Es noticia
Enrique Vila-Matas: "No existe la originalidad en la literatura, solo repetimos ideas ajenas"
  1. Cultura
PUBLICA 'MAC Y SU CONTRATIEMPO'

Enrique Vila-Matas: "No existe la originalidad en la literatura, solo repetimos ideas ajenas"

Da la sensación que la última novela de Enrique Vila-Matas (Barcelona,1948) logra el pequeño milagro de compendiar todas las fórmulas, estilos e innovaciones de su obra

Foto: Enrique Vila-Matas (Efe/Quique García)
Enrique Vila-Matas (Efe/Quique García)

Da la sensación que la última novela de Enrique Vila-Matas (Barcelona,1948) logra el pequeño milagro de compendiar todas las fórmulas, estilos e innovaciones de su obra en apenas trescientas páginas que fluyen vertiginosas hasta alcanzar una plácida plenitud. En 'Mac y su contratiempo' (Seix Barral), un aprendiz de escritor se propone reescribir un libro olvidado de su vecino, un literato arrogante que se mezcla con los personajes del barcelonés barrio del Coyote. A través de esta excusa vida y letras se mezclan en una experiencia como siempre arriesgada donde las piezas encajan poco a poco entre ficción, ensayo, diarios y un sinfín de motivos unidos como sólo puede hacerlo el autor barcelonés.

PREGUNTA. Me confesaste hará un par de años que preparabas una obra en que el protagonista se debatía entre momentos de profunda felicidad y otros de infinita tristeza. ¿Qué ha quedado de esa idea en el resultado final de 'Mac y su contratiempo'?

RESPUESTA. Nada, porque no lo recuerdo. No he hablado mucho de esta novela y considero que es muy difícil de contar. Recuerdo que te hablé de la cotorra argentina porque es un hecho real incorporado al libro, aunque a otros les digo que todo es falso. Me preguntan mucho si mis textos son autobiográficos y siempre digo que sólo lo son en un 27%. En Mac impera la invención más que en otras.

P. Pero por primera vez en mucho tiempo, quizá desde 'Extrañas formas de vida', la ubicas en un espacio barcelonés real aunque con nombre inventado: el barrio del Coyote.

R. Sí, pero también es un barrio mental. Es y no es mi barrio. Está claro que tiene una ubicación geográfica concreta, pero en el fondo hice lo que Juan Marsé, pues todos creen que sus historias transcurren en el Guinardó cuando en realidad se sitúan en un espacio meramente mental, lo que permite que me tome muchas licencias durante la historia, por ejemplo la incesante presencia de vagabundos, algo real porque de repente se produjo una incesante invasión de clochards a lo Ópera de los tres centavos de Bertol Brecht.

P. Avanza la crisis y surgen más vagabundos.

R. Sí, ha sido como lo que he ido viendo. El barrio se transformaba a través de la presencia de estos indigentes, muy variados y de distinta condición.

P. El barrio se llama así por José Mallorquí, un apóstol español del pulp durante el Franquismo.

R. Fue el escritor que vendió más durante la posguerra con los libros del Coyote y vivía en el mismo piso de Sánchez, el escritor al que Mac quiere modificar. Quiere mejorar en secreto la obra literaria del vecino. La clave es que es en secreto. Es como si tú y yo, que nos conocemos desde hace tiempo, me dijeras que quieres gastar tu tiempo en mejorar, por ejemplo, 'El mal de Montano', otra cosa es que me avises de tus intenciones, pero Mac no lo avisa.

P. Y además quiere que sea un libro póstumo.

R. Esto lo digo ya desde la primera línea para retener la atención desde el principio ya que es un diario que tarda un poco en ponerse en marcha, dado que hasta el tercer capítulo, cuando se introduce el tema de la repetición, no arranca de verdad del todo, entre otras cosas porque es un debutante en la escritura.

P. Y aquí hay una paradoja porque es un debutante que quiere escribir algo póstumo.

R. Como Lampedusa y 'El gatopardo', que escribió ese libro y se murió. Hay una apuesta de riesgo físico y personal: si yo me muero mientras escribo el libro pasa a ser póstumo y se convierte en un best-seller. No me he muerto pero sigo corriendo el riesgo de que sea el último, por lo que deberé darme prisa en escribir otra novela. Hay un riesgo literario que consiste en lograr el efecto al final de que ha pasado algo por lo que ha tenido QUE abandonar el libro.

