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Gimlets, chicas y vomitonas. Yo le ponía las copas a Peret
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El camarero de la world music

Gimlets, chicas y vomitonas. Yo le ponía las copas a Peret

Desde la barra de un hotel en el Pirineo de Huesca, Miguel Brota ha servido copas a Rubén Blades, Jimmy Cliff, Salif Keita, Rachid Taha, Compay Segundo, Peret y cientos más

Foto: Miguel Brota, el camarero de la world music
Miguel Brota, el camarero de la world music

Un joven gitano improvisa un compás golpeando con los nudillos sobre la barra del bar. El chaval no se ha descolgado de la espalda la funda en la que transporta el cajón flamenco con el que acompaña a su padre, el cantaor Parrita. El camarero, lejos de molestarse por el repiqueteo del cliente, le da un soplo: "La madera de la esquina suena aún mejor". "¿Esto es abedul?", pregunta el joven. "No, es pino", responde en camarero con seguridad.

Con ustedes Miguel Brota, el camarero y maestro coctelero que ha servido copas a los artistas más universales de Europa, África, América Latina y, para resumir, del infinito firmamento de las músicas de raíz. ¿A Rubén Blades? Sí. ¿A Salif Keita? También. ¿A Compay Segundo? Cómo no. ¿A Totó La Momposina? Faltaría. ¿A Toumani Diabaté? Varias veces. ¿A Bebo Valdés? ¿A Khaled? ¿A Jimmy Cliff? ¿A Los Lobos? A-t-o-d-o-s.

La lotería cayó en Formigal

Su récord tiene trampa. Miguel Brota trabaja desde 1986 en el Hotel Nievesol, a tres quilómetros de Sallent de Gállego, el pueblo oscense en el que nació, en 1992, el festival Pirineos Sur. Pero su récord también tiene mérito. No debe existir en el mundo otro hotel a 1.550 metros de altitud en el que suene música cubana y africana, de Nueva Orleans y de Cabo Verde. El bar del Nievesol tiene un agudísimo selector musical: el propio Miguel.

Bebo Valdés pidió a unos obreros que estaban en una mesa si se podía sentar a cucharear con ellos. Le hicieron sitio y se sentó a comer potaje con ellos. ¡Qué sencillez!

"Si van a venir músicos flamencos, pongo una selección de flamenco para que se sientan cómodos y en confianza", explica. Y lo mismo hace si sabe que van a hospedarse músicos africanos. Días atrás los chilenos Chico Trujillo estaban la mar de felices en el bar escuchando música cubana. "La gente me dice: '¡Qué buena música tiene usted!'. Se creen que es de internet, pero a mí no me gusta guardarme los discos. Los tengo en el bar y los pongo cada día", explica. Dice tener entre cinco o seis mil. Muchos se los han regalado los artistas que pasan por el hotel tras autografiárselos.

A Miguel Brota le tocó la lotería. "Yo de joven ya conocía el rock, el blues, el pop, el flamenco, la jota... Pero la música africana y la cubana fueron una revelación para mí. Y las descubrí aquí", reconoce. Aquí quiere decir en Pirineos Sur, festival de músicas de raíz nacido hace un cuarto de siglo, cuando a este espectro de música se lo conocía como world music. "He tenido una gran suerte", asume Brota. "El festival coincidió conmigo y yo con él. Que vengan aquí todos estos músicos es una gozada", reconoce.

Recuerdos, recuerdos, recuerdos

Miguel no es el típico pesado que se pasa la vida contando batallitas. Le ha costado vencer la vergüenza y la modestia para sentarse con un periodista a compartir sus recuerdos. Para restar importancia a la entrevista, adoptamos la posición más cómoda: tras la barra y charlando con un cliente más. Así, poco a poco, van fluyendo las anécdotas. "Recuerdo cuando vino Compay Segundo, que en gloria esté. Estuvo ensayando con los músicos en la discoteca del hotel. Yo les llevaba aguas o lo que pidiesen y me quedaba un rato. Compay les hizo callar tres o cuatro veces: 'Si no saben bien la letra, no canten, por favor', les decía. Santiago Auserón venía con ellos".

