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Los Fabulosos Cadillacs: la mejor metadona para adictos a Calamaro
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actúan este sábado en el festival río babel

Los Fabulosos Cadillacs: la mejor metadona para adictos a Calamaro

Siempre he pensado que Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) tenía una figura paralela en Vicentico (Buenos Aires, 1964), vocalista de Los Fabulosos Cadillacs. Es como si

Foto: Vicentico, de Los Fabulosos Cadillacs, en concierto. (EFE)
Vicentico, de Los Fabulosos Cadillacs, en concierto. (EFE)

Siempre he pensado que Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) tenía una figura paralela en Vicentico (Buenos Aires, 1964), vocalista de Los Fabulosos Cadillacs. Es como si un alter ego suyo se hubiese enamorado de The Clash en vez de hacerlo de los Rolling Stones. Los dos empezaron apoyados en la chispa del rock, le inyectaron carácter latino y terminaron hechizados por la figura del cantante sentimental melódico, tan presente en sus carreras en solitario. Ambos son dueños de voces memorables, inmediatamente reconocibles, con el punto justo de desgarro, que dan vida a cualquier cosa que canten. Tanto uno como otro tienen un número muy bajo de canciones mediocres -creo que Vicentico gana, por la incontinencia creativa de 'El Salmón'.

Los dos han llegado a estrellas -aquí vence Andrés- sin simplificar su mensaje ni renunciar a las músicas que les apasionan. Por supuesto, su estatura mediática en España es muy diferente: Calamaro es un dios del rock desde los años noventa con Los Rodríguez, mientras Vicentico es una figura de culto que solo conocen los apasionados del rock latino. A comienzos de siglo, cuando Los Fabulosos Cadillacs podrían haber conquistado Europa, tenían tanto éxito en América Latina que le daba pereza subir a la piel de toro. Por eso la presencia del grupo en el festival Río Babel (sábado 15, 1:00 horas) es la mejor oportunidad para enmendar una injusticia histórica.

Sonido popular

Calamaro siempre ha explicado su receta musical como la de un gourmet del rock; alguien capaz de atender a los discos más exquisitos y procesar un repertorio que desbordase los patrones de la radiofórmula. Los Fabulosos Cadillacs siempre prefirieron los ritmos populares. Por ejemplo, hicieron del éxito 'Sopa de Caracol', aquella pegadiza canción del verano del grupo hondureño Banda Blanca. También triunfaron con'“La chica de los ojos café', del panameño Renato, con su letra de reivindicación de la cultura de las telenovelas. Su estribillo más famoso, su marca de fábrica, es 'Matador', un rodillo rítmico que trata la figura romántica del revolucionario que huye de la justicia. En la letra se menciona a Víctor Jara.

Otro de sus pepinazos es 'Vasos vacíos', que cantaron con Celia Cruz, ideal para cualquier taberna portuaria, su entorno natural

Otro de sus pepinazos mayúsculos es 'Vasos vacíos', que llegaron a cantar junto a la reina de la salsa, Celia Cruz. Alegría popular en bote, ideal para cantar en cualquier taberna portuaria, su entorno natural. Políticamente, les define 'Quinto Centenario', un himno anticolonialista que recoge el sentir de gran parte del continente. Seguramente, Los Fabulosos Cadillacs son el grupo que más se parece a América Latina. No se cierran a ningún tipo de música de abajo, desde el dub a la cumbia, pasando por la salsa social. Vicentico ha cantado con la estrella pop Ricky Martin, con los alquimistas jamaicanos Sly & Robbie y con el gigante del country Willie Nelson.

Mestizaje democrático

Los noventa fueron una época triste para el rock anglosajón, dominada por la depresión grunge de Pearl Jam y Nirvana y por el reciclado de viejos sonidos que hizo el britpop, sea el rock previsible de Oasis o el pop efervescente de Blur. La fuerza creadora, realmente, estuvo en el mestizaje latino de bandas tan esenciales como Mano Negra, Los Rodríguez y Los Fabulosos Cadillacs. El diario mexicano El Financiero describe así el momento político que alumbró al grupo que nos ocupa: “Cuando los militares abandonaron la Casa Rosada, en diciembre de 1983, dos muchachos lo celebraron en el underground de Buenos Aires con cerveza y mucho The Clash. Pese a la Guerra de las Malvinas, no despreciaban la cultura británica, la admiraban.

El tango, aunque no les desagradaba, les parecía más cercano a Eva Perón que a la nueva alternativa política que se presentaba ante sus ojos. La democracia había llegado a Argentina”. Esos dos chicos porteños estaban a punto de convertirse en Los Fabulosos Cadillacs. Hablamos de los miembros fundadores Gabriel Julio Fernández Capello (Vicentico) y el bajista Flavio Cianciarulo. Ambos fueron criados en barrios de clase media y tenían un sueño en común, vivir dentro de “una Argentina libre y republicana tras casi veinte años de dictadura militar”, explica el periodista Eduardo Bautista. Temazos como 'Mal bicho' denuncian la herencia de laos golpes militares en América Latina.

Pedir que te maten

Su nuevo trabajo, ‘La salvación de Solo y Juan’ (2016), es sin duda el más insólito de su larga carrera. Nadie esperaba de ellos una ópera-rock. Sergio Rottmann, saxofonista del grupo, bromea diciendo que si en 1986 alguien del futuro le hubiese explicado que iba a publicar un formato tan solemne le hubiese pedido que le matase inmediatamente. Influidos por ejemplos clásicos como ‘Tommy’ (The Who) y ‘The Wall’ (Pink Floyd), el disco cuenta la historia de dos hermanos (los del título, apellidados Clementi) que despliegan personalidades opuestas, un guiño a la historia de Caín y Abel. También hay un accidente de tráfico se lleva a uno de los protagonistas y que dispara los recuerdos y sentimientos de culpa. El álbum fue nominado a los Grammy Latinos y la canción 'La Tormenta' fue considerada el mejor rock de 2016. Hablamos de una obra ambiciosa, estructurada en tres actos, que ha dividido opiniones. Unos lo consideran el disco del año, otros un capricho de estrellas rock maduritas. En lo que todo el mundo parece de acuerdo es en que Los Fabulosos Cadillacs son un clásico de la música popular latina. No se los pierdan.

Siempre he pensado que Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) tenía una figura paralela en Vicentico (Buenos Aires, 1964), vocalista de Los Fabulosos Cadillacs. Es como si un alter ego suyo se hubiese enamorado de The Clash en vez de hacerlo de los Rolling Stones. Los dos empezaron apoyados en la chispa del rock, le inyectaron carácter latino y terminaron hechizados por la figura del cantante sentimental melódico, tan presente en sus carreras en solitario. Ambos son dueños de voces memorables, inmediatamente reconocibles, con el punto justo de desgarro, que dan vida a cualquier cosa que canten. Tanto uno como otro tienen un número muy bajo de canciones mediocres -creo que Vicentico gana, por la incontinencia creativa de 'El Salmón'.

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