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Zahara: "Somos una generación presa de la frustración y los sueños de nuestros padres"
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Zahara: "Somos una generación presa de la frustración y los sueños de nuestros padres"

El amor es un puto bolso de Chanel y el trabajo, la prioridad. La cantante publica 'Trabajo, piso, pareja', un certero retrato generacional de los anhelos y las decepciones de los treintañeros

Foto: Zahara publica su primera novela 'Trabajo, piso y pareja'
Zahara publica su primera novela 'Trabajo, piso y pareja'

El amor está mal visto, el trabajo es la prioridad y el desapego familiar, la norma. Aunque, en realidad, 'Trabajo, piso, pareja' es el anhelado (y esperado) tridente. Es el que ha utilizado Zahara para trazar un certero retrato generacional de jóvenes inmaduros (o de maduros peterpanes) treintañeros presos de una sociedad anclada en la productividad, de unos sueños que no se realizan y de unas expectativas culturales que pesan como losas. La cantante publica en Verso & Cuento su primera novela, tras su incursión en la escritura con 'Semaforismos y garabatonías', para retratar a una generación ansiosa por demostrar libertad y felicidad pero frustrada.

Narrada con frescura y de forma directa a dos voces, Zahara no ha parido una simple historia romántica sino que en 'Trabajo, piso, pareja' radiografía a esa generación nacida en los ochenta a la que les prometieron todo y la crisis les negó la mayoría. Pero no solo la crisis, también sus amigos, las anhelos de sus padres, los convencionalismos y el 'postureo' marcan las vidas de Clarisa y Marco (y de todos). Ellos, dos treintañeros completamente diferentes, chocan literalmente un 31 de diciembre y se enamoran de sus diferencias en una época en la que "el amor se ha convertido en un puto bolso de Chanel".

Zahara aborda esa generación inmadura, llena de frustraciones y presa de la rueda conservadora, social y rutinaria. Habla de lo difícil que es realizarse, trabajar (y más por vocación), de maternidad, feminismo, vejez, enfermedades, ilusiones y dolor. Confiesa que le daba pudor publicar una novela, pero que escribir para ella es algo tan natural como componer canciones. Cuatro meses frente al ordenador y algo más de un año de creación es lo que ha tardado en ver la luz este libro que llega precedido del éxito de su sexto disco, 'Santa'. Y, garantiza en esta charla con El Confidencial, en la segunda mitad de 2018, tras ser madre, llegará su nuevo álbum.

P: ¿Cómo surge la necesidad de escribir y de hacer un retrato generacional como es 'Trabajo, piso, pareja'?

placeholder 'Trabajo, piso, pareja', de Zahara (Verso
'Trabajo, piso, pareja', de Zahara (Verso

R: Surge de lo mismo que me lleva a hacer canciones, pero las canciones se me quedan cortas porque tengo la limitación de la estructura, el verso o la melodía, y me cuesta profundizar más. Me apetecía mucho contar algo y poder desarrollarlo. A mí siempre, desde que era niña, me ha interesado el ser humano y saber por qué somos como somos. Supongo que era una niña un poco raruna [risas]. Como por desgracia tengo mucha experiencia en relaciones mediocres o buenas que se transforman en mediocres y es algo común que pasa en mi entorno, me dije que este momento que vivimos nuestra generación tiene que vivir de su vocación, ser súper feliz y realizarse choca frontalmente con la idea tradicional de familia y con lo que nuestros padres han vivido.

P: Es un choque educacional pero también de expectativas. ¿Somos una generación criada para cumplir sus sueños con una realidad que no nos deja?

R: No lo permite, no. Yo estoy tranquila en mi situación personal y laboral, pero no es lo normal. He llegado a los 33 después de muchos baches con la presión, por ejemplo, de tener en mi casa el referente de unos padres que llevan juntos toda la vida, 35 años. Tienes eso arraigado e interiorizado y piensas que no vas a llegar. Mis padres son maestros por vocación, son muy felices y han encontrado el equilibrio entre su trabajo y su vida personal, pero nuestras vocaciones son un poco más inestables porque también nos han hecho creer que podemos vivir de eso.

P: No solo las vocaciones, la situación actual es la inestable.

R: Claro. El momento social y económico que vivimos lo impide. Quien encuentra la satisfacción personal en su trabajo y tiene solvencia económica pocas veces tiene tiempo para que lo otro también le vaya bien. Es como un añadido. Las mujeres ya no estamos en casa ni queremos que nos mantengan. Eso no nos realiza. Nos realiza la vida, el trabajo, las relaciones y está complicado con la presión. Se mira a la mujer diciéndole cuántas cosas haces pero tienes que hacerlas todas bien. Es muy estresante e injusto. Yo ahora tengo que ser, antes de una buena madre, una buena embarazada. Ya no me vale con ser una buena cantante, una buena artista, una buena empresaria, una buena escritora. No, ahora tengo que comportarme bien como embarazada... ¡Por favor!

El capitalismo se ha llevado a las relaciones de una manera bestial

P: "El amor se ha convertido en un artículo de lujo últimamente. El amor es un puto bolso de Chanel", escribe en el libro. ¿Esta es la realidad?

