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Grey es un principiante. El mejor porno se escribió en París en los años 20
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Grey es un principiante. El mejor porno se escribió en París en los años 20

'La pasión de Mademoiselle S.' es una novela erótica-obsesiva que recopila las cartas reales -y muy subidas de tono- escritas por una dama de clase alta a su amante casado entre 1928 y 1930

Foto: Dakota Johnson en una escena de '50 sombras de Grey'
Dakota Johnson en una escena de '50 sombras de Grey'

"Estaba ayudando a una amiga a vaciar una casa cuyo sótano había quedado olvidado cuando encontré, detrás de un montón de madera, una caja en la que habían apilado tarros de conserva vacíos entre dos cajas de periódicos (...) Me apresuré a apartar las capas de periódicos viejos y de tarros que protegían el fondo de la caja, hasta llegar a una bonita y pesada cartera de cuero con iniciales grabadas en plata. Dentro no había más que cartas, amontonadas de cualquier manera y escritas con la misma caligrafía. Leí primero una, y luego otra y otra, hasta descubrir por fin toda una correspondencia, de amor aparentemente, con un lenguaje más que atrevido, un lenguaje de una increíble audacia erótica".

El diplomático francés Jean-Yves Berthault describe así cómo encontró un paquete de cartas escritas entre 1928 y 1930. En ellas, Simone, una mujer de clase alta, escribe a su amante, Charles, un hombre casado con el que mantiene una tórrida y cada vez más sexual relación. Su descubridor las leyó, las ordenó cronológicamente (la mayoría estaban sin fechar) y ahora ha publicado un tercio de estas misivas en 'La pasión de Mademoiselle S.' (Seix Barral), una novela erótico-obsesiva con mucha dominación, más sexo explícito y buenas dosis de sufrimiento. Una bofetada al principiante de Christian Grey.

placeholder Una de las cartas escritas por Mademoiselle S. a finales de los años veinte
Una de las cartas escritas por Mademoiselle S. a finales de los años veinte

El relato de la pasión real vivida entre Simone y Charles -nombres ficticios ya que, explica Berthault a El Confidencial, "no estoy seguro de que le hubiera gustado que diéramos a conocer su nombre aunque fuera años después de su muerte, y no sería muy caballeroso"- la cuenta en primera persona esta mujer acomodada en unas misivas que cabalgan entre el descubrimiento de una sexualidad libre de convenciones sociales y el sometimiento a un hombre que quiere retener a toda costa.

Por eso, comienzan huyendo del "sexo convencional e imprudente", es decir la penetración vaginal y sus consecuentes riesgos de embarazo, para entregarse al sadomasoquismo, las felaciones, el sexo anal, el cambio de roles y los ménage à troi. Charles se convertirá en Lottie, la "zorrita" de Simone, deseosa por ser penetrada analmente. Simone encontrará en el París de los años veinte los consoladores necesarios para sus juegos y su lenguaje (e historia) irá subiendo de grados a la vez que ella deja claro que su única pretensión es continuar con este hombre casado de cuya mujer está tremendamente celosa.

"Tengo unas ganas locas de que me folles, de sentir en mi coño el pollón de mi amante, que me extrae de lo más hondo torrentes de leche. Sí, puedes estar orgulloso porque has hecho que me guste tanto esa caricia que ya no sabría vivir sin ella. Estamos en paz: yo te doy por culo, y tú me follas, y así estaremos siempre, ¿verdad, amado mío?, unidos por nuestras vidas comunes y nuestras pasiones todopoderosas", escribe Simone.

placeholder El diplomático francés Jean-Yves Berthault, descubridor de las cartas
El diplomático francés Jean-Yves Berthault, descubridor de las cartas

Si bien la correspondencia puede resultar algo repetitiva en ocasiones, sí deja claro cómo va evolucionando la relación entre estos dos amantes. Desde que se conocieron en un autobús y tuvieron su primer encuentro sexual hasta sus relaciones homosexuales, de la Simone sometida a su amo a la cada vez más liberada en la cama y con ganas de explorar todo, pero también dispuesta a todo por Charles porque cada vez se torna más obsesiva y celosa. "Desde hace un año he cedido a todos tus deseos. me he adelantado a tus más mínimos caprichos. He inventado para ti caricias perversas, y gracias a todo ello puedo aún poseer todo tu cuerpo", le dice en una de sus cartas.

