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'I love you, Obama', así enloqueció a Hollywood el primer presidente negro
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el cine del 44 comandante en jefe

'I love you, Obama', así enloqueció a Hollywood el primer presidente negro

El mandato del Presidente más amado por Hollywood desde JFK llega a su fin. ¿Qué imagen ha dado Hollywood de sus dos legislaturas?

Foto: Obama
Obama

Probablemente, desde Kennedy, ningún otro presidente de EE UU ha tenido tal apoyo de Hollywood como el 44 Comandante en Jefe. A fin de cuentas, JFK era uno de los suyos, con su padre amancebándose con Gloria Swanson y él entrando, con nocturnidad y alevosía, en las alcobas de las mujeres más deseadas de la pantalla, de Marylin a Marlene Dietrich. Como Kennedy, Obama cuenta con una indiscutible telegenia y unas dotes comunicativas que enloquecen a la industria del cine. El fervor ha sido tal que, a punto de expirar su mandato, Hollywood ya le ha dedicado su primera hagiografía, la melosa 'Southside With You', de Richard Tanne, sobre la primera cita que tuvo Obama con Michelle allá por 1989.

Foto: Barack Obama y David Simon (White House)
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Ahora bien, ¿el culto a su persona se ha traducido en la representación de su ideología en las películas? Si podemos hablar de un “cine de Reagan” e identificarlo con la belicosa virilidad de los Stallone, Schwarzenegger y compañía, el “cine de Obama” existe y se ha caracterizado por la defensa de los derechos civiles, el ajuste de cuentas con Wall Street, y la consabida propaganda de sus operaciones de guerra, sin dejar de lado, por supuesto, la emergencia de un nuevo y poderoso actor como es Silicon Valley.

Tráiler de 'Selma'

Política interior: cuestión de piel

Afortunadamente, ya se nos ha olvidado pero, en 2008, muchos dudaban de que una persona de color pudiera llegar al Despacho Oval. De algún modo, que un afroamericano dirija los destinos del país más poderoso del mundo se quiso interpretar como la definitiva normalización de los conflictos raciales en EE UU. Tampoco es baladí que Obama, para más inri, sea un abogado especializado en derechos civiles, temática que ha sobrevolado algunas de las películas más definitorias de su mandato.

'Selma' ejemplifica la visión que de EE UU ha querido dar Obama: mediante la revisión del pasado se llega a un presente conciliador

De hecho, la aprobación de la Ley de los Derechos Civiles es el eje del filme más institucional de estos años, 'Selma' (Ava DuVernay, 2014), relato de la marcha contra la segregación racial de Selma a Montgomery liderada por Martin Luther King. La película ejemplifica la visión que de EE UU ha querido dar la Administración Obama: mediante la revisión del pasado, en especial el de los turbulentos 60, se llega a un presente ecuménico y conciliador… que habría sido imposible alcanzar sin la colaboración de las diferentes razas.

Si en 'Selma' se trata de los prohombres Martin Luther King y Lyndon B. Johnson, en una de las grandes sorpresas de este periodo, como es 'Criadas y señoras' (Tate Taylor, 2001), la blancuzca universitaria interpretada por Emma Stone se rebela contra el racismo de su Misisipi natal para dar voz a la rebelión de las afroamericanas del servicio doméstico. Lo mismo ocurrirá con la “película Obama”, por así decir, de mayor éxito artístico del periodo, '12 años de esclavitud', ganadora de tres Óscar: el cultivado y refinado músico interpretado por Chiwitel Eijofor será esclavizado y azotado por el malvado Michael Fassbender, hasta que un mesiánico caucásico como Brad Pitt (a la sazón productor tanto de esta cinta como de Selma), aparecerá en su vida (y en su plantación), para liberarle de los grilletes.