P. Al mismo tiempo al afrontar el reto de modificar una novela, en realidad diez relatos escritos tres decenios atrás, que el mismo vecino critica porque por aquel entonces se emborrachaba salvajemente y algunos párrafos son demenciales.

R. En cada cuento había lo que la crítica llamó momentos mareantes, que coincidían con la plenitud alcohólica de Sánchez. Mac comprende que en esta novela, olvidada por el vecino al estar escrita en estado de colisión, tiene muchas oportunidades para experimentar y mejorar el texto de otro.

P. El vecino sirve para enlazar otra idea. De escribir diez relatos en los ochenta ahora pretende cambiar su estilo y redactar cuatro volúmenes autobiográficos a lo Knausgard para adaptarse a las tendencias de la época.

R. Algo muy pretencioso y ahí está la venganza de Mac, un abogado despedido de su trabajo que aprovecha el tiempo para leer y pensar demasiado.

P. El mismo Mac considera que la novela del siglo XXI es un género que lucha por reinventarse sin encontrar su motivo o idea para hacerlo, por eso digo lo de Sánchez, quien parece plantearse ese dilema sin poder resolverlo.

R. La novela del siglo XIX está agotada, precisamente porque tiene grandísimas obras. Se agota el género, pero no la novela. Un señor de nuestra centuria puede escribir un novelón, pero debe buscar otras posibilidades, como hicieron en el Novecientos Proust y Joyce en un proceso que termina con Beckett, Bernhard y Sebald. Me he pasado toda la vida entreteniéndome muchísimo buscándole nuevas posibilidades a la novela. Es una manera de jugar y divertirse. A veces sale bien, otras peor y otras mejor. En Mac ha salido mejor porque recuerda a una novela aunque sea un libro de cuentos que al mismo tiempo es un libro de cuentos y también puede considerarse un ensayo sobre la repetición en la literatura.

P. El formato que has creado genera un híbrido en el que puedes sentirte muy libre.

R. Siempre me siento libre porque siempre he manejado todo al mismo tiempo y aquí lo he conseguido más que nunca. Libre con muchísimas reglas y disciplinas. Es una novela muy trabada si la comparas con otros de mis libros.

P. Escarbas en las fisuras de los formatos. Tú mismo lo dices. Si metes el dedo en las grietas de los formatos puedes penetrar en los mismos y darles otras formas.

R. Todo esto empezó con un ensayo que me pidieron en Argentina sobre 'Mad Men' donde expuse mi idea de la serie, que no veía seguida porque sólo buscaba fragmentos que para mí eran cuentos, valían por sí solos como una historia entera al estar muy bien hechos y magníficamente trabados. Con eso entendí que la novela de nuestro siglo debe estar trabada en forma de cuento.

P. Conectándose como si fueran enlaces de Internet, donde un texto te lleva a otro.

R. Nadal Suau la llama prosa saltarina. En 'Mac y su contratiempo' el día se divide en tres secciones. Una de ellas es la nocturna que siempre tiene un punto de revisión de la jornada y coincide con un misterioso horóscopo de una antigua conocida del protagonista.

P. ¿Crees que al reescribir esos relatos Mac quiere mimetizarse con su vecino? Lo digo porque en el proceso de escritura no parece nada casual la ingesta alcohólica, que siempre aparece en la recapitulación del día.

R. Si fuera así sería como Alonso Quijano, que quiere mimetizarse y para lograrlo sale para llevar a cabo lo que ha leído mientras descubre que necesita de la ficción para ser auténtico, cuando cada vez lo es menos porque cae en la misma para repetir en la vida lo que no se puede repetir. No hay progreso ni cambio en la literatura, sólo repetición porque nunca existió la originalidad y más bien todo es transmisión y repetición de ideas ajenas desde el origen de los tiempos. En este sentido mi novela habla de que la repetición es avance, jamás logras repetir.

