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Felipe González, Loquillo y Teddy... Ramoncín recibe el masaje de su vida
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dentro de su recopilatorio 'quemando el tiempo'

Felipe González, Loquillo y Teddy... Ramoncín recibe el masaje de su vida

El documental 'Una vida en el filo' recorre la vida del músico en un lavado de imagen que ensalza su carrera y su lucha contra la piratería con mucha loa y poca crítica

Foto: Ramoncín vuelve para repasar su carrera con un disco y un documental (Efe)
Ramoncín vuelve para repasar su carrera con un disco y un documental (Efe)

Primeros 30 segundos. Voz en off. "A todos nos gustaría que contaran nuestras vidas desde la verdad objetiva, desde un punto de vista alejado de la verdad relativa y manipulada pero no es fácil porque ninguno somos lo que creemos de nosotros. Somos lo que los demás creen que somos, especialmente si has vivido una vida desde el filo". Primeros acordes de 'Litros de alcohol'. Siguiente medio minuto. Felipe González. José María Íñigo. Loquillo. Juan Echanove. Johnny Cifuentes. "Es el Quijote de la música". "Un guerrillero del rock". "Se le quiere o se le odia, no hay términos medios".

Con épica y estética de videoclip arranca 'Una vida en el filo', un documental dirigido por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, que loa los 40 años de carrera de Ramoncín y se ha publicado este fin de semana junto al triple CD recopilatorio 'Quemando el tiempo'. El cantante sigue tirado de "egorol", como decía él mismo en su primera entrevista en 1978 en el programa 2x2 ante Mercedes Milá e Isabel Tenalle, en este repaso a su vida. Esta es su verdad y da igual lo que sus detractores, numerosos especialmente tras su paso por la SGAE, piensen. Además, sus amigos alimentan este lavado de cara, justo en su parte musical pero exagerado en algunos tramos y, sobre todo, sin asomo de crítica. "Es un gran creador con un gran compromiso" (Felipe González), "un tipo renacentista" (Miguel Ríos) que "nació de un grito" (Juan Barranco), un "poeta callejero" (Jesús Ordovás) o "sin Ramoncín, Loquillo no existiría".

"Nací en un taxi en la puerta de Alcalá en los brazos de un hombre que tenía 69 años y que esa noche cuando se acostó no sabía que su hija estaba embarazada". José Ramón Julio Márquez, el hijo de una madre soltera que se fue cuando tenía dos años y medio y se crió en el madrileño barrio de Delicias con su abuelo y sus tíos ("sus viejos"), después se convirtió en Ramoncín, una de las estrellas del rock español de la recién estrenada Transición y de la Movida y, mucho más tarde, uno de los hombres más odiados del país. Siempre chuleta, siempre de barrio, siempre vanidoso y siempre descarado, el artista no esconde ninguno de los episodios de su vida en este documental en el que hay más alabanzas (muchas más) que reproches. Sí es justo en esa reivindicación, y con razón, de una carrera transgresora que le colocó en lo más alto de la música a finales de los setenta y los ochenta, especialmente para todos aquellos que solo se han quedado con sus polémicas televisivas y sus líos judiciales relacionados con la SGAE.

Desde ese primer disco 'Ramoncín & WC' que salió en 1978 con 'Rock & Roll Duduá' en una cara y 'El rey del pollo frito' en la otra, Ramoncín ha enarbolado las banderas de la provocación y el ego. Y las sigue llevando a gala. "Si yo me hubiera muerto cuando 'Arañando la ciudad' estaríais haciendo un documental de la gran estrella de la música en castellano", dice sin pudor en el documental sobre su tercer y más personal disco. Pero antes la leyenda ya se había construido con el sobrenombre del 'rey del pollo frito'. Aquí explica que "es una cosa que me sacaba de mis casillas y todavía me molesta, sinceramente". ¿Por qué? Porque compuso esta canción dedicada al jefazo de un sello musical que se las dio prometiéndole poner la ciudad a sus pies. Fue "una putada hacerla en primera persona", reconoce ahora.

También llegó esa primera actuación en TVE con su rombo pintado en la cara, deslenguado, rompiendo con la España de grises y censuras, avanzado la ruptura y apertura cultural de los años siguientes y cantando 'Maricas de terciopelo' dedicada a "todos los presos políticos que tenéis en las cárceles". Le siguió ese concierto en 1981 en el que se lió a huevazos con los "de largo", el del Parque de Atracciones en el que le llovieron a él o la leyenda de la lata de gasolina que le enseñó a uno de los mandamases de EMI para que le diera su carta de libertad. Pero todo cambió con 'Arañando la ciudad' y 'Hormigón, mujeres y alcohol', es decir 'Litros de alcohol'. "Cuando estaba cantándola sabía que había descubierto algo. Sabía que había hecho algo", reflexiona sobre uno de sus grandes éxitos parido en los primeros ochenta. O, como puntualiza, "malditos ochenta porque vimos morir a unos cuantos (...) Vimos a muchos niños bien portándose mal".

