El pederasta de los Maristas
Félix Colomer dirige 'Shootball', un documental en el que recoge los testimonios del pederasta de Sants-Les Corts y algunas de sus víctimas
Una no puede terminar de ver 'Shootball', el documental que el director Fèlix Colomer ha presentado en esta 62 edición de Seminci, y no sentir una indignación lacerante y un profundo desamparo. La injusticia parece de una evidencia tan aplastante que es difícil de digerir. Hay algo que no funciona, pero no en el caso puntual en el que se centra la película, sino en un plano mucho más grande, mucho más amplio y mucho más indeterminado. 'Shootball' es el nombre que Joaquín Benítez, un ex profesor (seglar) del colegio marista de Les Corts de Barcelona, le puso a un juego de pelota que hizo popular en sus clases de Educación Física. Pero 'Shootball' es también una investigación sobre la cara oculta —desconocida hasta 2016— de Joaquín Benítez, un pederasta confeso que durante más de 30 años abusó de niños de 9 a 17 años, pero está a la espera de juicio.
Colomer consigue en 'Shootball' algo que, a priori, parece un imposible: que un pederasta que todavía no ha sido juzgado dé la cara frente a la cámara y confiese sus delitos, algo inaudito. ¿Por qué accede un delincuente sexual a delatarse, a mostrar su rostro? "Se pone delante de la cámara porque yo le cuento que no tiene nada que perder, que él ya el monstruo, la peor persona del mundo —y lo seguirá siendo— pero que es la única oportunidad de intentar explicarse y de que alguien pueda entender un poco su discurso", explica el director. Un pederasta que busca la redención y la comprensión de la sociedad, y que dice —ahora — que se arrepiente.
El pederasta se pone delante de la cámara porque no tiene nada que perder y es la única oportunidad de intentar explicarse
Sin embargo, el objetivo de la película no puede estar más lejos de humanizar al pederasta, sino que Colomer busca una mayor visibilización de un problema que arrastra grandes estigmas sociales. "La película busca que los abusos dejen de ser un tabú para las víctimas, que dejen de sentirse culpables y avergonzadas, que es el sentimiento mayoritario que nos hemos encontrado", continúa el documentalista. "Y también era importante que, como muchas víctimas no quieren hablar, salieran a cara descubierta, porque es la única forma de que alguien empatice con un problema real. De hecho hay un estudio que dice que en países modernos hasta un 20% de los niños han sido abusados, así que es una cosa que pasa mucho más de lo que nos creemos".
El 4 de febrero de 2016 saltaba a la prensa la existencia de cinco denuncias de exalumnos de los Maristas por "abusos sexuales de un profesor de gimnasia". "El padre de un exalumno del colegio Maristas de Sants-Les Corts de Barcelona ha empezado a tirar de la manta que escondía un posible caso de abusos sexuales en este centro de secundaria durante años. Su hijo ha declarado ante los Mossos d’Esquadra que cuando cursaba primero y segundo de ESO, Joaquín B., profesor de gimnasia, le agredió sexualmente de forma repetida", describió la primera noticia sobre el caso que publicó 'El Periódico'. "Este padre, dolido con el centro educativo, ha ido más allá de la denuncia. Colgó en el colegio carteles para destapar los hechos. Adjuntó en estos pasquines una cuenta de correo (abusosenmaristas@gmail.com), creada para averiguar si existían más víctimas. Las había". Más de 100 personas decidieron, en público o en privado, contar su experiencia.
El padre del que habla la noticia es Manuel Barbero, que cuando empezó, efectivamente, a tirar de la manta, no pensó que el caso acabaría convirtiéndose en una trama en la que, de momento, "43 exalumnos han denunciado a 12 profesores o hermanos" "de violaciones de niños que tienen entre 6 y 14 años durante 40 años consecutivos en tres colegios" de Maristas. Una red que intenta desenmarañar Colomer a través de un documental que comenzó como la historia de un único pederasta y acabó como una muestra de los fallos de un sistema que, a todos los niveles, ha mirado para otro lado y no ha reconocido todavía sus equivocaciones y mucho menos ha pedido perdón.
A mediados de 2010, cuando tenía 15 años, Toni Barbero Casas empezó a sufrir unos dolores de espalda que le llevaron al despacho de Benítez, entonces su profesor de gimnasia. Lo que comenzó como un masaje derivó en una agresión sexual que se repetiría en el tiempo y que acabaría con el despido del docente del centro. "Yo perdí la virginidad con una violación", sentencia Barbero Casas, que todavía hoy arrastra secuelas físicas y psicológicas. "Fui débil. Durante muchos años sentí como un impulso que no podía evitar, aunque sabía que hacía mal", aduce Benítez.
"Fui débil. Durante muchos años sentí como un impulso que no podía evitar, aunque sabía que hacía mal", aduce Benítez.
"Yo tenía un problema muy grande como persona", continúa en otro momento del documental. "Y una enfermedad, podría ser. Una enfermedad, yo diría, transitoria. Estaba dentro de un foco que es el resultado de mi infancia a lo largo de mi vida durante 17 años. Como un adolescente que no tenía a sus padres al lado. Y que durante 17 años he estado prácticamente viviendo entre chicos. Era una época franquista. Y en la época franquista era una época en que todo era por narices. Era un tipo de educación imperativa y nosotros estábamos totalmente desamparados". Un patrón que se repite en los testimonios de los pederastas entrevistados en la película: no soy responsable de mis actos, la culpa es del franquismo, de mi infancia, de ponerme "placenta humana en la cabeza" [sic], como se justifica otro de los entrevistados.
