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Fuego y agua, la redención del alma de Bill Viola sacude al Guggenheim
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hasta el 9 de noviembre

Fuego y agua, la redención del alma de Bill Viola sacude al Guggenheim

El Museo Guggenheim de Bilbao presenta una ambiciosa retrospectiva del maestro del videoarte que recorre sus cuatro décadas de trabajo

Foto: El Guggenheim de Bilbao dedica una retrospectiva a Bill Viola (Efe)
El Guggenheim de Bilbao dedica una retrospectiva a Bill Viola (Efe)

Fuego y agua haciéndose materia, en ebullición y transformación. Nacimiento, muerte y redención. Mientras una mujer enciende decenas de velas, un hombre camina lentamente hacia una hoguera. Recrean el paso del tiempo y la búsqueda de la iluminación. El renacimiento. Cerca, ella arde en llamas hasta convertirse en agua y él renace en un bautismo de líquidos invertidos terrosos, sangrientos, lechosos y purificadores en un poético camino de la oscuridad a la luz en dos monumentales instalaciones. Bill Viola es el maestro de la imagen en movimiento pero también uno de los grandes cirujanos del alma y la existencia humana.

El Museo Guggenheim de Bilbao dedica (hasta el 9 de noviembre) una completa retrospectiva al videoartista neoyorquino que abarca cuatro décadas de trabajo, a través de más de 30 obras, atravesadas por preguntas metafísicas sobre la existencia, la muerte y el lugar del hombre en el mundo. Filosofía filmada, proyectada y atrayente en un "viaje del alma" que es como define su trabajo su mujer, ayudante, colaboradora y en los últimos tiempos imprescindible mano derecha, Kira Perov. "Las exposiciones que creamos se convierten en un viaje al alma. El trabajo de Bill explora la experiencia humana fundamental de la vida: nacimiento, emociones, espiritualidad, muerte, transformación. Utiliza una cámara de vídeo como un ojo subrogado para acercar las cosas o magnificarlas, para experimentar y hacer observaciones de objetos sencillos. Cuando observas algo durante un largo periodo de tiempo y a cámara lenta su esencia es visible. Y a Bill le interesa la esencia del mundo que le rodea", analiza.

Tan enigmáticos e hipnóticos como opresivos y descorazonadores son los trabajos de Viola. Percepción y reflexión son un todo en una obra profundamente influida por el misticismo, la poesía, la música y los ideales del mundo clásico y los grandes maestros del arte. "Siempre trabajo desde la emoción y la intuición, y a menudo no comprendo lo que estoy haciendo hasta que adquiere forma sobre el papel; habitualmente suelo exhibirlo o hago dibujos. Es cuando la obra empieza a reverlarme sus misterios", asegura el artista visual en el catálogo de la exposición. Porque, explica Lucía Aguirre, comisaria de la exposición, Bill Viola "no busca respuestas, es un artista que se hace preguntas y las pone frente a nosotros para que las recordemos". De ahí, prosigue, que sus primeros trabajos se centren en "analizar la memoria, cómo filtramos y codificamos las imágenes y el tiempo, pero según avanza las entrañas y el corazón se convirtieron en la más importante porque entiende que es la parte del ser humano que nos conforma en lo que somos".

De esa necesidad de transmitir la finitud de la existencia surgen sus primeras obras. La muestra arranca con una de sus primeras experiencias en vídeo, 'Cuatro canciones' (1976), que ya da ejemplo de esa experimentación inicial que le acompañará toda su carrera con ideas conceptuales sobre la manipulación del tiempo y el lugar y la desintegración de la imagen, o 'El estanque reflejante' (1977-79). El mundo poético se apropia de los vídeos de Viola pero cargado de una honda reflexión sobre el paso del tiempo y su desconstrucción, o más bien la nuestra, y la interacción del hombre y su entorno.

Esa esencia del alma humana la captura Bill Viola con obras repetidas en un bucle infinito, ralentizando la imagen y dando lugar a piezas que van desde los 10 hasta los 35 minutos o más de duración. Perov afirma, por eso, que la tecnología simplemente es una herramienta más para el artista. Una herramienta de su tiempo como para Goya fue el pincel y la paleta. "Un pincel tiene tanta espiritualidad como una cámara de vídeo. El arte reside en el artista y la inspiración se recibe de la historia, del pasado, de otros artistas y de la sociedad que le rodea, y la tecnología es un medio más. Por eso intentamos esconder la experiencia de la tecnología para no distraer la experiencia del espectador. Lo importante es la imagen en movimiento y la luz". "No es por accidente que el trabajo que tiene que ver con existencia humana se exprese en un medio tan efímero", añade.

