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"Yo he visto llorar a Lou Reed"
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entrevista a Ignacio Julià

"Yo he visto llorar a Lou Reed"

Ignacio Julià, fundador de la revista 'Ruta 66' y crítico musical, analiza las claves de su libro sobre su relación con el legendario músico estadounidense

Foto: Ignacio Julià con Lou Reed (Master Ren Guan Yi)
Ignacio Julià con Lou Reed (Master Ren Guan Yi)

Ignacio Julià (Barcelona, 1956), fundador de la revista 'Ruta 66' y crítico musical formado en el periodismo de los años 80, ha publicado tres libros en los últimos tres años.

El más reciente es 'Catálogo irracional', un repaso a la obra de Lou Reed que es, a la vez, un recorrido por la vida del rockero neoyorquino y la del propio Julià. Tras la muerte de su ídolo, el periodista y admirador ha vuelto una vez más al lugar de los hechos para seleccionar sus canciones como quien recoge los restos de un naufragio y recomponer así una de las trayectorias más radicales, irregulares e influyentes de la historia del rock.

placeholder Ignacio Julià en 1979 (Rodri Prats)
Ignacio Julià en 1979 (Rodri Prats)

PREGUNTA. ¿Era necesario otro libro sobre Lou Reed? ¿Te hacía falta a ti, para ordenar tus pensamientos y despedirlo tras su muerte en 2013?

RESPUESTA. No tenía intención de hacer otro libro. Profesionalmente, no lo veía viable porque ya hay muchas biografías de Lou Reed. Y emocionalmente no lo necesitaba. Pero cuando murió Lou Reed dos personas me convencieron: Juan Puchades, de 'Efeeme', y Mike Kostek, el fundador del club de fans de la Velvet. Los dos creían que debía al fan español una guía de audición, una discografía comentada, un libro que explique una carrera tan irregular.

P. ¿Y de no tener intención de escribirlo pasas a redactarlo en un año?

R. Aquí hay una razón empresarial. Las distribuidoras colocan los libros en las librerías y al cabo de cuatro meses te pagan por libro colocado, pero si luego ese libro vuelve a la distribuidora porque no se ha vendido, tienes que pagarlo. Con el libro de Sonic Youth ['Estragos de una juventud sónica', 2013] llegó un momento que ya no había ventas, sino devoluciones. Saqué 'La nostalgia ya no es lo que era' [2014] y así volvieron a haber ventas. Pero este octubre ya tenía que entregar otro libro o cerrar mi editorial [Alternia]. De 'La nostalgia...' vendí 250 ejemplares y se seguirá vendiendo, pero aun así te ves obligado a dar de comer a la máquina. Así entiendes porqué todas las editoriales están publicando continuamente nuevos títulos.

P. Das mucha importancia a los electroshocks que recibió Lou Reed de adolescente. ¿Tan cruciales fueron para explicar su personalidad? ¿Lo hablaste alguna vez con él?

R. Jamás lo hablé con él y no creo que nadie haya hablado con él de esto, pero es esencial para entender que si se los dieron fue porque ahí había algo. Se habla de desviación de la conducta sexual, problemas de comportamiento en clase, ese aislamiento que su hermana explica cuando la familia recibía visitas en casa y él se encerraba en su habitación y se escondía debajo de la mesa... Existía una bipolaridad. Y el electroshock no solo era esa descarga eléctrica que te dejaba dos días sin recordar nada. Imagínate que con 17 años tus padres te llevan a recibir un tratamiento así. La desconfianza hacia ellos ha de ser absoluta. Y si lo extrapolas, es una desconfianza hacia todo.

P. Incluso hacia él mismo. Algo así te hace dudar de tu propia condición.

Él pudo haberse negado a recibir el tratamiento de electroshock, pero la alternativa era el manicomio


R. Exacto. Él pudo haberse negado a recibir el tratamiento, pero la alternativa era el manicomio. Aun así, la reflexión que hace su hermana y que hago yo es que no hubiésemos tenido la obra de Lou Reed si no hubiese pasado por todo esto. Lou Reed no hubiese hecho esa inmersión en la parte más oscura del carácter humano si él no lo hubiese vivido.

P. ¿La crítica rock no se ha excedido mitificando esa figura de los artistas torturados? ¿No exageramos al vincular vida torturada y obra genial?

R. Jamás definiría a Lou Reed como un artista torturado. Tenía un sentido del humor bestial, una visión del amor muy romántica, una pasión por comer, beber... Pero si no hubiese pasado por lo que pasó no habría podido reflejar el odio, el asesinato, el sadomasoquismo o la violencia de género, temas que se habían tocado en la literatura, pero nunca en un contexto de rock. También digo que haciendo el libro acabé bastante harto de este submundo.