"Ramoncín en los ochenta era lo que más vendía", recuerda el líder de los Burning. "Se aleja del personaje del pollo frito, que fue un verdadero coñazo por parte de los medios, y se convierte en él", añade Loquillo. Cinco discos más —incluida la colaboración de Brian May, de Queen, en 'La vida en el filo'— y un sexto en directo dieron con los noventa y un parón musical. "No quería sentirme un día más en la oficina y dije: 'hay que parar", explica en el filme. Aquí apareció el Ramoncín televisivo: presentador del Lingo, tertuliano con Hermida, con el Xavier Sardá de 'Crónicas Marcianas', amigo de Cela y Umbral, pero también el Ramoncín actor de cine o el escritor de 'El tocho cheli'. "Ese mundo me fascinaba. Un mundo que a los talifanes y a los fundamentalistas les parecía que un rockero no puede hacer". Así empezó a concitar el odio del respetable.

Nada que ver con lo que le esperaba al rockero de barrio y chupa de cuero convertido en defensor de los derechos de autor y del canon digital cuando ingresó en la Junta Directiva de la SGAE (de 1998 a 2007) junto a Eduardo Bautista. Teddy también aparece en 'Una vida en el filo' en una de sus primeras declaraciones públicas tras la operación Saga: "Aprovechó esa presencia mediática para asumir la defensa de los derechos laborales", asegura. "Me sentía orgulloso de hacerlo. Muy orgulloso además. Aparece la piratería y, de repente, el que te roba, te llama ladrón. Acojonante. Y eso creía que valía la pena lucha por aquello hasta las últimas consecuencias", se defiende Ramoncín.

Así se convirtió en el rostro de la lucha contra la piratería, y, añaden compañeros como Miguel Ríos o el cineasta Antonio Giménez-Rico, lo hizo solo y sin el respaldo de la profesión. Tanto que en 2006 no pudo tocar en el Viñarock ante la lluvia de piedras que voló sobre el cantante y su banda. "Era un momento muy duro. Era el enemigo público número uno de los piratas", recuerda. Loquillo va más allá: "sufre un intento de asesinato". "Fue maltratrado y ultrajado y nadie de la profesión salió a defenderle", añade Ríos. "La unión de un colectivo por sus derechos es importantísima. No puede valer que a uno le estén dando de hostias y otros estén tapados. Pues esa ha sido la broma de creer en un colectivo de individuos que una gran parte pone la boca en un sitio y la cabeza en otro, de hipócritas, de cómplices silenciosos y de cobardes", se despacha ahora.

La vuelta definitiva para avivar el odio visceral contra Ramoncín llegó con su posterior juicio por apropiación indebida y falsedad documental en la Audiencia Nacional. Pedían para él cuatro años y medio de cárcel. Fue, desliza en relación al caso Saga (aún sin juzgar), una cortina de humo de un fiscal que hace "una acusación torticera" porque "siete años después no tiene manera de hacer un auto de acusación como dios manda". Finalmente fue absuelto, pero sus 'haters' ya eran legión. Antes, hace dos años, dejó a medias la promoción de la reedición de 'Arañando la ciudad' hasta que "no pueda colgar en mi espalda un cartel que diga inocente". Un año después de su absolución, con 'Quemando la ciudad' y este documental, vuelve con ese cartel y un buen lavado de imagen en el que asegura es su mejor momento. "No es el fin, es el principio de un nuevo principio". Y con la misma épica del inicio agrega ante las lágrimas de sus fans incondicionales: "tus lágrimas superan a toda la mierda e injusticias que han querido hacer conmigo".

Primeros 30 segundos. Voz en off. "A todos nos gustaría que contaran nuestras vidas desde la verdad objetiva, desde un punto de vista alejado de la verdad relativa y manipulada pero no es fácil porque ninguno somos lo que creemos de nosotros. Somos lo que los demás creen que somos, especialmente si has vivido una vida desde el filo". Primeros acordes de 'Litros de alcohol'. Siguiente medio minuto. Felipe González. José María Íñigo. Loquillo. Juan Echanove. Johnny Cifuentes. "Es el Quijote de la música". "Un guerrillero del rock". "Se le quiere o se le odia, no hay términos medios".

Música Ramoncín SGAE
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