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'El toro de Wall Street' contra 'La niña sin miedo': ¿y si el malo no es el que piensas?
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¿Es inocente la estatua de la pequeña?

'El toro de Wall Street' contra 'La niña sin miedo': ¿y si el malo no es el que piensas?

El creador de la escultura del toro acusa a la niña de "violar sus derechos legales" y de ser "una maniobra publicitaria"

Foto: 'El toro de Wall Street' contra 'La niña sin miedo'. (Reuters)
'El toro de Wall Street' contra 'La niña sin miedo'. (Reuters)

Apareció el pasado 7 de marzo, la víspera del Día Internacional de la Mujer. Por primera vez desde su instalación en 1989, alguien plantaba cara al icónico 'El toro de Wall Street', y lo hacía la estatua de bronce de una niña pequeña con los brazos en jarras y en posición desafiante. 'La niña sin miedo', valentía y fragilidad frente a la animalidad testosterónica y 'las criadillas' de un morlaco en posición de embiste. Debajo, una placa explicativa: "Conozca el poder de las mujeres en el liderato. ELLA marca una diferencia". Aplauso generalizado. La turista española encantada de que "simbolicen en un sitio tan emblemático los derechos de la mujer trabajadora". El trabajador autóctono que explica la carga simbólica de este "recordatorio de que las mujeres pueden ser tan buenas como los hombres". Recogida de firmas para que la niña, que nació como una iniciativa temporal, saque pecho frente al toro de forma permanente. 'Girl Power'. Todos contentos.

Todos salvo el 'aguafiestas' del creador de 'El toro de Wall Street', Arturo Di Modica, quien acusa a la ciudad de Nueva York de "violar sus derechos legales" e infringir sus derechos de creación artística al pervertir "la dinámica creativa" de su escultura, y a la niña de ser "una maniobra publicitaria". Abucheo generalizado. El alcalde neoyorquino, Bill de Blasio, achacando —implícitamente— al escultor enrabietado ser parte de "los hombres a los que no les gusta que las mujeres ocupen espacio, que son exactamente la razón por la que necesitamos a 'La niña sin miedo". Resumen simplificado del veredicto de la opinión pública mayoritaria: toro malo, niña buena. Pero, ¿es todo tan sencillo cómo parece?

Eso mismo se pregunta el bloguero Greg Fallis en un artículo que está circulando como la pólvora. ¿Tiene motivos Di Modica para quejarse por sentir que han manipulado su obra? ¿Es una reacción contra una reivindicación feminista legítima frente a la opresión heteropatriarcal del mundo empresarial (¿existe algo más fálico que el 'skyline' de Wall Street?) y, por extensión, del mundo en general? ¿Deberían quitar a la niña? ¿Al toro? ¿A ambos? ¿A ninguno? En pleno posmodernismo, todo es cuestión de perspectivas. Y la diversión está en rascar la superficie, lo obvio, y adentrarse en lo subrepticio.

Resulta que 'El toro de Wall Street', por extraño que parezca, nació como una forma de arte no institucionalizado y su creador lo concibió con un significado totalmente diferente al que ahora otorgan a su obra. El 19 de octubre de 1987, lunes, para más señas, Wall Street entraba en barrena y registraba la segunda mayor caída de su historia: colapso del 22,6%, 500 puntos menos y pérdidas de más de 500.000 millones de dólares para los inversores americanos. Pánico, depresión y miedo de la sociedad estadounidense a sufrir una nueva crisis registrada en la memoria colectiva con el nombre fatídico de 'Lunes negro'. Como símbolo de "la fuerza y el poder del pueblo americano", que andaba por entonces un poco bajo de moral, Di Modica esculpió este toro de más de 3.000 kilos y se gastó unos 328.000 euros —propios— en su construcción, que duró dos años. En 1989, sin permisos, sin contar con las administraciones y porque él lo valía, lo puso en medio del distrito financiero.

Como símbolo de "la fuerza y el poder del pueblo americano", que en 1987 andaba un poco bajo de moral, Di Modica esculpió este toro

A los directivos de la bolsa la ocurrencia no les hizo demasiada gracia y avisaron a la policía, que dijo que era "una obstrucción al tráfico" y que no tenía los permisos. "En efecto, nos han dicho que hay una estatua muy grande ahí que no estaba ayer y que no debería estar ahí", explicaba entonces el elocuente oficial Joseph Gallagher. Sin embargo, a los vecinos les gustó. Protestaron, convencieron a las administraciones y 30 años después 'El toro de Wall Street' se ha convertido en una de las atracciones turísticas de Nueva York. La voluntad del pueblo triunfando sobre el 'establishment' a través de "probablemente la única obra significativa de arte capitalista de guerrilla que existe", en palabras de Fallis.

Y aquí es donde la cosa se embrolla todavía más. Porque si bien la obra de Di Modica fue una iniciativa propia, una forma de expresión individual de un sentimiento colectivo, 'La niña sin miedo' forma parte de una campaña publicitaria a cargo de la agencia multinacional McCann a propuesta de State Street Global Advisors, un fondo de inversión con unos activos de alrededor de 2,2 billones de euros. Volvamos un momento a la placa de 'La niña sin miedo'. "Conozca el poder de las mujeres en el liderato. ELLA marca una diferencia". En su idioma original, 'SHE' (ELLA), es también la nomenclatura bursátil del fondo Índice de Diversidad de Género perteneciente a State Street Global Advisors. Y, precisamente, 'La niña sin miedo' nació, en realidad, para celebrar el primer aniversario de la creación de este Índice de Diversidad de Género. "Hay que tener en cuenta que no es 'Ella marca la diferencia', sino 'ELLA [SHE, la nomenclatura] marca la diferencia", explica Fallis. "No se refiere a la chica, sino a la nomenclatura. No es una obra de arte de guerrilla, es una campaña publicitaria muy inteligente".

