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"Los lectores son tocapelotas: hay que darles libros que les dejen contestar un wasap"
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Paloma Bravo publica 'solos'

"Los lectores son tocapelotas: hay que darles libros que les dejen contestar un wasap"

Paloma Bravo recompone en 'Solos' las piezas de una relación al borde del naufragio

Foto: Paloma Bravo
Paloma Bravo

"Elena ha puesto hielo, vodka y tónica. Seca. -Te lo pongo sin limón ni chuminadas. Javi decide no protestar. Vuelven al salón en silencio. La tregua parece estable pero nunca se sabe. Siguen esperando a su público".

Javi y Elena, Elena y Javi, una pareja "en el lado malo de los cuarenta", remolcan su segundo matrimonio a duras penas. Una noche en la que logran aparcar a los niños montan una fiesta pero sólo se acercan dos amigos solteros, Ana y Tomás. Y comienzan a hablar...

Así arranca 'Solos' (Alfabia), la nueva novela de la periodista y escritora madrileña Paloma Bravo, un corte sobre el terreno de las relaciones sentimentales de las víctimas del baby boom, una instantánea original, vitalista y bien divertida -pese a los fogonazos de tristeza- que se lee en un suspiro y deja el buen sabor de unos diálogos fresquísimos, como esos aperitivos espontáneos que se transforman por sorpresa, alborozadamente, en el almuerzo sin que uno se haya dado cuenta.

"Javi intenta hacerse un hueco entre las piernas de Elena pero ella sigue encogida. Su lenguaje corporal es una fortaleza. -Yo no sé si te quiero ya, Javi. Y Javi, el frívolo, Javi con el que no hemos sido demasiado justos, (ni nosotros ni su mujer, ni sus amigos), cede: Lo sé".

Pregunta. "La vida es un cuento contado por un idiota, / lleno de ruido y de furia, / que no significa nada", nos advierte Mr. Shakespeare en la cita que abre su novela. ¿Tampoco en 'Solos' encontraremos "significados"?

Respuesta. 'Solos' es una pregunta; la respuesta está en el lector. Y no lo digo como frase epatante, es que no es una novela de tesis, sino una foto de cuatro personajes que dudan, se equivocan e intentan crecer. Como casi todos. Y, por lo que he visto, los lectores se ven reflejados en los cuatro protagonistas y eso les permite contestarse mejor. O, al menos, más honestamente; que para eso sirven también las novelas, para que pronuncien en voz alta algo que llevas dentro y, al escucharlo, descubras de repente que no es tan terrible como parece y que lo puedes solucionar.

Las novelas sirven para pronunciar en voz alta algo que llevas dentro y descubrir de repente que no es tan terrible y que lo puedes solucionar

P. En 'Solos' la relación de pareja, la relación madura, es algo que se arrastra, que se soporta, no es un espanto pero tampoco exultante... ¿Toda relación tiende necesariamente a una mediocridad compartida y más o menos, soportada?

R. No soy experta en parejas (salvo en las mías y las que tengo cerca) ni creo en las generalizaciones, pero le diría que lo exultante suele tener una duración limitada. El brillo no destaca sin oscuridad. Pero, vamos, que hay relaciones cómplices, divertidas y llenas de amor que duran toda una vida, o varios años maravillosos, o unos meses que se conservan siempre.

Lo que sí creo que es injusto es que uno se sienta extraordinario y califique de mediocre su relación de pareja. Las parejas son como las modelamos nosotros, no vienen hechas de serie: esta cariñosa, esta aburrida, esta de cuento de hadas… Y si no somos capaces de construirlas como queremos, igual es que hay que quererlas de otra manera o… dejarlas.

Una de las cosas que más me gusta de “Solos” es que una de las protagonistas empieza a culpar a su pareja de todas sus angustias, pero –sin que nadie se lo diga- ella misma se da cuenta de que lleva la infelicidad dentro. Que tu pareja no sea perfecta no significa que puedas culparle de todas tus miserias sin antes mirarte al espejo.

P. Y frente a la relación de pareja se yergue la amistad, su antítesis, porque a diferencia suya nunca se extingue y tampoco cansa. ¿Qué le sobra a la pareja que no le falta a los amigos? ¿La convivencia es quizás la piedra de toque?