R: [Risas] Es la frase estrella del libro y lo creo totalmente. Es algo que, dicho de muchas maneras, no he parado de oír. Al final del libro confieso que me he inspirado en mis propias vivencias y en lo que veo. Hay más ficción que realidad, pero hay cosas que he vivido o visto. Lo que más se repetía eran las relaciones de mis amigos con sus parejas o rolletes en plan 'olvídate de conseguir algo más que un bolso del Bershka al final'. [Risas]

P: Es triste esa conclusión.

R: Sí, pero es tal cual. Además, tienes uno de 15 euros porque a la semana a lo mejor tienes otro de 15 o, incluso, de 9. O llegan las rebajas y te compras cuatro o cinco. El capitalismo se ha llevado a las relaciones de una manera bestial. Es la oferta y la demanda. Estamos ahí y es lo que nos toca [risas].

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Zahara publica su primera novela

P: Sus personajes tienen entre 30 y 35 años, ese momento que "marca el final de tu vida. Pasamos de ser niños de goma a ancianos de cristal", pone en boca de Marco. ¿Es ese el punto de no retorno de replantearse la vida y pasar de la juventud a la madurez?

R: En mi caso me ha surgido de forma paulatina y natural, pero creo que a mucha gente le pasa de golpe eso de verse en el epicentro de su vida, echar la vista atrás y pensar que ya ha pasado lo mejor. Y eso pasa en torno a los 35, sobre todo, cuando estamos queriendo vivir a tope, exprimir todas las emociones al máximo —que es lo que nos lleva muchas veces a no terminar de vivir ninguna— y justo cuando tenemos la capacidad de disfrutarlas, empezamos a ver que se está acabando. Creo que eso es lo que genera un trauma a mucha gente de nuestra generación.

Somos niños evitando ser adultos y no estamos preparados porque seguimos presos de nuestra búsqueda individual

P: Y ese tridente de trabajo, piso y pareja es lo que se espera de nosotros.

R: Totalmente. De hecho, es la pregunta: ¿Dónde vives? ¿A qué te dedicas? ¿Te has casado? Son tres preguntas que vienen persiguiéndome, que he oído y que yo misma hago, no me excluyo porque formo parte de esta espiral de obsesión por tener pilares estables. Lo de salud, dinero y amor ha pasado a trabajo, piso, pareja.

P: Entonces, ¿somos una generación presa de estereotipos tradicionales conservadores?

R: Yo me he dado cuenta de que aunque queramos luchar en contra de ellos, sí. También hay que decir que hay cosas tradicionales que no están mal y hay una lucha contra ellas simplemente por ser tradicionales, porque nos recuerdan a nuestros padres o porque queremos ser los más modernos. Por ejemplo, la pareja. No queremos tener una pareja estable porque lo asociamos a algo estanco que no nos representa...

P: El retrato de esta generación sería el de una que se mide por clichés o expectativas y que se frustra al no llegar a ellas.

R: Lo has dicho muy bien y estoy de acuerdo. En este momento de mi vida, cada día que pasa, llego a esa conclusión: hemos alargado la posadolescencia hasta los 35. Ese momento en el que tienes 16 años y te dejas un mechón que te tapa el ojo y no ves, aunque tú dices 'esto no es cómodo pero es mi identidad'. Ese mechón lo hemos llevado hasta los 35 y nos hemos tenido que rapar la cabeza porque no veíamos una mierda al final. Es así. Somos niños evitando ser adultos y cuando llegamos a la vida adulta todavía no estamos preparados porque estamos demasiado presos de nuestra búsqueda individual.

P: ¿Y de dónde viene ese 'peterpanismo'?

R: Creo que tiene que ver con la generación de nuestros padres. Mi abuelo tuvo a mi tía, se murieron tres hijos y tuvo a mi madre, y él te lo cuenta no como un trauma ni un drama sino que, como se morían, había que tener otro porque el hijo era el que te garantizaba llegar a la vejez. Esos hijos, nuestros padres, ya quieren tener hijos por otros motivos, tienen esos valores pero nos inculcan que tengamos nuestras vidas porque han tocado el trabajo duro y la falta de educación u oportunidades. Somos una generación fruto de la frustración y los sueños de nuestros padres. De ese "quiero que vivas lo que yo no he podido". Somos una generación de frustrados y esto es lo que nos lleva a estar criticándonos, quejándonos, molestos y haciendo cosas por presión porque creemos que nos merecemos más porque aspiramos a tenerlo todo.

Somos una generación de frustrados que hace cosas por presión porque creemos que nos merecemos más porque aspiramos a todo

P: En el libro también aborda la maternidad a través de los dos personajes femeninos. “El no deseo de ser madre es tan poderoso como el de serlo, pero creo que una no es presa de lo que su yo de ayer piensa y tengo derecho a cambiar de opinión tantas veces como crea conveniente”. Esto es algo que hoy todavía no se entiende.

