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Elogio de la hermandad femenina
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estreno de 'nuestra hermana pequeña'

Elogio de la hermandad femenina

El director japonés Hirokazu Koreeda sirve un luminoso melodrama que reivindica un núcleo familiar heterodoxo

Foto: 'Nuestra hermana pequeña'
'Nuestra hermana pequeña'

El caserón de madera en que habitan las cuatro protagonistas de 'Nuestra hermana pequeña' encarna cierta fantasía infantil. Con su encanto vetusto, su jardín indómito, sus habitaciones espaciosas repletas de pequeños rincones a investigar y su cierto aire de misterio casi fantasmal es la casa al mismo tiempo acogedora y abierta a las aventuras donde a todos nos hubiera gustado crecer.

En la nueva película de Hirokazu Koreeda, que adapta el manga 'Unimachi Diary' de Akimi Yoshida, también simboliza la idea central de la historia. Las hermanas protagonistas lo han heredado de su abuela, que no de sus padres (en una escena, la madre sopesa venderlo). Su progenitor las abandonó hace 15 años y de hecho el film arranca con su funeral. El hombre ha muerto en su nuevo hogar y allí las tres hermanas descubren que tuvo otra hija ya adolescente a la que deciden acoger en su casa. La madre también se mudó lejos de sus vidas. Así que las tres chicas decidieron tirar adelante por ellas mismas.

Tráiler de 'Nuestra hermana pequeña'

Tradición y modernidad

En la casa de la abuela mantienen el vínculo con la tradición que representan sus ancestros. El jardín está presidido por un enorme ciruelo con cuyas frutas preparan confituras y licores caseros a la vieja usanza. A su vez, las muchachas también componen un núcleo familiar heterodoxo que se desenvuelve con plena libertad y armonía. El legado de la tradición entendida como la fórmula para disfrutar de la vida en un escenario en que falta un eslabón generación constituye la base de la película.

Hirokazu Koreeda ya exploró el desamparo de un grupo de hermanos que viven sin padres en 'Nadie sabe' (2004), una obra mucho más desoladora en lo emocional y más arriesgada en su concepción cinematográfica. Dentro del boom de nuevas cinematografías asiáticas que vivimos con el cambio de siglo, este director representaba una de las puntas de lanza de toda una nueva hornada de cine independiente japonés. Koreeda mantiene vivo su interés por explorar los quiebros y mutaciones en las dinámicas familiares, que también se ponía de manifiesto en otros títulos suyos como 'Still Walking' (2008) o 'De tal padre, tal hijo' (2013), lo que propicia que se compare de forma abusiva su cine con el de Yasujiro Ozu, un director mucho más radical en lo que a puesta en escena se refiere. Además, en los últimos años Koreeda ha tendido a cierto convencionalismo que sin duda facilita la circulación de sus películas por las carteleras internacionales. En este sentido ha seguido un camino similar al de su colega Naomi Kawase, la responsable de 'Una pastelería de Tokio', al decantarse cada vez más por un estilo propio del cine de autor más mainstream.

Tráiler de 'Nadie sabe'


'Mi hermana pequeña' es una película acogedora y cálida en ella misma. Koreeda controla el pulso de un melodrama que discurre ligero en su apariencia pero arrastra algunas cargas de profundidad. También convoca escenas que devienen recurrentes en este cine japonés de vocación internacional: niños corriendo en bici bajo los almendros en flor, discusiones familiares que siempre se fraguan alrededor de una comida, liturgias tradicionales en torno a la muerte y el duelo pero también fiestas llenas de pólvora y luz, viñetas de oficios de toda la vida ligados a la pesca y sus aledaños, viejos puestos de comida donde preparan recetas que solo conocen ellos, paseos a través de la naturaleza, personajes que afrontan los reveses de la vida con un estoicismo ejemplar, y, por supuesto, trenes añejos que vienen y van surcando buena parte del metraje y puntuando por momentos las escenas...

El director controla el pulso de un melodrama que discurre ligero en su apariencia pero arrastra algunas cargas de profundidad

En definitiva, una compilación de las “pequeñas cosas que importan de verdad en este mundo” y del estilo de vida japonés lejos de la gran ciudad y tal y como nos fascinan en Occidente.

A 'Nuestra hermana pequeña' le sobra también cierto edulcoramiento ligado tanto a una banda sonora que subraya el sentimentalismo como a una sobreexplotación de las imágenes de hermosa fraternidad y gozosa tradición. A pesar de ello, resulta muy reivindicable su nada forzada visión de una forma de vida que rompe con la familia tradicional. Las tres protagonistas adultas mantienen relaciones con hombres sin que ello suponga que tengan ninguna prisa para irse a vivir con ellos. La hermana mayor sufre las típicas presiones de familiares que le recuerdan que ya está en edad de casarse. Entre ellas también existen los rifirrafes propios de personas con caracteres diferentes e incluso contrapuestos: la primogénita ha asumido toda la responsabilidad de quien le toca ejercer tanto de madre como de padre mientras que las dos más jóvenes son más despreocupadas y bohemias. Y sin embargo las cuatro en conjunto mantienen este núcleo de convivencia basado en el cariño y apoyo mutuo más allá de lo que dictan las convenciones filiales o sociales.

El caserón de madera en que habitan las cuatro protagonistas de 'Nuestra hermana pequeña' encarna cierta fantasía infantil. Con su encanto vetusto, su jardín indómito, sus habitaciones espaciosas repletas de pequeños rincones a investigar y su cierto aire de misterio casi fantasmal es la casa al mismo tiempo acogedora y abierta a las aventuras donde a todos nos hubiera gustado crecer.

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