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La última función de Adolfo Marsillach
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en el 15 aniversario de su muerte

La última función de Adolfo Marsillach

Blanca Marsillach homenajea a su padre en 'Entre versos y Marsillach', una obra en la que comparte escenario junto a una decena de personas mayores a los que da réplica el fallecido actor

Foto: Blanca Marsillach recuerda a su padre Adolfo y al siglo de oro (EFE/Javier Cebollada)
Blanca Marsillach recuerda a su padre Adolfo y al siglo de oro (EFE/Javier Cebollada)

Hace poco más de 30 años, allá por 1996, Adolfo Marsillach reunió textos de los grandes de la poesía del Siglo de Oro y los llevó al escenario en un recital titulado 'Una noche con los clásicos'. Tras un atril y tirando de su fina ironía y su impecable dicción, el añorado actor compartía escenario con otras dos grandes damas de la escena: Amparo Rivelles y María Jesús Valdés. La obra se estrenó en el Festival de Teatro Clásico de Almagro y llevó por todo el país los versos de 'Poderoso caballero es Don Dinero', de Francisco Quevedo; los 'Sonetos' de Lope de Vega; las 'Letrillas', de Góngora, o la 'Elegía a Ramón Sijé', de Miguel Hernández.

Tras la muerte del actor, su hija Blanca Marsillach tenía una espina clavada. Quería haber podido compartir escenario con su padre. Se acordó entonces de que está función estaba grabada y se atrevió a cortar —"con perdón", dice— las partes de Valdés y Rivelles para poder cumplir su sueño. Fue hace 15 años. Decidió, junto a Mónica Buiza, acercar los clásicos a los jóvenes y adolescentes por medio del rap, "pero siempre quise hacerlo con gente mayor". "No se dio la ocasión y ahora la Obra Social La Caixa nos brinda la oportunidad de que todo encaje y de que ellos puedan sentirse queridos y sentir la magia que se siente en el escenario, que es lo que más le gustaría a mi padre".

placeholder Blanca Marsillach en la presentación del homenaje a su padre en Madrid
Blanca Marsillach en la presentación del homenaje a su padre en Madrid

Eso es 'Entre versos y Marsillach', una adaptación del espectáculo que hizo su padre pero esta vez protagonizado por 90 mayores de toda España desde que se estrenó en septiembre del año pasado en Barcelona. Ayer llegó a CaixaForum Madrid y aún quedan 11 funciones este año en lugares como Alicante, Oviedo, Málaga, Valladolid, Lleida, Ciudad Real o Toledo. En cada ciudad una decena de personas mayores se suben al escenario, tras ser seleccionados en los centros de la institución y participar en un curso de cinco días en el que aprenden a declamar verso y perder el miedo escénico, junto a Blanca, Mónica y el propio Adolfo Marsillach dándoles la réplica desde una gran pantalla.

Charo es una de esas actrices que actuó anoche en Madrid. Reconoció que "nos han hecho sentir actores sin serlo, pero nos íbamos a casa pensando 'cuánto valgo". Ana, a su lado, confesó que acudía a ver a Adolfo Marsillach al teatro y, por eso, destaca el honor que supone participar en ese proyecto. Otro compañero de ambas se animaba en la mañana de ayer a recitar 'Poderoso caballero es Don Dinero' junto al actor Carlos Hipólito, porque, en el fondo, este montaje es un sentido y necesario homenaje al fundador de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en 1986 y del Centro Dramático Nacional en 1978 en el 15º aniversario de su muerte. Y Manola, de Cieza, le decía a Buiza, directora de la obra, que quiere ser actriz a sus 90 años, pero que nada de pasar pruebas porque "ya no le quedaba tiempo".

"Estaría avergonzado de la cultura que tenemos"

"Perdónanos Adolfo porque no lo hemos sabido hacer bien", se quejaba Emilio Gutiérrez Caba en la presentación de la función. "Adolfo estaría avergonzado del país que tenemos. Estaría avergonzado de la cultura que tenemos", remataba el actor que reconoció que Marsillach fue uno de los grandes impulsores de su carrera televisiva. Fue quien le preguntó a su hermana Julia por él y gracias a quien empezó a trabajar en la serie 'Fernández, punto y coma'. "Adolfo formaba parte de nuestra existencia, de la de mi hermana Julia, mi tía Julia y la mía. Fue uno de esos directores que confió en nosotros y sabía lo que quería porque tenía una formación humana increíble, que ya no es habitual", añadía.

Gutiérrez Caba, Hipólito, Silvia Marsó, Juanjo Artero o Juan Ribó se han unido a este recuerdo organizado por Blanca Marsillach y han definido a su padre como "un referente al estilo de Buster Keaton o un Charles Chaplin", "un hombre irónico", "un maestro", "un artesano del teatro" o "un icono del teatro de este país". "Es un hombre que ha hecho de todo y todo lo ha hecho bien", aseguraba Hipólito, que trabajó con él en 'Misántropo' y 'El médico y su honra', el primer montaje de Marsillach al frente de la CNTC. "Trabajar con él fue una gran lección de confianza en mí mismo. Le tengo que agradecer siempre a Adolfo todo lo que aprendí de él. Me enriqueció humanamente y aprendí mucho de su forma de entender la vida y la profesión. Me ayudó a comprender muchos de los rincones de esta profesión", agregaba.

Los grandes saltos culturales no los hacen los políticos sino figuras como Marsillach

Silvia Marsó, a quien dirigió en la primera puesta en escena de la obra entonces inédita de Cervantes 'La gran sultana', destacó que lo más importante de trabajar con Marsillach "era conocerle". Estar con él día a día y escucharle, porque era un hombre sin dobleces y un sabio con el que se aprendía estando a su lado". Artero, por su parte, bromeó con la prueba que hizo con él para interpretar a Frondoso, en 'Fuenteovejuna', pero "no me cogió", mientras que Ribó destacó la osadía y valentía de sus montajes.

Al acto también se unió el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, que dejó por un momento el cargo para recordar que Marsillach era como de su familia, sobre todo por el parecido físico con su padre. "Es una referencia constante porque cuando era niño, yo veía a Adolfo en la televisión y se parecía mucho a la familia Benzo. Eso me impresionó mucho y me inspiraba simpatía", explicó. "Los grandes saltos culturales no los hacen los políticos sino figuras como Marsillach, personas creativas que redefinen el lenguaje teatral. Esos son los impulsores de los cambios culturales del país", añadió en alusión a la situación actual del teatro. La labor del ministerio y las instituciones públicas, remató, es "ser humildes y dejar libertad a los creadores para que lleguen al escenario con los mejores medios y recursos posibles".

Hace poco más de 30 años, allá por 1996, Adolfo Marsillach reunió textos de los grandes de la poesía del Siglo de Oro y los llevó al escenario en un recital titulado 'Una noche con los clásicos'. Tras un atril y tirando de su fina ironía y su impecable dicción, el añorado actor compartía escenario con otras dos grandes damas de la escena: Amparo Rivelles y María Jesús Valdés. La obra se estrenó en el Festival de Teatro Clásico de Almagro y llevó por todo el país los versos de 'Poderoso caballero es Don Dinero', de Francisco Quevedo; los 'Sonetos' de Lope de Vega; las 'Letrillas', de Góngora, o la 'Elegía a Ramón Sijé', de Miguel Hernández.

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