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Rembrandt y Flora vuelven a amarse en Amsterdam (con permiso del zar)
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entre 7 de octubre y el 27 de mayo de 2018

Rembrandt y Flora vuelven a amarse en Amsterdam (con permiso del zar)

La gran exposición muestra la relación entre los maestros holandeses y los zares rusos, y deslumbra con todo un festival de arte clásico

Foto: Rembrandt - 'Flora'
Rembrandt - 'Flora'

Flora sigue reinando entre los cuadros de Rembrandt, al igual que lo hizo hace 380 años. La dibujó con amor en aquel 1634 porque realmente ella era el amor de su vida, era su mujer Saskia: la joven dama con una corona de flores, un vestido verde de mangas anchas, que mira a su pintor de reojo, mientras se levanta con una mano el vestido y con la otra sujeta un bastón entrelazado de flores. El pintor holandés estaría hoy orgulloso de ver que seis de sus obras han vuelto sanas y salvas a casa, a Ámsterdam, después de varios siglos decorando palacios rusos.

“Es un sueño hecho realidad. Es una exposición que pensábamos que nunca llegaría, debido a las complicaciones que tiene la negociación de este tipo de joyas, pero los cuadros ya están aquí. Ahora, cada vez que los miro, recuerdo cuando los vi la primera vez en San Petersburgo. Sigo igual de fascinada que entonces”, reconoce a El Confidencial Catherlijne Broers, la directora del Hermitage de Ámsterdam, que recoge este otoño una exposición prestada por el museo homónimo de San Petersburgo. Un total de 63 obras de arte de maestros holandeses han abandonado tierras rusas para protagonizar una exposición temporal en la capital holandesa.

Foto: Imágenes del 'Ecce Homo' tras la intervención de Cecilia Jiménez. (EFE)

El arte de Rembrandt no solo se conocía entre sus admiradores en los Países Bajos. Sus pinturas llegaron al extranjero y más allá. Él y sus contemporáneos eran muy apreciados en el mundo. Y sino, que se lo pregunten a Pedro el Grande o a Catalina II, a quienes les encantaba tanto el arte holandés, que se gastaron su fortuna en una enorme colección de obras de gusto exquisito que acogían en sus palacios varios. Ellos y una sucesión de zares rusos compraron estas 63 obras de 51 diferentes maestros neerlandeses de la Edad de Oro que se podrán disfrutar en Ámsterdam por primera vez en 350 años. Es también la primera vez que estos lienzos salen de Rusia, desde que sus dueños los compraron por aquel siglo. Hasta ahora formaban parte de la colección de más de tres millones de obras de arte que tiene el Hermitage de San Petersburgo.

Rusia loca por Holanda

La estupefacción rusa por los maestros holandeses se remonta al siglo XVII. Pedro el Grande compró su primer Rembrandt a los veinte y pocos años. Lo que le enamoraba del arte holandés era precisamente su enfoque realista y el ambiente de vida que reflejaba. Admiraba esos cuadros sobre escenarios domésticos en los que se adentraba una luz especial, y que se encargaban de retratar los pinceles de decenas de artistas. En cuestión de años, los zares lograron adquirir hasta 1.500 obras de arte de pintores holandeses, que se se fueron para quedarse porque nunca volvieron a casa. Esa colección es a día de hoy uno de los tesoros más atractivos del Hermitage de San Petersburgo y es la lista más importante de cuadros de pintores holandeses que está fuera de los Países Bajos.

placeholder Exposición de maestros holandeses en el Hermitage de Amsterdam
Exposición de maestros holandeses en el Hermitage de Amsterdam

“Pedro el Grande tenía una gran fascinación por Holanda y por su arte. Eso fue lo que acabó con estas obras en Rusia. Después fue Catalina la que siguió ampliando esa colección y se gastó mucho dinero en arte. Tenía ese gusto por el arte holandés, que destaca por reflejar la vida, la intimidad, el día a día”, explica Broers. La directora del Hermitage señala a 'Flora' o 'Mujer joven probándose unos pendientes', ambas de Rembrandt, como dos de sus cuadros favoritos, aunque afirma que ella intentó traerse a esta exposición varias otras obras holandesas pero “fue imposible porque igual que el Prado nunca prestaría un Goya, el museo de San Petersburgo tiene lienzos de oro que no dejará trasladar” fuera de Rusia.

placeholder (Evert Helzinga)
(Evert Helzinga)

La negociación con sus homólogos rusos duró tres años. No solo fue cuestión de ver qué cuadros es viable tomar prestados y qué joyas los rusos no están dispuestos a permitir que salga de su territorio, sino que “hizo falta reunir mucho dinero para hacer frente al seguro y el transporte” de estas obras maestras. Algunas más y otras menores famosas, los cuadros que recoge el Hermitage de Ámsterdam entre 7 de octubre y el 27 de mayo de 2018, también muestran los trabajos de Frans Hals, Barholomeus van der Helst, Willem Drost, Pieter Janssen Elinga, Arent de Gelder, Gabriel Metsu, Jacob van Ruisdael, Jan Steen, Ferdinand Bol, Gerard ter Borch o Emanuel de Witte. “Cuando los vi en Rusia pensé: tenemos que compartir esto. El público holandés y el europeo deben ver esta belleza. Ahora la gente puede acercarse a Ámsterdam y disfrutarlo”, añade Broers.

“La negociación fue fácil de alguna manera porque tenemos muy buena cooperación y bastante entendimiento con el Hermitage de San Petersburgo. Ellos están de acuerdo en que el arte no le pertenece a nadie en concreto. Es del mundo y debe viajar a donde haga falta. Y a día de hoy, esto es un tesoro que vuelve a manos del pueblo holandés”, asegura la directora. La exposición promete ser todo un festival de arte clásico y, como señala Broers, los holandeses puede ver ahora la riqueza única de los preciados cuadros porque “un enamorado del arte quiere ver el máximo número posible de Rembrandt" y ese sueño se hace casi realidad estos días en Ámsterdam.

Flora sigue reinando entre los cuadros de Rembrandt, al igual que lo hizo hace 380 años. La dibujó con amor en aquel 1634 porque realmente ella era el amor de su vida, era su mujer Saskia: la joven dama con una corona de flores, un vestido verde de mangas anchas, que mira a su pintor de reojo, mientras se levanta con una mano el vestido y con la otra sujeta un bastón entrelazado de flores. El pintor holandés estaría hoy orgulloso de ver que seis de sus obras han vuelto sanas y salvas a casa, a Ámsterdam, después de varios siglos decorando palacios rusos.

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