Peggy Guggenheim, la escandalosa mecenas del arte moderno
Sacaba de quicio a todo el mundo, se fajaba con eficacia entre los tiburones del arte y en los cócteles nocturnos, coleccionó cuadros y maridos... Una biografía
Marius Bewley, uno de los ayudantes de la simpar Peggy Guggenheim, anotaba quiénes y con qué frecuencia visitaban 'Art of This Century', su revolucionaria galería-museo en la calle Cincuenta y siete oeste de Nueva York: Breton ("viene muchísimo"), Tanguy ("a menudo"), Duchamp ("con frecuencia"), Man Ray (una o dos veces"), Herbert Read ("se pasaba mucho rato")... Aquella sala inaugurada en 1942 se erigió rápidamente en punto de encuentro y centro de irradiación del arte de vanguardia de la ciudad, pionera de los espacios que llegarían a ser conocidos como "instalaciones artísticas" y templo de la cultura neoyorquina, y por extensión planetaria, entre 1942 y 1947. Ese año Peggy Guggenheim regresó a Europa, compró el Palazzo Venier dei Leoni en el Gran Canal de Venecia e instaló allí una de las mejores colecciones de arte moderno de su tiempo. A la entrada colocó un bronce de Marino Marini que representaba a un jinete con un enorme falo erecto.
Aquel pene enorme, -que por cierto podía desmontarse "cuando pasaran monjas por delante"- brinda el santo y seña del carácter escandaloso y provocador de una de las grandes coleccionistas de arte del pasado siglo cuya electrizante biografía acaba de llegar a las librerías españolas firmada por la escritora estadounidense Francine Prose: 'Peggy Guggenheim, el escándalo de la modernidad' (Turner, 2016). El libro bebe de las memorias publicadas por la propia Peggy en 1946, a los 48 años. Escritas "para olvidarse de la guerra", quiso titularlas Cinco maridos y algunos hombres más' pero Laurence Vail, el primero de su interminable lista de esposos, le sugirió cambiar el título por el de 'Fuera de este siglo'. Las memorias resultaron un fracaso editorial, apenas fueron leídas y, sin embargo, para Prose, ofrecen un "documento formidable": "son más entretenidas y mordaces que casi todo lo que se escribió sobre ella mientras vivió, y también tras su muerte".
Tras leer aquellas páginas, en las que Peggy dejaba caer que se habría acostado con más de mil hombres, el filósofo Herbert Read le escribió lo siguiente: "Has superado a Rousseau y Casanova, así que quién soy yo para criticar 'Out of This Century'. Lo encontré verdaderamente fascinante. (...) ¡Te acabarán llamando la Casanova femenina! Tal vez seas incluso más amoral que Casanova, quien, si la memoria no me falla, llegó a tener algún momento de lloriqueo, de autocompasión y autodesprecio".
Del Titánic a los nazis
Las familias judías ricas neoyorquinas de principios de siglo habitaban mansiones en los mejores barrios de la ciudad, vestían a la última moda y empleaban a enormes equipos de sirvientes. El tío paterno de Peggy, Solomon R. Guggenheim, instituyó la Fundación que lleva su apellido y ampara los museos de Nueva York o Bilbao. Su padre, Benjamin Guggenheim, perdió gran parte de su fortuna al invertir en la empresa que montó los ascensores en la torre Eiffel y murió en el naufragio del Titanic junto a su amante. Cuentan que se negó a aceptar un salvavidas y hasta el último momento ayudó vestido de etiqueta a los otros pasajeros a subir a los botes de emergencia. Peggy aseguraba, medio en serio medio en broma, que si desfilaron tanto hombres por sus brazos fue por encontrar aquel que sustituyera a su padre.