P. En este sentido la repetición siempre será modificación.

R. Nabokov dice que si intentas repetir una cosa de tu pasado no estás muerto. He tardado en comprender qué quería decir, ahora entiendo que si intentas repetir aquello que pasó estás muerto, porque no vas a lograrlo. Algunos dicen que la novela nació muerta porque no puede representar la realidad, por eso, entre otros, me gusta Tom McCarthy, que en 'Satin Island' muestra por mucho que intentes representar la realidad nunca pasas al otro lado del espejo. No estoy en contra del realismo, pero es una ilusión porque por mucho que representes la realidad siempre hay un defecto de fábrica en la novela.

P. A partir de este punto todo narrador que intente representar la realidad es un farsante, porque siempre omitirá datos que convertirán la realidad en irreal.

R. Nunca cruzará el espejo. Es la historia del Quijote.

P. Hay una sola nota al pie de página en el libro, donde se comenta que el diario del pintor August Macke fue escrito por Barry Gifford, lo que dio más autenticidad a esos pasajes donde supuestamente Macke, muerto en la Gran Guerra, narraba una serie de episodios acaecidos en Túnez junto a Paul Klee.

R. El diario más auténtico es aquel en que trata de inventar, mientras en el otro se narra lo que hubiera deseado que pasara y no sucedió. Ninguno de los dos cuenta lo que ocurrió, pero el inventado es más real.

P. Mac al salir a la calle y escribir siente que adquiere mayor voluntad de conocimiento.

Hay una relación interior-exterior extraña, porque en realidad uno lleva el barrio consigo mismo. Estoy escribiendo el barrio en que vivo, pero también podría ser el paseo de San Juan, el barrio de mi infancia, mi calle Rimbaud, y asimismo podría ser el lugar donde vivo ahora, que traslado a todas partes. Al terminar el libro me di cuenta que el barrio del Coyote se parecía más al mío, aunque con ciertas licencias de desplazamiento para moverme de un lado a otro que alguien de París, por decir algo, identificará con las estructuras de paseo que Patrick Modiano usa en sus novelas.

Pero al mismo tiempo añades al barrio una serie de personajes que aparecen como si fueran epifanías como los vagabundos, el sobrino de Sánchez o el antiguo compañero de colegio que repitió párvulos porque quiso.

El repetidor de párvulos da pie a Mac para dar con el tema de qué es la repetición en la literatura, que en realidad es preguntarse qué es la literatura, y cómo se ha desarrollado a través del tiempo y de la modificación de lo que otro contó antes.

Al que sí le das muchísima importancia es al sobrino de Sánchez.

Es fundamental porque surge del Sobrino de Rameau, la famosa novela de Diderot en la que inventa un personaje que siendo sobrino de un músico famoso se pone en su mismo plano, al mismo nivel, sin haber hecho nada nunca. Lo gracioso es que Diderot se plantea, una duda muy moderna, que igual tiene razón, porque como no ha hecho nada quizá es mejor que el otro. Ahora lo tienes en Twitter, donde muchos se sienten igualados a ti por soltar cualquier tontería.

Y queda el beneficio de la duda.

Por eso uso el aforismo de Wittgenstein, de lo que no se puede hablar es mejor callarse. Bernhard en su Sobrino de Wittgenstein habla de un caso similar y se pregunta si el mutismo del sobrino lo convierte en más sabio. El mío es enormemente siniestro, es lo que más me ha costado del libro, cuando Mac se da cuenta que Julio es la maldad personificada y descubre que no es lo que parece, sino algo peor.

Pese a tanta maldad a Mac le ayuda a modificar la obra de Sánchez.

Le ayuda mucho porque no hay como un odiador para escribir mejor. En Walter y su contratiempo hay un primer relato, Yo tenía un enemigo, donde está la figura del odiador, dado que al tener un contrincante tiene el acicate para mejorar siempre.

El ventrílocuo de los relatos tiene varias voces, pero en realidad tiene una sola voz.

De entrada tiene la voz del muerto que va dentro de él, la suya y todas las voces de los cuentos que se ramifica cuando vence su voz propia, porque escribe con las voces de los otros escritores.