"No es una obra de arte de guerrilla, es una campaña publicitaria muy inteligente", explica Fallis

Y al colocar a la niña frente al toro, el significado de la escultura de Di Modica se ha pervertido de tal forma que ha pasado a representar unos valores contrapuestos a la intención primordial. La inclusión de la niña en la instalación cambia radicalmente el concepto de la obra de Di Modica. Y, además, quien ha adulterado el trabajo individual del artista es un fondo de inversión, la máxima expresión del 'establishment' capitalista. Así que, ¿son legítimas las quejas del escultor?

Si bien es verdad que en la concepción de 'La niña sin miedo' hay un trasfondo de reivindicación de la diversidad de género, también es verdad que una gran corporación se ha apropiado de las connotaciones del arte callejero o de guerrilla —una propuesta contracultural— para exaltar un producto financiero, desdibujando así el significado de lo simbólico. ¿El verdadero significado del toro y de la niña es aquel con el que se los concibió o el que otorga ahora una mayoría?

"A efectos prácticos, 'La niña sin miedo' se ha apropiado de la fuerza y el poder de 'El toro de Wall Street", concluye Fallis

"A efectos prácticos, 'La niña sin miedo' se ha apropiado de la fuerza y el poder de 'El toro de Wall Street", concluye Fallis. "Y por supuesto Di Modica está cabreado. Una firma de inversión global ha usado una agencia de publicidad global para crear una falsa obra de arte de guerrilla para subvertir y cambiar el significado de una obra de arte de guerrilla real, la suya. Y eso cabrearía a cualquier artista".

Precisamente, esto ocurre apenas 10 días después de que Pepsi tuviese que retirar su último anuncio, protagonizado por Kendall Jenner —hermanastra de las Kardashian, convertidas de por sí en símbolos capitalistas autosuficientes—, después de que se acusase a la multinacional de utilizar imágenes que evocan las protestas raciales de Estados Unidos, y de usar movimientos de justicia social para vender su producto. Asos lucrándose con la venta de camisetas con la cara del Che Guevara. Nike utilizando a Martin Luther King como fórmula promocional. McDonald's utilizando a Martin Luther King como fórmula promocional. Pepsi subiéndose al carro de la visita del papa Francisco.

En 'La comercialización de la cultura americana', del crítico publicitario Matthew McAllister, este habla del patrocinio corporativo —'La niña sin miedo'— como una forma de "control bajo la fachada de filantropía". "Mientras se eleva a la empresa, con el patrocinio se devalúa lo que se patrocina. Ya sea un evento deportivo, teatral, un concierto [o la construcción de una estatua], todo se convierte en algo subordinado a la promoción, porque en la mente del patrocinador y en el propio simbolismo de la propuesta, estos existen para promocionar".

Dando la vuelta a la tortilla

Naomi Klein, en su libro 'No logo: el poder de las marcas' (1999), lamenta que cada vez que "lo comercial se entromete en lo cultural, la integridad de la esfera pública se debilita debido a la obvia usurpación por parte de la promoción corporativa". Con las fórmulas tradicionales agotadas y una pelea a muerte por el pastel publicitario, las multinacionales han buscado nuevas vías de llegar al consumidor. Entre ellas, "conquistar los espacios marginales que tradicionalmente han sido utilizados por los grupos de activismo social de todo el mundo para su expresión política y cultural". ¿Les suena?

"Nada nuevo bajo el sol", prosigue Klein, porque "los vendedores siempre han extraído los símbolos y los signos de los movimientos de resistencia de su tiempo". La cuestión es que ahora "la interferencia cultural es diferente", puesto que los cazatendencias y las multinacionales "están intentando descubrir la forma de usar la rabia antimercadotecnia para, precisamente, vender productos". "Pero al utilizar sentimientos que en teoría están dirigidos en contra de ellos mismos —por ejemplo, el resentimiento público en contra de las prácticas bancarias o del crecimiento de la brecha económica—, el proceso de cooptación corre el riesgo real de amplificar la respuesta en contra en vez de desarmarla. Sobre todo, la apropiación de la imaginería parece radicalizar la cultura de guerrilla y otros activismos anticorporativos".

¿Le pasará a 'La niña sin miedo' lo mismo que a Pepsi con su último anuncio? ¿O conseguirá dar el pego y convertirse en un símbolo de la reivindicación por la igualdad de género y en un icono cultural de la ciudad de Nueva York? ¿Y qué pasará con 'El toro de Wall Street' de Di Modica? Volviendo al anterior resumen simplificado del veredicto de la opinión pública mayoritaria: ¿toro malo, niña buena? ¿O más bien toro bueno, niña mala?

Apareció el pasado 7 de marzo, la víspera del Día Internacional de la Mujer. Por primera vez desde su instalación en 1989, alguien plantaba cara al icónico 'El toro de Wall Street', y lo hacía la estatua de bronce de una niña pequeña con los brazos en jarras y en posición desafiante. 'La niña sin miedo', valentía y fragilidad frente a la animalidad testosterónica y 'las criadillas' de un morlaco en posición de embiste. Debajo, una placa explicativa: "Conozca el poder de las mujeres en el liderato. ELLA marca una diferencia". Aplauso generalizado. La turista española encantada de que "simbolicen en un sitio tan emblemático los derechos de la mujer trabajadora". El trabajador autóctono que explica la carga simbólica de este "recordatorio de que las mujeres pueden ser tan buenas como los hombres". Recogida de firmas para que la niña, que nació como una iniciativa temporal, saque pecho frente al toro de forma permanente. 'Girl Power'. Todos contentos.

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