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Josele Santiago: "A la SGAE se le han ocurrido cosas que no hubiera pensado Tony Soprano"
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NOSTALGIA DE MALASAÑA

Josele Santiago: "A la SGAE se le han ocurrido cosas que no hubiera pensado Tony Soprano"

El vocalista de Los Enemigos publica 'Transilvania', su quinto disco en solitario

Foto: Josele Santiago. (Álex Rademakers)
Josele Santiago. (Álex Rademakers)

A Josele Santiago, con tres décadas largas de carrera, las modas siempre le pillaron con el pie cambiado. “Cuando empezamos, eso de La Movida ya se estaba acabando, pero el indie tampoco había llegado. Intentaron meternos en la escena punk-rock de Malasaña, con la que teníamos poco o nada que ver. Esos grupos intentaban imitar a bandas inglesas o estadounidenses desconocidas y llegaban al punto de vestirse como ellos. Cantaban en inglés y a nosotros nos costaba entender esa decisión, aunque nos gustaran artistas parecidos, pongamos Link Way y The Sonics. Siempre ha habido gente que tiene un discurso propio y otra que no”, recuerda.

De hecho, por su soltura y autenticidad, Los Enemigos podrían haber enganchado con el público de Rosendo, pero ese camino tampoco llegó a cuajar. Casi por eliminación, terminaron ligados al barrio donde vivían. “Me mudé a Barcelona y ahora me preguntan si no echo de menos Malasaña. Les digo que no, que no lo echo de menos cuando estoy en Barcelona, sino cuando paseo por Malasaña. Todo ha cambiado y es mucho más pijo. Ya apenas voy, solo a visitar a los amigos. Queda algún reducto en plan aldea de Astérix, por ejemplo el bar El Dos de Mayo, donde van los que siguen vivos. La Vía Láctea no ha cambiado de pinta ni de música, pero sí de público. Ahora está lleno de Erasmus o algo así”, admite.

Curas y demonios

Estamos aquí para hablar de ‘Transilvania’, el quinto disco en solitario de Josele. La mejor recomendación posible consiste en decir que mantiene el alto nivel que ha caracterizado su carrera. “Como nunca hemos formado parte de ninguna escena, siempre he hecho las canciones que me pedía el corazón. Eso nunca pasa de moda”, afirma. En este trabajo hay mucha inspiración cinematográfica. Por ejemplo en 'Saeta', una pieza sobre la pederastia que carcome la iglesia católica. “La escribí después de ver ‘Spotlight’, por eso tiene tanta rabia”, apunta. En realidad, las imágenes religiosas siempre han estado presentes en sus letras. “Para mí tienen mucho peso, ya que fui a un colegio de curas. También me gustan porque son recurrentes en las canciones de blues rural, que es un género que siempre he escuchado”.

Vivimos una época donde solo interesa el fútbol y el dinero rápido. A casi nadie le preocupa que la naturaleza esté a punto de colapsar

Otra letra inspirada en el celuloide es 'No se equivoca el mal', que engancha aunque no entiendas del todo el significado. “Esta se me ocurrió después de ver 'Fallen'. Trata de lo mismo que la canción 'Time Is On My Side', de los Rolling Stones. Hablo de esa sensación de que el tiempo siempre está de parte del diablo”. Le ha salido, sin duda, un álbum amargo. “Vivimos una época donde solo interesa el fútbol y el dinero rápido. A casi nadie le preocupa que la naturaleza esté a punto de colapsar. De hecho, mira el calor que hace en esta oficina en pleno septiembre. Hay muy poca acción contra el cambio climático. Por este estado de cosas el disco suena tan cabreado”, apunta.

Vampiros bancarios

Adicto a la literatura, Santiago no escoge ninguna palabra al tuntún, así que pregunto por el título del álbum. “A Transilvania llego por el paisaje, una cuestión estética. Es un territorio escarpado, agreste, en el que la presencia del mal es muy evidente. También remite a los vampiros y a la novela 'El castillo de los Cárpatos' de Julio Verne”. Es un lugar que también tiene que ver con la prosa de la vida cotidiana. Hoy sabemos que firmar una hipoteca o abrir una cuenta bancaria es como ofrecer la yugular a los vampiros”, denuncia.