R. El otro día, cuando terminó 'Solos', un lector me mandó una frase de Balzac: “Lo que hace indisoluble a las amistades y dobla su encanto, es un sentimiento que le falta al amor, la certeza”. No sé si es eso: de hecho, algunos amigos fallan o, simplemente, no son como creíamos que eran. Creo más en algo que leí algún día: no hay amigos, sino fragmentos de amistad.

Y lo que está claro es que la amistad resulta más honesta y más tolerante. Para empezar los amigos son varios, y cada uno cubre, completa y enriquece una parte de ti; en cambio de una pareja esperamos lo máximo en todos los frentes. Y es una presión insoportable. No hay nadie con el que podamos compartirlo todo. Imagínatelo convertido en “fragmentos de pareja”. La pareja de adolescente con la que descubres el sexo, la de la concienciación en la facultad, la de tener hijos a los treinta, la de la chimenea a los sesenta… Es simplificar, pero sería mucho más fácil, porque –afortunadamente- todos cambiamos.

Con o sin convivencia, no se puede poner toda la expectativa de relación personal en un único ser humano. Es injusto, utópico y, sobre todo, innecesario. Y, encima, las parejas suelen empezar como una ilusión, con la mejor cara, ocultando que no, la verdad, no soportas las montañas rusas y tienes un vértigo descomunal, pero…

A mí me gustan las parejas honestas consigo mismas. Que no estén todo el rato flotando no significa que no se quieran bien.

Con o sin convivencia, no se puede poner toda la expectativa de relación personal en un único ser humano. Es injusto, utópico y, sobre todo, innecesario

P. ¿Y el sexo?

R. El sexo es vida. El sexo libera, enriquece, relaciona, sensibiliza… Lo que no significa que vaya unido al amor ni a la pareja.

Lo que pasa es que el sexo se ha mitificado y ahora lo comentamos, lo wasapeamos y lo deseamos muchísimo más de lo que lo practicamos.

P. No encontramos en 'Solos' una voz predominante, tampoco femenina y creo que lo ha hecho voluntariamente un poco también para rehuir esa etiqueta de "literatura para mujeres" que tanto le molesta...

R. ¿Es Philip Roth un escritor para tíos? Porque es muy masculino y muy honesto y, sin embargo, entender sus egoísmos es entender los nuestros, así, sin géneros. Quiero decir que yo no siento la etiqueta “para tíos/para tías” como lectora y me molesta que me la intenten poner a mí como “producto editorial” porque mis novelas no son esos libros que acaban con una boda entre una chica honesta y un millonario redimido.

Pero la realidad es que en “Solos” no hay una voz predominante no por eso, sino porque quería que los cuatro personajes tuvieran el mismo trato, que el narrador fuera equitativo a la hora de dedicarles espacio y juicios a todos, que no hubiera primera persona para que el autor no existiera… Lo que yo quería no era evitar la etiqueta, sino desaparecer. Esta novela no soy yo, por eso me gusta tanto como si no fuera mía.

Eso sí, el otro día me dijo el otro día un lector que “los hombres estaban muy bien contados”, que se notaba que los conocía. Y los conozco: a mis amigos, a mis compañeros, a mis hermanos, a mis jefes… Que yo sea mujer no significa que no pueda contar a un tío. Y viceversa. Si no, no habríamos tenido a Madame Bovary ni a Anna Karenina.

P. "No hay nada peor que esperar un washap que no llega", piensa Elena... En 'Solos' las nuevas tecnologías hiperconectadas juegan un papel esencial. ¿De qué manera diría que han empeorado, o tal vez mejorado, las relaciones de pareja?

R. No sé si empeorado o mejorado. Desde luego, las han cambiado. Como siempre, depende de cada pareja. A algunas les ha ayudado a existir. Un malentendido arreglado por whatsapp, un voto en Tinder, una agregación en Facebook. A otras, que miran el móvil de sus parejas, que no mandan los suficientes mensajes, que escriben “te quiero” pero no lo demuestran, seguramente las ha matado.

Yo creo en una obviedad: la tecnología es sólo una herramienta. El utilizarla de una manera u otra es una actitud. Allá cada uno con su whatsapp.

P. Ummm, ¿y a la lectura? Como escritora, ¿siente que los smatphones de tus lectores le disputan a cara de perro su concentración, la atención a sus historias?

