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'Doña Clara', una mujer contra la especulación inmobiliaria
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'Doña Clara', una mujer contra la especulación inmobiliaria

El director brasileño Kleber Mendonça Filho retrata la lucha entre la nostalgia de la utopía setentera y el capitalismo del presente

Foto: Sonia Braga en un fotograma de 'Doña Clara'
Sonia Braga en un fotograma de 'Doña Clara'

Todo empezó cuando comenzó la construcción de dos mastodónticas torres de 40 pisos cada una en medio del casco antiguo de Recife (Brasil). Dos torres clónicas, blancas y esbeltas, estandartes de la modernidad, mirando desde lo alto un mosaico de casas bajas, cada una de su padre y de su madre madre, junto al área portuaria. Lo viejo contra lo nuevo, primer round. "Hace 12 años se intentó sacar adelante el proyecto, algo que es ilegal porque hay leyes que protegen el patrimonio". Kleber Mendonça Filho, director de la película 'Doña Clara', enseña una fotografía de las dos torres cortando el horizonte de la ciudad. "Pero esta gente encontró la manera de saltarse la ley, es decir, mediante corrupción, y ahora hay dos torres construidas en medio del distrito histórico", lamenta. "Y justo después nos enteramos de que algunos políticos ahora tienen apartamentos en esos edificios".

Y de ahí, de ese espíritu de lucha -o más bien de resistencia-, nació 'Doña Clara', una película protagonizada por Sonia Braga que ha pasado por Cannes, Seminci y Mar de Plata y que se ha estrenado este fin de semana en la cartelera española. "La película trata sobre cierto sentimiento que los mercados consideran una gilipollez, pero a mí me da igual", explica su director. "Creo en respetar el pasado. No vivir en el pasado, sino respetarlo, porque vivir en el pasado es deprimente, pero respetarlo es parte de vivir la vida".

El mercado se comporta como un matón. Hay un modelo de negocio en el que los gobiernos y las administraciones no protegen a las personas.

Doña Clara (Braga) es una periodista musical retirada, coleccionista de vinilos, que vive en un edificio icónico de los años 40 frente a la playa de Recife. Es la única vecina que queda en el residencial Aquarius, porque todos sus vecinos han vendido sus pisos a una constructora que proyecta tirar abajo el bloque y construir un moderno rascacielos en su lugar. Sólo falta que ella venda para que los antiguos inquilinos cobren un buen pellizco -y piso en la nueva torre, de regalo- y para que la constructora empiece a facturar billetes a gogó. Pero Doña Clara no quiere, así que la compañía tendrá que utilizar sus 'mejores' técnicas de persuasión para convencerla.

"El mercado se comporta como un matón. Es una forma de hacer dinero, un modelo de negocio en el que los gobiernos y las administraciones de las ciudades tendrían que proteger a las personas. Pero no lo hacen", se queja Mendonça Filho. "Y si alguien no protege las ciudades, los mercados se harían con toda la ciudad y construirían centros comerciales en cada esquina"."Me entra la risa cuando veo un centro comercial que intenta venderse como un espacio público, lo que es un chiste".

En 'Doña Clara', el enemigo es joven, atractivo y con un máster en una escuela de negocios cualquiera. El enemigo habita en una mesa de juntas y se nutre de la avidez de la gente por el dinero. El enemigo tiene clase y esconde sus artimañas bajo el aterciopelado manto de la palabrería y la sonrisa 'profident'. Clara es, por el contrario, una mujer liberal, burguesa, con una forma de ver la vida en la que prima el valor sentimental de las cosas frente a lo material. Diego (Humberto Carrão), ambicioso, preparado y alumno aplicado del capitalismo neoliberal. "Es impresionante lo que dice la gente sobre la falta de educación", le espeta Clara en un momento de la película. "Con eso siempre se refieren a la gente pobre, pero la falta de educación no es algo de la gente pobre, sino de la gente rica como tú, de la élite, de los que se creen la élite, que se creen privilegiados, que no hacen cola para nada, ¿sabes? Gente como tú que hizo un curso de negocios pero que carece de decencia humana, gente sin carácter, ¿sabes? Sin carácter, o mejor, tú sí que tienes carácter, y tú carácter es el dinero, así que todo lo que tienes es tu dinero y tu sonrisa de comemierda; eso es todo lo que tienes". Sin piedad.

"Lo que es preocupante es que algunas de los jóvenes que se dedican a estas cosas aprenden a comportarse así en las propias escuelas de negocios", explica Mendonça Filho. "Y muchas veces, entre los 'bestsellers' de las librerías encuentras muchos de estos libros sobre sobre empresa. Para inspirarme para el personaje de Diego, leí varios de esos libros, entre ellos un libro llamado 'Cómo mentir con estadísticas', de un autor americano [Darrell Huff] que muestra la poca ética de esta gente y cómo funciona su mentalidad".

Un libro llamado 'Cómo mentir con estadísticas' muestra la poca ética de esta gente y cómo funciona su mentalidad

Y para defender un icono arquitectónico como el edificio Aquarius, el director brasileño no podía no elegir a otro icono, pero cinematográfico. Han pasado más de 30 años desde 'El beso de la mujer araña' pero Sonia Braga sigue siendo poderosa dentro de la pantalla. Y Braga construye una Clara llena de sensualidad, fuerza y nervio, en un equilibrio frágil pero terriblemente natural. "El personaje de Clara viene mucho de mi relación con mi madre, que era muy interesante y fuerte", revela Mendonça Filho. "Me sentí muy cómodo escribiéndolo. Pero el problema está en cómo se representa a la mujer en el cine normalmente, que viene de cómo ve la sociedad a la mujer. Encontrar el punto de naturalidad en el retrato es complicado. Pero el papel de Sonia [Braga] es el de una mujer libre e independiente –también solitaria- que tiene una actitud muy personal frente a la vida".

'Doña Clara' es, claramente -valga la redundancia-, una película ideológica y activista. Al igual que su director. A su paso por Cannes al equipo de la película le pilló el 'impeachment' que tumbó el gobierno de Dilma Roussef. El director y los actores se pasearon por la alfombra roja enseñando carteles con mensajes como "En Brasil han dado un golpe de Estado" o "El mundo no puede aceptar este gobierno ilegítimo". Diez meses después, la situación no ha mejorado a ojos del director. "Cuando protestamos en Cannes el proceso democrático en Brasil se había roto. Y desde mayo hasta ahora las cosas han empeorado mucho. Hay políticos corruptos en el poder que están cambiando las leyes para protegerse… es una situación tan mala que creo que ya el único camino que nos queda tiene que ser hacia arriba".

Todo empezó cuando comenzó la construcción de dos mastodónticas torres de 40 pisos cada una en medio del casco antiguo de Recife (Brasil). Dos torres clónicas, blancas y esbeltas, estandartes de la modernidad, mirando desde lo alto un mosaico de casas bajas, cada una de su padre y de su madre madre, junto al área portuaria. Lo viejo contra lo nuevo, primer round. "Hace 12 años se intentó sacar adelante el proyecto, algo que es ilegal porque hay leyes que protegen el patrimonio". Kleber Mendonça Filho, director de la película 'Doña Clara', enseña una fotografía de las dos torres cortando el horizonte de la ciudad. "Pero esta gente encontró la manera de saltarse la ley, es decir, mediante corrupción, y ahora hay dos torres construidas en medio del distrito histórico", lamenta. "Y justo después nos enteramos de que algunos políticos ahora tienen apartamentos en esos edificios".

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