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El ultramarinos que sabe a Kafka, Cervantes, Hamlet y Pink Floyd
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protesta contra el iva cultural

El ultramarinos que sabe a Kafka, Cervantes, Hamlet y Pink Floyd

La Diputación de Guipúzcoa abre Kolmado, una tienda para vender cultura como un producto de "primera necesidad" y protestar por el "injusto" IVA cultural

Foto: Artistas apoyan la iniciativa de el Kolmado
Artistas apoyan la iniciativa de el Kolmado

En esta tienda de ultramarinos las tabletas de chocolate no huelen sino que suenan. Suenan a ‘London Calling’, el emblemático tema de The Clash. Los botes de guisantes no contienen legumbres sino aventuras. Dan cobijo a las letras de ‘Jane Eyre’, ‘Robinson Crusoe’ o ‘Los tres mosqueteros’. En las latas de atún no hay mar sino ciencia ficción, la de los replicantes de ‘Blade Runner’. Las latas de aceite no encierran este oro verde sino que mantienen enjaulado a ‘Frankestein’. El cartón de jabón no sirve para lavar la ropa sino para limpiar ‘La metamorfosis’. Y la docena de huevos no proyectan tortillas y sí películas como ‘Amama’. No hay productos comestibles por la boca pero sí por la vista y el oído. Y siguen siendo productos de "primera necesidad".

Este establecimiento, bautizado como Kolmado, ha abierto sus puertas para alimentar a los hambrientos de cultura. Es un negocio pero el fin no es ganar dinero. Porque no se quieren euros como moneda de pago sino que el cobro se realiza con el 'cash' de las reivindicaciones. Sus dueños, la Diputación de Guipúzcoa, han subido la persiana de este local para protestar por el "injusto" IVA cultural del 21% y demostrar que "la cultura es un bien básico tan importante como el comer".

Los primeros usuarios, de estética inspirada en un ultramarinos tradicional, han sido los cantantes Álex Ubago, Mikel Erentxun, María Berasarte o algunos integrantes de La Oreja de Van Gogh

Los primeros usuarios de esta tienda, de estética inspirada en un ultramarinos tradicional, han sido los cantantes Álex Ubago, Mikel Erentxun, María Berasarte o algunos integrantes de La Oreja de Van Gogh y la soprano Ainhoa Garmendia, que han rellenado la cesta de la compra con ‘La Odisea’, ‘La Traviata’, ‘Don Juan Tenorio’, ‘El Principito’ o ‘Don Quijote de La Mancha’. Porque en esta tienda hay muchos y magníficos olores, sonidos y sabores. Huele, suena, sabe a Kafka, a Cervantes, a Hamlet o a Pink Floyd, pero los productos no están en venta. Su función es llegar el estómago con el plato inmaterial del "trato fiscal justo" sobre los productos culturales.

Este espacio reivindicativo, de socialización de la cultura, está ubicado en el centro de San Sebastián, a pie de calle, para impregnar a la ciudadanía de sensibilización sobre la injusticia de aplicar a la cultura el mismo IVA que a un artículo de lujo. No es un supermercado al uso pero el fin es el mismo: vender bienes de primera necesidad. Las estanterías están repletas de latas, bricks, botellas, cajas o envoltorios de mandarinas que contienen letras de discos, capítulos de clásicos literarios, títulos de películas, obras emblemáticas de la literatura en euskera y castellano.

Ni capricho, ni lujo accesible

"Los actuales impuestos sobre la cultura la han convertido en un bien menos accesible", protesta el dueño del local, el diputado guipuzcoano de Cultura Denis Itxaso (PSE), quien incita a la compra. Total, es gratis. "Tenemos muy claro que la cultura no es un capricho, ni un lujo accesible a unos pocos. La cultura nos define como personas y como sociedad. Deberíamos poder acceder a la cultura con la misma facilidad con la que compramos pan, leche o café", señala.

