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Guerra global contra el reguetón: desde Mikel Erentxun al politburó cubano
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¿peor que la droga?

Guerra global contra el reguetón: desde Mikel Erentxun al politburó cubano

Aunque parezca mentira, estamos ante el sonido más largamente vapuleado de la historia, por espacio de 15 años y desde cualquier punto del espectro ideológico

Foto: Ms Nina, reguetón  femenino y español. (Enrique Villarino)
Ms Nina, reguetón femenino y español. (Enrique Villarino)

Todos sabemos que los nuevos estilos de música popular pueden encontrar fuertes resistencias sociales. En 1957, Frank Sinatra definió el rock and roll como “la forma de expresión más brutal, fea, desesperada y viciosa que he tenido la desgracia de escuchar”. Muchos lo consideraban una "música propia de negros, una raza inferior". Dos décadas más tarde, en Londres, los Sex Pistols sufrieron todo tipo de censuras en radio, prensa y televisión por las letras cáusticas y antiautoritarias de su elepé 'Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols' (1977).

Los punks eran vistos como desechos sociales, producto de la decadencia del Imperio británico. Si avanzamos hasta 1992, el presidente 'tory' John Major legisló contra las 'raves' y la “música repetitiva”, en un fallido intento de acabar con las fiestas de 'acid-house', que habían sido demonizadas por los tabloides como aquelarres de sexo, corrupción y drogas.

Foto: Giorgio Moroder en acción. (EFE)

Hoy todo esto nos parecen anécdotas ingenuas, mientras caemos —por enésima vez— en el mismo error. Las élites mediáticas, políticas y culturales siguen menospreciando el ritmo más popular entre la juventud, el ubicuo reguetón. Aunque parezca mentira, estamos ante el sonido más largamente vapuleado de la historia, por espacio de 15 años y desde cualquier punto del espectro ideológico.

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Quema de discos de los Betales en EEUU, en 1966.

Mejor morir que perrear

Empecemos por un ejemplo reciente. Lunes, 14 de agosto de 2017. “Haría una hoguera con todos los discos de reguetón”, afirma el cantante Mikel Erentxun en una entrevista para 'El Comercio de Gijón'. No es un titular sacado de contexto: “Me horroriza. Si en los cincuenta había gente que quemaba los discos de Elvis, yo quemaría los discos de reguetón. Haría hogueras en las calles”, afirma. El músico donostiarra se queda tan pancho, y lo peor es que no está solo. Justo un año antes, Dani Martín, ex de El Canto del Loco, proclamaba en Twitter lo siguiente: “‪Si la vida me diera solo dos últimas opciones y esas fueran hacer una canción reguetonera de estas de moda de ahora, o morir, elegiría MORIR‬”.

"El reguetón me parece asqueroso. No tiene ningún valor musical, ni poético, ni orquestal, ni nada", protesta el artista cubano Pablo Milanés

Doblando la hostilidad, el músico mexicano Aleks Syntek señaló que el reguetón es un ritmo que “viene de los simios” y funciona “como una droga que no te deja pensar en otra cosa”. Días después, se tuvo que disculpar ante el rechazo masivo a sus declaraciones. Superventas como Maná, Leiva y Pablo Milanés han despreciado brutalmente el género. “Me parece asqueroso. No tiene ningún valor musical, ni poético, ni orquestal, ni nada”, declaró el último. Pereza llegó a incluir en sus conciertos un himno titulado 'No me gusta el reguetón', que Leiva interpretaba viniéndose muy arriba (en el vídeo que adjuntamos, no se sabe bien por qué, llega a ofrecerse a fusilar a Andy & Lucas).

Freddy Kruegger a 'fuegote'

Hasta aquí, todo normal, un pelín exagerado, pero normal. Solo estamos ante una élite de músicos bocachanclas irritados por el éxito de un género pujante que recorta sus minutos en radio y televisión, así como sus 'royalties'. Un paso más serio hacia la locura fue la campaña ideada por la fotógrafa colombiana Lineyl Ibáñez, acompañada por un grupo de estudiantes universitarios, bajo el lema 'Usa la razón, que la música no degrade tu condición'. La frase escogida ya da a entender que quien perrea es un descerebrado.

Unas impactantes fotografías mostraban a jóvenes varones de estética reguetonera salpicados de sangre, maltratando a sus víctimas femeninas

Pero el plato fuerte eran unas impactantes fotografías que mostraban a jóvenes varones de estética reguetonera salpicados de sangre, maltratando a sus víctimas femeninas en escenas propias de 'La matanza de Texas'. No es broma: desde canibalismo hasta 'bondage' extremo, pasando por mujeres con manos clavadas a la pared. Al pie de las fotos, rimas de los clásicos del reguetón, totalmente sacadas de contexto, para intentar relacionarlas con el ataque físico a las mujeres. Como remate, por si fuera poco, presentaban un dato totalmente sacado de la manga, que nos dice que “ocho de cada 10 mujeres que escuchan reguetón se sienten maltratadas por el mismo”. Como pueden adivinar, sin justificación académica alguna.