En un momento, Colomer le pregunta a Benítez, que desde que fue expulsado ha trabajado en una piscina municipal como socorrista, si se siente totalmente rehabilitado.
—¿Tú has pedido ya todo el deseo sexual?
—No. No. A ver. Yo noto que tengo aún material.
Eso sí, admite que ya está totalmente curado y que no volverá a agredir a ningún menor.
En otro momento del documental, un fondo negro con letras blancas informa: "Manuel Barbero nos llama diciendo que Benítez ha abusado de un niño en verano de 2016". Nadie ha registrado su casa. No hay prisión preventiva.
De un caso aislado a una red de pederastia
Lo que comienza como un caso concreto, el del profesor Benítez, acaba descubriendo una red de casos de pederastia en varios colegios de Maristas que se habrían ocultado durante más de cuatro décadas. "Se encubría todo", admite el propio Benítez. La madre de una de las víctimas acusa al colegio incluso de engañarla —prometieron retirar de la docencia al 'hermano' responsable de los abusos a su hijo, al que readmitieron en su puesto unos meses más tarde—, amenazarla y recomendarle que mejor cambiase a su hijo de colegio, si no quería tener problemas. Uno de los asistentes de Benítez en la organización de los torneos de 'shootball' admite que el colegio le dijo que habían pillado al profesor con un alumno con el que se veía en el despacho "y que era consentido". "Que era consentido con un niño de 13 años", se exaspera. Fèlix Colomer también admite que, al ver que el documental avanzaba, la Fundación de Maristas les llamó para "advertirles de que tuvieran cuidado con lo que hacían".
Colomer: "Todo el mundo parece escurrir el bulto y me parece indignante que la gente que se ha equivocado no pida perdón"
'Shootball', sin embargo, vuelve a hacer hincapié en que cinco años antes de que estallara el 'Caso Maristas' hubo otro 'Caso Maristas' en 2011. Algunas de las víctimas de entonces afirmaron que el provincial de los hermanos Maristas Pera Ferré les dio dinero a cambio de que dejaran de denunciar los abusos. "Lo que más me indigna es el hecho de que —y no nos lo esperábamos para nada, porque nos pensábamos que había un malo que era Benítez y ya está— tantas instituciones después, por pequeños errores, algunos más a propósito y otros menos, van convirtiendo esto en una bola que se va haciendo más grande", apunta Colomer. "Todo el mundo parece escurrir el bulto y me parece indignante que la gente que se ha equivocado no pida perdón y que no hayan querido coger los mandos para que, aunque sea tarde, hacer algo, lo que sea posible".
El abogado de dos de las víctimas va todavía más allá. "En su momento las cosas se hicieron muy mal. No creo que a propósito, pero creo que es una mezcla entre demasiado trabajo, un sistema que no funciona del todo bien y que nadie quiso tomar la responsabilidad de tirar para delante. La Fiscalía o los Mossos o la jueza, uno por el otro nadie hizo nada. Ninguno de los tres hizo más de lo que era estrictamente obligatorio para cumplir el expediente. Ninguno quiso coger la responsabilidad y dar un paso para delante". "A quien se supone que le tienen que decir la verdad, lo ocultaron de forma voluntaria. Yo creo que esto es como para decir: esta escuela, como entidad y como Maristas, también es culpable de esto que ha pasado". "Hay mucha gente que piensa que esto [el documental] va contra la religión, pero no", explia el director.
'Shootball' empieza como el retrato y la posibilidad de una mínima expiación de un pederasta y acaba destapando las vergüenzas de una sociedad que ante los abusos sexuales mira hacia otro lado. ¿Y a 26 de octubre de 2017 en qué punto se encuentra el 'caso Maristas'?. "Ahora mismo Benítez está esperando juicio", explica Colomer. "Sólo cuatro de las diecisiete denuncias que se pusieron no han prescrito —de los cuatro, tres son los que salen en la película— y de los otros trece pederastas sólo va Benítez a juicio porque los delitos también han prescrito. Porque este es otro tema, que se está intentando cambiar por parte de la asociación que ha creado Manuel Barbero. Pero es algo que va para largo".
Una no puede terminar de ver 'Shootball', el documental que el director Fèlix Colomer ha presentado en esta 62 edición de Seminci, y no sentir una indignación lacerante y un profundo desamparo. La injusticia parece de una evidencia tan aplastante que es difícil de digerir. Hay algo que no funciona, pero no en el caso puntual en el que se centra la película, sino en un plano mucho más grande, mucho más amplio y mucho más indeterminado. 'Shootball' es el nombre que Joaquín Benítez, un ex profesor (seglar) del colegio marista de Les Corts de Barcelona, le puso a un juego de pelota que hizo popular en sus clases de Educación Física. Pero 'Shootball' es también una investigación sobre la cara oculta —desconocida hasta 2016— de Joaquín Benítez, un pederasta confeso que durante más de 30 años abusó de niños de 9 a 17 años, pero está a la espera de juicio.