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¿Quién se quedó la pasta? Todos los giros absurdos del secuestro más caro del mundo
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¿Quién se quedó la pasta? Todos los giros absurdos del secuestro más caro del mundo

María O'Donnell analiza las claves de su exitoso libro sobre el secuestro del heredero del imperio económico Born en 1974. Una historia de política y rapiña que aún colea

Foto: Juan Born durante su secuestro; de fondo: Perón, Evita y el logo de los montoneros
Juan Born durante su secuestro; de fondo: Perón, Evita y el logo de los montoneros

1974: Guerrilla peronista de izquierdas (los Montoneros) secuestra a herederos (Jorge y Juan Born) de la gran multinacional argentina (Bunge y Born). Corren los caóticos años del gobierno de la viuda de Juan Domingo Perón, Isabelita, controlada por la derecha peronista. 1975: Los Montoneros liberan a los hermanos Born tras cobrar un rescate de 60 millones de dólares (260 millones de euros a día de hoy, cifra récord para un secuestro)... Pero lo que parecía el final de la historia, no era más que el principio del quilombo: o la lucha por hacerse con un rescate oculto en el extranjero. Una loca carrera por el oro que fue de la sangrienta dictadura militar (1976-1983) al gobierno peronista (y neoliberal) de Carlos Menem (1989-1999), y en la que participaron guerrilleros, activistas arrepentidos, militares golpistas, fiscales, empresarios y funcionarios menenistas.

Con estos ingredientes, la periodista argentina María O'Donnell ha escrito un tremendo libro de investigación en el que las paradojas políticas ejercen la misma función que los giros argumentales imposibles en los thrillers hollywoodienses: echar más y más gasolina al relato. Salvo que todo aquí es real. 'El secuestro de los Born', que publica mañana Debate en España tras arrasar en Argentina, es la enésima demostración de que la transversalidad peronista no tiene rival como fenómeno político de estudio. O'Donnell, que consiguió que Jorge Born rompiera un silencio de cuatro décadas sobre su secuestro, nos cuenta vía telefónica desde Buenos Aires las claves de uno de los ensayos del año.

PREGUNTA. Llama la atención el aplomo de Jorge Born durante un secuestro que dura nueve meses: al contrario que su hermano, actúa con frialdad, jugando sus cartas en la negociación, con total raciocinio. ¿Cómo logró mantenerse tan entero?

RESPUESTA. Te pongo un ejemplo de la clase de persona que es: su familia ha conocido muchos detalles del secuestro a través del libro. No es un tema que compartiera, ni siquiera ha mantenido una conversación con su hermano sobre el secuestro, es una familia de pocas palabras… Había sido criado con esa exigencia y rigor. Sorprendió incluso a los guerrilleros montoneros: pensaban encontrarse con un niño rico, mimado e inútil y se toparon con un hombre educado en una cultura protestante difícil de quebrar. Él vivió el secuestro como un desafío: estoy encerrado en un cubículo diminuto y necesito tener la cabeza fría.

Los montoneros pensaban encontrarse con un niño rico, mimado e inútil y se toparon con un hombre difícil de quebrar

P. La paradoja del libro es que casi todo lo raro ocurre muchos años después de resolverse el secuestro. Por ejemplo: la estrecha relación entre Jorge Born y uno de sus captores: Rodolfo Galimberti. El ex guerrillero Montonero ayudó a Born a recuperar parte del rescate, pero hay más: acabaron siendo amigos y haciendo bizarros negocios juntos. ¿Cómo se come esto?

R. Me han preguntado mucho por el Síndrome de Estocolmo. No soy psicóloga, pero creo que hay otra explicación a su relación: ambos compartían objetivos económicos comunes. Se juntan dos tipos obsesionados con ese botín por motivos muy personales. Lo de Jorge Born tiene que ver con una deuda que tenía con su padre; más simbólica que monetaria: recuperar el dinero no le iba a cambiar la vida, pero sentía que el secuestro había acortado la vida de su padre.