R. A mí como escritora y a usted como periodista. Y lo peor es que lo sabemos porque nosotros también lo hacemos, también vivimos así, hiperconectados y compulsivos. Hace dos años tuve dos horas de retraso en el aeropuerto y yo era la única en la sala de espera que llevaba un kindle, los demás abrían chats de whatsapp, actualizaban twitter o jugaban al “apalabrados”. Fue una cura de humildad.

Por eso me parece importante aceptarlo. Estoy casi segura de que ya no tengo la capacidad de concentración con la que leí “Cien años de soledad” hace veinte años. O la tendría sólo en vacaciones. Y creo que es importante que entendamos que los lectores son como nosotros: exigentes, dispersos, inteligentes, tocapelotas, infieles, compulsivos… Y que, por lo tanto, hay que darles libros que merezcan la pena, que les envuelvan y que les entiendan, y que, si hace falta, les dejen respirar y contestar un wasap.

P. Vamos con el estilo, 'Solos es una novela dialogada', casi una pieza teatral, género con el que tiene una especial afinidad y que ya ha visto "hecho carne" otras historias tuyas. ¿La literatura moderna hoy debe escapar de la subordinación y la descripción para plasmar más certeramente la realidad?

R. Se juntan dos cosas. Primero que ya no estamos educados sólo en el canon clásico. Yo me he alimentado de todas las formas de ficción: la literatura, el cine, las series, el teatro... Y lo he incorporado porque me interesa que mis personajes se puedan tocar, que sean creíbles, que sean realistas.

Y, segundo, que me interesa muchísimo lo que decimos y lo que callamos. Por eso hay tanto diálogo y se señalan también los silencios. Nunca confesamos todo lo que pensamos, a veces porque no lo sabemos y a veces porque no nos da la gana. Pero es una novela “teatral” sólo a medias, porque cuando los personajes se escaquean aparece ese narrador para tirarles de las orejas y explicarle al lector que no se tiene que dejar engañar. Y ese narrador es todo menos un personaje en un escenario, pero yo le tengo cariño porque es metiche y no se avergüenza de serlo.

P. Los científicos evolutivos aseguran que el ser humano evolucionó en comunidad y gracias a los otros nos convertimos en lo que somos. Así, la soledad cada vez más acuciante de las sociedades actuales parece el peor ataque a una especie que no sabe vivir sin los demás. Y si la soledad llega tras una separación, en esos 40 en los que ya la vida parecía hecha y los amigos se fueron marchando, el daño es aún mayor... Y, sin embargo, en su obra parece emerger una vindicación serena de la soledad, ¿no es así?

R. Yo no quiero hacer banderas. Ni de la soledad ni de la pareja. Sí que creo que la soledad más profunda es la soledad del egoísta, del que no se preocupa de nadie más que de sí mismo. Y creo, también, con total seguridad, que no tener pareja no significa estar solo. Si das (y perdón si suena cursi), si te implicas con el mundo y con tu sociedad, nunca estás solo del todo. Hay amigos, familia, hijos, compañeros… Gente que te necesita, que te aprecia, que te quiere; gente que sabe quien eres y te busca precisamente por eso.

Es verdad que la novela se llama “Solos”, pero es porque soy un poco puñetera y me divertía llevar la contraria a mi propio título: este libro acaba con el mito de la soledad/soltería como condena. Siempre tenemos a alguien, pero hay que saber pedir ayuda, saber llamar y no esperar siempre la llamada. Y, luego, sobre todo, hay que aceptar que esta adolescencia larguísima en la que vivimos, con esta enorme capacidad de decisión que tenemos a los cuarenta, nos permite reinventarnos cada día. Si el trabajo ya no es para siempre, si aún puedo tener hijos, si me puedo separar, si me apetece conocer África… Just do it, como dicen los publicitarios. Aunque, a ser posible, sin hacer daño a nadie.

El no tener todo resuelto nos permite tomar muchas decisiones. Es una putada, porque crea mucha responsabilidad el decidir, pero yo, la verdad, prefiero que nadie se equivoque por mí.

"Elena ha puesto hielo, vodka y tónica. Seca. -Te lo pongo sin limón ni chuminadas. Javi decide no protestar. Vuelven al salón en silencio. La tregua parece estable pero nunca se sabe. Siguen esperando a su público".

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