Sería raro que el género femenino desarrollase adicción a una música que les hace sentir mal (a no ser que pienses en ellas como seres sin voluntad ni autodominio). La campaña tuvo un gran impacto en internet, gracias sobre todo a los numerosos periódicos que la difundieron.

placeholder Campaña contra el reguetón.
Campaña contra el reguetón.

Reguetón = droga

Pasamos entonces al nivel estatal, punto máximo de pérdida de papeles. Desde sus comienzos, el perreo (baile asociado al reguetón) fue atacado por la policía, los predicadores católicos y las emisoras de la derecha de distintos puntos del Caribe. Las clases altas de la zona no podían soportar que los jóvenes humildes disfrutaran de la única posesión que no les podían arrebatar: la satisfacción física derivada de sus cuerpos. En 2007, Rafael Martínez, presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas de la República Dominicana, hizo el siguiente llamamiento: “Creemos que se deben tomar acciones conjuntas para detener la difusión de estas canciones que incitan al consumo de drogas (...) No creo que una persona responsable pueda compartir esta propaganda alienante que afecta a los más jóvenes y a toda la sociedad”. Se trataba, por supuesto, de un mensaje especialmente dirigido a los programadores musicales del país.

En España, el periodista, 'discjockey' y gestor cultural Luis Lles se atrevió a pinchar 'Papi Chulo' (Lorna) en el festival electrónico Monegros 2004. Fue rápidamente desalojado de la cabina por directivos de Máxima FM, propiedad del grupo Prisa. El rechazo en nuestro país avanza de manera sostenida, desde el ninguneo de la crítica especializada hasta la campaña del Ayuntamiento de Elgoibar en 2015, pasando por la retirada de la subvención a un concierto de Maluma en Tenerife. Este cantante colombiano también sufrió un boicot cocinado por el 'Huffington Post', donde atacaban sus letras de manera específica, se daba publicidad a campañas censoras en Change.org y se destacaban a todo trapo los tuits de artistas que le insultaban. Como era de esperar, la campaña tuvo escaso efecto, más allá de confirmar el feminismo puritano del 'Huffpost'.

Milagro en Caracas

En Venezuela, el reguetón ha logrado algo inimaginable: poner de acuerdo al chavismo con la oposición. Si en algún terreno pueden encontrarse un general de Maduro y los amigos de Lilian Tintories en la condena del perreo. Lo explica el libro '¡Dale más gasolina! Chavismo, sifrinismo y democracia', del sociólogo Ociel Alí López. Aquí unas líneas: “Todos acuerdan en el discurso anti-reguetón. El reguetón es vulgar para ambos. Y es por ello que se desvelan las élites. Porque la crítica a la vulgaridad se hace en el mismo sentido como podría denunciarla una vieja mantuana [blanca criolla] en la Colonia, que ve a las negras meneando la cadera, bailando tambor, descalzas y semidesnudas. Es el mismo ritmo negro y es la misma vetusta criminalización de las clases altas, ahora por la vía de una izquierda tan moralista como acomodada”, denuncia.

Ha logrado algo inimaginable en Venezuela: poner de acuerdo al chavismo con la oposición

Los altos cargos cubanos también han contribuido a estigmatizar este ritmo popular. Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música, anunció en 2012 un proyecto de norma jurídica para regular "los usos públicos de la música”. Aunque no se hacía mención explícita del reguetón, Vistel se había unido a la opinión general de los intelectuales de la isla, que consideraban que este ritmo “proyecta a las mujeres cubanas como grotescos objetos sexuales”. Fidel Castro y Nicolás Maduro, mucho más espabilados, hicieron guiños de acercamiento al reguetón, recomendando alguna canción en esa onda o entonando 'Despacito' para captar votos favorables a su causa. A pesar del zafarrancho moralista, que va desde Huesca hasta La Habana, desde Caracas hasta San Sebastián, el reguetón sigue creciendo en popularidad año tras año. ¿No va siendo hora de relajarnos un poco?

Todos sabemos que los nuevos estilos de música popular pueden encontrar fuertes resistencias sociales. En 1957, Frank Sinatra definió el rock and roll como “la forma de expresión más brutal, fea, desesperada y viciosa que he tenido la desgracia de escuchar”. Muchos lo consideraban una "música propia de negros, una raza inferior". Dos décadas más tarde, en Londres, los Sex Pistols sufrieron todo tipo de censuras en radio, prensa y televisión por las letras cáusticas y antiautoritarias de su elepé 'Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols' (1977).

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