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Coreografías para un bailarín de 120 kilos. Alberto Velasco persigue su inopia
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'desembarco de la danza' en el teatro kamikaze

Coreografías para un bailarín de 120 kilos. Alberto Velasco persigue su inopia

El bailarín, actor y creador sigue demostrando que los límites en la danza son los que se pone cada uno con un espectáculo visceral, emocional y poético que respira evasión y libertad

Foto: Alberto Velasco protagoniza 'La inopia. Coreografías para un bailarín de 120 kilos' (Guille Sola)
Alberto Velasco protagoniza 'La inopia. Coreografías para un bailarín de 120 kilos' (Guille Sola)

'La inopia. Coreografías para un bailarín de 120 Kg.'. Así se llama este espectáculo que se presenta con un subtítulo que, a priori y para esta sociedad esteriotipada de belleza cool, esquelética y exhibida en Instagram, podría parecer un oxímoron. Pero estamos ante Alberto Velasco, o mejor dicho ante su refugio y su autobiográfica, viceral, emocional y carnal conexión con el mundo.

Sobre el techo de un viejo Seat Marbella fucsia, enfundado en un chándal rojo con rayas blancas, estrellas doradas, ojos y abejorros, habla de una noche de julio en las fiestas de su pueblo. La música de una orquesta se mezcla con la de las atracciones y el tumulto, pero da igual. Él se ha trasladado a "La Inopia, ciudad de vacaciones". Ese lugar que es como un chupito de absenta en ese justo momento que va entre que el líquido verde toca el cuerpo y estalla en la cabeza, esa paz y ese refugio donde todo es posible. "Aquí no hay sangre ni raíces ni volumen ni croissants de chocolate ni mensajes ni notas de voz". No hay huellas ni remordimientos. Son esos segundos de evasión y conexión real y profunda con uno mismo.

'El Amor', de Massiel, le despierta en ese otro lugar del mundo donde no hay juicios -y si los hay, importan un bledo-; donde la libertad se grita y se demuestra; donde se homenajea a los genios; donde se rompe con la envidia, con las fronteras y con los cánones preestablecidos de la belleza, la danza y la sociedad; donde se construye desde lo que uno es y se da la espalda a un mundo de corderos, y donde el sueño es bailar. Volar. Dice Velasco en el espectáculo que los deseos de uno son parte de la herencia. Están en nuestro árbol genealógico. El suyo, el de ser bailarín, actor, director y creador, nace de niño y de la mano del baile y sus abuelos. Ellos le anclaron al flamenco y el folclore extremeño, en el caso de los maternos, y al castellano, de los paternos. De la jota tradicional a la danza-teatro. Así es la historia de Alberto Velasco. Pesar 120 kilos no importa en la inopia y tampoco debería hacerlo en la sociedad.

'La inopia. Coreografías para un bailarín de 120 kilos' forma parte Desembarco de la danza (del 9 al 21 de mayo), un completo programa de danza que lleva al Pavón Teatro Kamikaze cinco espectáculos entre los que destaca esta pieza de Velasco (15 al 17 de mayo). Con coreografías de Muraday, Carlota Ferrer, Sol Picó, Vero Cendoya, Carmelo Segura y Daniel Abreu, el resultado final es un compacto y biográfico solo cargado de significado, metáforas, poesía y, sobre todo, libre de cadenas y repleto de emociones que golpean como dardos. 'La Inopia' nace de dentro, pero no del cuerpo sino a pesar del cuerpo, porque Velasco se mueve con unas muletas y unas puntas rojas al ritmo de un aria de 'Sansón y Dalila' cantada por María Callas, se retuerce con música electrónica, se calza una erótica cabeza de oso, alcanza un trance giratorio al estilo de unos derviches muy flamencos y, sí, también enseña su cuerpo y sus kilos.

"Hay algo que todavía sorprende, y qué pena porque ojalá fuéramos muchos. Yo no he tenido referentes de gente como yo o gente distinta que bailase. En una ciudad pequeña como la mía [Valladolid] los referentes eran la danza clásica y las escuelas con las niñas, ni niños había. Entonces, cuando entré en Arte Dramático y conocí la danza-teatro y cómo nombres como Pina Bausch utilizaban otros cuerpos para contar, vi que había algo que contar. Yo siempre he estado muy cómodo con el cuerpo, siempre he sido flexible y lo del abejorro [que lleva en el mono de su espectáculo] es porque me siento así. El abejorro no es consciente de su peso y por eso vuela y yo no soy consciente del mío y por eso bailo. El peso es una anécdota, el armazón y lo de dentro es lo que tienes que tener fuerte. Si eso es así, da igual estar gordo o delgado", asegura tras un ensayo.

placeholder Edición de la imagen original por Carlos Robledano
Edición de la imagen original por Carlos Robledano

¿Se puede bailar libremente pesando más de 100 kilos? "Para mí ha sido fácil. Todo lo que la sociedad me ha puesto difícil en vivir, comer, vestirme, relacionarme, enamorarme..., el mundo de la danza me lo ha puesto fácil. En la danza me han acogido con los brazos abiertos, se me ha dado espacio, me han llamado coreógrafos, me han enseñado, me he enamorado, me he vestido y desvestido. Ahora lo que tengo que hacer es el camino a la inversa, desde la posibilidad de la danza a la de la vida diaria, y ya estoy casi al 100%. Estoy en un momento libre. No pienso en lo que digan de mí, además de que es agotador".