Y Mac, como Sánchez con anterioridad, lo asimila con las voces narrativas.

En realidad al jugar con diez relatos la apuesta es perder la voz propia y hallar otras para salir del problema profesional de tener sólo una.

A partir de todas estas voces al final se consigue una, pero lo curioso es que tanto Mac como Sánchez, o tanto Sánchez como Mac, al final van a buscar el origen de la voz ficcional, ubicada en la antigua Arabia Feliz.

Cuando se escribió Walter y su contratiempo, donde la Arabia Feliz se situaba en el antiguo Reino de Saba, el lugar sí era accesible, pero cuando Mac modifica el espacio de ese origen de la voz ficcional es cualquier cosa menos aconsejable por las circunstancias históricas. Es una de las diferencias que hay entre un libro y otro, como la de los cambios literarios. Mac cambia a Carver por Bolaño, que por aquel entonces no existía como escritor. También aparecen Samanta Schweblin o David Foster Wallace, y eso puede dar a entender que Mac está en una esfera más alta de la literatura al contar con nuevas incorporaciones.

Pero en realidad no hay progreso.

No, no avanzamos porque estamos siempre en el bucle aunque se adopten actitudes distintas.

Es una acumulación en la que se alambican las fases. En ese centro del libro está el relato Los viejos cónyuges, en el que apuestas más fuerte a nivel teórico.

Pirelli y Baresi están en un bar en lo que yo defino como la eterna relación entre el chulo y la puta, entre realidad y ficción.

Para Sánchez es realidad y ficción, para Mac es lo sencillo y lo complejo en literatura. Ficción/ realidad es un debate muy actual que hoy en día parece que se centre en el tema de la auto ficción, un concepto que, al menos de nombre, creó Serge Doubrovsky en 1977.

Se ha hecho siempre. Marsé dice que la autoficción está en El Quijote. En el prólogo si te fijas habla Cervantes, que además dice que no piensa poner muchas citas eruditas para no fastidiar al lector.

Y en el siglo XX André Gide la usó con maestría antes de la moda actual. Los dos debates de Los viejos cónyuges y su adaptación son parte de la esencia de la literatura.

Donde la ficción sodomiza a la realidad. Los dos protagonistas han sido abandonados por su mujer, un preludio de lo que puede pasarle al narrador.

Hay un momento, dado que la ficción sodomiza a la realidad, donde mencionas la necesidad de que la ficción sea ficción, siendo auténtica y creyéndose a sí misma.

Sí, y mi obra en definitiva es una central de creación constante de ficciones, extrañamente coherente como dijo un crítico.

Seguramente lo es porque, pese al aparente desorden y mezcla, al poner el punto y final adquiere esa condición.

Así es, y mas en esta novela donde todo queda redondo, aunque no debería decirlo yo.

Bueno, ahora no lo diré porque a saber qué dirían, aunque tampoco importa. Quería terminar con una de tus frases más célebres. Si dices que viajar es perder países creo que a lo largo de tu narrativa la progresión se cifra en escribir y perder géneros hasta conseguir su desaparición.

Sí, es algo que ya está presente en El mal de Montano, si quieres estaba hasta en La asesina ilustrada, donde el género eran unas notas al pie de página. Es una búsqueda muy entretenida con la que uno puede pasarse la vida, de hecho puede que la mía se haya centrado en ese reto.

Da la sensación que la última novela de Enrique Vila-Matas (Barcelona,1948) logra el pequeño milagro de compendiar todas las fórmulas, estilos e innovaciones de su obra en apenas trescientas páginas que fluyen vertiginosas hasta alcanzar una plácida plenitud. En 'Mac y su contratiempo' (Seix Barral), un aprendiz de escritor se propone reescribir un libro olvidado de su vecino, un literato arrogante que se mezcla con los personajes del barcelonés barrio del Coyote. A través de esta excusa vida y letras se mezclan en una experiencia como siempre arriesgada donde las piezas encajan poco a poco entre ficción, ensayo, diarios y un sinfín de motivos unidos como sólo puede hacerlo el autor barcelonés.

Literatura Novela
El redactor recomienda