el reconocimiento a la cultura solidaria y la construcción de una cultura de paz ante la violencia en el mundo. Leído fríamente puede sonar al bla, bla, bla de siempre que en toda Latinoamérica acalla tantas verdades, tantas injusticias. Pero acuden todos los ciudadanos. Y, esta vez (y también me mojo por las otras veces), tenían algo que decir y compartir, necesidades ciudadanas de reunirse y hablar, para calmar un dolor tan reciente como profundo. Y lo que les queda. Y si supieran que pueden llegar a ser tan certeros con el empuje de sus palabras como las flechas de los campeones del mundo de tiro con arco que vinieron a poner el punto sobre las íes el último fin de semana. Si lo supieran.

La Plaza, que alberga todos los años la Feria del Zócalo, acumulaba estragos por digerir estas últimas semanas. Desde Madrid, no se veía claro. ¿Cómo imaginar que la ciudad se levantaría tan rápido? Qué poco les conocemos… La XVII Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México (FIL Zócalo) 2017 arrancó como lo que es, una manifestación cultural de la vida pública de la gran metrópoli, con más de 1.400 actividades en 10 días que incluyen conciertos, presentaciones, talleres, un festival de cine y un elenco internacional de participantes bastante menos oxidados que los que al otro lado del charco, este lado, pueblan los escaparates en la zona roja del endogámico circo de Francfort, que solapa la cobertura internacional de este evento. El tunecino Ahmed Galai, representante de la Liga tunecina por los Derechos Humanos, galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2015, Mme Nielsen, escritora y músico danesa con obras traducidas a doce idiomas, Zaina Erhaim, periodista siria que dejó la BBC para regresar a Alepo en 2013 e informar sobre la situación allí… y desde allí llegó.

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