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¿Qué tienen en común el 'Chiquitán' de Chimo Bayo y el 'no es no' de Pedro Sánchez?
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¿Qué tienen en común el 'Chiquitán' de Chimo Bayo y el 'no es no' de Pedro Sánchez?

En el libro 'Tengo, tengo, tengo', el lingüista José Antonio Millán analiza las estructuras rítmicas de la lengua española, desde los eslóganes hasta las canciones populares

Foto: Una pancarta con el lema "¡Fuera mafia! ¡Hola democracia!" | EFE
Una pancarta con el lema "¡Fuera mafia! ¡Hola democracia!" | EFE

El 14 de junio de 1991 Chimo Bayo lanzaba al mercado 'Así me gusta a mí'. Con versos como "Chiquitán chiquitán tan tan que tun pan pan que tun pan que tepe tepe", el máximo exponente de la ruta del bakalao acabó vendiendo más de un millón de copias del 'single' en todo el mundo y todavía hoy sigue siendo un himno transgeneracional que levanta pasiones en cualquier 'rave millennial'. En 2016, en medio de la turbulencia política de una España a la espera de elegir Gobierno y de un PSOE atormentado por las luchas intestinas, Pedro Sánchez, el entonces secretario general socialista lanzaba el eslogan "no es no", uno de los lemas propagandísticos más machacones y efectivos de los últimos años. ¿Por qué, aunque nadie entendía la letra, el 'Aserejé' de Las Ketchup llegó al número uno de las listas musicales desde la fría Finlandia hasta la cálida Colombia?

La respuesta, en el último ensayo del lingüista José Antonio Millán, 'Tengo, tengo, tengo' (Ariel, 2017), un estudio sobre las estructuras rítmicas y la rima que subyacen en el español del día a día, desde las canciones de cuna hasta los eslóganes políticos. ¿Qué hace que un refrán, una canción o una frase se queden grabados en la mente colectiva, pasando incluso de generación en generación? "Son breves, son fáciles de recordar, son machaconas", resume Millán. La rima, la acentuación y el ritmo son fundamentales a la hora de que una frase sea fácilmente recordable. "Los pareados, por ejemplo, son una estructura simple muy habitual en fórmulas para crear eslóganes publicitarios. Porque las formas simples, lo más probable es que permanezcan porque se prestan muy bien a nuestra lengua y a la transmisión". "Estos pequeños pedazos de lengua intentan por una parte grabarse en la mente fácilmente o incluso prenderse en el cerebro del que oye".

Eslóganes

"Los eslóganes políticos también sirven para acompasar el paso de las personas en una manifestación o en una concentración en la que la gente da palmas y grita", reflexiona Millán. En su libro, Millán explica que son "consignas creadas para ser recitadas mientras se camina" y que esta característica "las emparenta con las canciones de trabajo" porque "dependen del movimiento del cuerpo". Normalmente se adaptan al "número par de pasos, distribuidos con la pauta 4/4". Como ejemplo pone cánticos tan conocidos como:

"No hay quien resista

siendo mileurista".

"Tampoco están muy lejos de los eslóganes publicitarios, que siempre han hecho uso de las repeticiones. Por ejemplo, 'Póntelo, pónselo' es una repetición muy breve y va muy bien para retenerlo en la memoria". Por eso quizás el ínclito "no es no" sería el perfecto paradigma de la retentiva.

Y muy de cerca de las consignas políticas aparecen los cánticos deportivos; "en el fondo se trata de lo mismo, de expresar colectivamente una opinión contundente:

Alirón, alirón,

el Athlétic campeón".

Refranes

El español, que es un idioma muy dado a los aforismos, tal y como explica Millán, cuenta con refranes como "Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar" que pasan de generación en generación, ajenos a las modas. Sorprende descubrir que su origen se retrotrae casi un milenio atrás. "Hay un refrán árabe que se remonta al visir del rey al-Mu'tamid de Sevilla, quien, al ser depuesto en el año 1091, habría dicho: 'Vierta agua en su barba quien [vea que] ha sido pelada la de un vecino'", cuenta Millán en su libro. Innegablemente, la forma en la que ha llegado a nuestros días es, gracias a la rima, mucho más fácilmente recordable que la manera original.

¡Esto no tiene sentido!

