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'Ragazzo', la obra sobre Carlo Giuliani que conmueve a Pablo Iglesias
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en el teatro del barrio

'Ragazzo', la obra sobre Carlo Giuliani que conmueve a Pablo Iglesias

El teatro recupera la memoria del activista asesinado en julio de 2001 en Génova en las manifestaciones antiglobalización contra el G8 a las que también acudió el líder de Podemos

Foto: Oriol Pla en 'Ragazzo' (Oriol Segon)
Oriol Pla en 'Ragazzo' (Oriol Segon)

2001 ha quedado para la memoria colectiva como el año de los atentados contra las Torres Gemelas. Pero antes, el 20 de julio, en Génova, mientras la ciudad estaba cercada por la policía y el ejército, cuando se cerró el espacio Schengen para acoger la cumbre del G8 y miles de manifestantes de movimientos antiglobalización llegados de toda Europa tomaban la calle para protestar contra la reunión, el mundo como hoy lo conocemos también empezó a cambiar. Esa tarde Carlo Giuliani llevaba puesto el bañador bajo el pantalón. Quería ir a la playa, pero antes decidió ir a la manifestación de los desobedientes que intentaban entrar en la cercada Zona Rossa. Esa tarde, en medio de los disturbios, en la Piazza Alimonda un carabinieri dispara dos tiros a este joven de 23 años y, después, un vehículo de la policía militar italiana pasaba por encima de su cuerpo moribundo en dos ocasiones.

La muerte de Carlo Giuliani y las cargas policiales del día siguiente contra la Escuela Díaz, donde dormían muchos de estos jóvenes, se convirtió en todo un símbolo del movimiento antiglobalización y en un caso que, con el carabinieri acusado de apretar el gatillo absuelto, sigue sin resolverse. Un monolito recuerda en esta plaza a Giuliani, al 'ragazzo' que no quería ser de piedra, pero cuya historia, esculpida a golpes y plomo, se ha ido difuminando con los años. 'Ragazzo', un brillante y descarnado monólogo escrito por Lali Álvarez e interpretado con una fuerza y potencia escénica impresionantes por Oriol Pla, recupera la memoria de Giuliani en el Teatro del Barrio (hasta el 30 de octubre), tras su paso por el Lliure.

'Ragazzo', de Lali Álvarez

Oriol Pla tenía ocho años cuando murió Giuliani y desconocía su historia. De ahí, explica Álvarez, surge la necesidad de abordarla como un teatro de la memoria que más que nunca necesita seguir reivindicando la libertad como lo hizo este 'ragazzo' que iba a manifestaciones, escribía poesía, ligaba y acudía a conciertos -espectacular el trabajo escénico y físico de Pla en las escenas del concierto y la manifestación consiguiendo él solo hacer sentir la presión de la muchedumbre en ambos ambientes -. En esas marchas estaban, junto a decenas de activistas, Pablo Iglesias, hoy secretario general de Podemos, y Miguel Urbán, eurodiputado de la formación morada.

El líder de Podemos, entonces un jovencísimo portavoz del Movimiento Resistencia Global, denunciaba ante la prensa la brutal represión y violencia policial sufrida en Génova. "Nos encontramos con una tonelada de gases lacrimógenos, con la utilización de todo tipo de material antidisturbios y ¿después con qué nos encontramos? Con un muerto. Con un muerto. Vamos a seguir movilizándonos y a seguir llevando a cabo prácticas de desobediencia civil en la calle. El crecimiento del movimiento anticapitalista en este momento es imparable y las balas no van a detenernos", aseguraba entonces.

Vídeo de La Tuerka sobre las manifestaciones de Génova

El miércoles Iglesias y Urbán se sentaron en una butaca del Teatro del Barrio, entre los murmullos y los codazos del público, para ver una historia que conocían demasiado bien. "Lo fundamental es la memoria militante. La memoria entendida como arma cargada de futuro es un tema que importa mucho. Solo se puede construir futuro si hay una reconstrucción de la memoria y sería dramático que existiendo una formación como la nuestra no se conocieran esas experiencias", aseguró Iglesias en el coloquio posterior a la obra. "Sin Génova no hubiera habido Praga en 2000, no habría habido las movilizaciones contra la guerra en Madrid en 2003, no hubiera existido esa concentración en la que algunos estuvimos también frente a la sede del PP en 2004 después de los atentados del 11M, no existiría un colectivo como Juventud sin Futuro, no hubiera habido 15M ni Podemos ni una serie de cosas que han sido fundamentales en este país. Los que sabemos que es así necesitamos de una memoria que dote de identidad a la gente nueva", añadía.

