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Pablo Carbonell: "Lo que más me sorprende es estar vivo"
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Pablo Carbonell: "Lo que más me sorprende es estar vivo"

Tras publicar su autobiografía, 'El mundo de la tarántula' llega al teatro en forma de confesión musical en la que habla de los años de La Movida, las drogas, el sexo o sus maestros

Foto: Carbonell lleva al teatro 'El mundo de la tarántula' (Efe)
Carbonell lleva al teatro 'El mundo de la tarántula' (Efe)

Pablo Carbonell perdió la virginidad con un hombre y se declaró bisexual pese a no haber estado nunca con una mujer "porque no me dejaban, claro". Aunque luego se desquitó. De familia ultracatólica, su adolescencia rebelde enganchado al ácido, la vagancia y el sexo desembocó en el arte. De repente, se fue a Sevilla a hacer de payaso con Pedro Reyes y de ahí a Madrid y La Movida. La Bola de Cristal, Los Toreros Muertos y la espiral de drogas y destrucción de los noventa. "Estaba decidido a matarme. No tenía ganas de vivir", cuenta a El Confidencial.

El arte y la tele le salvaron. Llegó Caiga Quien Caiga, se convirtió en director de cine, jurado de un talent show y escritor. El año pasado publicó su segundas memorias, las primeras las hizo con diez años, tituladas 'El mundo de la tarántula' (Blackie Books), un relato confesional que le ha ahorrado el psicólogo y en el que desnuda sin pudor su vida como humorista satírico. Desde hace meses ha convertido esta biografía en un espectáculo que llega al Teatro Bellas Artes de Madrid (hasta el 23 de julio) para poner a su vida voz y música.

Foto: Pablo Carbonell y Esperanza Aguirre en 'CQC'

"Podemos decir que he madurado o, mejor, que he pasado de curso", dice. Por eso, hace balance en esta obra contra la "pérdida de tiempo" que son las drogas, recuerda a su "hermano" Pedro Reyes y a su maestro Javier Krahe y recuerda su amplia trayectoria. "Desde pequeño entendí que el escenario es un sitio para definirse y fantasear. En ese sentido creo que soy un poco de la escuela raphaelista", explica. Carbonell, además de la gira de la obra de teatro, va a empezar a preparar un proyecto para televisión y tiene pendiente la publicación de un disco nuevo de Los Toreros Muertos, el primer con material inédito en 20 años, que será un homenaje a Krahe, tal y como contó a este periódico hace meses, y saldrá a la venta para Navidad. "Creo que hemos hecho un disco muy emotivo", agrega.

PREGUNTA: ¿Por qué saltar del libro al teatro?

RESPUESTA: Es una cosa que se está poniendo de moda. Antes que yo lo ha hecho Concha Velasco, Gabino Diego, Mike Tyson, la princesa Leia, Al Pacino. Es un teatro basado en la verdad y que yo no había hecho. Me apetecía dar el salto, no sé si con una necesidad de aceptación de uno mismo o porque entendí que el público ya podía estar aburrido de mis bromas, que no quería saber cómo podía hacer yo las cosas sino quién era yo en realidad. Vamos, una gilipollez que solo entiendo yo [risas]. Te da la ventolera, no lo puedes evitar y lo haces.

P: Si contar toda su vida de una manera tan desnuda y sin tapujos en una biografía tiene que dar pudor, supongo que hacer ese striptease en el teatro con el público delante dara más todavía.

R: Hay momentos en los que sí me asalta el pudor efectivamente, pero también hay una especie de apostolado extraño que me acompaña. Desvelando alguna serie de cosas creo que fabrico un mundo más libre por el simplemente hecho de sacar a la luz cosas que la gente suele tener guardadas debajo de la alfombra. Es algo similar a una confesión y la intención, una vez más, es práctica para mí. Me ahorré el psicólogo escribiendo el libro y me ahorro la terapia de grupo con el teatro. Yo tenía que ser ministro de Economía.

P: Quizás le iba mejor a la cultura...

R: Hombre, yo no sé si el ministro de Economía lo sabe, pero la mayoría de los grandes problemas del mundo se resuelven con cultura. Tenemos un Gobierno de derechas y la izquierda siempre ha sido la que colonizado la cultura, ¿no?

placeholder Pablo Carbonell en 'El mundo de la tarántula' (Pentación)
Pablo Carbonell en 'El mundo de la tarántula' (Pentación)

P: ¿Colonizado o utilizado?

