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Perdió las piernas en Afganistán... y no se arrepiente. El extraño caso de Harry Parker
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Perdió las piernas en Afganistán... y no se arrepiente. El extraño caso de Harry Parker

El ex soldado británico analiza las claves de su aclamado debut como novelista

Foto: El escritor Harry Parker
El escritor Harry Parker

Fue un 18 de julio de 2009. El joven británico Harry Parker comandaba un grupo de 50 hombres en Afganistán cuando decidió atravesar un campo para llegar antes a la base del ejército en el valle de Helmand. De repente, una mina estalló debajo de su cuerpo. Quedó tendido, medio inconsciente y lleno de sangre. Había perdido media pierna izquierda. Por suerte, un helicóptero norteamericano que se encontraba cerca le recogió a tiempo y aunque estuvo a punto de perder la vida –su corazón fue reanimado hasta en cinco ocasiones- el descalabro final fue la pérdida de las dos piernas (la derecha fue amputada por su mal estado), pero continuó en este mundo. Cuatro años después, y ya en plena recuperación, Parker empezó a escribir sobre aquella experiencia. El resultado fue la novela 'Anatomía de un soldado', que cuenta la explosión que sufre el capitán Tom Barnes a través de los objetos que le rodean. El libro, que ha sido un éxito entre la crítica británica, acaba de ser publicado en español por Sexto Piso.

El ex soldado ha estado estos días en Madrid para presentar su novela. En la entrevista, realizada en un céntrico hotel de la capital, es imposible no fijarse en sus nuevas piernas ortopédicas de alta tecnología. Parker se levanta para saludar, camina y se le ve cómodo. “Cuando regresé a casa después del incidente me topé con la realidad. Echaba de menos mis dos piernas. Pero esto es lo que soy ahora y me siento tranquilo”, explica.

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Esa tranquilidad no se la ha dado únicamente la escritura. De hecho, Parker nunca se tomó el libro como una terapia o una acción catárquica para enfrentarse a sus fantasmas. Simplemente, salió así. “Cuando empecé a escribir, sentía que estaba mejor, psicológicamente estaba mejor. Me levantaba por la mañana y me sentaba a escribir desde el punto de vista de unas botas o una mochila. Lo hice así para no implicarme de forma sentimental, como hacen los libros de autoayuda. Lo que quería era escribir una historia interesante, que gustara. Tampoco quería escribir un libro sobre la guerra, no era mi intención”, comenta.

La creatividad estaba dentro de él mucho antes del accidente en Afganistán. De hecho, antes de enrolarse con 23 años, pintaba y quería ser artista. En su familia había generaciones de militares –su padre, Nick Parker, fue comandante adjunto de la OTAN en Afganistán-, pero él nunca estudio en escuelas para cadetes. Lo que más le divertía era el proceso creativo de la pintura. Enfrascarse entre botes y lienzos y dejarse llevar por la imaginación. Todo cambió cuando entró a trabajar en publicidad, “donde no aguanté ni un minuto”, afirma. Aquello le disgustó tanto que pensó en conseguir otro trabajo para ganar algo de dinero; la salida fue la que siempre había visto en casa: el ejército. Su primer destino fue Irak en 2007 y de ahí a Afganistán en 2009. Ninguna perita en dulce.

Un pintor en el ejército

Allí, curiosamente, se encontró con un mundo que le divertía mucho más de lo que había imaginado. Y donde también podía explotar su lado más creativo. “Es algo que mucha gente me pregunta, ¿cómo es posible que alguien que ama el arte acabe en el ejército? Pero lo cierto es que estás todo el rato pensando en solucionar problemas y en cómo hacerlo de la mejor manera posible. Y eso es más o menos lo que hacía cuando pintaba o cuando escribo. Ya sé que suena romántico, pero insisto: se trata de solucionar problemas de una forma creativa y buena para todos”, explica. Pero, ¿qué pasa con la guerra, las bombas, las masacres? ¿No aniquila toda creatividad?, le pregunto. Parker no lo ve así: “La mayoría de la gente ve el ejército como un mundo muy extraño, muy separado del resto. Pero realmente, la gente que está allí –y no está en una misión- vuelve a casa por la noche con su familia y ve la tele. En realidad, yo lo veía como una vida normal, como la que podemos llevar cualquiera de nosotros, y después con ese punto de creatividad y, además, es algo muy humano”.