R: No. De hecho, le pongo voz a algo que a mi me ha costado reconocer en alto. Yo me identificaba mucho con Clarisa. Yo no he querido tener hijos nunca, hasta el punto de que tengo titulares como 'nadie debería tener hijos'. He sido muy tajante en mi no deseo de ser madre y me he dado cuenta de la fortaleza de ello. Y cuando decidí que quería, tuve un momento de sentirme mal y me dije: '¿qué clase de gilipollas soy? ¿Por qué me tengo que sentir mal con una decisión mía? ¿Qué me pasa?' Me he creado tal personaje, basado en la realidad, pero lo he tenido que defender con tanta fuerza que ahora si me quedo embarazada, me pregunto que qué era lo anterior. Y no. No pasa nada. Es mi vida. Yo estoy totalmente segura de que tengo amigas mayores que yo que defendían la no maternidad y ahora se arrepienten, y al revés, aunque es más común, mujeres que tenían hijos por la presión y ahora salen libros como 'Madres arrepentidas' que dicen 'es que yo no quería'. Y eso es la hostia de poderoso.

P: ¿Cree que aún hoy, en el siglo XXI, la maternidad es lo-que-tiene-que-cumplir la mujer?

R: Creo que he sido un ejemplo bastante claro de que por desgracia sí. No he podido demostrar más que tenía una vida llena y completa, me he hecho a mí misma, he creado un sello discográfico, he tenido discos que han funcionado bien, no he parado. Yo me sentía completamente realizada. Yo no tengo un hijo para realizarme porque la realización personal la tenía completa y, aún así, no paraba de escuchar '¿cuándo vas a tener un hijo?' ¿Es que todo lo otro no te vale? ¿Todo lo que he conseguido y solo te importa lo que puede hacer cualquier otra mujer solo porque soy mujer? ¿En serio estamos así todavía? Creo que tengo mucho más valor por todo lo demás, esto [dice señalando su tripa] no tienen ningún mérito. Es fácil. Esto lo puede hacer cualquier mujer.

placeholder Zahara durante su actuación en los Premios MIN (Efe)
Zahara durante su actuación en los Premios MIN (Efe)

P: ¿Qué le parece el debate instalado en la actualidad en torno al feminismo?

R: Creo que hay que hablarlo. El feminismo es un movimiento muy joven. El de los años setenta no tiene nada que ver con el de ahora. Ahora hay cosas que miramos de entonces y vemos que no estaban bien. Yo misma cambio de una semana a otra porque tengo que hacer un ejercicio continuo de análisis. Esto es un aprendizaje y, como tal, está lleno de contradicciones que no hay que negar porque no pasa nada. El feminismo a veces se contradice porque está creciendo y en esta búsqueda hay gente que lo tiene muy claro, que son poquitas y poquitos, y que gracias artículos y libros van generando debate. El feminismo para mí es cuestionarte cosas que has hecho tradicionalmente o tienes asumidas como propias y darte cuenta que son una imposición social que no está bien. Por ejemplo, la desnudez, la sexualización de la sociedad… Al final todo tiene que ver con el capitalismo. Si todo tiene un precio y todo vale porque alguien va a pagar con ello, estamos jodiendo directamente la base del feminismo porque nos hacemos creer que es igualdad porque todo es vendible, comprable y es lícito.

P: Hay otra cuestión generacional muy real en el libro: la vejez de nuestros padres. ¿El punto de madurez llega cuando uno se da cuenta de que ahora tiene que cuidar, es responsable e incluso pierde a sus padres?

R: Nosotros estamos viendo cómo se mueren nuestros padres con 30 años y esto, por desgracia, es así. Tengo más amigos a los que se han muerto sus padres que no. Es algo con lo que convivo y marca. Mi madre no se ha enfrentado a la muerte de su madre hasta que tuvo casi 60 años, pero a los 28 o 30… Te sientes huérfano y más siendo como somos, con nuestra escasa madurez. Puedes vivir plenamente hasta que ves que a lo mejor tienes que llevarte a tu madre a casa o pagar una residencia o buscar otro trabajo para ayudar a tu familia porque hay una enfermedad. Si esto no te espabila, no sé qué lo va a hacer.

P: Tras el libro y la maternidad, ¿hay proyecto de disco?

R: Sí. Mi idea es terminar de componerlo a ahora que estoy tranquila. Llevo como la mitad y seguiré hasta septiembre porque después no me va a caber la guitarra [risas]. Quiero tomarme seis meses de baja, por lo menos mental, y grabar el disco antes de verano para sacarlo después. Tengo muchas ganas y canciones, así que si va bien saldrá en 2018 aunque me he quedado con ganas de escribir más. Me ha encantado.

El amor está mal visto, el trabajo es la prioridad y el desapego familiar, la norma. Aunque, en realidad, 'Trabajo, piso, pareja' es el anhelado (y esperado) tridente. Es el que ha utilizado Zahara para trazar un certero retrato generacional de jóvenes inmaduros (o de maduros peterpanes) treintañeros presos de una sociedad anclada en la productividad, de unos sueños que no se realizan y de unas expectativas culturales que pesan como losas. La cantante publica en Verso & Cuento su primera novela, tras su incursión en la escritura con 'Semaforismos y garabatonías', para retratar a una generación ansiosa por demostrar libertad y felicidad pero frustrada.

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