Tráiler de '12 años de esclavitud'

Un festín demócrata

Por supuesto, no se trata solo de ensalzar las bondades de Obama y del país que lo ha elegido, sino también de su partido. 'El mayordomo' (Lee Daniels, 2013) es un auténtico festín demócrata: Forrest Whitaker, fámulo de los ocupantes de la Casa Blanca, ve pasar ante su bandeja de plata a los estupendos Kennedy y Johnson y a los antipáticos Nixon y Reagan. Cuando llega el final del filme, con Whitaker esperando a que tome posesión Obama, el espectador no tendrá ninguna duda de a qué partido hay que agradecerle que se produzca ese hecho histórico.

Cuando llega el final de 'El mayordomo', el espectador no tendrá ninguna duda de a qué partido hay que agradecerle el hecho histórico

Lejos del protocolo y de las normas de cortesía, 'Django desencadenado' (Quentin Tarantino, 2012) hacía uso de la hipérbole, para poner a EE UU frente a su sangriento pasado racista, justo cuando parecía reaparecer en el presente. Los sucesos de Charlotte o Ferguson, en los que ciudadanos afroamericanos murieron por disparos de la policía, desencadenaron la campaña Black Lives Matter, en defensa de la discriminación racial por parte de las instituciones. Este es precisamente uno de los grandes debes en el mandato de Obama: la ficción es mucho más amable que la realidad y el racismo pervive. Tampoco ha sido capaz de solucionar otros enquistados problemas domésticos: la implantación de una ley eficaz contra la tenencia de armas de fuego, la difícil puesta en marcha del Obamacare, o la imposibilidad de una reforma migratoria, quedan también en el debe de un presidente con un mandato más que complejo.

Quizás quien mejor ha retratado las contradicciones de la política interior estadounidense de la era Obama haya sido Steven Spielberg en su 'Lincoln' (2012), defensa a ultranza del maquiavelismo y el pragmatismo político en aras del progreso social. Más allá de la cuestión racial, el paralelismo es obvio entre las maquinaciones del padre de la patria para aprobar una enmienda anti-esclavista con un congreso en contra y un Obama que ha tenido que hacer malabares tras perder el control del senado en 2010 y, posteriormente, del congreso en 2014.

'Django desencadenado'

Más propaganda, ¡es la guerra!

Demócrata o republicano, blanco o de color, hay cosas que no cambian: la luna de miel entre Hollywood y el Pentágono varía menos que la receta de la Coca Cola. El ejército sigue colaborando con medios y dólares cada vez que se le retrata en pantalla. Tal vez se haya modulado algo, pero el cine de Obama ha sido tan propagandístico como lo viene siendo toda la historia. De hecho, a semejanza de la etapa de Reagan, el cine de Obama ha rozado, por momentos, el bochorno patriotero.

A semejanza de la etapa de Reagan, el cine de Obama ha rozado, por momentos, el bochorno patriotero

Uno de ellos tuvo lugar en la primera escena de 'La noche más oscura' (2011), auténtico argumentario fílmico del Departamento de Estado estadounidense. Con una mezcla de desfachatez e ingenuidad, Kathryn Bigelow nos relata que lo que vamos a ver a continuación, esto es, la caza de Osama Bin Laden, está basado en “testimonios de primera mano”. ¿De quién? Pues de la CIA que, como todos sabemos, es muy de fiar y siempre cuenta la verdad…

Las facilidades que le dieron a Bigelow para “documentarse” despertaron sarpullidos entre la clase política, que incluso impulsó una comisión de investigación en el senado. Ya no es solo que nos contaran la historia que nos quisieron contar, sino que realizaron una defensa de lo más controvertida de los métodos de la Agencia para obtener información. Bigelow y sus amigos de la CIA parecían decirnos que, aunque ellos no quisieran, había que saltarse el derecho internacional para proteger a Occidente, mediante torturas como el llamado ahogamiento simulado.

