Es noticia
Cómo triunfar en la música sin tener ni puta idea de tocar
  1. Cultura
Joaquín Rodríguez (Los Nikis)

Cómo triunfar en la música sin tener ni puta idea de tocar

En el grupo de Algete (Madrid) se repartieron los instrumentos por sorteo. Luego descubrieron que apenas hacían faltan conocimientos técnicos para escribir una canción sencilla de dos minutos

Foto: 'NPI de música', por Joaquín Rodríguez (Chelsea Ediciones)
'NPI de música', por Joaquín Rodríguez (Chelsea Ediciones)

El bajista de Los Nikis acaba de publicar un libro corto, cáustico y tremendamente práctico. Se titula 'Ni puta idea de música' (Chelsea ediciones, 2015). Su tesis no ofrece dudas, ya que está confirmada por la trayectoria del grupo, que en 1986 se convirtieron en superventas, a pesar de su limitados recursos musicales y su amateurismo militante. “En el caso de Los Nikis, la parte filosófica era muy acertada y además estábamos todos de acuerdo: tocar es un hobby y punto. Como jugar al tenis”, aclara en la página doce. El grupo de Algete (Madrid), se repartieron los instrumentos por sorteo. Luego descubrieron que apenas hacían faltan conocimientos técnicos para escribir una canción sencilla de dos minutos.

Lo que importaba era la energía, la actitud y la ganas de divertirse. Sus antípodas artísticas son las bandas que se toman demasiado en serio. Los pasajes dedicados a ridiculizarlas se cuenta entre lo mejor del libro: “Si queréis dar un toque profundo a las fotos de promoción, haced una cosa muy socorrida: que cada miembro del grupo mire hacia un punto lejano y diferente de la galaxia. Como hacen Maná, U2 y Mártires de la Penumbra. Ellos suelen estar siempre juntos, de pie en medio de la llanura, preferiblemente en Arizona, reflexionando sobre el universo con miradas divergentes. De pronto, llega el fotógrafo y toma una foto. Qué molestos son los fotógrafos”. Por supuesto, Mártires de la Penumbra son una alusión directa a Héroes del Silencio, el grupo más alejado de Los Nikis y los Acusicas, los dos proyectos de Joaquín Rodríguez, cuya profesión es piloto de vuelos comerciales. A pesar de la ligereza del texto, se trata de un manual muy útil, demoledor de tópicos del mundo de la música y sus múltiples postureos.

PREGUNTA. Tu libro defiende que no hace falta habilidad técnica para montar un grupo. Partiendo de cero, ¿cuánto tiempo de aprendizaje dirías que es necesario antes de subir a un escenario?
RESPUESTA. Sin agobios, unos tres meses. También depende de las canciones. Hay grupos que llevan toda la vida ahí arriba, pero no deberían haberlo hecho nunca.

P. ¿Quién es el músico menos preparado al que has visto brillar sobre un escenario?
R. A mí. No tengo ni puta idea de música de música y mi bajo está pintado de amarillo fosforescente. Si apagan las luces, brilla.

P. Dices que la solemnidad es el pecado capital de un grupo pop-rock. ¿Por qué?
R. El pack completo consiste en: solemnidad más aires de superioridad más intensidad más melena heroica al viento. Si a esto le añadimos la prohibición absoluta de sonreír, apaga y vámonos.

El pack del rock: aires de superioridad, intensidad y melena al viento. Si le añadimos la prohibición de sonreír, apaga y vámonos

P. ¿Me pones algún ejemplo?
R. Radiohead, Arcade Fire y, dentro de los nacionales, hay uno que no sé muy bien si es Love of Lesbian o Vetusta Morla. Cuando ponen una canción suya en la radio, no suelo aguantar más de diez segundos sin cambiar de emisora. Por eso no puedo precisar más. A lo mejor son los dos y los confundo. ¿Los motivos? Los mismos de antes: solemnidad, intensidad, pedantería…

P. Los Nikis fueron un grupo que supo usar el humor como recurso. ¿Cuáles eran vuestros límites? Me refiero a si había algún terreno en el que os daba miedo caer: humor tuno, humor de colegio mayor, humor fácil…
R. Hay una línea delgada entre el fino sentido del humor y la payasada patética. El problema es que cada uno tenemos la línea en un sitio distinto. Para algunos, seguro que alguna vez hemos caído en los humores horribles que enumeras. Para otros, nos habremos quedado cortos. De mis letras, mi favorita es 'Canción de relleno' de Los Acusicas. En el polo opuesto, y rozando el universo tuno, pongo a 'Ernesto'. En mi defensa puedo decir que la escribí mientras estudiaba el exámen de Selectividad y tenía las neuronas colapsadas.

'Canción de relleno'. Los acusicas

P. No podemos dejar de hablar de vuestra canción más famosa: 'El imperio contraataca', que muchos ven como una apología del imperialismo español. Tú aclaras en el texto que fue una especie de gracieta escolar. Desde entonces, para algunos, tenéis fama de grupo facha. En el libro dices que no eres "ni fascista ni comunista", una fórmula que aclara poco. ¿Te animas a explicar tu posición política?

