¿Por qué no te callas? Cuando los cantantes sabotean sus propios conciertos
Madonna, U2, Kanye West y otros superventas que son sus peores enemigos sobre las tablas
Final del pasado mes de enero. La ciudad de Londres está emocionada por la visita de Drake, uno de los raperos más populares de nuestra época. Todo está listo para disfrutar, pero la estrella se enreda en sermones superficiales que rompen el ritmo y rebajan el voltaje de su repertorio. Me lo cuenta un amigo que ha viajado hasta allí y que ha pagado más de ciento veinte euros por su entrada Golden Circle (que reserva las primeras filas para quien más dinero paga). El bajón de muchos fans es considerable.
Youtube está lleno de vídeos con los discursos de esa noche. Abajo pueden ver uno, donde pasa cinco minutos cotorreando y señalando los looks que más le gustan del público de las primeras filas. Los conciertos, en realidad, deberían funcionar como la NBA, con un cronómetro que controle cuántos minutos reales de música obtienen los fans a cambio de sus entradas, cada vez más inaccesibles.
Predicar a los conversos
Otra de las estrellas que más brasa da a sus fans es Madonna, la indiscutible reina del pop desde los años ochenta. Su apuesta es realmente delirante: soltar interminables discursos sobre la libertad sexual y el antirracismo ante su ya entregado público, que en buena parte son gays de todos los colores y procedencias sociales. Es lo que se llama "predicar a los conversos". O también coger aliento porque ya no tienes edad para aguantar un concierto sin pausas. Quizá sería más honesto que se retirase a descansar al camerino y dejase hacer un número a su ballet o su telonera de la noche.
Quizá sería más honesto que se retirase a descansar al camerino y dejase hacer un número a su ballet o su telonera de la noche
En su favor, decir que de vez en cuando (muy de vez en cuando) sí hace algún alegato con sentido, como cuando defendió a las perseguidas Pussy Riot en Moscú ese mismo año. En todo caso, aquí un ejemplo de 2012 de cómo estropear la fiesta a quienes pagan por escuchar música. Son seis minutos y veintidós segundos.
Fariseísmo de estadio
Sin duda, el más caricaturesco es Bono, cantante de U2, que lo dio todo en octubre del año pasado con una homilía antiTrump donde fingía dialogar con el candidato (hoy presidente) dejando claro su rechazo al republicano. Carente de ritmo, gracia y pegada política, la performance suena más como la típica exhibición de bondad ante sus seguidores. Además, el contenido confirma que el rockero no está bien informado, ya que se centra en cuestionar el muro de México, del que un tercio ya está en pie, gracias a sus amigos del partido Demócrata. Bill Clinton comenzó su construcción en 1993 y Barack Obama es el presidente que más migrantes ha deportado: casi 2, 6 millones. Los Demócratas construyeron, sin oposición alguna, 1.100 kilómetros de muro en los 3.200 de frontera.
Por lo menos, esta vez Bono solo cortó el rollo al público, en vez de pedirles además dinero para alguna de las causas caritativas (que no redistributivas) que gestiona él o sus amigos Bill o Melinda Gates. Quien quiera saber de los oscuros manejos corporativos de Bono, puede recordar nuestro reportaje al respecto o la entrevista con el autor del libro 'Bono: en el nombre del poder'. En estos siete minutos y medio, intenta que convencer a los estadounidenses de que digan "Estás despedido" a Donald Trump, con los efectos que todos conocemos.
Las mayores idas de olla
¿Los casos más extremos? El rapero Kanye West y el cantautor indie Mark Kozelek. El marido de Kim Kardashian batió todos récords existentes al pasarse más de una hora de su concierto en San José (California, Estados Unidos), celebrado el pasado noviembre, donde se dedicó a perorar sobre lo divino y lo humano. Abajo ponemos su ida de olla más larga, que supera los veinticuatro minutos. ¿De qué habló? De su apoyo al muro, de las cualidades de Trump y de que los afroamericanos debían dejar de quejarse por el racismo. En realidad, fue una charla tan innecesaria como incongruente.
El marido de Kim Kardashian batió todos récords al pasar más de una hora de su concierto en San José perorando sobre lo divino y lo humano
Ante la lluvia de protestas, su promotora, Live Nation, se ofreció a devolver el dinero a todos los asistentes.Otro caso patológico es Mark Kozelek, un cantautor indie melancólico se caracteriza por ponerse a hablar cuándo y cuánto le da la gana, insultando a sus propios seguidores o a la prensa musical. Lo sufrió en 2015 la periodista Laura Snapes, de The Guardian, a quien dijo "está claro que quieres follar conmigo" y "espera en la cola, zorra". En noviembre de 2014, llamo "paletos" a su público de Carolina del Norte.
En España, en un registro totalmente distinto y calmado, destacan los catalanes Manel, que durante una época introducían sus canciones con extensos relatos de ficción que daban paso a la siguiente pieza. Cuando les preguntaba en entrevistas, llegaron a disculparse por sus excesos. Animamos a los lectores a compartir sus experiencias y contarnos qué artista les ha irritado más cotorreando sobre un escenario.
Final del pasado mes de enero. La ciudad de Londres está emocionada por la visita de Drake, uno de los raperos más populares de nuestra época. Todo está listo para disfrutar, pero la estrella se enreda en sermones superficiales que rompen el ritmo y rebajan el voltaje de su repertorio. Me lo cuenta un amigo que ha viajado hasta allí y que ha pagado más de ciento veinte euros por su entrada Golden Circle (que reserva las primeras filas para quien más dinero paga). El bajón de muchos fans es considerable.