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'Espías desde el cielo', así matan los sicarios de la guerra contra el terrorismo
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'Espías desde el cielo', así matan los sicarios de la guerra contra el terrorismo

La película entierra espinosas cuestiones sobre la guerra bajo paletadas de retórica simplista y recurre a una manipulación emocional flagrante

Foto: 'Espías desde el cielo'.
'Espías desde el cielo'.

Hace tiempo que quienes se dedican a la práctica de la guerra ejercen mitad de controladores aéreos mitad de operarios del INE. Las operaciones militares modernas, y por tanto cadenas de decisiones de las que dependen numerosas vidas humanas, dependen de sucesivos niveles de burocracia, especialmente desde que en el Pentágono descubrieron que, gracias a los drones, uno puede eliminar a dos docenas de personas en un barrio de Islamabad a media tarde y luego volver a su casa en Connecticut a tiempo para la cena. Y eso hace que cuestiones como la responsabilidad, la legalidad y la moralidad en la toma de decisiones se difuminen por completo. El 'thriller' militar 'Espías desde el cielo' se vanagloria de meditar sobre todo ello y, en el proceso, condenar la proliferación de los drones. Pero se trata de mero postureo: la película no solo entierra espinosas cuestiones sobre la guerra bajo paletadas de retórica simplista, sino que mientras lo hace recurre a una manipulación emocional flagrante.

Tráiler de 'Espías desde el cielo'

Su historia sucede en el transcurso de solo unas horas, durante las que oficiales y soldados de los ejércitos británico y estadounidense trabajan juntos en una ofensiva con un dron en Nairobi. Justo después de que se dé la orden de lanzar un misil sobre el refugio en el que unos terroristas se preparan para llevar a cabo un ataque suicida, una niña aparece por la zona del inminente impacto y empieza a vender pan. Y ahí surge el dilema moral de la película: ¿es la muerte de un civil aceptable si con ella probablemente se salvan decenas de otras vidas?

¿Apretar el botón y matar a la niña?

Mientras acumula conversaciones crecientemente tensas sobre reglas de enfrentamiento, daños colaterales estimados y la necesidad de la acción frente a la proporcionalidad de las repercusiones, el director, Gavin Hood, trata de preguntarnos qué haríamos nosotros: ¿apretar el botón y matar a la niña? ¿O no apretarlo y permitir a los terroristas que luego lleven a cabo un ataque que sin duda matará a más gente inocente? No hay respuesta fácil. Existen toda una serie de hipótesis y contingencias que considerar, y los personajes hablan de todas ellas. Y hablan y hablan, a menudo en modo sermón, al tiempo que tratan de pasarle la patata caliente al que está justo arriba o justo debajo en la cadena de mando.

Por supuesto, si se trata de un niño inocente o de un adulto inocente, no debería importar. Una vida inocente es una vida inocente, y punto. En ese sentido, el uso de la pequeña vendedora de pan como dispositivo dramático central representa una manipulación descarada. Hood amontona absurdos artificios narrativos y coincidencias para aumentar artificialmente tanto el suspense como nuestra preocupación por el indefenso retoño. Por supuesto, el problema no es que se nos manipule; todas las películas lo hacen.

Hood amontona absurdos artificios narrativos y coincidencias para aumentar artificialmente el suspense

El problema es que se note tanto. Además, la película quiere convencernos de que cada operación militar con drones impone niveles de tormento y agonía insoportables sobre aquellos que las llevan a cabo, y eso resulta difícilmente creíble considerando la cantidad de cadáveres -solo un pequeño porcentaje de ellos correspondientes a hombres malos- apilados en los últimos tiempos por Occidente en Oriente Próximo, Asia Central y África.

Combatir desde casa

En todo caso, y pese a sus aires de relevancia, 'Espías desde el cielo' no añade nada al debate sobre el uso de los drones. Es cierto que el relato da saltos entre la zona de conflicto y varias habitaciones asépticas llenas de pantallas, y que retrata la guerra moderna como una serie de discusiones a través de varios continentes, por teléfono o videollamada, entre personas que mientras tanto juegan al ping pong o hacen de vientre. Sin embargo, su dilema, salvar una vida a pesar de que no hacerlo salvaría decenas, en realidad nada tiene que ver con el más importante de los que los drones plantean: ¿cómo afecta el hecho de combatir desde casa, a miles de kilómetros de la zona de guerra, a la moral y la empatía de los soldados?

Al César lo que es del César: Hood ha logrado que 100 minutos de personas que contemplan pantallas -eso es esencialmente la película- resulten francamente tensos. En otras palabras, aceptada según sus propios términos, 'Espías desde el cielo' es un ejercicio cinematográfico sin duda eficaz. No especialmente sofisticado -¿hemos hablado ya de la manipulación?-, pero eficaz. El problema son precisamente los términos que se nos invita a aceptar.

Al César lo que es del César: Hood ha logrado que 100 minutos de personas que contemplan pantallas resulten francamente tensos

En concreto, la película se erige hasta tal punto en portavoz del 'establishment' político británico y estadounidense que, en primer lugar, se permite el lujo de sugerir lo sensible y atento que el antiguo Imperio Británico es con el pueblo keniata -80 años de colonialismo tendrían algo que objetar al respecto- y, en segundo, se sustenta por completo y de forma incuestionable sobre una falsedad: la legitimidad de la llamada guerra contra el terrorismo. Hood en ningún momento se pregunta quiénes son realmente esos terroristas y por qué hacen lo que hacen, y, sobre todo, qué hacen allí los ejércitos y los servicios de Inteligencia británicos y estadounidenses.

Y si bien es cierto que Hood deja clara la aprensión que los altos cargos retratados en el filme sienten sobre la posibilidad de que sus actos se hagan públicos, en realidad solo lo hace para tergiversarla y hacerla pasar por humanismo. Por tanto, el objetivo último que 'Espías desde el cielo' persigue, mientras construye una situación increíblemente dramática y una atosigante atmósfera de histeria, no es ni más ni menos que defender el mismo discurso que los creadores y los sicarios de la guerra contra el terrorismo llevan promoviendo desde hace 15 años.

Hace tiempo que quienes se dedican a la práctica de la guerra ejercen mitad de controladores aéreos mitad de operarios del INE. Las operaciones militares modernas, y por tanto cadenas de decisiones de las que dependen numerosas vidas humanas, dependen de sucesivos niveles de burocracia, especialmente desde que en el Pentágono descubrieron que, gracias a los drones, uno puede eliminar a dos docenas de personas en un barrio de Islamabad a media tarde y luego volver a su casa en Connecticut a tiempo para la cena. Y eso hace que cuestiones como la responsabilidad, la legalidad y la moralidad en la toma de decisiones se difuminen por completo. El 'thriller' militar 'Espías desde el cielo' se vanagloria de meditar sobre todo ello y, en el proceso, condenar la proliferación de los drones. Pero se trata de mero postureo: la película no solo entierra espinosas cuestiones sobre la guerra bajo paletadas de retórica simplista, sino que mientras lo hace recurre a una manipulación emocional flagrante.

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