La mayoría de la gente ve el ejército como un mundo muy extraño, muy separado del resto, pero yo lo veía como una vida normal

Parker también evita el cliché del héroe de guerra solitario y abrumado por los acontecimientos. “Eso es algo que muestran mucho las películas, pero no fue mi caso. Yo al ejército lo veo como una organización que trata de ayudar. Es lo que estábamos tratando hacer en Afganistán. Hay cientos de personas alrededor tuyo y los conoces bastante bien, es un ambiente de bastante cercanía , amor y respeto”, sostiene. Tampoco sintió miedo nunca. “Estás tan ocupado que apenas tienes tiempo para sentir miedo. Formas parte de un equipo al que tienes que mantener, organizar, no hay demasiado tiempo para pensar. Es verdad que por las noches, cuando te sientas a descansar y estás más contigo mismo, claro que sientes el miedo, pero también piensas que a ti no te va a pasar”, añade, pese a sus propias consecuencias.

Escribir después del horror

Parker, por tanto, es un buen ejemplo de que se puede escribir una historia bella aunque se haya pasado por uno de los peores trances posibles. Es un hombre que ve la vida con optimismo, de ahí que en 'Anatomía de un soldado', aunque se relate una tragedia, flote una bruma de esperanza. “Después de la II Guerra Mundial se escribió mucha ficción que me gusta sobre el tema. Cuando haces algo así la cuestión es cómo escribes de eso y cuál es tu motivación. Yo creo que cuando la tragedia es tan personal también se puede convertir en arte. Y además, a través del lenguaje, puedes tomar distancia”, reivindica. Precisamente, él se sintió más cómodo trasladando su experiencia a la literatura en vez de a la pintura, que había sido su primera opción, ya que cuando estaba en plena recuperación también regresó a la escuela de dibujo. “En principio, escribir me resultaba más complicado, me trae más problemas. Por el lenguaje, porque tiene más reglas que cumplir, sin embargo es más creativo a la hora de crear un mundo imaginario”, sostiene.

Parker evita el cliché del héroe de guerra solitario y abrumado por los acontecimientos

Lo que nunca se planteó era que en su novela se hablara abiertamente de Afganistán, del conflicto y de por qué las tropas británicas estaban allí. Por eso no se cita al país en el que un soldado acaba destrozado por una bomba. “No quería escribir un libro político. Ya hay muchos ensayos con muchas referencias a lo que está haciendo el Reino Unido en Afganistán. Por supuesto, yo tengo mi propia opinión”, señala. Y se la guarda para sí mismo.

Desde la explosión que le dejó sin las dos piernas, la vida de Parker ha cambiado completamente. Pero no por la lesión en sí misma. Se ha casado, ha tenido una niña, ha escrito un libro y ha terminado un posgrado en artes plásticas. Y no se arrepiente de haber hecho lo que hizo. Mira hacia adelante y ya tiene una nueva novela en marcha. El mundo perdió a un soldado, pero ha ganado a un escritor.

Fue un 18 de julio de 2009. El joven británico Harry Parker comandaba un grupo de 50 hombres en Afganistán cuando decidió atravesar un campo para llegar antes a la base del ejército en el valle de Helmand. De repente, una mina estalló debajo de su cuerpo. Quedó tendido, medio inconsciente y lleno de sangre. Había perdido media pierna izquierda. Por suerte, un helicóptero norteamericano que se encontraba cerca le recogió a tiempo y aunque estuvo a punto de perder la vida –su corazón fue reanimado hasta en cinco ocasiones- el descalabro final fue la pérdida de las dos piernas (la derecha fue amputada por su mal estado), pero continuó en este mundo. Cuatro años después, y ya en plena recuperación, Parker empezó a escribir sobre aquella experiencia. El resultado fue la novela 'Anatomía de un soldado', que cuenta la explosión que sufre el capitán Tom Barnes a través de los objetos que le rodean. El libro, que ha sido un éxito entre la crítica británica, acaba de ser publicado en español por Sexto Piso.

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