Peggy conoció en Londres a un joven Samuel Beckett con el que, según relata en sus memorias, copuló durante doce días ininterrumpidamente
Marguerite (Peggy) Guggenheim había nacido en la Gran Manzana en 1898 y siempre fue rica, aunque no tan "formidablemente rica" como otros prohombres de su familia. La acusaron de "tacaña" pero su dinero sacó a Andre Breton y a toda su familia de Francia durante la ocupación nazi, mantuvo a varios de sus exmaridos, como Laurence Vail o Max Ernst y apoyó a los nuevos pintores y escultores comprando sus obras. Su carrera fue tardía. En 1937, cumplidos los cuarenta y recién separada del editor Douglas Garman, decidió abrir su propia galería de arte en Londres, 'Guggenheim Jeune', que exhibiría las revolucionarias obras del entonces neonato movimiento surrealista: Duchamp, Jean Cocetau, Jean Arp... Por cierto que Peggy conoció por aquel tiempo a un joven Samuel Beckett con el que, según relata en sus memorias, copuló durante doce días ininterrumpidamente.
De 'Art of this century' a Venecia
En 1939 Peggy decidió instalarse en la capital francesa junto a su amiga Nellie. En el París previo a la ocupación tuvo tiempo para atesorar una extraordinaria colección por el eficaz medio de comprar "un cuadro al día" aprovechándose en algunos casos de la situación bélica para pagar a precio de ganga. Tres días antes de que los nazis tomaran París, Peggy, Nellie y sus dos gatos salieron de la ciudad en un Talbot azul. En los meses siguientes actuó honorablemente como incansable salvadora de arte -y de artistas- de las garras nazis. Y en 1942 regresó a Nueva York, fundó 'Art of This Century' y aguantó hasta 1947 cuando se instaló definitivamente en Venecia para levantar su grandioso museo en el Gran Canal. Allí murió de un infarto en dieciembre de 1979.
Es impresionante comprobar el ojo tan extraordinario que tenía Peggy, el maravilloso conjunto de obras de arte que logró reunir
"La colección que hoy puede admirarse en el Palazzo es magnífica", concluye su libro Prose. "Resulta impresionante comprobar el ojo tan extraordinario que tenía Peggy Guggenheim, el maravilloso conjunto de obras de arte que logró reunir y la sabiduría y perspicacia con que supo dar con una serie de asesores bien informados y muy solícitos, a quienes también supo escuchar. En el vestíbulo hay lienzos de Picasso y un móvil de Alexander Calder. Otras salas contienen obras de Ernst, Miró, Kandinski, Malévich, Klee, Mondrian, Léger, Braque, Mark Rotko, Cyfrod Still, Francis Bacon y, por supuesto, Jackson Pollock".
La biografía de Francine Prose recrea a la pobre niña rica, a la coleccionista de maridos y de cuadros, a la fundadora de la galería y de la colección que explican el arte del siglo XX, a la noctámbula, fiestera, manipuladora y obsesa lectora que se describió así: "yo no soy una coleccionista. Yo soy un museo".
Marius Bewley, uno de los ayudantes de la simpar Peggy Guggenheim, anotaba quiénes y con qué frecuencia visitaban 'Art of This Century', su revolucionaria galería-museo en la calle Cincuenta y siete oeste de Nueva York: Breton ("viene muchísimo"), Tanguy ("a menudo"), Duchamp ("con frecuencia"), Man Ray (una o dos veces"), Herbert Read ("se pasaba mucho rato")... Aquella sala inaugurada en 1942 se erigió rápidamente en punto de encuentro y centro de irradiación del arte de vanguardia de la ciudad, pionera de los espacios que llegarían a ser conocidos como "instalaciones artísticas" y templo de la cultura neoyorquina, y por extensión planetaria, entre 1942 y 1947. Ese año Peggy Guggenheim regresó a Europa, compró el Palazzo Venier dei Leoni en el Gran Canal de Venecia e instaló allí una de las mejores colecciones de arte moderno de su tiempo. A la entrada colocó un bronce de Marino Marini que representaba a un jinete con un enorme falo erecto.
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