'La noche más oscura'

Sórdida guerra sucia

La sordidez de la guerra sucia y global encuentra su contrapunto en 'Argo' (2012), el filme sobre las actividades del Pentágono más exitoso de estos años. Dirigida e interpretada por Ben Affleck, trata en tono de comedia la operación urdida en Langley (sede la CIA), para rescatar a unos ciudadanos estadounidenses de la revolución iraní en los años 70. Aquí, los agentes de la CIA pasan de ser torturadores a timadores a gran escala, dando una versión más amable de las actividades de la Agencia. El organismo lo agradeció permitiendo a Affleck rodar por vez primera dentro de sus instalaciones (o eso afirman); Hollywood lo hizo premiándola con el Óscar a Mejor Película, normalizando, de paso, las relaciones con la CIA tras la polémica de 'La noche más oscura'.

En 'Argo', los agentes de la CIA pasan de ser torturadores a timadores a gran escala, dando una versión más amable de la Agencia

De Irán al cuerno de África va un paso. Y es que en un mundo globalizado, EE UU está allá donde haya un estadounidense. En ¡Capitán Philips¡ (Paul Greengrass, 2013), por ejemplo, un heroico hijo de las barras y estrellas defiende a su barco y su tripulación del abordaje de unos piratas somalíes en el golfo de Adén. Sorprende el retrato de los somalíes (quizás no tanto), si lo comparamos con sus compañeros de raza estadounidenses… Sea como sea, todo se solucionan en lo que tardan en llegar los SEAL.

Y es que el ejército estadounidense sigue siendo el mejor del mundo: son los que tienen mejor puntería, tal y como nos cuenta Clint Eastwood en su biopic 'American Sniper' (2014), sobre el francotirador Chris Kyle, que tiene el dudoso honor de haber conseguido la plusmarca de enemigos abatidos por arma de fuego merced a su labor en Irak; y son los que tienen más aguante, como nos muestra Peter Berg en 'El único superviviente' (2013), relato de la conveniencia de la vigorexia para sobrevivir en un territorio tan hostil como el controlado por los talibanes.

Los señores de la red: la nueva aristocracia

Parte del mito de Obama o, si se prefiere, de la llamada Obamanía, surge de su condición de pionero en el uso de las nuevas tecnologías como instrumento de comunicación política. Gracias a ellas -se nos dijo-, consiguió llegar a la Casa Blanca pese a contar con menor presupuesto que sus rivales. La viralización de su cartel del “Yes We Can” que diseñara Shepard Fairey, por ejemplo, es ya historia del diseño. Sin embargo, la historia de Hollywood y la de Silicon Valley es la de dos lobbies “con un mismo destino”, que dirían Busta y Álex: seducir al Presidente. Hollywood no traga a esos señores de internet a los que acusa de advenedizos y de apoyar la piratería. Normal que sus retratos de esa nueva aristocracia, nacida al calor de la Administración Obama, sea menos que amable.

Hollywood no traga a los señores de internet a los que acusa de advenedizos y piratas. Normal que su retrato sea menos que amable

Ocurre, por ejemplo, con los nuevos archienemigos de EE UU, como Julian Assange, al que Hollywood ha retratado en 'El quinto poder' (Bill Condon, 2013), tratándole poco menos que de narcisista periodista del corazón (de los de revista de los lunes, no de los jueves), abonado al escándalo e incapaz de asumir las consecuencias de sus actos; más cariño tiene Oliver Stone por 'Snowden' (2016), aunque ya sabemos que, a estas alturas, Stone ha quedado como un outsider intrascendente en la industria. El desamor con los traidores de las redes se extiende a los empresarios de éxito: Mark Zuckerberg es, en manos de David Fincher y Aaron Sorkin, un freak amargado por su nulo éxito con las mujeres ('La red social', 2010) y Steve Jobs, es retratado como un genio egoísta con incapacidad de empatizar con cualquier ser humano ('Jobs', Joshua Michael Stern, 2013).

Tráiler de 'La red social'

La política económica: Ajuste de cuenta($)

Hollywood, escapista por naturaleza, siempre se ha aplicado esa (supuesta) máxima china de que, “una crisis es una oportunidad de negocio”. Si le cuesta decidir cómo representar las guerras en una gran pantalla, con los cataclismos económicos no suele dudar. Tardó tres años en enfrentarse al Crash del 29 con un filme muy reivindicado estos años como 'La locura del dólar' (Frank Capra, 1932), y 'Wall Street' (Oliver Stone, 1987) se estrenó prácticamente a la vez que se produjo el “Lunes Negro”, inspirado por la actividad de yuppies como Ivan Boesky o Michael Milken.