"Nada de lo que hacemos es sucio, y todo lo que hacemos es necesario para nuestro amor. Lo sé. Me siento orgullosa ahora de estar segura de que te gusto, de que te gusta mi cuerpo, de que hace feliz al tuyo", parece autoconvencerse Simone en otro punto de este diario.

Nada de lo que hacemos es sucio, y todo lo que hacemos es necesario para nuestro amor. Lo sé.

Berthault, quien desde un primer momento tuvo claro que estas cartas (o buena parte de ellas) debían ver la luz, destaca su importancia histórica. "Es una novela, es un documento histórico y es una mina para los que quieran explorar la historia de la condición de la mujer. Otra mina para los sociólogos y, me temo, que otra también para los psiquiatras", afirma en alusión a su creciente obcecación por Charles, o Lotte como le llama cuando le penetra analmente con "auxiliares" (consoladores) que va comprando en París.

"Se que te gusta que te den por culo, hasta un extremo que tu mismo ignoras, pues nadie mejor que yo puede sentir cómo se contrae tu carne alrededor de mi lengua. Y sé que con ese consolador conocerás la embriagadora sensación que da una bonita polla de hombre que te descarga voluptuosamente su semen por el culo", le dice a su amante.

"En ti he hallado una doble criatura: un amante maravilloso y una amante divina. Y recuerdo con una dicha infinita nuestra última cita. (...) Yo me había convertido en un amante apasionado, y tú, tú, mi querida Lotte, en la amante más zorra con la que pueda soñar. (...) Yo te follaba con ardor, y tú te adelantabas decidido a mis abrazos. En ese instante, de verdad no sabía ya que yo era la mujer, y tú, el hombre", añade en otra ocasión.

placeholder 'La pasión de Mademoiselle S.', publicado por Seix Barral
'La pasión de Mademoiselle S.', publicado por Seix Barral

Pero, por encima de todo, lo sorprendente es el lenguaje de Simone: literal, obseceno y nada pudoroso. Llama la atención porque estamos leyendo a una mujer en los felices (y locos sí) años veinte de clasa alta que lo mismo se expresa con el mayor refinamiento que habla con toda la literalidad que podamos usar hoy de unas prácticas sexuales de lo más diversas. "Y tú, mi Lotte. tú me harás gozar lamiendo con pasión mi coñito, perforando mi carne con tu miembro erecto o follándome el coño con un diestro abrazo. A menos que, sin fuerzas ya, descargues irresistiblemente tu leche espesa y caliente sobre todo mi cuepro o en mi boca ávida que se la traga toda. Cualquiera que sean las caricias que tu deseo te dicta, sabes que me gustan todas. Si tienes pasiones nuevas, revélamelas, las haré mías como hice míos tus vicios", añade en otra ocasión.

"El contraste entre el estilo impecable de una señora obviamente acomodada y el uso de las palabras que normalmente habrían sido las de una mujer de clase más baja fue increíble para mí. No hay duda de que Mademoiselle S. está muy adelantada a su tiempo. Los documentos muestran la modernidad de los años veinte, pero son excepcionales porque son un ejemplo único de este tipo de literatura privada que, naturalmente, sería destruída ya sea por los protagonistas o por sus familias después de su muerte. En realidad, estas cartas nos muestran que no hemos inventado una sexualidad compleja, que es tan antigua como la humanidad", analiza Berthault.

"Estaba ayudando a una amiga a vaciar una casa cuyo sótano había quedado olvidado cuando encontré, detrás de un montón de madera, una caja en la que habían apilado tarros de conserva vacíos entre dos cajas de periódicos (...) Me apresuré a apartar las capas de periódicos viejos y de tarros que protegían el fondo de la caja, hasta llegar a una bonita y pesada cartera de cuero con iniciales grabadas en plata. Dentro no había más que cartas, amontonadas de cualquier manera y escritas con la misma caligrafía. Leí primero una, y luego otra y otra, hasta descubrir por fin toda una correspondencia, de amor aparentemente, con un lenguaje más que atrevido, un lenguaje de una increíble audacia erótica".

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