R: Yo creo que ambas cosas, la verdad. La enciclopedia, el conocimiento, provocó la revolución francesa y el poder en general considera una amenaza que el pueblo razone. ¿Para qué va a pensar el pueblo si ya lo hacen ellos?

P: ¿Qué se le dice a un hijo cuando dice se que va a hacer el payaso en la calle?

R: Mis padres no pudieron decirme mucho. Se quedaron callados y no me dijeron nada, y me pareció natural. En aquel entonces, con aquella rebeldía que yo manejaba y teniendo ya mis 18 años, entendí que no podían decirme nada, pero escribiendo el libro me di cuenta de la angustia que ellos pasaron y de que gracias a ese silencio entendí que mis padres eran seres humanos. Los hijos tenemos una relación con los padres como si fueran personas de nuestra propiedad cuyo único cometido en la vida es educarnos, vigilarnos, ponernos normas y que no existen fuera de nuestro ámbito. Y cuando sales del ámbito, yo salí con 19 años y 1 día, fue cuando me di cuenta de que mis padres eran personas a las que debía de mirar a los ojos como personas. Fue un descubrimiento muy tardío y muy hermoso.

P: En la función está muy presente Pedro Reyes desde que su hermano le presentó a ese amigo del instituto que acabó siendo un hermano con el que empezó en 1980 a hacer teatro de calle.

R: Sí. Conocer a Pedro Reyes es posiblemente el hecho más fundamental de mi vida. Que, de repente, dos zumbados nos encontráramos fue algo maravilloso. Me quedo sin palabras porque es muy difícil de describir. Pedro fue mi hermano durante un montón de tiempo, compartimos ilusiones, anhelos, hambre, sed, desesperación, alegría, risas... Y se fue muy muy pronto. Cuando estoy en el escenario él está conmigo en la función. Intento que los juegos escénicos estén presenten en la función para que se produzcan milagros de ese tipo.

La frase más significativa sobre las drogas y alcohol es que qué manera de perder el tiempo siendo la vida tan corta

P: En el libro lo más llamativo fue cómo contó sin pudor y de una forma muy natural esos años bestias de los noventa en los que se bebió y metió todo, pero en la función no está tan presente. ¿Por qué esta decisión?

R: En realidad muchas veces hay cosas que no hace falta contarlas. Creo que la frase más significativa sobre las drogas y alcohol es qué manera de perder el tiempo siendo la vida tan corta. ¡Qué gilipollez! Lamento la pérdida de tiempo muchísimo. Esa época realmente es muy triste y está llena de lagunas. A nivel creativo y artístico aporta muy poco. En el libro existe esa moralidad, desde luego, que quiero transmitir: que la creatividad y la dependencia a sustancias no son buenas compañeras. Es algo de lo que conseguí darme cuenta pronto y si tuve un tiempo en el que me pasaba la vida en los bares era porque estaba decidido a matarme. No tenía ganas de vivir.

P: ¿Por qué?

R: Porque estaba convencido de que tenía sida, por un lado, y porque creativamente me había abrasado el cerebro. Tenía la sensación de que lo había hecho todo, me había separado, había perdido a mi primera hija... En fin, estaba en una fase de cuesta abajo bastante pronunciada.

placeholder Pablo Carbonell lleva su biografía al teatro (Pentación)
Pablo Carbonell lleva su biografía al teatro (Pentación)

P: "Para ser la primera qué bien me ha salido. Tengo que montar un grupo", dice en la obra sobre 'Mi agüita amarilla'. ¿Cómo nació esa canción y Los Toreros Muertos?

R: Los Toreros Muertos nacieron, y también lo he descubierto escribiendo el libro, no sé si por un ataque de envidia o por un deseo de venganza por el hecho de ser el patito feo del Rock-Ola. Yo hacía el payaso con Pedro y no pertenecía al selecto club de la gente que tenía un grupo de rock. Entonces tuve la intención de crear un grupo iconoclasta que se riera de la solemnidad de los grupos y que fabricara canciones que fuesen burlas de las convencionales. En mi tarea de demolición escuché un grupo que me pareció que hacía música acuática, que se llamaba la Orquesta de las Nubes, y me pregunté ¿cómo me cargo la música acuática? [Risas] Y así surgió 'Mi agüita amarilla".