R. En efecto, aquello fue una gracieta escolar. Punto pelota. No me gusta la política y menos mezclarla con la música. Dentro del mundo musical, tengo un grupo de amigos de todas las tendencias, desde un extremo al otro. La política es un tema casi prohibido. Nadie va a convencer a nadie y, lo más probable, es que acabáramos sacando el lanzallamas. De todos modos, te diré que mi partido favorito me lo descubrió Emilio, nuestro cantante. Es el PSPC, que son las siglas de Playa, Siesta, Pescaíto y Casino.

P. Te pregunto lo mismo de otra manera: ¿cuál es el conflicto social qué más te preocupa ahora mismo?

R. La escasez de piscinas climatizadas en Madrid. Te puede parecer frívolo, pero los que nadamos en invierno sabemos lo duro que es compartir calle con cinco más.

P. Te muestras muy crítico con los cantautores y a la canción protesta. ¿Qué es lo que la hace tan detestable? ¿Quién es el cantautor que más te irrita?

R. No te puedo decir un nombre, porque detesto por igual a todo el género. Un cagalástimas subido a un taburete con una guitarra acústica me produce sarpullido. ¡Y encima tienen la osadía de querer cambiar el mundo con la letra de una canción! ¿Se puede ser más pretencioso?

No puedo decir un cantautor, porque detesto a todo el género. Un cagalástimas subido a un taburete con una guitarra acústica me produce sarpullido

P. ¿Cuál es tu grupo preferido de la historia de la categoría "no saben tocar"?
R. Alaska y los Pegamoides. Tenían un montón de canciones buenísimas. Y eran cinco personajes. Daba igual si tocaban mal.

P. ¿Cuál es tu grupo más detestas de la categoría "tocan de puta madre"?
R. Melendi y su grupo. Se emborracharon, montaron el pollo e hicieron que un vuelo de Iberia, compañía en la que trabajo, se tuviera que dar la vuelta en medio del Atlántico. Las tripulaciones les guardamos un afecto especial.

P. En el texto, haces algo muy poco habitual entre los músicos, que es defender el trabajo de las discográficas. Dices que antes la música era mejor porque pasaba más filtros, que estaban controlados por asesores y ejecutivos que sabían de música. ¿Hay que reivindicar el papel que hicieron los sellos?
R. Bueno, tanto como defender a las discográficas, no. Lo que defiendo es que al haber un filtro, te evitabas tener que escuchar toda la morralla. Si ahora nos ponemos a escuchar grupos al azar que tengan algo colgado en Internet, probablemente, cuando llevemos cincuenta escuchas y no hayamos encontrado nada potable, desistiremos. Si antes no nos hemos cortado las venas, claro.

P. Cuentas que tienen tu bajo colgado en Malasaña, en una especie de bar-museo de La Movida. Ahora que tienes perspectiva, ¿cómo ves aquel período? ¿Qué tuvo de bueno y qué de autocomplaciente o criticable?
R. La época fue estupenda, porque yo tenía veinte años. Todo el mundo piensa que la mejor época coincidió con sus veinte años y yo no voy a ser menos. Lo de autocomplaciente, supongo que te refieres a las letras sobre botes de Colón, etcétera. Podíamos haber hecho letras sobre cócteles molotov y barricadas, pero... qué pereza. ¡Viva la autocomplacencia!

Podíamos haber hecho letras sobre cócteles molotov y barricadas, pero... qué pereza. ¡Viva la autocomplacencia!

P. Desde los años noventa, los barrios emblemáticos de La Movida se han llenado de indies y hipsters, de quienes hablas con desdén en el libro. ¿Qué opinas de estas tribus estéticas? ¿Suponen un paso atrás? ¿Por qué?
R. Nosotros no pertenecíamos a ninguna tribu estética, pero éramos bastante afines a los punks. El deporte nacional era meterse con las otras tribus. En su momento nos burlábamos de los hippies y los cantautores. Ahora en el libro me meto, desde el cariño, con indies y hipsters. Observa que poniendo la coletilla "desde el cariño" evito que mañana me peguen.

P. En el texto citas de pasada a El Canto del Loco. Es curioso porque Dani Martín, cantante del grupo, no entiende que a periodistas molones como Jesús Ordovás le gustase las canciones de los Nikis, pero no las de El Canto del Loco. A mucha gente le pareció una queja marciana. ¿Qué opinas tú?
R. Yo lo que no entiendo es por qué a las diez mil chicas molonas que iban a los conciertos de El Canto del Loco les gustaban las canciones de Dani Martín, pero no las de Los Nikis. Nos hubiera gustado cambiarnos por ellos al menos un día.

El bajista de Los Nikis acaba de publicar un libro corto, cáustico y tremendamente práctico. Se titula 'Ni puta idea de música' (Chelsea ediciones, 2015). Su tesis no ofrece dudas, ya que está confirmada por la trayectoria del grupo, que en 1986 se convirtieron en superventas, a pesar de su limitados recursos musicales y su amateurismo militante. “En el caso de Los Nikis, la parte filosófica era muy acertada y además estábamos todos de acuerdo: tocar es un hobby y punto. Como jugar al tenis”, aclara en la página doce. El grupo de Algete (Madrid), se repartieron los instrumentos por sorteo. Luego descubrieron que apenas hacían faltan conocimientos técnicos para escribir una canción sencilla de dos minutos.

Música
El redactor recomienda