P. No utilizas un tono de fan cegado, pero aunque te burles de Reed en alguna ocasión, tu mirada siempre desprende un cariño y admiración.

R. Porque yo también he tenido mis neurosis y, en este sentido, nunca he dejado de comprenderle. Yo sigo ese método crítico de Spinoza que no es alabar ni denigrar sino comprender. Los padres siempre tienen un especial afecto por los hijos que menos han funcionado y también hay algo de eso. Además, soy una persona agradecida. Y lo que me ha dado ese personaje...

P. ¿Qué te ha dado Lou Reed?

R. Me procuró una sensación de libertad absoluta, de ambigüedad sexual, el mundo tabú de las drogas, esa actitud dura de Nueva York, esa sensación de estar de vuelta de todo... Y ha seguido estando allí cuando lo necesitaba. Mi madre murió de cáncer con 48 años, en 1982. Y Lou Reed grabó 'Magic and loss' en el 92. El proceso que narra ese disco yo lo viví con 24 años: la enfermedad, la esperanza, el fracaso del tratamiento, la muerte, los años necesarios para superarlo... ¿A quién se le ocurre hacer un disco sobre el cáncer? A nadie. Pero él seguía hablando de lo que realmente importa.

Me procuró una sensación de libertad absoluta, de ambigüedad sexual, el tabú de las drogas, el estar de vuelta de todo


Luego se hizo realidad la gira de reunión de la Velvet Underground. Y luego la de 'Berlin'. Y durante la enfermedad de mi padre, no me podía sacar de la cabeza 'Junior dad'. Es una canción sobre el final de la vida como no se ha hecho otra. No es 'Yesterday' de los Beatles, no es 'Brown sugar' de los Rolling Stones, no es esa melancolía impalpable pero genial del 'Pet sounds' de los Beach Boys. Es de una profundidad abrumadora.

Debo confesar que con la edad cada vez me interesa menos el rock, el cine, la literatura... Cumpliré 60 años en agosto. Cada vez doy menos importancia a la obra puntual y más, a lo que produce en nosotros. Busco el pálpito humano y cada vez me interesan más los autores que tienen una potencia extraordinaria. Con Lou Reed he encontrado esa profundidad insondable. No sé si gratitud es la palabra, pero sí creo que la obra más interesante es la que te da herramientas para construirte tu propia vida.

P. También hablas de la vulnerabilidad e inseguridad de Lou Reed, una persona que nunca se sintió comprendida como artista, con ese complejo de rockero que quiere ser aceptado también como poeta...

Esa fachada de tío duro y chulangas no era real... Era una persona que se podía romper


R. Era una persona valiente. Sobre todo, con su arte. Y con su vida personal, también. Pero esa fachada de tío duro y chulangas no era real. Yo en el año 78 ya lo vi llorar mientras tocaba 'Heroin'. Era una persona que se podía romper. Y en la reunión de la Velvet, en la Fundación Cartier, cuando Maureen, John Cale y Sterling bajaban hacia el camerino y yo iba hacia el backstage, Lou se quedó sentado en la escalera del escenario llorando.

P. ¿Lloraste tú cuando murió Lou Reed?

R. No. Pero lloré un mes después, al final del concierto de Lee Ranaldo en el Primavera Sound Touring Party. Salió a hacer un bis y dijo que quería dedicar una canción a una persona y que él ya sabía quién era. Tocaron el 'Rock'n'roll' de la Velvet y me puse a llorar como una magdalena. Luego pensé que en ese momento entendí que Lou Reed era historia. Antes ya lo podíamos decir, pero Lou Reed es realmente historia cuando una banda toca 'Rock'n'roll', tú ya no puedes ver a Lou Reed tocar esa canción, pero ves a una nueva generación, 20 años más joven que tú, conectando con ella.

P. ¿Qué tipo de periodista musical querías ser?

R. No lo sé. Empiezo a saberlo ahora. Estos más de 30 años han sido un aprendizaje y pienso que la única forma de comunicar con el lector es ir aprendiendo y dejando pistas para que el lector pueda entrar en la materia y aprender. Pero no, aprender datos y fechas, sino aprender cómo funciona la música en nosotros y qué podemos aprender de ella. Llegar a la esencia.

P. ¿Cuál es el papel de un periodista de más de 50 años en 2015?

R. Aportar la experiencia vivida, los errores cometidos y las emociones acumuladas. E intentar retrasar la decadencia y la comodidad lo máximo posible. Me podría jubilar dentro de seis años. Y tengo la sensación de que ya he dicho todo lo que tenía que decir. En estos tres libros he condensado todo lo que sé. No creo que haga más libros. No lo necesito.

Ignacio Julià (Barcelona, 1956), fundador de la revista 'Ruta 66' y crítico musical formado en el periodismo de los años 80, ha publicado tres libros en los últimos tres años.

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