En este sentido, Hollywood ha sido inclemente con los protagonistas de la crisis actual, desencadenada tras la caída de Lehman Brothers en 2007. Sin nombrar a la funesta firma bancaria, 'Margin Call' (J. C. Chandor, 2011) retrataba las razones de su derrumbe en la que, hasta hoy, se considera uno de los mejores retratos de la crisis financiera. En Latinoamérica se tradujo como El precio de la codicia, título que podría describir la práctica totalidad que de las películas que tienen como protagonista al sector financiero. Una visión más pinturera y festiva fue 'El lobo de Wall Street' (Martin Scorsese, 2013), narración del ascenso al Olimpo de los brókers de Jordan Belfort durante los 90 y su precipitada caída posterior. Ambigua como pocas, Scorsese parece realizar aquí una exaltación del carpe diem latino: el estafador es un tipo que, mientras dura el dinero, lo tiene todo: la chica, la cocaína, el yate y la guapura. Su final parece convencernos de que ese vicio de la codicia es cíclico: no tardaríamos en volver a verlo de nuevo, como así fue.

Hollywood ha sido inclemente con los protagonistas de la crisis actual, desencadenada tras la caída de Lehman Brothers en 2007

Es lo mismo que sostienen los intertítulos finales de 'La gran apuesta' (Adam McKay, 2015), filme que funciona como negativo de 'El lobo'… McKay rechaza todo el glamour y joie de vivre (y de esnifar) de la profesión financiera. Su película es un desfile de pelucones, de kilos de caspa, de ojos locos, y de brókers con sobrepeso… caracterización elegida para retratar a los honrados profesionales que se hicieron ricos al adelantarse al crack del sistema. Si en 'El lobo…' el oscarizado DiCaprio se empeñaba en saltarse la cuarta pared para decirle al respetable “ustedes no lo entenderían”, en 'La gran apuesta' se hace un esfuerzo didáctico para que el espectador entienda hasta qué punto Wall Street tiene más trampas que una película de chinos.

Hay otras visiones de la crisis: 'Money Monster' (Jodie Foster, 2016) con su crítica a los medios, o 'Blue Jasmine' (Woody Allen, 2013) , que trata de convencernos de que el enésimo crack de Wall Street fue una historia de desamor al más puro estilo Helena de Troya. Mención aparte merece la más que meritoria 'Mátalos suavemente' (Andrew Dominik, 2011) que, como 'La gran apuesta', también está producida por Brad Pitt, auténtico factótum del cine adulto de la última década. Es una historia de gánsteres de poca monta que, en el fondo, emplean los mismos métodos que las élites financieras. Su “América no es un país, solo es un negocio”, es la frase más demoledora que se ha oído en un cine en mucho tiempo. El tiempo dirá si Obama ha conseguido cambiar tan sentenciosa línea de diálogo. La película, por supuesto, está ambientada en 2008, antes de la llegada al poder de Obama. El tiempo y el cine nos dirán si el cuadragésimo cuarto presidente de los EE UU ha conseguido cambiar las cosas.

Probablemente, desde Kennedy, ningún otro presidente de EE UU ha tenido tal apoyo de Hollywood como el 44 Comandante en Jefe. A fin de cuentas, JFK era uno de los suyos, con su padre amancebándose con Gloria Swanson y él entrando, con nocturnidad y alevosía, en las alcobas de las mujeres más deseadas de la pantalla, de Marylin a Marlene Dietrich. Como Kennedy, Obama cuenta con una indiscutible telegenia y unas dotes comunicativas que enloquecen a la industria del cine. El fervor ha sido tal que, a punto de expirar su mandato, Hollywood ya le ha dedicado su primera hagiografía, la melosa 'Southside With You', de Richard Tanne, sobre la primera cita que tuvo Obama con Michelle allá por 1989.

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