P. ¿Qué interés tenía Galimberti?

R. Siempre fue un tipo ambicioso y había quedado dolido con (Mario) Firmenich y la dirigencia montonera: aunque su columna llevó el peso militar del secuestro, no vio luego un peso. Quienes conocieron a Galimberti hablan de un tipo excéntrico y carismático. El interés económico común derivó luego en una extrañísima amistad que Born ocultó a sus círculos sociales y Galimberti utilizó para ascender a la alta sociedad, algo bastante raro tratándose de un ex guerrillero.

A vueltas con el botín

O'Donnell resume así en el libro las tribulaciones de Jorge Born: "Un hombre formado en la Escuela de Negocios de Wharton" al que "un día en una emboscada la vida le mostró que la ruta nunca es una sola, que la historia argentina es espinosa, que las certezas no quedaron en 'stock' y que las lealtades pueden tener la fragilidad del corazón humano".

Su secuestro, de hecho, pareció reforzar su pragmatismo: Born no se inmutaría al ver a la práctica totalidad del arco ideológico argentino sacando tajada de su rescate con los años. "No reparó demasiado en los métodos que sus aliados desplegaron para llegar hasta el botín. Cuando finalmente Galimberti le entregó una bolsa con fajos de billetes de dólares bajo una cobertura legal por lo menos frágil, Jorge pasó por alto a la empresa (Bunge y Born). Cumplió con Juan, quien nunca quiso volver a hablar del secuestro, y simplemente recompuso su vida en contacto con la naturaleza y el campo. Volvió a la mansión de la que salió el día que cayó en manos de Montoneros, donde vive hoy. Ningún porcentaje del dinero reingresó a la compañía, aunque de allí había salido el rescate", escribe O'Donnell.

P. El caso Born evoluciona de asunto político a caza del oro pura y dura, de lucha de clases al todo por la pasta, con episodios de rapiña protagonizados por...

R. Total.

P…. invitados sorpresa como los militares golpistas. Cuando torturaban Montoneros parecían tener más interés en sacarles información sobre el dinero que en cualquier tema político. Para colmo, según cuenta en el libro, varias facciones de los militares compitieron por el botín.

R. La historia de Born comienza siendo un drama humano con connotaciones éticas - de la relación padre/hijo a una guerrilla que quiere el dinero para, según ellos, cambiar el mundo- pero desemboca en otra cosa: de la rapiña de los militares -que no solo se cobraron la vida de los guerrilleros sino que también querían sus bienes- a la discusión interna de los Montoneros sobre el destino del dinero, no exenta de codicia y drama político, con acusaciones a la dirigencia en el exilio cubano de estar disfrutando del rescate mientras los militantes morían en Argentina.

Los militares no solo se cobraron la vida de los guerrilleros sino que también querían sus bienes

P. La traca final la puso el menenismo durante su primera presidencia. Por un lado, Menem dejó el ministerio de Economía en manos del grupo Born. Por el otro, su entorno cobró comisiones sobre la devolución del rescate. ¿Insuperable?

R. Eso es la parodia final, sí: los Montoneros usaron parte del dinero del rescate para financiar la campaña de [Carlos] Menem a la presidencia en 1989, el mismo Menem que luego les dará el indulto (al tiempo que a los militares de la dictadura) y que participaría en la rapiña del rescate cuando Born recuperó parte del mismo. O cuando el dinero atraviesa la codicia de todos los colores políticos.

1974: Guerrilla peronista de izquierdas (los Montoneros) secuestra a herederos (Jorge y Juan Born) de la gran multinacional argentina (Bunge y Born). Corren los caóticos años del gobierno de la viuda de Juan Domingo Perón, Isabelita, controlada por la derecha peronista. 1975: Los Montoneros liberan a los hermanos Born tras cobrar un rescate de 60 millones de dólares (260 millones de euros a día de hoy, cifra récord para un secuestro)... Pero lo que parecía el final de la historia, no era más que el principio del quilombo: o la lucha por hacerse con un rescate oculto en el extranjero. Una loca carrera por el oro que fue de la sangrienta dictadura militar (1976-1983) al gobierno peronista (y neoliberal) de Carlos Menem (1989-1999), y en la que participaron guerrilleros, activistas arrepentidos, militares golpistas, fiscales, empresarios y funcionarios menenistas.

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