placeholder Brota junto a Carlinhos Brown
Brota junto a Carlinhos Brown

La discoteca a la que hace referencia es la Slalom, un nombre muy adecuado para acoger esquiadores. Está en el sótano del hotel y también ha albergado alguna juerga gitana. Poca calma habría en esa en la que se juntaron los hermanos Carmona, Moraíto Chico, Manuel Molina, Tomasito y Diego Carrasco, entre otros. No todos iban a cuerpo de rey. También pasó por el bar Potito cuando empezaba a darse a conocer como cantaor. "Venía con dos bocadillos y se los comió en la barra. Yo tenía que decirle que no se podía entrar comida, pero a veces das un poco de cuartelillo", reconoce.

Rachid Taha llevaba tal papa que vomitó en la furgoneta. Estaba para un derribo y aún pedía dónde había un club de mujeres

Uno de sus recuerdos favoritos almacenados en este cuarto de siglo recibiendo artistas de los cinco continentes está relacionado con Jimmy Cliff. "Estuve una hora con él; una mañana, los dos solos en el bar. Hablamos como los indios porque yo no hablo mucho inglés. ¡Qué gozada! ¡Uno de los padres del reggae!". Sería el mejor recuerdo que se llevó el jamaicano, porque ese año actuaba en un doble cartel con el francés Kali y, cuenta Brota, "pilló un rebote porque casi nadie del público le conocía".

Nada mejor que un melómano entusiasta tras la barra para hidratar el orgullo del artista en un rincón del mundo como el Pirineo oscense. Contra el mal de altura y la añoranza, Miguel Brota. "Cuando vino Elíades Ochoa nadie le hacía caso. Venía con la Estudiantina Invasora, los Muñequitos de Matanzas, Pío Leiva, Compay Segundo... Le vi con el sombrero guajiro, su perillita y la guitarra colgando por detrás de la espalda, y le dije: '¿Es usted Elíades Ochoa?'. 'Sí, cómo no', me respondió. A este lo invité a un café".

Secretos y piropos

Un profesional de la hostelería memoriza los hábitos de sus clientes, pero lo de Miguel es otra liga. Recuerda qué pidieron músicos décadas después de visitar su barra. "Carlinhos Brown pidió un batido de chocolate y un agua", asegura sin pestañear. "Maceo Parker pidió una menta-poleo. Y se la llevó él mismo a la mesa. ¡Un hombre que tocó diez años con James Brown!". "A Aurelio y los músicos garífuna les puse unos gintonics con la tónica de ibisco y se quedaron flipados con la pimienta de Java". "Bunbury estuvo aquí mismo tomando chupitos de bourbon con las uñas metalizadas. Decían que era un borde y, más majo, luego...".

Pero un buen camarero también tiene el don de la discreción. "Hay cosas que no se pueden contar; picardías", apunta Miguel, dando a entender que las ha visto de todos los colores. Deja escapar bien pocas. "Tomasito es una agonía; va detrás de las tías como un loco", revela. Lo de Rachid Taha ya viene con el apellido: "Llevaba tal papa que vomitó en la furgoneta. Estaba para un derribo y aún pedía dónde había un club de mujeres".

placeholder Miguel Brota con Bebo Valdés
Miguel Brota con Bebo Valdés

Los minutos pasan y Miguel suelta los ases de su particular baraja de clientes ilustres. "Rubén Blades ha estado aquí dos veces. Fui con un disco triple de Fania All Stars para que me lo firmase. Él salía en una foto hecho un crío y me lo firmó un poco de mala gana, marcando con una flechita quién era él, porque acabó muy mal con los de la Fania".

¿Y Bebo Valdés? "¡Oh, Bebo Valdés! Este fue a un restaurante de aquí al lado y pidió a unos obreros que estaban en una mesa si se podía sentar a cucharear con ellos. Le hicieron sitio y se sentó a comer potaje con ellos. ¡Qué sencillez! ¡Con el musicazo que era!". ¿Y Toumani Diabaté, qué tal? "Ha venido varias veces. Siempre me dice: 'Miguel, eres el jefe'. Y yo: 'No, no, Toumani, ¡tú eres el jefe!'. Muy majo, Toumani...".