Sin Génova no hubiera habido 15M ni Podemos

"Cuando uno se escandaliza con las protestas de la universidad, debe saber que estos escraches eran habituales en las universidades españolas. Esto ha ocurrido siempre. Y para normalizar todo eso y para que la gente sí se escandalice porque un día el Ministerio del Interior quiere deportar a los inmigrantes, por la Gurtel, las black o porque el PSOE le quiere dar el Gobierno al PP, se hace esto. Esto se combate con memoria y con instrumentos culturales, y para eso sirve hablar de estas cosas", subrayó Iglesias tras recordar cómo vivió en primera persona esos días de julio de hace 15 años. "Creo que probablemente esta sea la lucha política más importante. Más importante que lo que hagamos en el Congreso es construir espacios de memoria que creen un espacio de sentido común".

Urbán, que durante cuatro años no pudo entrar en Italia por lo ocurrido en Génova, destacó que del movimiento antiglobalización surgió la militancia de hoy con políticos como Guillermo Zapara o Jorge García Castaños en el Ayuntamiento de Madrid o, en su caso, convertido en europarlamentario. Algo que, reconoció, "me permite acercarme de nuevo al movimiento anti-globi desde dentro. Para mí tiene más valor ser un activista en el parlamento que un parlamentario" en Europa.

Pero las consecuencias de lo que vivieron en Génova ambos dirigentes fueron mucho más allá. "Génova fue una derrota política. Que se asocie Génova con disturbios de encapuchados aleja a las mayorías sociales", añadió Iglesias, mientras que Urbán destacaba que de esos movimientos germinaron otros más locales. "La verdadera ruptura fue que se forzó el cambio de su mecanismo de reuniones [del G8] y a nosotros nos rompen y no pudimos cambiar los mecanismos de representación colectiva", subrayó.

Por eso, insistió Iglesias en la necesidad de reivindicar ese patrimonio que está en el germen de Podemos. Su secretario general volvió a defender, frente a las tesis de su número dos, Íñigo Errejón, anclar su formación a ese ADN nacido en Génova de los movimientos sociales y la importancia de llegar a las instituciones para construir esa memoria colectiva. "Estamos en un momento en el que lo fundamental para que haya transformaciones es que nuestra formación política sea un instrumento de los movimientos populares", agregó, "que seamos una estructura en manos de los militantes porque hemos convertido a activistas en diputados a una velocidad sin precedentes. De hecho, hemos vaciado de activistas a los movimientos sociales y tenemos que rectificar y entender que sin movimientos sociales poderosos perdemos nuestro sentido".

El arma cultural

placeholder 'Ragazzo', de Lali Álvarez (Oriol Segon)
'Ragazzo', de Lali Álvarez (Oriol Segon)

"Miguel, que hay perdiostas", recordó entre risas en varias ocasiones Iglesias a Urbán. La charla prosiguió hablando del periodismo activista, que ambos miembros del partido defendieron, el poder de los medios de comunicación y el panfleto, y terminó mirando a la cultura y el teatro como una de las armas de pegada más directa para transmitir esa memoria. Álvarez, quien contactó con la madre de Carlo Giuliani para hacer 'Ragazzo', fue quien preguntó "a los de la tele" si se esperaban llegar a las instituciones y si quedaba esa esencia de antaño en ellos. Y, sobre todo, aprovechó su presencia para seguir pidiendo que la política no se olvide de una cultura maltratada porque, como aseguró Pla, "el arte existe para contar aquello que, en otro contexto, puede ser aburrido. Así llegará más lejos. Somos altavoces".

Amplificadores que, como en 'Ragazzo', quieren recordar de dónde venimos pero, por encima de todo, "pensar en qué es ser joven y qué significa tener anhelos", en palabras de Álvarez. "Intento no hacer de Carlo. Ese es el quid de la obra, es la historia de un chico y ya está, no la de un activista. Es un joven que se posiciona, como todos, y toma partido. Esa es la historia. Y por respeto intento no hacer de Carlo. La distancia era muy necesaria en estos temas. Yo intento contar cómo es esta juventud que nos añade a todos", agregó Pla aludiendo al tedio y la frustración de una generación, como la suya, a la que Iglesias quiere seguir conquistando a golpe de memoria y de que, como dice el 'ragazzo', se corra la voz.

2001 ha quedado para la memoria colectiva como el año de los atentados contra las Torres Gemelas. Pero antes, el 20 de julio, en Génova, mientras la ciudad estaba cercada por la policía y el ejército, cuando se cerró el espacio Schengen para acoger la cumbre del G8 y miles de manifestantes de movimientos antiglobalización llegados de toda Europa tomaban la calle para protestar contra la reunión, el mundo como hoy lo conocemos también empezó a cambiar. Esa tarde Carlo Giuliani llevaba puesto el bañador bajo el pantalón. Quería ir a la playa, pero antes decidió ir a la manifestación de los desobedientes que intentaban entrar en la cercada Zona Rossa. Esa tarde, en medio de los disturbios, en la Piazza Alimonda un carabinieri dispara dos tiros a este joven de 23 años y, después, un vehículo de la policía militar italiana pasaba por encima de su cuerpo moribundo en dos ocasiones.

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