Los usuarios de este singular supermercado no pagan por los productos y, además, ganan dinero. Sí, como lo leen. Porque a la venta hay bonos cultura que devuelven al cliente al menos parte de la "sobrerecaudación" lograda a través del IVA cultural. La Diputación de Guipúzcoa ha sacado a la venta desde este sábado un total de 14.500 bonos culturales que, a las puertas de las Navidades, permiten descuentos en la compra de libros o discos y entradas para espectáculos de todas las disciplinas artísticas. Los tickets de 20 euros permitirán adquirir productos por valor de 30 euros, mientras que los válidos para los espectáculos se podrán comprar por 15 euros y dan posibilidad de tener acceso a entradas por 25 euros. Con esta iniciativa, se pretende asimismo beneficiar al sector y "potenciar la cohesión social a través del reparto de los bonos por todo el territorio".

La Diputación de Guipúzcoa ha sacado a la venta desde este sábado un total de 14.500 bonos culturales que permiten descuentos en la compra de libros, discos o entradas

El Kolmado ofrece información sobre estos bonos cultura y también da cuenta de otras iniciativas puestas en marcha por el Gobierno territorial para acercar la cultura a la ciudadanía. Porque, como bien queda reflejado con tiza en la pared de este supermercado, "la cultura es un bien necesario tanto como una lata de legumbres o una docena de huevos". Como todo ultramarino que se precie, este local tiene su almacén o ‘Kulturategia’. Pero aquí no hay género guardado sino que da cobijo a un amplio programa de actividades. En lugar de limones, habas, leche o cremas hay medio centenar de latas de música, microteatro y danza que se irán abriendo cada día para su consumo gratuito. Y estos productos serán cocinados por personas destacadas de la literatura o la música vasca.

"Vamos a mostrar literalmente que la cultura debería ser vista como un bien de primera necesidad y lo vamos a hacer por medio de esta tienda con la que pretendemos sensibilizar y reivindicar el valor de la cultura apoyándonos en los bonos cultura y en una programación de pequeño formato con la participación de artistas para presentar sus trabajos o defender la idea de la cultura como primera necesidad", argumenta Itxaso.

En esta defensa de "la necesidad de la cultura como el comer", la Diputación de Guipúzcoa también tiene en marcha una iniciativa que ofrece literatura gratis a través de unas máquinas expendedoras colocadas en puntos estratégicos del territorio, como en la estación de autobuses de San Sebastián, que reparten microrrelatos escritos por los ciudadanos o textos de pensamiento de autores reconocidos. Con esta medida, se incita a la lectura y se fomenta el espíritu de la creatividad de la ciudadanía.

Y si el cliente no consume cultura con este tipo de iniciativas, la cultura va al encuentro del cliente. Porque en esta tienda de ultramarinos que ahora acaba de abrir sus puertas no falta el camión de reparto, el "de toda la vida", que llevará estos productos por todos los pueblos guipuzcoanos. Es más, este vehículo pesado estará en las tradicionales ferias alimentarias para ampliar la oferta de bienes de "primera necesidad" disponibles para los ciudadanos.

La apertura de este establecimiento coincide en un momento en el que las grandes cadenas de supermercados están poniendo sus ojos en Euskadi, con la creciente apertura de tiendas en suelo vasco. Ahora está por ver si este ultramarinos tradicional cala entre la ciudadanía o no puede competir con las grandes marcas. De momento, lo único que pesan sus balanzas son mandarinas envueltas con el sabor de ‘El Principito’.

En esta tienda de ultramarinos las tabletas de chocolate no huelen sino que suenan. Suenan a ‘London Calling’, el emblemático tema de The Clash. Los botes de guisantes no contienen legumbres sino aventuras. Dan cobijo a las letras de ‘Jane Eyre’, ‘Robinson Crusoe’ o ‘Los tres mosqueteros’. En las latas de atún no hay mar sino ciencia ficción, la de los replicantes de ‘Blade Runner’. Las latas de aceite no encierran este oro verde sino que mantienen enjaulado a ‘Frankestein’. El cartón de jabón no sirve para lavar la ropa sino para limpiar ‘La metamorfosis’. Y la docena de huevos no proyectan tortillas y sí películas como ‘Amama’. No hay productos comestibles por la boca pero sí por la vista y el oído. Y siguen siendo productos de "primera necesidad".

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