Cosecha del 2016

Este verano Miguel ha añadido un puñado más de anécdotas a su currículo. El cantante marfileño de reggae Spyrow y el grupo coreano de música tradicional y post-metal Jambinai ya conocen al camarero del Nievesol. El primero apareció un día con un disco para hacerse una foto juntos. "Como por el pasillo del hotel me vio en fotos con tanta gente, me dijo: 'Oiga, ¿cuándo se va a hacer una foto conmigo?'. Vino el mánager con una Canon, nos hizo las fotos y él me firmó el disco y me lo regaló de mil amores".

Como por el pasillo del hotel me vio en fotos con tanta gente, Spyrow dijo: 'Oiga, ¿cuándo se va a hacer una foto conmigo?'

Los coreanos Jambinai confesaron durante su concierto en Pirineos Sur que, tras un mes actuando por Europa, pasar cuatro días en el hotel de Formigal les había quitado todo el estrés. Su cura fueron los cócteles de Miguel. "Yo hago el gimlet actualizado en coctelera. Lleva la ginebra, el licor de sauco y le añado unas tirillas de lima. Me decía los coreanos que siempre que ven este cóctel lo piden y que no había probado uno tan bueno en todo el mundo. ¡Me hacían reverencias!".

Una lista interminable

El hijo de Parrita ya se han ido del bar, pero llegan otros clientes y Miguel tiene que atenderlos. "¿Esto que suena no es Dr. John?", le pregunta uno. "No, es música de Nueva Orleans", le orienta el camarero agradecido por el interés. Mientras le sirve un café, sigue rememorando nombres de músicos con los que ha compartido algún momento a lo largo de estos 25 años.

"Khaled ya se iba y como quería que me firmase el disco Sahra salí corriendo por debajo de la barra". "Ibrahim Ferrer iba vestido de amarillo canario del sombrero a los zapatos". "Joe Zawinul, el teclista de Weather Report, iba andando por aquí con sandalias como si nada". "A Martirio le preparé un pisco sour, me pidió un posavasos y me dijo: 'Por favor, Miguel, fírmamelo'. ¡Se llevó un autógrafo mío de recuerdo! Qué fuerte...".

placeholder Imagen del Festival Pirineos Sur (Efe)
Imagen del Festival Pirineos Sur (Efe)

...Y Enrique Morente. Y Chico César. Y León Gieco. Y Cheikh Lo. Y Manu Dibango. Y Jorge Drexler. Y Alpha Blondy. Y Peret. Y Amadou et Mariam. Y Pablo Milanés. Y Omara Portuondo. "Y ahí andamos", suelta, con sonrisa humilde. Y mientras refresca la memoria para enlazar seis o siete anécdotas más, suena de fondo la saudade universal de Cesaria Evora.

Hay un hombre en España que lo hace todo

Hay un hombre que lo hace todo en España

Ha servido copas a Morente y a Peret

Hizo buenas migas con Toumani Diabaté

Hay un hombre en España que lo hace todo

Hay un hombre que lo hace todo en España

Vio comer potaje al genial Bebo Valdés

Le han firmado discos Rubén Blades y Khaled

Hay un hombre en España que lo hace todo

Hay un hombreee... en Españaaa...

Por cierto, ¿cómo descubrió Miguel Brota que la mejor zona de la barra para hacer percusión es la de la esquina? "Esto fue con Taraf de Haidouks. ¡La que me liaron en la chimenea con el violín! Había una chica bailando y otro haciendo percusiones en aquella esquina, a pelo". Mientras señala la esquina de la barra, ahora vacía, el brillo de los ojos le delata. Miguel está reviviendo aquella juerga balcánica que se armó en sus modestos dominios.

Un joven gitano improvisa un compás golpeando con los nudillos sobre la barra del bar. El chaval no se ha descolgado de la espalda la funda en la que transporta el cajón flamenco con el que acompaña a su padre, el cantaor Parrita. El camarero, lejos de molestarse por el repiqueteo del cliente, le da un soplo: "La madera de la esquina suena aún mejor". "¿Esto es abedul?", pregunta el joven. "No, es pino", responde en camarero con seguridad.

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