"Hay un efecto psicológico que hace que algo que no significa nada pero que se repite acabe grabándose mejor en la mente", explica el lingüista. "No sólo los niños utilizan a veces palabras que no significan nada. Para adornar nuestra lengua, por hacer una gracia, por meter un elemento para relajar el discurso". De ahí nace, por ejemplo, "en fin, Serafín"

"El caso típico es el 'Aserejé'". Lo mismo sirve para 'Así me gusta a mí' de Chimo Bayo, cuyo punto fuerte a la hora de recordar la letra es el ritmo, la rima y la acentuación. Desde luego el sentido no. Pero esto no es algo exclusivo de la música pop, sino que las raíces de este fenómeno son mucho más profundas. Millán recurre a canciones de sorteo -"donde lo único que se precisa es un ritmo verbal que acompañe a la acción regular de ir desgranando números"- y de juego, del estilo de:

"Y po y me y popo

malacachú y nene.

Y po y me y popo

malacachú y nene".

"Como decía el crítico mexicano Alfonso Reyes en los años veinte del siglo pasado, estos desvaríos verbales son 'manifestaciones de la energía no racional del lenguaje'", afirma el libro.

De una forma mucho más estudiada, con el nacimiento de las vanguardias a principios del siglo XX, la poesía sufrió un proceso de destrucción y reinvención, tal y como cuenta Millán en el libro, y con la aparición del dadaísmo surgió la poesía fonética, basada también en el ritmo y que abandonaba el significado tradicional de las palabras. Desde "palabras inventadas" hasta "las que provienen de lenguas africanas, como el suajili". Como ejemplo, el 'Canto VII' del 'Altazor' de Vicente Huidobro:

"Lunatando

Sensorida e infimento

Ululayo ululamento

Plegasuena

Cantasorio ululaciente

Oraneva yu yu yo"

Curiosos de la lengua

Estos son tan sólo algunos de los ejemplos que ilustran 'Tengo, tengo, tengo', un libro dirigido a todo aquel lector curioso al que le apetezca indagar sobre los intríngulis de la lengua. Millán es autor de otros títulos como 'Perdón imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente' y 'El candidato melancólico. De dónde vienen las palabras, cómo viajan, por qué cambian y qué historias cuentan'. "Son temas que, sorprendentemente interesa mucho al público de cultura media", explica. "La gente tiene una curiosidad en su lengua que es lógica, por otra parte, porque es nuestro instrumento de comunicación. Igual al que no ha abierto un libro en su vida no".

La gente tiene una curiosidad en su lengua que es lógica, por otra parte, porque es nuestro instrumento de comunicación

Precisamente, el pasado enero se publicó 'La lectura en España. Informe 2017', un estudio en el que ha participado como coordinador. ¿En general, España es un país muy lector o poco lector? "Es complicado saberlo", admite. "Por lo general leer se asocia a leer literatura, a leer una novela, pero no, igual estás todo el día leyendo noticias en Twitter y si te preguntan si lees dices que no. El libro físico ya no es el único acceso al saber ahora mismo, empezando por los libros electrónicos y por sitios web tan estupendos como la Wikipedia o la Biblioteca Virtual Cervantes. Ahora se puede estar al tanto de lo que pasa sin abrir un solo libro. Ahora bien, de esta gente que jamás ha abierto un libro, sin duda alguna, muchos de ellos ni habrán abierto un libro ni habrán mirado la Wikipedia ni habrán leído un clásico en una web. Pero siempre ha habido gente que no ha leído".

Precisamente, este mismo miércoles se presenta el nuevo Plan de Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura. "Es algo que se ha pedido desde el mundo de la educación y desde el mundo de la edición, porque hay una sensación de que los españoles deberían leer más de lo que leen. Pero no está muy claro cómo se puede conseguir. El deseo o afición a la lectura surge del medio familiar y del medio público. En la época de desarrollo de los años 60 y 70 del franquismo había el lema de 'un libro ayuda a triunfar'. Si hace décadas la cuestión era el ascenso social -si tú leías podías ascender socialmente-, lamentablemente ahora eso no parece que ya surta efecto".

El 14 de junio de 1991 Chimo Bayo lanzaba al mercado 'Así me gusta a mí'. Con versos como "Chiquitán chiquitán tan tan que tun pan pan que tun pan que tepe tepe", el máximo exponente de la ruta del bakalao acabó vendiendo más de un millón de copias del 'single' en todo el mundo y todavía hoy sigue siendo un himno transgeneracional que levanta pasiones en cualquier 'rave millennial'. En 2016, en medio de la turbulencia política de una España a la espera de elegir Gobierno y de un PSOE atormentado por las luchas intestinas, Pedro Sánchez, el entonces secretario general socialista lanzaba el eslogan "no es no", uno de los lemas propagandísticos más machacones y efectivos de los últimos años. ¿Por qué, aunque nadie entendía la letra, el 'Aserejé' de Las Ketchup llegó al número uno de las listas musicales desde la fría Finlandia hasta la cálida Colombia?

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