El hecho de que miles de personas digan 'hasta aquí hemos llegado' confirma que tragamos con muchas más cosas de las que deberíamos

Después de grabar estas canciones, se enteró de que etimológicamente Transilvania significa ‘Más allá de la selva’. Entonces, claro, le gustó un poco más. “Atravesar un terreno salvaje es algo que relaciono con el oficio de escribir. De todas formas, aunque todas estas razones no hubieran existido, igualmente hubiera puesto el título. Me encanta porque es chulo, suena bien y pone en guardia”, dice. Otra parte fundamental de la inspiración del disco es la sensación de que los ciudadanos nos hemos vuelto serviles. “Afortunadamente, movimientos como el 15M reaccionan contra eso, pero el hecho de que miles de personas digan ‘hasta aquí hemos llegado’ confirma que habíamos tragado con muchas más cosas de las que deberíamos”, apunta.

Tony Soprano en la SGAE

Su respuesta más sombría tiene que ver con la falta de oportunidades para los grupos de barrio. “Cada vez que veo a un chaval joven sacar un disco o terminar una gira, me dan ganas de aplaudir. Ahora es habitual llamar a una sala para tocar y que te pidan dinero. ¿Cuándo se ha visto eso? Lo hacen conmigo también, aunque yo puedo negarme y buscar una alternativa. Pero me jode igual. Puedes perder dinero con las dos primeras giras, pero no con la tercera. A este paso, solo van a poder formar grupos los hijos de los millonarios, ya que los de clase media o clase baja no tendrán recursos suficiente para arrancar. Me parece absurdo o muy sospechoso”, lamenta. A Santiago le afecta de manera muy concreta: solo va a poder actuar en la mitad de las salas en las que le hubiera gustado.

Siguiendo con el saqueo a los artistas, le espantan las revelaciones sobre el funcionamiento de la SGAE, la infame “rueda” que se zampaba derechos de autor legítimos. “Esto se lleva denunciando mucho tiempo. Yo empiezo a ser consciente en 2007. Hace bastantes años que ingresábamos la mitad de lo que solíamos. Lo último de lo que me he enterado es que la SGAE cobraba por la emisión en televisión de ‘música inaudible para los humanos’. Tócate los huevos. Lo mismo es capaz de escucharla un erizo. Esa era una de las categorías, mientras otra era ‘música escasamente audible’, que puede estarse emitiendo durante un partido de baloncesto sin que apenas te des cuenta. A la SGAE se le han ocurrido cosas que no hubiera pensado Tony Soprano”, afirma.

Camellos en el hospital

Parece que una entrevista con Santiago no está completa si no se aborda el asunto de sus adicciones. Cuando se menciona, se pone a la defensiva. “Me he arrepentido de haber hablado tan abiertamente de esto. Fui demasiado inocente. Al final, durante una temporada, acabó tapando el hecho de que yo publicaba discos. Es algo que he olvidado. Ahora mis giras son más sencillas…y más baratas”. Captado el mensaje, le pido solamente que confirme un detalle. ¿De verdad había camellos en el pasillo del hospital público dónde una vez fue ingresado? “Sí, no es que estuviera el pasillo lleno, pero se sabía que a cierta hora en cierta esquina de la planta había un tipo a quien podías pillar. Tan sórdido como real”, recuerda.

En el hospital se sabía que a cierta hora en cierta esquina de la planta había un tipo a quien podías pillar

Acabamos hablando de literatura. “En este disco hay una canción, titulada 'Cómo reír', inspirada en 'El día del Watusi' de Francisco Casavella. Es como un cursillo acelerado de cómo reírle las gracias a tu jefe. Está basada en una escena descacharrante del libro”. ¿Qué es lo que más disfrutaba de la forma de escribir de Casavella? “Diría que el ritmo. Me merendaba sus libros casi del tirón, a pesar de solían ser gordos. Disfruté mucho 'El día del Watusi', 'Un enano español se suicida en Las Vegas' y 'Triunfo'. Este último me lo leí en una tarde. En cualquier página que abrieras encontrabas algo. No escribía personajes creíbles, sino también queribles”, destaca.

A Josele Santiago, con tres décadas largas de carrera, las modas siempre le pillaron con el pie cambiado. “Cuando empezamos, eso de La Movida ya se estaba acabando, pero el indie tampoco había llegado. Intentaron meternos en la escena punk-rock de Malasaña, con la que teníamos poco o nada que ver. Esos grupos intentaban imitar a bandas inglesas o estadounidenses desconocidas y llegaban al punto de vestirse como ellos. Cantaban en inglés y a nosotros nos costaba entender esa decisión, aunque nos gustaran artistas parecidos, pongamos Link Way y The Sonics. Siempre ha habido gente que tiene un discurso propio y otra que no”, recuerda.

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