P: Habla en el libro y la obra sobre cómo fue ese primer contrato del grupo en Sevilla en el que les pidieron un 50% de los derechos y de la relación de Los Toreros Muertos con la industria. ¿Ha evolucionado mucho o sigue igual?

R: Ahora mismo lo que está pasando con la SGAE y la rueda de las televisiones es algo bastante similar a lo que yo denuncio en el libro respecto a las radios comerciales. Posiblemente seguimos en la misma tesitura. De hecho, nosotros no sonamos en la radio. Tengo la confianza de que algún día esta tomadura de pelo que le hacen a los autores deje de tener importancia aunque me imagino que habrá mucha gente que no firme con editoriales. Como a mí no me parecía ético, decidí no pasar por el aro y pago mi precio, no sueno, pero habrá gente que me considere coherente o que venga al teatro simplemente por mantener una cierta independencia.

placeholder 'El mundo de la tarántula' de Pablo Carbonell (Pentación)
'El mundo de la tarántula' de Pablo Carbonell (Pentación)

P: ¿Cómo fueron por una colaboración a 'La bola de cristal' y estuvieron tres años? ¿La Movida fue tan la hostia como nos parece o está mitificada?

R: No es que fuera una cosa del otro jueves. Lo que sucedió es que hubo una gran liberación, sobre todo, a nivel sexual y de expresividad. Todo era una fiesta porque nos daba igual que la gente dijera cosas con las que no estábamos de acuerdo. Nos resultaba profundamente divertido que la gente dijera las barbaridades que decía porque se podían decir y nadie las denunciaba, simplemente las festejaba. Ahora es muy difícil decir algo que no enerve a alguien porque hemos pasado de la Transición a la crispación. Creo que hemos hecho un retorno a las dos Españas y eso es muy grave porque un país democrático, maduro —bueno, maduro y democrático no pega mucho [risas]—, adulto entiende que la tortilla para que no se queme tiene que dar vueltas. Entonces, que Franco haya durado 40 años, que Mao Tse Tung haya durado 40 años, que Felipe González haya estado tres legislaturas o que el PP esté otras tres no es bueno para la tortilla. La soberbia humana es infinita y pueden pensar que se han eternizado en el poder, y no. El poder tiene que cambiar de manos porque el poder, como el óxido, corrompe.

P: ¿La máxima de Carbonell en estos 54 años es que ser diferente es en realidad un valor?

R: Yo creo que soy muy normal. No te creas que las cosas que hago las hago por marcar una distancia. Las hago porque me gustan y me gustaría que alguien las hiciera pero como habitualmente no las hace nadie, pues digo tendré que hacerlas yo. No hay otra intención. Yo creo que lo convencional siempre es aburrido y yo carezco de profesionalidad como para poder plantearme hacer cosas convencionales.

Hemos pasado de la Transición a la crispación. Creo que hemos hecho un retorno a las dos Españas y eso es muy grave

P: ¿El arte le ha salvado la vida a Pablo Carbonell?

R: Me ha salvado toda la vida porque, al contrario de lo que piensa mucha gente, esta profesión te obliga a estar en forma, a mantener más o menos la cabeza en su sitio y a cuidarte. Tú no puedes salir al escenario drogado o borracho. Hay gente que lo hace y le va muy bien. A mí me va muy mal afortunadamente porque si no [risas] estaría criando malvas hace mucho tiempo.

P: ¿Qué es lo más bestia y lo que más le sorprende de lo que le ha pasado en estos años?

R: Lo que más me sorprende es estar vivo. Yo tenía muchas papeletas para no estarlo. Tenía también muchas para haber acabado en un psiquiátrico o en la cárcel y no, sigo disfrutando de mi libertad, he formado una familia. Creo que lo más sorprendente es que con 55 años que voy a hacer este mes esté todavía vivo y con ilusiones. Eso es una gran sorpresa, la verdad.

Pablo Carbonell perdió la virginidad con un hombre y se declaró bisexual pese a no haber estado nunca con una mujer "porque no me dejaban, claro". Aunque luego se desquitó. De familia ultracatólica, su adolescencia rebelde enganchado al ácido, la vagancia y el sexo desembocó en el arte. De repente, se fue a Sevilla a hacer de payaso con Pedro Reyes y de ahí a Madrid y La Movida. La Bola de Cristal, Los Toreros Muertos y la espiral de drogas y destrucción de los noventa. "Estaba decidido a matarme. No tenía ganas de vivir", cuenta a El Confidencial.

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