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"No es fácil mirarte al espejo y reconocer que fuiste un nazi"
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entrevista a Lars Kraume

"No es fácil mirarte al espejo y reconocer que fuiste un nazi"

El director analiza las claves de su película sobre el fiscal que persiguió al nazismo cuando nadie quería hacerlo en Alemania: 'El caso Fritz Bauer'

Foto: Fotograma del filme alemán
Fotograma del filme alemán

Hemos visto tantas películas y leídos tantos libros sobre lo terribles que fueron los crímenes nazis que resulta difícil recordar cuando no éramos conscientes del todo de tal cosa. Hablamos de un extraño fenómeno cultural: la visión canónica sobre el Holocausto -el mal absoluto- no empezó a cuajar hasta los años setenta. Ejemplo: pocos hicieron caso a Primo Levi cuando empezó a publicar sus memorias de superviviente de los campos de exterminio.

Y si los ganadores de la guerra no parecían especialmente interesados en remover el asunto con el cadáver aún caliente, más allá de los juicios de Núremberg, imagínense los propios alemanes. O cómo reconstruir un país cuyos técnicos y funcionarios habían colaborado alegremente con el nazismo. ¿Purga o pelillos a la mar?

Tráiler de 'El caso Fritz Bauer'


En ese contexto surge un hombre clave para entender las dificultades para hacer justicia retrospectiva: el fiscal general Fritz Bauer, que doce años después de la II Guerra Mundial decidió perseguir a los criminales de guerra nazis. El director alemán Lars Kraume revisa ahora su figura en un biopic, 'El caso Fritz Bauer', que se estrena el 29 de abril.

"Hay que entender que Alemania nunca juzgó a los intelectuales de referencia del nazismo, nunca. Los únicos líderes nazis juzgados fueron los de los juicios de Núremberg. Una de las dificultades es que había que demostrar la implicación directa de estos hombres en los asesinatos. Por eso fracasaron los juicios de Auschtwitz en los sesenta. No era fácil declarar culpable a todos los que habían participado en la maquinaria. Solo aquel vinculado directamente con el crimen podía ser castigado", cuenta Kraume, que pasó por Madrid para hablar de su filme.

La caza de Eichmann

Bauer, que impulsó los procesos judiciales contra los criminales de Auschwitz, jugó un papel decisivo en la caza de Adolf Eichmann: el gerifalte de las SS acabó en el banquillo en Jerusalén tras ser secuestrado por el Mosad en su escondite argentino. Pues bien: fue Fritz Bauer el que filtró a Israel el paradero de Eichmann. ¿Por qué un fiscal alemán informó a Israel en lugar de a las autoridades de su propio país? Porque Bauer no se fiaba ni de la policía ni de la justicia alemanas. ¿Que por qué no se fiaba de sus compañeros de trabajo? Porque muchos de ellos habían colaborado con el nazismo, de ahí sus pocas ganas de remover el asunto. "Las leyes estaban hechas por ex nazis y los tribunales estaban llenos de ex nazis", aclara Kraume.

El director tiene varias teorías sobre el gran impacto cultural del juicio de Eichmann en suelo israelí. "Primero, porque fue el juicio más grande a un criminal nazi desde el de Núremberg. Segundo, porque Israel lo presentó como un acontecimiento. Lo trataron como un asunto de propaganda de Estado: la existencia de criminales como Eichmann legitimaba la existencia del Estado de Israel: Mira lo que ha hecho este hombre con sus amigos; luego los judíos necesitan su propio país. Tercero, porque Eichmann fue un nazi con poder: organizó las deportaciones y los traslados a los campos de concentración. Lo que sabemos sobre Eichmann nos da idea del grado de locura del régimen. Por último, el libro de Hannah Arendt convirtió el juicio en algo aún más polémico", explica el cineasta.

Las leyes estaban hechas por ex nazis y los tribunales estaban llenos de ex nazis

Las peripecias de Bauer (1903-1968) son de traca. Era judío, de izquierdas y en 1933 acabó en un campo de concentración tras participar en una huelga general contra los nazis. Más tarde se exilió en Dinamarca, fue perseguido durante la guerra y acabó regresando a su país en 1949 para trabajar en una fiscalía, donde fue recibido de uñas. “En la justicia vivo como en el exilio”, dejó dicho Bauer.

"La mayor dificultad a la que se enfrentó Bauer fue que el movimiento nazi recibió el apoyo de la gran mayoría de la población. Acabada la guerra no había mucha gente en Alemania que no hubiera participado de aquello. Bauer quería algo muy difícil: que todo el mundo se mirara al espejo y reconociera que había hecho cosas terribles. Pero la gente casi nunca hace eso. Nadie se despierta por la mañana y dice: 'Vale, la he cagado y debo cambiar de vida, no'. Bauer no lograría cambiar esto porque casi todos eran culpables hasta cierto punto", aclara el director.

¿Deberíamos poner límites a la memoria histórica para sacar adelante procesos políticos complejos de transición? Kraume no solo no lo cree, sino que alerta sobre la aparición de antiguos fantasmas sobre el firmamento político alemán: "No se puede pasar página a algo tan oscuro, terrible e inexplicable como el Holocausto. Si hemos sido capaces de hacer algo así, lo podemos volver a hacer. La gente está asustada ahora con la amenaza del terrorismo, y cuando la gente se asusta, reclama liderazgos fuertes, y de ahí a exceder los valores humanistas de nuestra Constitución, hay un paso. Acabamos de tener elecciones en Alemania y el 20% ha votado a un partido nuevo de extrema derecha porque tienen miedo a los refugiados... Hay que mantener viva la Historia".

Hemos visto tantas películas y leídos tantos libros sobre lo terribles que fueron los crímenes nazis que resulta difícil recordar cuando no éramos conscientes del todo de tal cosa. Hablamos de un extraño fenómeno cultural: la visión canónica sobre el Holocausto -el mal absoluto- no empezó a cuajar hasta los años setenta. Ejemplo: pocos hicieron caso a Primo Levi cuando empezó a publicar sus memorias de superviviente de los campos de exterminio.

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