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Monica Bellucci: "No tengo por qué perder mi feminidad a cambio de derechos"
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Monica Bellucci: "No tengo por qué perder mi feminidad a cambio de derechos"

La actriz italiana nos cuenta su papel en la película del director serbio que se estrena en España el 14 de julio, una fábula de amor maduro y triste en plena guerra

Foto: Monica Bellucci
Monica Bellucci

Las ocas se bañan en un barreño colmado de sangre para atraer así a los insectos que después devorarán. Los halcones bailan y las serpientes beben la leche derramada por un lechero que despacha su mercancía en el frente de guerra con sombrilla y a lomos de un burro entre balazos y morteros. Un lechero maduro y triste, con más pasado que ganas, pero al que algo se le enciende dentro cuando irrumpe en escena una desplazada italiana tan madura como él pero no tan triste. Élla es Mónica Bellucci (Città di Castello, 1964) y él, Emir Kusturica (Sarajevo, 1954), coprotagonista y director de 'En la Vía Láctea'.

El fim no llegará a las salas españolas hasta el próximo 14 de julio pero este viernes ha pasado ya Bellucci por Madrid, su primera embajadora, feliz por el resultado tras cuatro años de trabajo a las órdenes de uno de los grandes directores actuales. 'En la Vía Láctea' es una fábula de amor crepuscular en el escenario de las guerras yugoslavas que sacudieron al pacífico continente europeo en los noventa. Una historia mágica y terrible en la que la actriz italiana despliega sólida y resuelta sus encantos inmarcesibles. Nos encontramos con ella en un hotel de Madrid donde desgrana su película con inteligencia.

PREGUNTA. Creo que ha trabajado cuatro años en este película con Kusturica. Me gustaría que me contará qué fue lo que le decidió a hacerla y qué lo mejor y lo peor de trabajar con un director como él.

RESPUESTA. La primera vez que vi 'El tiempo de los gitanos' de Kusturica pensé que era una obra maestra, una de las mejores películas jamás hechas. Así que cuando recibí su llamada me sentí conmovida. He trabajado, sí, cuatro años en su tierra, esa tierra llena tanto de belleza como de tristeza, y es precisamente esa belleza y esa tristeza la que recoge esta película, la guerra y la poesía. Trabajar con Kusturica es un reto. Es un director muy exigente, pero tan exigente con sus actores como consigo mismo. Y luego su proceso de creación cambia de la mañana a la noche en el mismo día de rodaje... es un sistema muy felliniano. De hecho, diría que le inspira el mejor cine italiano y que por eso ha elegido esta vez a una actriz italiana como yo.

P. Todo es extraño y mágico en 'En la Vía Láctea'. La guerra como normalidad, las ocasque se bañan en sangre, la serpiente que bebe leche… y sin embargo, la historia parece sencilla: una historia de amor trrágico. ¿Es eso lo que le da el sabor especial a la película, la mezcla entre sencillez y fantasía?

R. Sí, y todos esos elementos y metáforas que comentas forman parte del universo de Kusturica. A mí la que más me gusta es la del reloj que quiere matar el tiempo...

El tiempo mata a la gente. Y sobre todo a las mujeres...

P. El tiempo y a veces a la gente.

R. ¡Sí, porque el tiempo mata a la gente! Y sobre todo a las mujeres... En fin, todas esas metáforas se resumen en la película en un mensaje único: el amor y la sexualidad pueden existir entre dos personas que ya no son jóvenes, que han tenido malas experiencias, que ya no creen en nada. Ella huye de un hombre que quiere matarla, él es un músico que ha perdido su familia y vende leche entre las balas para poder sobrevivir. Son dos personas que no tienen nada que perder... salvo una última oportunidad. Esta película es un intento de suspender el tiempo. Y, en ese momento, todo es posible.

P. El hombre tiene nombre en la historia -Kostos- pero usted no. ¿Por qué?

R. Ella es la que le da la leche a él para que la venda, la que amamanta, la madre de todos... Mi papel no necesita nombre porque es el de la novia, medio italiana, medio serbia, que ha sido amante de un general importante que mató a su mujer por ella y ella le denunció. Cuando el general sale de la cárcel va a por ella para condenarla por espionaje. Esa es la historia real que está en el corazón de la historia y que Kusturica encontró en el periódico. Por cierto que cuando me dicen que la película es violenta yo respondo que no hay nada más violento que la realidad.

P. Históricamente en el cine los papeles maduros protagonistas los han encarnado los hombres. ¿Ser actriz a los 50 es algo solo accesible hoy a estrellas como usted? ¿O cree que es algo que está cambiando?

R. Yo creo que está cambiando. Cuando yo tenía ya 46 años rodé 'Un verano ardiente' (2011) con el director francés Philippe Garrel en la que se contaba la historia de amor de una mujer madura con un chico de 26 años. O en 'Spectre', donde creo que soy el primer amor de James Bond mayor que James Bond. O ahora con Kusturica. Y creo que no es solo mi caso. Hay una nueva manera de ver a la mujer en esta generación, los ejemplos de feminidad ya no tienen por qué ser tan jóvenes.

Tenemos que darle las gracias a las feministas. Pero las mujeres de hoy podemos ser muy femeninas y tener derechos

P. ¿Y cómo se ha conseguido esto? ¿Ha asido un cambio de mentalidad, un producto de la presión social o la sencilla evolución de los tiempos?

R. La humanidad está cambiando y nuestras vidas cada vez son más largas. A principios de siglo la esperanza de vida era de 45 años y hoy un niño que nace puede perfectamente esperar vivir 100 años. Somos más jóvenes que antes a la misma edad. Hoy una mujer con 60 parece que tiene 40.

P. El feminismo es crítico con el rol de la mujer objeto en el cine que usted ha encarnado en tantas ocasiones. ¿Qué opina de esas críticas? ¿Le molestan?

R. Tenemos que darle las gracias a las feministas de los 60 y de los 70 que lucharon por los derechos de los que las mujeres disfrutamos hoy. Pero las mujeres de hoy sabemos que podemos ser muy femeninas y al mismo tiempo tener derechos. No tienes por qué perder tu feminidad a cambio de tus derechos. Ser femenina es una forma de belleza. Fíjese que las feministas de entonces decidieron que no estaba bien amamantar a los niños, para no sentirse como vacas, pero hoy sabemos que podemos amamantar, trabajar y seducir. Si por algo hoy se mira a las mujeres con más respeto es por que estamos abiertas a todas las posibilidades.

Las ocas se bañan en un barreño colmado de sangre para atraer así a los insectos que después devorarán. Los halcones bailan y las serpientes beben la leche derramada por un lechero que despacha su mercancía en el frente de guerra con sombrilla y a lomos de un burro entre balazos y morteros. Un lechero maduro y triste, con más pasado que ganas, pero al que algo se le enciende dentro cuando irrumpe en escena una desplazada italiana tan madura como él pero no tan triste. Élla es Mónica Bellucci (Città di Castello, 1964) y él, Emir Kusturica (Sarajevo, 1954), coprotagonista y director de 'En la Vía Láctea'.

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