Para llegar a 'La inopia' hay que hablar de '¡Vaca!', el primer espectáculo que hizo Velasco hace una década y que estuvo siete años en cartel. Abordaba su peso, la presión y sumisión social y los prejuicios en un valiente y precioso trabajo contra el canon de belleza establecido. Sin esta pieza, asegura, hoy no podría existir 'La Inopia'. "En '¡Vaca!' era el cuerpo lo que hablaba. Ahora no. Hablo de lo que sucede dentro y el cuerpo viene conmigo porque soy yo. Entonces tenía mucha importancia y ahora, nada. Aquí no nombro la palabra gordo ni michelín ni una vez. Ya estamos por encima de eso".

'¡Vaca!' le valió el aplauso y el respeto de la crítica y el público. Después llegaron trabajos con Muraday y el punto de inflexión de su carrera: 'Danzad, danzad, malditos', un espectáculo dirigido por él que se alzó con el Premio Max al mejor espectáculo revelación de 2016 y sigue vivo, tras una extensa gira con varias reposiciones en la capital. Le sirvió, afirma, para "recuperar la confianza en el Alberto creador". Con su Malditos Compañía ya está preparando nuevo montaje demasiado actual: 'Escenas de caza', basada en el filme de Peter Fleischmann, y que también se regirá por las reglas del azar. Cada día ese supuesto pederasta que lo protagoniza y va a ser cazado por sus vecinos será un actor distinto que la suerte salida de una gran piñata con 12 cuerdas elegirá. Además, y tras pasar por 'Vis a Vis', estará en el musical de Billy Elliot (estreno en octubre en el Nuevo Teatro Alcalá).

placeholder Alberto Velasco en 'La Inopia. Coreografías para un bailarín de 120 Kg.' (Guillem Sola)
Alberto Velasco en 'La Inopia. Coreografías para un bailarín de 120 Kg.' (Guillem Sola)

Velasco vive uno de sus mejores momentos. Proyectos de futuro, éxito presente, nominaciones, premios... Sin embargo, en medio vivió uno de los episodios más amargos de los últimos tiempos. Fue con su participación en la obra 'Numancia', con la que Juan Carlos Pérez de la Fuente se despidió de la dirección del Teatro Español. La crítica de Javier Villán en 'El Mundo' señaló con dureza su "cuerpo informe". "Lloré mucho ese día", reconoce. "De hecho, estuve dos funciones que me daba miedo levantarme la camiseta y enseñar la panza. Eso no se lo tolero a nadie. Me gustaría que el cuerpo se dejara de lado en las críticas teatrales tanto para bien como para mal", añade señalando a la cosificación de los actores. El problema es que "la sociedad necesita mucha confianza y mucha fe en uno mismo. Tienes que empoderarte en ti mismo y saber que eres hermoso fervientemente. La belleza es tan subjetiva. Ese es guapo, es feo... para ti. La sociedad nos hace débiles porque no tenemos las herramientas para ser fuertes y que nos resbale todo. Confío en una sociedad más fuerte y empoderada".

Un nombre como Velasco y un título como el de esta obra pueden ser también un reclamo para acercar al público a un género que aún le es lejano como la danza. Según el actor y bailarín esto ocurre por varios motivos que van desde que "Madrid es la única capital europea que no tiene un teatro para la danza con una compañía nacional residente" hasta que durante mucho tiempo se ha visto como un género elitista y se ha asociado al ballet clásico mientras que "la danza contemporánea es la gran desconocida". ¿Cómo cambiar esa perpeción? "La danza es mucho más cercana a nosotros: todos celebramos las cosas bailando, es una de las actividades extraescolares más normales y está en nuestra vida cotidiana, pero para ver un espectáculo es lo último que elegimos porque pensamos que es elitista y eso es porque educacionalmente la han dejado en un lugar postrero". Esas son las otras barreras que Velasco también se ha propuesto derribar desde su (necesaria) inopia.

La danza llega al Kamikaze

La danza llega al Pavón Teatro Kamikaze con un programa cuyo objetivo es mostrar el trabajo de las principales compañías españolas y que este programa no sea una cosa aislada sino que se quedé en este escenario impulsado por Miguel del Arco, Aitor Tejada, Israel Elejalde y Jordi Buxó. En 'Desembarco de la danza' se podrá ver:

- 'Beautiful Beach', de la compañía de Antonio Ruz. 9 y 10 de mayo.

- 'Marikón, ¡Esto acaba de empezar!', de Losdedae. Del 11 al 14 de mayo.

- 'I'll be your mirror', de dlcAos. Del 14 al 17 de mayo.

- 'La Inopia. Coreografías para un bailarín de 120 Kg', de Alberto Velasco. Del 15 al 17 de mayo.

- 'CND a la Carta', de la Compañía Nacional de Danza. Del 19 al 21 de mayo.

'La inopia. Coreografías para un bailarín de 120 Kg.'. Así se llama este espectáculo que se presenta con un subtítulo que, a priori y para esta sociedad esteriotipada de belleza cool, esquelética y exhibida en Instagram, podría parecer un oxímoron. Pero estamos ante Alberto Velasco, o mejor dicho ante su refugio y su autobiográfica, viceral, emocional y carnal conexión con el mundo.

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