En este sentido, una de las piezas más atrayentes es 'Una historia que gira lentamente' (1992), que se ha reconstruido para esta ambiciosa retrospectiva y explora conceptos como la autoimagen, explica Perov leyendo las palabras de Viola, presente en la exposición pero que no ha participado tocado de salud. Esta instalación parte de una gran pantalla giratoria que en bucle infinito que introduce al espectador en medio de la acción mientras por un lado hay un espejo y por otro se proyectan imágenes en color cotidianas de niños en un carrusel, fuegos artificiales o una casa ardiendo y, a la par, la cara de Viola en blanco y negro mientras va repitiendo como un mantra verbos referidos a acciones humanas. "Todo el espacio se transforma en un interior dispuesto para las revelaciones de una mente absorta en sí misma", afirma el artista.

Cerca aguarda 'El saludo' (1995), una obra que marca un punto de inflexión en su carrera porque es la primera vez que utiliza un plató, actores y una cámara súperlenta, una de las cuatro existentes entonces en Hollywood, para recrear esta imagen de tres mujeres saludándose extremadamente lento para mostrar los detalles del lenguaje corporal e inspirada en 'La visitación', de Pontorno. Ya con el nuevo siglo, las nuevas tecnologías de LCD, plasma y alta definición permiten a Viola explorar nuevos formatos. 'Rendición' (2001) o 'La habitación de Catalina' (2001) (inspirada en Santa Catalina de Siena en oración) recrean la vida unida a los ciclos de la naturaleza, otro de los temas constantes en su producción.

'Vigilia nocturna' (2005-2009) producida para la ópera 'Tristán e Isolda', de Wagner, por encargo de Gèrard Mortier para la ópera de París, es un díptico que representa la búsqueda de un hombre y un mujer de la iluminación: ella encendiendo candelas y alejándose cada vez más, él caminando en una inquietante oscuridad muy lentamente hasta llegar a una hoguera. También de la misma producción se pueden ver las monumentales 'Mujer de fuego' y 'La ascensión de Tristán' en una gran pantalla de más de 8'7 metros de altura.

Espectacular también es 'Avanzando cada día' (2012), una instalación monumental que es la mayor produccida por el artista en la que participaron 200 extras e incluye un panel de 15 metros de largo. Tomando como referencia los frescos renacentistas italianos de Giotto y Signorelli, está formada por cinco proyecciones e inspirada en el libro de los muertos egipcio. Invita al espectador a indagar en sus vidas y existencias diseccionando la individualidad, la sociedad, la muerte y el renacer. Las pasiones es otro de los grandes temas de Viola como demuestra en 'Capilla de las acciones frustradas y los gestos fútiles' (2013), donde habla, a partir del mito de Sísifo, de las acciones absurdas y repetitivas cotidianas y sobre la necesidad de ruptura y cambio.

El recorrido de la exposición, patrocinada por Iberdrola, se cierra con 'Los soñadores' (2013), una videoinstalación en la que aparecen siete personajes en siete pantallas plácidamente tendidos en el lecho de un río y que Viola creó tras recordar como un momento de extremada paz un ahogamiento que sufrió de niño, u 'Hombre que busca la eternidad/Mujer que busca la eternidad' (2013), otra llamativa obra que, proyectada sobre lastra de mármol, muestra a una pareja de ancianos que exploran sus cuerpos desnudos con una linterna y se van perdiendo en negro y grises mientras los años y la muerte avanza.

Cierra la muestra la espectacular resurrección de 'Nacimiento invertido' (2014), otra gran instalación de más de 7 metros de altura y la última pieza que Viola y Perov han creado. Este bautismo existencial resume la obsesión del artista por la dualidad nacimiento-muerte a través de la imagen de un hombre en la oscuridad, empapado en un fluido negro, que se mueve muy lentamente mientras unas leves gotas se convierten en un diluvio invertido que muta de la negrura al miedo rojo y el nacimiento blanco y lechesoso para terminar con el agua purificadora. Habla, explica el propio artista, "del ciclo vital desde el nacimiento hasta la muerte, que aquí se ha convertido en una transformación de la oscuridad a la luz".

Esa que Viola busca incansable desde los abismos de los interrogantes humanos y la tecnología.

Fuego y agua haciéndose materia, en ebullición y transformación. Nacimiento, muerte y redención. Mientras una mujer enciende decenas de velas, un hombre camina lentamente hacia una hoguera. Recrean el paso del tiempo y la búsqueda de la iluminación. El renacimiento. Cerca, ella arde en llamas hasta convertirse en agua y él renace en un bautismo de líquidos invertidos terrosos, sangrientos, lechosos y purificadores en un poético camino de la oscuridad a la luz en dos monumentales instalaciones. Bill Viola es el maestro de la imagen en movimiento pero también uno de los grandes cirujanos del alma y la existencia humana.

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